Una semana más volvemos con un ensayo de Canción de Hielo y Fuego. Proseguimos con la continuación de la teoría acerca del origen del Príncipe que fue Prometido, en la que vimos cómo Brynden Ríos maniobró para que se diera su nacimiento en el momento predicho a través de la aniquilación de parte de su familia. Como en la anterior ocasión, esta segunda parte también está plagada de especulaciones, realizadas a partir de la poca información que conocemos, y con conjeturas que quizá ayuden a entender cómo se procuró la llegada del elegido.


Los precursores

— Eduardo Baratheon —


Cuatro son los nombres de los que promovieron el cumplimiento de la profecía, cada uno a su manera; cuatro son los hijos varones que tuvo Maekar con Dianna Dayne. Todos ellos, de algún modo, participaron en el plan profético que Brynden estaba llevando a cabo, ya fuera estudiando la profecía, como Daeron y Aemon, o defendiendo los intereses de su casa, como Aerion, para así garantizar la supervivencia de la familia y, de ese modo, propiciar el nacimiento del que Fue Prometido de la estirpe del menor de ellos, Egg. A continuación, analizaremos a estos cuatro personajes para responder a las diferentes incógnitas entorno a esta plan profético preconcebido desde el origen de los tiempos.

El profeta ebrio y el dragón loco

Desde un punto de vista profético y mágico, una de las piezas clave era el príncipe Daeron, el primogénito de Maekar. A diferencia de sus otros primos y hermanos, era todo lo contrario de lo que se esperaba de un príncipe. Era famoso por su afición a la promiscuidad y al bebercio, lo que le valió el sobrenombre de «el Borracho», pero también era conocido por sus sueños proféticos. Esos sueños lo atormentaron en vida y, probablemente, lo condenaron a un estado de embriaguez continuo para precisamente sobrellevar mejor la pesadilla que suponían, ya que sabía que se cumplirían de algún modo u otro.

He soñado con vos —anunció el príncipe.
—Eso mismo me dijisteis en la posada.
—¿De veras? Ah, vaya. Mis sueños no son como los vuestros, ser Duncan. Los míos son verdad. Me dan miedo. Vos me dais miedo. He soñado con vos y con un dragón muerto, una bestia enorme, con las alas tan grandes como este prado. Se os había desplomado encima, pero vos seguíais con vida y el dragón estaba muerto.

el caballero errante

 

Algunos Targaryen son propensos a los sueños proféticos, pero hay quienes nacen con un don más fuerte, como Daenys la Soñadora, que al soñar con la Maldición pudo salvar a su familia de la destrucción de Valyria. Sus sueños, por tanto, no pueden desdeñarse ni tampoco tomarse a la ligera, pues gracias a ellos la familia Targaryen pudo sobrevivir y reinar en Poniente. Tal es su relevancia que Daenys llegó a plasmar el sueño de la Maldición y otros tantos en Señales y Portentos, del que solo quedan tres páginas en el Libro de los Libros Perdidos según Marwyn.

Es un dragón. Un dragón. Levantaos, señor. —Dunk se puso en pie—. Siempre ha habido algún Targaryen que soñara cosas que aún no habían sucedido, desde mucho antes de la Conquista —explicó Cuervo de Sangre—, así que no es de extrañar que algún que otro Fuegoscuro tenga ese don. Daemon soñó que en Murosblancos nacería un dragón, y así ha sido. Pero el muy idiota se equivocó de color.
Dunk miró a Egg. «El anillo. Lleva el anillo de su padre. Pero en el dedo, no embutido en la bota.»

el caballero misterioso

 

Daeron, al igual que Daenys, también fue uno de los pocos Targaryen que nacieron con ese don tan intenso de los sueños de dragón. Vio un dragón muerto que resultó ser el Príncipe Baelor y ocurrió tal como había soñado, al igual que en los otros sueños. Entre ellos, aquel relacionado con la llegada de los dragones, cuyo regresó también vaticinó Aerys I cuando leyó una profecía que muy probablemente escribió Daenys en Señales y Portentos.

Como vemos, Daeron era un activo fundamental para la consecución del plan, ya que fue él quien soñó con el regreso de los dragones, de modo que también podía vaticinar otros acontecimientos o aportar pistas igualmente importantes que la profecía escrita no contenía. De hecho, es posible que enigmas como el la «canción de hielo y fuego», el «dragón de tres cabezas» o la «esfinge es el acertijo» provengan precisamente de sus sueños proféticos.

Ahora bien, aunque el objetivo principal era la profecía, los Targaryen también tenían un reino inmenso que gobernar que no podían descuidar, sobre todo por la amenaza constante de los Fuegoscuro. Desde un punto de vista más pragmático y político, era necesaria una figura militar como Baelor y Maekar, el Martillo y el Yunque; un hombre con buenas cualidades bélicas, capaz de hacer frente a sus enemigos sin ninguna vacilación. El segundo hijo de Maekar, el príncipe Aerion, cumplía con el perfil.

Aerion Llamabrillante, también conocido como el Monstruoso, hacía honor a su sobrenombre. Como máxima expresión de la locura Targaryen, había heredado todas las posibles lacras de la familia. Era cruel y despiadado y, además, era aficionado a las artes oscuras. De esto mismo, desde muy joven se consideraba a sí mismo un dragón con forma humana, lo que a la larga lo acabó matando cuando bebió una copa de fuego valyrio para convertirse en uno de verdad. Pero si bien lo más conocido del personaje es su «absurda» muerte, lo cierto es que en vida también desempeñó un papel importante.

Aerion Targaryen, por Even Amundsen

Durante su exilio en las Ciudades Libres Aerion se unió a la compañía de los Segundos Hijos, en la que previamente había luchado Aegor Ríos antes de fundar la Compañía Dorada. Gracias a la experiencia militar que adquirió como mercenario, tuvo un papel activo en la tercera rebelión de los Fuegoscuro, con los que se mostraba igual de implacable que Brynden Ríos: coincidían en que era prioritario acabar de una vez con sus aspiraciones ejecutando a Aceromargo, quien finalmente pudo escapar de camino al Muro. En realidad, lo más probable es que Aerion aprendiera esa forma de pensar del propio Brynden, quien también pudo inculcarle sus conocimientos en las artes oscuras.

¿Aerion el Monstruoso? —Jon conocía bien aquel nombre. «El príncipe que se creía un dragón» era uno de los cuentos más horripilantes de la Vieja Tata. A su hermanito Bran le encantaba.
—El mismo, aunque él se hacía llamar Aerion Llamabrillante. Una noche, muy ebrio, se bebió una jarra de fuego valyrio tras decir a sus amigos que así se transformaría en dragón, pero los dioses fueron misericordiosos y se transformó en cadáver. No había pasado ni un año cuando el rey Maekar murió en combate contra un señor que se había rebelado.

choque de reyes, jon i

 

Más allá de la aparente locura del personaje y su obsesión por convertirse en dragón, lo más destacable es que, de nuevo, las desgracias se cebaron los con Targaryen. En una serie de trágicas desdichas (otra más), murieron padre e hijo en un lapso de tiempo bastante corto, pero es que, además, Daeron también murió por la sífilis que le pegó una prostituta, según cuenta el Viejo Oso.

Aunque no es de extrañar que Maekar pereciera en el campo de batalla, lo cierto es que murió de una forma especialmente violenta, aplastado por una roca que cayó de la muralla durante el asalto del castillo del señor rebelde. Sin embargo, dejando de lado las extrañas circunstancias de su muerte, lo más llamativo de todo es que sus potenciales herederos murieron poco antes que él y sin que estuviera clara la sucesión al trono.

Daeron, su primogenito, dejó como heredera a una niña con retraso mental llamada Vaella, fruto de su matrimonio con la viuda de su primo Valarr, Kyera de Tirosh, a la que Brynden, recordemos, pudo hacer abortar con sus sombras. En cambio, Aerion, como buen Targaryen, consideraba prioritario mantener la pureza de sangre del dragón, un asunto que le creó una gran frustración en su juventud.

—¿Te das cuenta de que voy a pelear contra tus hermanos, Egg?
—Pero a Daeron no vais a hacerle daño, ya os ha dicho que se dejará caer. Y en cuanto a Aerion… Cuando yo era pequeño, entraba de noche en mi dormitorio y me ponía el cuchillo entre las piernas. Me decía que tenía demasiados hermanos, que la noche menos pensada iba a convertirme en su hermana para casarse conmigo. Y un día tiró a mi gato a un pozo. Dice que no, pero es un mentiroso.

el caballero errante

 

Sorprendentemente, Aerion no se casó con ninguna de sus hermanas; en su lugar, tomó como esposa a su prima Daenora, la hija pequeña de Rhaegel. En en el 232 d.C. tuvieron un hijo al que, para horror de muchos, llamaron Maegor, un nombre bastante sintomático. Y también fue en ese mismo año cuando, para alegría de muchos, Aerion injirió el fuego valyrio que lo llevó a la tumba.

El caso es que Maekar, que precisamente moriría un año después, no lo designó como su nuevo heredero tras la muerte de Daeron. Brynden, como mano del rey, no tuvo más remedio que convocar un Gran Consejo para elegir al nuevo monarca. En realidad, la cuestión sucesoria no suponía ningún dilema: por un lado, Vaella, además de mujer, era corta de luces; y, por otro, Maegor no era más que un niño de un año de edad e hijo de su padre. Así pues, el único aspirante posible no era otro que el hijo pequeño de Maekar, el príncipe que fue un huevo, aunque antes que él había otro hijo que debería haber reinado por la ley de la primogenitura.

El maestre encubierto

Desde un punto de vista científico y racional, el papel de hombre estudioso de esta nueva generación Targaryen recayó sobre el tercer hijo de Maekar Targaryen, el príncipe Aemon. Su abuelo Daeron lo envió a la Ciudadela a la edad de nueve años, dado que ya había demasiados potenciales herederos al trono. Pero lo cierto es que desde niño Aemon ya demostró un gran interés por los libros y, a pesar de las objeciones de su padre, decidió elegir una vida de servicio como maestre. A los veinte años forjó su cadena y sirvió en el asentamiento de una casa menor, hasta que su recién coronado padre lo hizo llamar a la capital para que formase parte de su consejo privado. Aemon declinó la oferta aduciendo que no quería usurpar el lugar que por derecho le correspondía al Gran Maestre y, en lugar de regresar a su anterior destino, inesperadamente se puso al servicio de su hermano Daeron, príncipe de Refugio Estival, donde permaneció hasta que decidió marcharse al Muro.

En el confín del mundo, a pesar de su avanzada edad, el maestre Aemon representaba la voz de la razón de una Guardia de la Noche venida a menos. Desde que llegó allí parecía que nada tenía que ver con su familia, pero tras años de silencio, sin nadie con quien compartir sus conocimientos, de pronto comenzó a hablar de la guerra del amanecer, de un príncipe prometido y algo sobre una espada mágica.

Habláis de la guerra por el amanecer, mi señora —murmuró el anciano—. Pero ¿dónde está el príncipe prometido?
—Lo tenéis delante de vosotros —declaró Melisandre—, aunque vuestros ojos no lo saben ver. Stannis Baratheon es Azor Ahai revivido, el guerrero de fuego. En él se cumplen las profecías. El cometa rojo surcó los cielos para anunciar su llegada y esgrime a Dueña de Luz, la Espada Roja de los Héroes.
[…]
—Alteza —intervino el maestre Aemon con una sonrisa—, antes de retirarnos, ¿nos haríais el gran honor de mostrarnos esa espada maravillosa de la que tanto hemos oído hablar?
[…]
—Ahora la veo, Sam. Una espada llena de luz solar. Qué hermosa visión. —El anciano hizo una reverencia rígida—. Alteza, mi señora, habéis sido muy bondadosos.
[…]
Mientras Sam lo ayudaba a bajar por la estrecha escalera, el maestre Aemon parecía perdido en sus pensamientos. Pero, cuando cruzaban el patio, se volvió hacia él.
No sentí ningún calor. ¿Y tú, Sam?
¿Calor? ¿De la espada? —Trató de hacer memoria—. Alrededor de la hoja el aire tremolaba, como si debajo hubiera un brasero caliente.
Pero el caso es que no sentiste calor, ¿verdad? Y la vaina donde estaba la espada era de madera y cuero, ¿no? Oí el sonido cuando Su Alteza la desenfundó. ¿Estaba chamuscado el cuero, Sam? ¿La madera parecía quemada en algún punto?
—No —reconoció Sam—. Que yo viera, no.
El maestre Aemon asintió. Una vez de vuelta en sus habitaciones, pidió a Sam que encendiera el fuego y lo ayudara a ocupar su asiento junto a la chimenea.
Es duro ser tan viejo —suspiró al tiempo que se acomodaba en el cojín—. Y más duro todavía estar ciego. Echo de menos el sol. Y los libros. Sobre todo echo de menos los libros. —Aemon hizo un gesto de despedida con la mano—. Puedes retirarte, no te necesitaré hasta la votación.

tormenta de espadas, samwell v

 

El Maestre Aemon y Jon Nieve en el Muro, por Marc Simonetti

De nuevo, sale a la luz el príncipe prometido en boca de un Targaryen. Por mucho que Aemon admita que al forjar sus cadenas los maestres olvidan los nombres de las casas que los vieron nacer, es evidente que él no puede ignorar la profecía que aparece íntimamente ligada a su familia. Ni siquiera después de tantos años. Aunque la ceguera le impidiera leer sus amados libros, la vejez no hizo mella en su agudo ingenio, pues de inmediato supo que la espada mágica de Stannis, aunque emitiera luz propia, no era Dueña de Luz. La espada de Azor Ahai nunca está fría al tacto, sino cálida, ardiente, igual que la sangre de Nissa Nissa con la que fue templada.

 

Sin embargo, el interés de Aemon por la profecía no nace en sus últimos años de vida, sino desde que lo acunaron junto a su huevo de dragón, como al resto de sus hermanos. Desde niño anheló el regreso de aquellos seres mágicos que fueron la desgracia y la gloria de su casa.

—Os enseñaría el mío, pero está en Refugio Estival.
—¿El tuyo? ¿Tienes un huevo de dragón? —Dunk miró al chico con el ceño fruncido. ¿Estaba tomándole el pelo?—. ¿De dónde salió?
—De un dragón, señor. Me lo pusieron en la cuna.
—¿Quieres que te dé una colleja? Ya no quedan dragones.
—No, pero quedan huevos. El último dragón dejó una nidada de cinco, y hay más en Rocadragón, muy viejos, de antes de la Danza. Mis hermanos también tienen uno cada uno. El de Aerion parece de oro y plata, y está rodeado de vetas de fuego. El mío es blanco y verde, como con remolinos.
—Tu huevo de dragón.
«Se lo pusieron en la cuna. —Dunk estaba tan acostumbrado a Egg que a veces se olvidaba de que Aegon era príncipe—. Pues claro que le pusieron un huevo de dragón en la cuna.»
—No menciones el huevo delante de nadie.
—No soy tan tonto, señor. —Egg bajó la voz—. Algún día volverán los dragones. Mi hermano Daeron lo ha soñado, y el rey Aerys lo leyó en una profecía. A lo mejor el huevo que se abre es el mío. Sería genial.
—¿Tú crees? —Dunk no estaba tan seguro. Egg sí.
Aemon y yo jugábamos a que nuestros huevos eran los únicos que se abrían. Si eso pasara, podríamos volar a lomos de los dragones como el primer Aegon y sus hermanas.

el caballero misterioso

 

En su infancia y luego durante los doce años que vivió en Refugio Estival junto a Daeron, Aemon pudo experimentar con los huevos de dragón y estudiar detenidamente los antiguos textos de la profecía que leyó Aerys I y, sobre todo, analizar los sueños proféticos de su atribulado hermano, al que desgraciadamente no logró salvar de su aciago destino (un infierno sin vino, decía él).

Aemon permaneció en Refugio Estival hasta que Egg ascendió al trono como Aegon V, tras el Gran Consejo del año 233 d.C. Cuando le pidió que gobernaran juntos, Aemon se negó. Antes que a su hermano le habían ofrecido discretamente la corona a él, pero la rechazó por su juramento. Y por eso sabía que si permanecía a su lado los que estuvieran en desacuerdo con su gobierno lo utilizarían contra él, de modo que decidió partir al Muro.

Pero aunque parezca una decisión motivada únicamente por cuestiones políticas, lo cierto es que hay algo más que explicaría por qué Aemon, además de por las razones expuestas, eligió precisamente el Castillo Negro.

—El maestre Aemon me envió a buscar unos mapas para el Lord Comandante. En la vida me habría imaginado… ¡cuántos libros, Jon! ¿Habías visto algo así alguna vez? ¡Los hay a miles!
En la biblioteca de Invernalia hay más de cien. —Jon miró a su alrededor—. ¿Has encontrado los mapas?
[…]
—A lo mejor te llevabas una sorpresa. Esta cripta es un tesoro, Jon.
—Si tú lo dices… —Jon no estaba tan seguro. El concepto de tesoro implicaba oro, plata y joyas; no polvo, arañas y cuero podrido.
—Te lo digo yo —farfulló el muchacho gordo. Era mayor que Jon, según la ley un hombre adulto, pero costaba no verlo como un chico—. He encontrado dibujos de rostros en los árboles, y un libro acerca del idioma de los niños del bosque… son obras que no tienen ni en la Ciudadela, pergaminos de la antigua Valyria, reseñas de las estaciones escritas por maestres que murieron hace un millar de años…

choque de reyes, jon i

El maestre Aemon estaba demasiado delicado para ir a caballo, de manera que le habían preparado un carro bien acolchado con pieles y con un toldo de cuero en la parte superior, para protegerlo de la nieve y la lluvia. Elí y su hijo viajarían con él. En el segundo carro se amontonaban su ropa y sus pertenencias, junto con un cofre de libros raros y antiguos que Aemon suponía que no encontraría en la Ciudadela. Sam se había pasado media noche buscándolos, aunque sólo había encontrado una cuarta parte de los que le había pedido.
[…] Le pidió a Sam que le leyera un libro del septón Barth, cuyas obras habían sido quemadas durante el reinado de Baelor el Santo. En cierta ocasión se despertó llorando.

festín de cuervos, samwell i

 

Aemon se refiere a Historia Antinatural, un libro sobre dragones, anfípteros y guivernos, una de las poquísimas copias que sobrevivió a la purga de Baelor y que aún se conservaba en el Castillo Negro, donde Barth, de hecho, recabó información para escribirlo. También se encuentra allí el Compendio Jade de Colloquo Votar, un tratado sobre historias y leyendas del este, como la de Azor Ahai, o Sangre de Dragón sobre la historia de la casa Targaryen desde el Exilio hasta la Apoteosis, con consideraciones sobre la vida y muerte de los dragones. Son obras perseguidas y difíciles de encontrar en Poniente excepto en el lejano norte, donde la influencia del Trono y de la Ciudadela es menor. Si Aemon decidió ir al Muro, en parte fue porque allí encontraría más información sobre la profecía y podría proseguir con su investigación.

Sin embargo, eso no fue lo único que motivó su decisión. El Muro delimitaba el fin del mundo conocido y al otro lado estaba la oscuridad que, según la profecía, debían combatir en la gran Batalla por el Amanecer, por lo que Aemon no acudió solo.

—No nací ciego —les recordó—. La última vez que pasé por esta zona vi cada roca, cada árbol, la espuma de cada ola, las gaviotas grises que nos seguían. Tenía treinta y cinco años y había sido maestre de la cadena durante dieciséis años. Egg quería que lo ayudara a gobernar, pero yo sabía que este era mi lugar. Me envió al norte a bordo de la Dragón de Oro, y se empecinó en que me acompañara su amigo Ser Duncan, para que llegara sano y salvo a Guardiaoriente. Ningún nuevo hermano había llegado al Muro con tanta pompa desde que Nymeria envió a la Guardia a seis reyes con grilletes de oro. Además, Egg vació las mazmorras para que no tuviera que pronunciar los votos a solas. Decía que los antiguos presos eran mi guardia de honor. Entre ellos estaba nada menos que Brynden Ríos, que llegó a Lord Comandante.

festín de cuervos, samwell ii

 

Esa “guardia de honor” podría tener menos sarcasmo del que realmente aparenta, ciertamente. Brynden fue condenado a muerte por invitar al pretendiente Fuegoscuro al Gran Consejo bajo la promesa de un salvoconducto, para así atraerlo a traición y ejecutarlo. Pero a pesar de la gravedad de sus actos, dada su posición de Mano del Rey aún tenía una posibilidad.

Aunque muchos estaban de acuerdo con Cuervo de Sangre y se alegraban de que hubiera eliminado a otro pretendiente Fuegoscuro, el rey Aegon consideró que, si no condenaba a la mano, la palabra del Trono de Hierro perdería todo valor. No obstante, tras dictarse la sentencia de muerte, Aegon le ofreció vestir el negro y unirse a la Guardia de la Noche. Ser Brynden Ríos aceptó y zarpó rumbo al Muro a finales del 233 d.C., y esa vez nadie interceptó el barco. Doscientos hombres lo acompañaron; la mayoría, arqueros de la guardia personal de Cuervo de Sangre, los Picos de Cuervo. Con ellos fue también el hermano del rey, el maestre Aemon.

el mundo de hielo y fuego, aegon v

 

En contraposición al fugado Aegor, «esa vez nadie interceptó el barco», al que precisamente seguían las «gaviotas grises», como quien no quiere la cosa. Parece como si ir al Muro fuera realmente la intención de Brynden, que sacrificó su honor por el bien del reino porque desde el principio quería vestir el negro por los mismos motivos que Aemon. Siempre supo cuáles serían las consecuencias de un acto como aquel; asesinar al pretendiente solo era la excusa para ir al Muro y, al mismo tiempo, una manera de deshacerse de otro pretendiente Fuegoscuro, como muchos se congratularon. En este sentido, no se puede evitar advertir cierta gratitud de Egg, que ofreció la alternativa de vestir el negro tanto a él como a sus doscientos Picos de Cuervo, la “guardia de honor” que precisamente le permitiría proclamarse Lord Comandante de la Guardia, una posición de poder desde la que poder actuar según sus planes como cuando era Mano.

Lord Comandante Brynden Ríos, por Mike Hallstein

Brynden Ríos fue un hermano de la Guardia de la Noche durante casi veinte años, de los cuales trece lo fue como Lord Comandante. Hasta que decidió perderse para encontrarse con su destino al otro lado del Muro, Aemon estuvo a su lado como consejero y sanador en el Castillo Negro. Allí pudo aprender de él, de su sabiduría, y también ampliar sus conocimientos sobre la profecía gracias a los extraños ejemplares que allí se conservaban, pero Aemon también tenía sus propios sueños.

—No os estáis muriendo. Estáis enfermo, nada más. Ya se os pasará.
—Esta vez no, Sam. He tenido un sueño… En lo más profundo de la noche nos hacemos las preguntas que no nos atrevemos a formular a la luz del día. A mí, en estos últimos años, sólo me ha quedado una pregunta. ¿Por qué los dioses me quitaron los ojos y las fuerzas, y me condenaron a quedarme aquí tanto tiempo, helado, abandonado? ¿De qué utilidad les podría ser un viejo acabado como yo? —A Aemon le temblaban los dedos, ramitas frágiles bajo una piel llena de manchas—. Recuerdo, Sam. Todavía recuerdo.
Lo que decía no tenía sentido.
—¿Qué recordáis?
A los dragones —susurró Aemon—. Sí, fueron la desgracia y la gloria de mi Casa.
—El último dragón murió antes de que nacierais —señaló Sam—. ¿Cómo los vais a recordar?
Los veo en sueños, Sam. Veo una estrella roja que desangra el cielo. Aún recuerdo el rojo. Veo su sombra en la nieve, oigo el restallido de sus alas de cuero, siento su aliento ardiente. Mis hermanos también soñaban con dragones, y esos sueños los mataron a todos. Caminamos por la cuerda floja sobre profecías apenas recordadas, Sam, sobre maravillas y espantos que nadie puede aspirar a comprender… O…

festín de cuervos, samwell iii

 

Cuando la profecía vaticinó el regreso de los dragones, un joven Aemon soñó con la eclosión de su huevo de dragón. Cuando estuvo en la Ciudadela forjando su cadena, el novicio Aemon estudió los libros sobre dragones. Cuando escogió servir en Refugio Estival, el maestre Aemon analizó los sueños de dragón de su hermano. Cuando hizo su juramento en la Guardia de la Noche, el hermano Aemon leyó libros y pergaminos que no podía hallar en ningún otro lugar…

[…] Siempre me he quedado atrás, observando, aguardando, y ahora que ha llegado el momento soy demasiado viejo. Me muero, Sam. —Cuando lo reconoció, las lágrimas manaron de sus ojos ciegos—.

festín de cuervos, samwell iv

 

De forma discreta, Aemon Targaryen, el maestre encubierto, dedicó toda su vida a la profecía del Príncipe Prometido, al regreso triunfal de los dragones. Investigó las distintas posibilidades para el cumplimiento de la profecía, hasta que no quedó otro Targaryen en el mundo salvo él. Y cuando ya no podía hacer otra cosa más que esperar, viendo el mundo cambiar a su alrededor con el ascenso y la caída de reyes, el anciano Aemon se quedó en su puesto, aguardando para un momento que nunca llegaría para él.

El escudero errante

Aegon Targaryen, nuestro Egg, era el cuarto hijo de otro cuarto hijo, Maekar. Al estar tan lejos en la línea de sucesión, de niño aspiraba a convertirse en caballero de la Guardia Real, aunque de un modo muy peculiar. Eligió una vida en los caminos como escudero de un caballero errante, ser Dunk, conocido como ser Duncan el Alto. Si bien vivió la mayor parte de su infancia errando de un lado a otro, incluso en Essos, hay algo que Egg no pudo dejar de lado mientras anduvo por ahí: su afición a los libros, que llevaba consigo a todas partes del mismo modo que Dunk su armadura.

Duncan y Aegon, por Hazem Ameen

Al igual que sus hermanos, Egg mostraba un gran interés por los dragones y su retorno; fue en boca suya cuando, de hecho, conocemos lo poco que sabe del tema. Aunque sirvió como paje en la corte de su tío durante dos años, donde probablemente supo de la profecía, luego sus viajes lo mantuvieron alejado de las tribulaciones de Desembarco, por lo que no estuvo tan implicado como los otros precursores. En realidad, sus aventuras le bajaron los pies a la tierra y lo alejaron cada vez más de las alturas del cielo que quería sobrevolar, como luego demostraría su forma de gobernar en favor del pueblo. No fue hasta los últimos años de su reinado cuando, ante la imposibilidad de emprender las reformas que creía necesarias, regresó al redil de los dragones para intentar llevarlas a cabo. El caso que muchos años antes y sin siquiera saberlo, Egg pudo estar muy involucrado en el cumplimiento de la profecía, antes de que se convirtiera en rey, y a través de su matrimonio.

Como dicta la antigua costumbre Targaryen, los hermanos debían desposarse entre sí para mantener la pureza de sangre de la dinastía. En el caso de Egg, desde niño existió un compromiso matrimonial tácito con su hermana Daelle.

—Lady Shiera, la amante de lord Cuervo de Sangre, sí. Se baña en sangre para conservarse hermosa, y una vez mi hermana Rhae me puso una poción amorosa en la bebida para que me casara con ella y no con mi hermana Daella.

la espada leal

 

No obstante, aunque existiera un compromiso matrimonial previo, Daella nunca se casó con Egg. Tampoco su hermana Rhae, a pesar del fallido intento de disputarle su fraternal pretendiente con una poción amorosa. En realidad, ninguna de las dos contrajo matrimonio con ninguno de sus hermanos, pese al interés manifiesto de Aerion, por ejemplo. Si bien se desconocen los razones, ello podría tener su explicación en que sencillamente ambas ya se habían casado con otros pretendientes. Pero el caso es que, pese a haber tenido hijos –como confirma el maestre Aemon–, no consta que ninguna llegara realmente a casarse con nadie.

Por el contrario, Egg se casó por amor con una muchacha de ojos oscuros y pelo negro azabache, Betha Blackwood, conocida como Betha la Negra. Si bien nadie se opuso al matrimonio porque estaba muy abajo en la línea de sucesión, eso no impide que, desde la otra perspectiva, no existiera un interés cierto de que se diera ese enlace. Al fin y al cabo, conviene recordar que, aunque bastardo del dragón, Brynden Ríos también era Blackwood.

En principio, parece tratarse de un caso de nepotismo de Cuervo de Sangre. A diferencia de sus hermanos, Egg fue el único que se casó con una doncella ponienti ajena a la casa Targaryen, precisamente una perteneciente a Árbol de los Cuervos. Es por ello del todo razonable sospechar que Brynden interveniera para evitar el matrimonio de Egg con sus hermanas y, de este modo, propiciar su enlace con una Blackwood.

Betha Blackwood, esposa de Aegon V

Como sabéis, los Blackwood de Árbol de Cuervos aún profesan la fe de los Antiguos Dioses. Aunque su casa se asiente en las Tierras de los Ríos desde la Edad de los Héroes, sus raíces provienen del lejano Norte y aún conservan las antiguas costumbres. Eso les ha permitido emparentarse con los norteños, incluso con miembros de la casa Stark. Uno de esos matrimonios fue el de Melantha Blackwood con Willam Stark, Guardián del Norte durante el reinado de Maekar. Antes estuvo casado con Lyanne Glover, que falleció tras el parto de su único hijo, Brandon, el primero que la Vieja Tata cuidó como nodriza hasta que el niño murió a los tres años por unas fiebres de verano. Finalmente, una vez viudo, Willam contrajo segundas nupcias con Melantha.

En primer lugar, respecto al primer matrimonio de Willam, cabe destacar lo conveniente que resulta que este quedara viudo. Si Brynden tuvo algo que ver con esto, la verdad es que le brindó oportunidad de casar a otra Blackwood con un señor importante, al igual que Betha con Egg.

En segundo lugar, en lo que se refiere al heredero de Willam, la muerte de Brandon por unas fiebres del verano es, cuando menos, llamativa vistos los antecedentes infanticidas de Brynden y teniendo en cuenta el papel que pudo desempeñar la Vieja Tata, cuyo origen quizá descubramos en los próximos cuentos.

Si bien de estos enlaces puede inferirse con toda lógica un interés político de Brynden, lo cierto es que, llegados a este punto, convendréis que resulta legítimo preguntarse si ese fue el verdadero motivo. La concertación casi simultanea de ambos matrimonios y precisamente con esas familias, Stark y Targaryen, podrían responder a otras razones que trascienden a las meras motivaciones políticas, ya que, como hemos visto, el nacimiento del Príncipe Prometido era la prioridad. Y posiblemente, para llevar a cabo ese propósito profético, era necesario que las dos mujeres Blackwood emparentaran con los Stark y los Targaryen.

Así pues, fruto del matrimonio de Melantha Blackwood con Willam Stark nacieron Jocelyn Stark, cuya estirpe germinó en el Valle de Arryn, y Lord Edwyle Stark, quien fuera el padre de Rickard Stark –y abuelo de Brandon, Eddard, Lyanna y Benjen–. Al mismo tiempo, del matrimonio de Betha Blackwood y Egg nacieron varios hijos y, entre ellos, el futuro rey Jaehaerys II y su hermana Shaera Targaryen, ambos padres de Aerys II y Rhaella –estos padres, a su vez, de Rhaegar, Viserys y Daenerys– y de cuya estirpe, según profetizó el Fantasma, nacería el Príncipe Prometido.

Ahora bien, una estirpe no solo incluye a los descendientes, sino también a los ascendientes. Si el Príncipe Prometido nace de la estirpe de Aerys II y Rhaella, esa estirpe predestinada también comprende a la de sus padres y a la de los padres de estos, como un conjunto. La estirpe predestinada de los nietos es la misma que la de los abuelos. De este modo, para que el elegido naciera de la estirpe predestinada, previamente era necesaria la unión de sus antecesores Egg y Betha para que precisamente se diera esa estirpe.

Asimismo, el elegido nacido de la estirpe de Aerys II y Rhaella no tiene por qué ser necesariamente uno de sus hijos; también puede ser uno de los descendientes de estos en la siguiente generación, una posibilidad que la profecía no excluye. Así pues, Rhaegar pensaba que su hijo Aegon era el príncipe prometido, al igual que Daenerys creía que su hijo Rhaego sería el semental que montaría el mundo. Pero en ninguno de esos casos se dio la confluencia de sangre adecuada para el nacimiento del elegido, cuya estirpe deviene predestinada precisamente por la combinación de las estirpes del padre y de la madre. Si, por ejemplo, un hijo de Rhaegar es el elegido, lo es también por la estirpe de su madre; estirpe que, al igual que la de Egg y Betha, era necesaria para que se diera la predestinada: la estirpe de Willam Stark y Melantha Blackwood.

En este punto, dentro de las posibilidades que seguramente ya estaréis barajando, entra en escena la Stark más famosa de todos los tiempos y su hijo, Jon Nieve. Y es que partiendo de la premisa de que Jon Nieve es el hijo de Lyanna y Rhaegar, se da la circunstancia de que ambas estirpes Blackwood confluyen en él en el mismo grado de parentesco: tanto Melantha como Betha Blackwood son sus tatarabuelas. De la unión de la estirpe de Melantha y Willam a través de su bisnieta Lyanna y de la de Betha y Egg por medio de su bisnieto Rhaegar, confluyen el hielo y el fuego en una misma cadena genética, pero a través del eslabón de los Blackwood, forjado minuciosamente por Brynden Ríos.

Como Blackwood, gracias a los matrimonios de Betha y Melantha, Brynden ha podido influenciar en la forma de vida de sus descendientes sin que estos lo perciban. A través de la información genética transmitida por la sangre, las memorias del pasado no se pierden en el tiempo, sino que permanecen conectadas con la generación presente, por muy lejana que sea. En este caso, para llegar al tataranieto han pasado tres generaciones de familias, pero con una elevada consanguinidad: los padres de Rhaegar eran hermanos propios al igual que sus padres (los abuelos de Rhaegar), hijos directos de Betha y, por tanto, con una gran presencia de sangre Blackwood; por su parte, Lyanna era hija de Rickard Stark, nieto de Melantha Blackwood, y de Lyarra Stark, prima-hermana de su abuelo. Se comprueba, pues, cierta intención de reforzar las líneas de sangre para cuando se diera el nacimiento en el momento predicho.

Suele decirse que tanto la sangre del dragón como la del lobo tienen poder, pero no pueden obviarse los prodigios del cuervo, que sabe hablar la Verdadera Lengua de los Hijos del Bosque. En el Árbol de los Cuervos, desde hace milenios los córvidos acuden al atardecer al gran árbol corazón que da nombre a la fortaleza de los Blackwood, atraídos por el viejo arciano pese a estar petrificado. Pero las peculiaridades de esta casa no solo se limitan a su gigantesco árbol muerto o a la fe de los Antiguos que aún profesan, sino a sus mismos orígenes en el lejano Norte.

Arciano de Árbol de los Cuervos, por Elena Vacas

Los Blackwood gobernaron como reyes gran parte del Bosque de los Lobos antes de que los Reyes del Invierno los expulsaran del Norte. Incluso su propio nombre, Blackwood (muy parecido a Mirkwood en la Tierra Media), indica que provienen de ese lugar, uno de los bosques donde vivieron los Hijos del Bosque tras el Pacto. De hecho, allí existió toda una civilización de wargs que luego fue aniquilada por los Reyes del Invierno, quienes se casaron con las hijas supervivientes. En realidad, los Blackwood podrían se los herederos de ese poder que los Stark tomaron en una pequeña porción; un poder luego reforzado que despertó de su letargo con el fruto del matrimonio de Willam Stark con Melantha Blackwood. De ahí la importancia de la línea materna, ya que sería la encargada de trasmitir esas habilidades mágicas. Quien mejor lo evidencia es Brynden Ríos, verdevidente, cambiapieles e incluso warg, unos poderes que probablemente heredó de su madre, Melissa Blackwood.

En el caso del Príncipe Prometido, el gen latente de los Blackwood transmitido por línea femenina (Melantha y Betha Blackwood) se activaría una vez confluyeran en una misma persona la sangre Stark y Targaryen de la que formaban parte. El cuervo mensajero viajaría durante tres generaciones hasta que el lobo y el dragón se encontraran. Ahora bien, aunque Brynden procuró que la sangre Blackwood estuviera presente en ambas familias, el cuervo no debía perderse durante el trayecto hasta su unión, por lo que aseguró la llegada a su destino incluso después de marcharse al Muro. Lo hizo del mismo modo que en ocasiones anteriores: a través de un matrimonio.

Aegon V pensaba que la endogamia de los Targaryen era más perjudicial que beneficiosa para la familia y, por tanto, emprendió una política matrimonial basada en forjar alianzas con las grandes casas del reino, pero sus hijos curiosamente decidieron seguir los designios de su corazón.

En el 239 d.C., cuando precisamente Brynden fue nombrado Lord Comandante en el Muro, Duncan el Pequeño –el primogénito de Egg y Betha, conocido como el Príncipe de las Libélulas– se enamoró de una misteriosa muchacha mientras viajaba por las Tierras de los Ríos, donde vivía casi como una salvaje. Se hacía llamar Jenny de Piedrasviejas y aseguraba descender de los reyes de los primeros hombres, si bien era consideraba una campesina medio loca e incluso bruja. A pesar de la férrea oposición de su padre, Duncan prefirió casarse con ella antes que heredar la corona, a la cual renunció en favor de su hermano Jaehaerys. Pero lo más llamativo no es la alteración del orden sucesorio, sino cómo a partir de este momento entró en escena el Fantasma de Alto Corazón, la pequeña bruja de los bosques que se trasladó a la corte junto a Jenny.

Jenny de Piedrasviejas, por Dana Vitkovska

No resulta difícil establecer el vínculo entre la enana albina, a quien Jenny consideraba una hija del Bosque, y Brynden Ríos, el último verdevidente, ambos bendecidos con ojos rojos y el don profético. De ahí que parezca sospechoso que Duncan se enamorara de Jenny en las Tierras de los Ríos, donde corría el rumor de una bruja que vivía en una colina hechizada. ¿Acaso el Fantasma tuvo algo que ver en ese enamoramiento? A partir de entonces, su influencia en el devenir de los acontecimientos fue tal que incluso motivó la decisión de Jaehaerys de casar a sus hijos Aerys y Rhaella, ya que le dijo que el Príncipe Prometido nacería de su estirpe. Pero para que Jaehaerys tomara esa decisión, él ya debía tener un conocimiento previo de la profecía. Esto lleva a pensar que incluso el propio matrimonio de Jaehaerys con su hermana Shaera en realidad pudo estar motivado por estas mismas cuestiones proféticas, al auspicio de la bruja de los bosques.

Jaehaerys no era tan vehemente como su hermano, pero tomó buena nota cuando Duncan desobedeció a su padre, siguió a su propio corazón y el rey y la corte tuvieron que ceder a sus deseos. En el 240 d.C., un año después de la boda del Príncipe Duncan, Jaehaerys y Shaera consiguieran zafarse de sus respectivos guardianes y se casaron en secreto.

el mundo de hielo y fuego, aegon v

 

Como vemos, Jaehaerys tomó la decisión de seguir los mismos pasos que Duncan cuando el Fantasma ya vivía en la corte. También seguiría sus consejos para procurar el nacimiento del elegido de la estirpe de sus hijos, a los que casó forzosamente. En realidad, Jaehaerys podría estar más vinculado que ningún otro Targaryen con la profecía del Príncipe Prometido, desempeñando un papel más relevante en la Tragedia de Refugio Estival del que realmente se le suele atribuir. Lo mismo sucede con su padre, Aegon V, al que se le presupone un protagonismo importante en el desastre que todavía está por esclarecer. En cualquier caso, para llegar a ese punto, fue necesario el simple hecho de su matrimonio con Betha, dando lugar a lo que necesariamente debía empezar en aquel lugar.

En definitiva, a lo largo de estos ensayos hemos podido comprobar cómo Brynden Ríos no allanó el camino hacia el nacimiento del elegido, sino cómo se encargó de construirlo de forma preconcebida en dirección al final que marcaba el destino. Lo hizo de la forma más antinatural posible, asesinando a los de su sangre con el fin último de salvar a la humanidad. He ahí las dos caras de la moneda del personaje. No solo representa la combinación de las dos temáticas de Canción de Hielo y Fuego, la magia y la política; también la virtud y la desgracia de un hombre que debe asumir un papel que implica realizar la peor acción posible por el bien mayor. Dos caras de la misma moneda, como Refugio Estival, donde la muerte dio paso a la vida del elegido.

Esa, sin embargo, es una cuestión que retomaremos próximamente en un ensayo dedicado a la Tragedia, para averiguar qué pasó realmente allí, cómo sucedió, por qué motivo y quiénes fueron los verdaderos protagonistas del suceso que marcaría el principio del fin de los dragones en Poniente y, al mismo tiempo, el comienzo de la canción de hielo y fuego.