Como cada domingo, regresamos con otro ensayo de Canción de Hielo y Fuego, esta vez la primera parte de un total de dos (con probables spin-off) que versa sobre una de las temáticas que más debate ha suscitado entre el fandom cancionero, la relativa a la profecía del Príncipe Prometido. Aunque, como comprobaréis a continuación, no es un análisis exhaustivo de esta figura legendaria, de sus requisitos, ni nada de eso; se trata de un teoría altamente especulativa (muy especulativa) que, a falta de nuevos Cuentos de Dunk y Egg y de la segunda parte de Fuego y Sangre, intenta colmar ciertas lagunas y explicar cómo se procuró que el elegido naciera en el momento predicho.


Una serie de trágicas desdichas

— Eduardo Baratheon —


—¿Compondrás una canción para él? —preguntó la mujer.
Ya tiene una canción —replicó el hombre—. Es el príncipe que nos fue prometido, suya es la canción de hielo y fuego. —Al decir aquello alzó la vista, sus ojos se encontraron con los de Dany, y fue como si la viera al otro lado de la puerta—. Tiene que haber uno más —dijo, aunque no sabía si hablaba con ella o con la mujer de la cama—. El dragón tiene tres cabezas.

choque de reyes, daenerys iv

 

Con este pasaje comenzó un verdadero quebradero de cabeza para el lector de Canción de Hielo y Fuego, por si no hubiera pocos. Por primera vez, se menciona al Príncipe Prometido, el héroe que salvará a la humanidad de la oscuridad. Otro salvador más que añadir a la lista de los que ya conocíamos, como Azor Ahai o el Último Héroe. Sin embargo, en esta visión de los Eternos de Qarth nos percatamos de la relevancia de esta figura legendaria en particular. No solo ya porque se le atribuya el propio título de la saga, la «canción de hielo y fuego»; también por la importancia de quien nos lo dice, Rhaegar Targaryen, otro príncipe que trae consigo otra ristra de misterios.

Desde entonces, mucho se ha especulado sobre la identidad del príncipe que fue prometido, quién o quiénes cumplen con los requisitos, qué requisitos son esos, cuáles son las señales que anuncian su llegada o su relación con otras figuras heroicas de la saga, pero muy poco se ha hablado del origen de la profecía en la historia en sí, en la trama. No a su vaticinio en los antiguos textos de Asshai de hace cinco mil años, tampoco a partir de qué momento devinieron reales los acontecimientos predichos, sino al descubrimiento de la profecía por los Targaryen y cómo prepararon el terreno para que efectivamente se diera.

Pues bien, este ensayo fue concebido con ese propósito. Para ello, nos remontaremos a la etapa histórica que comprende los Cuentos de Dunk y Egg, donde empezó todo. Sí, porque los cuentos no solo son una narración sobre las aventuras de un caballero errante y su fiel escudero, sino también un pretexto para contar los antecendentes de la historia de los libros. En resumen, la Canción comienza realmente en los Cuentos.

El príncipe que fue prometido, por Marco Caradonna

Es por todos sabido que la profecía del Príncipe Prometido está intrínsecamente ligada a los Targaryen; son ellos quienes aparecen siempre vinculados a ella de una forma muy especial, por las ataduras del destino. Como prueba más evidente, en los libros encontramos esta importante anécdota del reinado de Jaehaerys II, el hijo de Egg.

—También presencié el matrimonio de vuestros padres —continuó ser Barristan—. Perdonadme, pero entre ellos no había afecto, y el reino lo pagó muy caro, mi reina.
Si no se querían, ¿por qué se casaron?
Por orden de vuestro abuelo. Una bruja de los bosques le había dicho que el príncipe prometido nacería de esa estirpe.
— ¿Una bruja de los bosques? —repitió Dany sorprendida.
Llegó a la corte con Jenny de Piedrasviejas. Era una persona diminuta, grotesca. Muchos opinaban que se trataba de una enana, pero lady Jenny le tenía mucho cariño y decía que era una hija del bosque.
—¿Qué fue de ella?
Refugio Estival. —Dos palabras funestas.

danza de dragones, daenerys iv

 

Como sabéis, esa bruja de los bosques es en realidad el Fantasma de Alto Corazón de Tormenta de Espadas. Aunque sobrevivió a la catástrofe, sigue recordando el dolor de Refugio Estival. Ahora vive aferrada a una colina donde a cambio de sus sueños recibe como pago su preciada canción de Jenny de Piedrasviejas, de la que tan solo se conoce un verso: «en los salones de reyes que ya no están, Jenny baila con sus fantasmas…». Según la canción –muy similar a las que componía Rhaegar en las ruinas–, Jenny también pudo haber sobrevivido a la catástrofe, no sin sufrir un gran pesar.

No obstante, lo más importante es el efecto que la profecía del Fantasma tuvo en el devenir de los acontecimientos, hasta el punto de convencer a Jaehaerys de que el elegido nacería de la estirpe de sus hijos Aerys y Rhaella. Siguiendo el consejo de la bruja de los bosques, el rey los obligó a contraer matrimonio contra su voluntad para que naciera el Príncipe Prometido. Luego esa misma profecía perseguiría a Rhaegar desde el día de su nacimiento y durante toda su vida, cuando leyó en un pergamino que debía ser un guerrero.

Ahora bien, para que Jaehaerys II estuviera tan predispuesto a dar por cierto lo que le decía la bruja, él ya debía tener un conocimiento previo de lo que le estaba hablando. Lo mismo sucedía con el propio Rhaegar, pues para mostrar tanto interés en los pergaminos y verse reflejado en las profecías, alguien debió de contarle de antemano todo lo relacionado con el Príncipe Prometido y las trágicas circunstancias de su nacimiento.

Así las cosas, no parece que fuera la bruja quien, en origen, profetizara el nacimiento del Príncipe; sólo se limitó a decir en un determinado momento de qué estirpe nacería. Tampoco fue ella quien dio a conocer la profecía a los Targaryen; fueron ellos quienes desde un principio ya sabían que el elegido debía nacer.

El Fantasma de Alto Corazón, por Azad Injejikian

En realidad, la obsesión de los Targaryen por la profecía no comienza con Jaehaerys II, sino que se remonta décadas atrás durante el reinado de un antepasado suyo, cuando el dragón negro empezó a disputarle el trono al dragón rojo. En las postrimerías del reinado de Daeron II, una gran epidemia primaveral se llevó al bondadoso rey junto a sus nietos y herederos, Valarr y Matarys, hijos del príncipe Baelor, que murió accidentalmente en el juicio a siete del Torneo de Vadoceniza. Extinguida la línea del primogénito del rey, ascendió al trono su segundo hijo, el príncipe Aerys.

La estirpe necesaria

Aerys I era un erudito, un estudioso de libros y pergaminos que prefería leer antes que gobernar. No prestaba su regia atención a nada que no estuviera recogido en un manuscrito, incluida su esposa. Estaba casado con su prima Aelinor Penrose, pero nunca mostró interés en dejarla embarazada. Ni siquiera habían consumado el matrimonio. El Consejo privado le recomendó tomar una nueva esposa, pensando que la reina no era de su agrado, pero aun así el rey no quiso ni oír hablar del tema.

—En cuanto a Aerys… Ah, su alteza está más interesado en pergaminos viejos y profecías polvorientas que en señores y leyes. Ni siquiera se molesta en engendrar un heredero. La reina Aelinor reza todos los días en el Gran Septo para suplicarle a la Madre Suprema que le conceda un hijo, pero sigue doncella. Aerys duerme en sus aposentos, y se rumorea que prefiere llevarse a la cama un libro que a una mujer. —Se rellenó la copa—. No os dejéis engañar: quien nos gobierna es lord Ríos, con sus hechizos y sus espías. No hay nadie que se enfrente a él. El príncipe Maekar sigue enfurruñado en Refugio Estival, alimentando el resentimiento por su regio hermano. El príncipe Rhaegel es tan blando como demente, y sus pequeños son… eso, pequeños. No hay cargo que no esté ocupado por un amigo o un favorito de lord Ríos: hasta los miembros del Consejo Privado comen de su mano, y el nuevo gran maestre es tan adepto a la hechicería como él. Los que defienden la Fortaleza Roja son los Picos de Cuervo, y el rey no recibe a nadie sin el visto bueno de lord Ríos.

la espada leal

 

Aerys I Targaryen, por Amok

Mientras el extravagante monarca saciaba sus ansias por los asuntos arcanos leyendo tomos polvorientos sobre antiguas profecías y misterios superiores, quien gobernaba el reino era el hasta entonces maestro de los espías, Brynden Ríos, comunmente conocido como Cuervo de Sangre. Su inesperado nombramiento como Mano del Rey provocó un conflicto con Maekar, quien se veía a sí mismo para el cargo. Sin embargo, como sugiere El Mundo de Hielo y Fuego, Brynden llegó al poder porque, al igual que el rey, también mostraba un gran interés por lo estudios arcanos, la historia antigua y los misterios superiores, conocimientos que también compartía con su hermanastra y amante Shiera Estrellademar, otra aficionada a los libros desde niña. No sería extraño pensar, pues, que fuera el propio Brynden quien realmente inculcara tales creencias a su sobrino Aerys antes de que ascendiera al trono.

Aunque el rey fuera un dejado en las labores de gobierno, eso no significaba que no hiciera nada. En realidad, mientras Brynden se encargaba de gobernar, Aerys dedicaba su tiempo a una tarea aún mayor. No solo se escondía entre sus libros por puro placer, sino también por obligación; una obligación para con su familia, el reino y el destino del mundo.

—No menciones el huevo delante de nadie.
—No soy tan tonto, señor. —Egg bajó la voz—. Algún día volverán los dragones. Mi hermano Daeron lo ha soñado, y el rey Aerys lo leyó en una profecía. A lo mejor el huevo que se abre es el mío. Sería genial.
—¿Tú crees? —Dunk no estaba tan seguro. Egg sí.
Aemon y yo jugábamos a que nuestros huevos eran los únicos que se abrían. Si eso pasara, podríamos volar a lomos de los dragones como el primer Aegon y sus hermanas.
—Sí, y si mueren todos los caballeros del reino, yo seré lord comandante de la Guardia Real. Si tanto valen esos huevos, ¿por qué lord Butterwell regala el suyo?

el caballero misterioso

 

Los hijos pequeños de Maekar creían fervientemente que los dragones volverían a la vida, y estaban en lo cierto. Así lo da a entender George R.R. Martin cuando confirma al lector que algunos deseos se cumplen, como desmuestran las palabras premonitorias de Dunk sobre su futuro nombramiento como lord comandante de la Guardia Real. En numerosas ocasiones los Targaryen también intentaron llevar a cabo su sueño premonitorio y casi todos perdieron la vida en el intento, a excepción de Aemon, quien nos da la pista sobre cómo interpretar el regreso de los dragones.

[…] El idioma nos tuvo sobre una pista falsa durante un milenio. Daenerys es la enviada, nacida entre la sal y el humo. Los dragones lo demuestran. […]

festín de cuervos, samwell iv

 

En un sentido literal y figurado, el regreso de los dragones se refiere tanto al renacimiento de las criaturas mágicas como al nacimiento del elegido. Una cosa va aparejada con la otra y viceversa. Eso es precisamente lo que Aerys averiguó en sus libros y pergaminos: los dragones volverían, pero todavía no era el momento. No por nada fue el único vástago de Daeron sin descedencia. Y es que hay un motivo que explicaría por qué no yació con su esposa ni concibió hijos, porque no quería alterar lo que estaba predicho. He ahí la razón por la que, a pesar de la insistencia de sus consejeros, tampoco quiso buscarse otra esposa, para no correr riesgos innecesarios que perturbasen su celibato. Aerys sabía que el Príncipe no nacería de su estirpe, sino de la del hermano más pequeño.

Entretanto, Cuervo de Sangre, consciente de todo esto, gobernaba el reino con puño de hierro, aunque siempre con la mente puesta en la misión principal: el nacimiento del Príncipe. Para llevarla a cabo, requirió de un paso previo: convertirse en la Mano del Rey, una posición de poder que consiguió cuando su sobrino Aerys se sentó en el Trono de Hierro.

—¿Cómo va a ser traición la verdad? —preguntó Kyle el Gato—. En tiempos del rey Daeron nadie tenía miedo de decir qué pensaba, ¿y ahora? —Emitió un sonido grosero—. Cuervo de Sangre puso en el trono al rey Aerys, pero ¿por cuánto tiempo? Aerys es débil y, cuando muera, el príncipe Maekar y lord Ríos se enfrentarán por la corona. La mano contra el heredero. Correrá sangre.
—Olvidáis al príncipe Rhaegel, amigo mío —objetó Maynard en tono amable—. Es el siguiente en la línea de sucesión, no Maekar, y tras él van sus hijos.
—Rhaegel es de inteligencia corta. No le deseo mal alguno, pero puede darse por muerto, igual que sus gemelos, aunque no sé si a manos de Maekar y su maza o de Cuervo de Sangre y sus hechizos…

el caballero misterioso

 

No es la primera ni la última vez que acusan a Brynden de matasangre, pero con Maekar, a pesar de los resquemores y las advertencias, se crearon lazos que perduraron durante su posterior reinado. En cambio, el destino de Rhaegel y su progenie no fue el que vaticinó ser Maynard Plumm, que en realidad era el rostro camuflado de Brynden Ríos. Resulta llamativo cómo se le señala a él como hacedor de reyes con Aerys para luego acusarle de matarreyes con Rhaegel, pero esto último no es tan sorprendente teniendo en cuenta ciertos “rumores”

«Un hombre santo que veneraba a los Siete, a pesar de que predicara traición.»
¡Tiene las manos manchadas con la sangre de su hermano, y también con la de sus sobrinos! —había proclamado el septón ante la multitud congregada en la plaza del mercado—. A sus órdenes, una sombra estranguló a los hijos del valiente príncipe Valarr en el vientre de su madre. ¿Dónde está ahora el Príncipe Joven? ¿Y dónde su hermano, el buen Matarys? ¿Adónde han ido el bondadoso rey Daeron y el intrépido Baelor Rompelanzas? En la tumba yacen ya todos, y él en cambio sigue aquí, como un pájaro blanco con el pico ensangrentado que se posa en el hombro del rey Aerys y le grazna al oído. Lleva en la cara y en el ojo tuerto la marca del infierno; ha hecho caer sobre nosotros la sequía, la peste y el crimen. ¡Alzaos contra él en nombre de nuestro rey verdadero, el que está al otro lado del mar! ¡Siete son los dioses, siete los reinos, y siete hijos engendró el Dragón Negro! Alzaos, mis señores, mis señoras. ¡Alzaos, valientes caballeros y hombres fuertes, y derrocad a Cuervo de Sangre, ese maldito hechicero! ¡Porque si no maldecirá a vuestros hijos y a los hijos de vuestros hijos!

el caballero misterioso

 

Simples rumores, locuras de un septon afín a los Fuegoscuro, meras habladurías de plebeyos sobre el excéntrico hechicero que tienen por Mano, al que se le atribuyen calamidades como la sequía, la epidemia primaveral y otras atrocidades, como el asesinato de los hijos nonatos de Valarr valiéndose de magia negra. Acusaciones hiperbólicas sin fundamento si no fuera por la pizca de verdad que se atisba en todas ellas, pues el lector ya sabe que esa magia realmente existe, como las sombras de Melisandre; sombras que, junto a otros hechizos, Brynden también conoce muy bien.

Picó espuelas a Trueno y cruzó con Egg las puertas de Septo de Piedra, acompañado por el sonido suave de la lluvia. «¿Cuántos ojos tiene lord Cuervo de Sangre? Mil y un ojos», decía el acertijo. Según algunos, la mano del rey era un iniciado en las artes oscuras y sabía cambiar de rostro, adoptar la apariencia de un perro tuerto y hasta convertirse en niebla. Se decía que a sus enemigos los perseguían manadas de lobos grises y famélicos, y que las cornejas eran espías suyas y le susurraban secretos al oído. A Dunk no le cabía la menor duda de que la mayoría de los rumores no pasaban de eso, rumores, pero era bien sabido que Cuervo de Sangre tenía informadores en todas partes.

el caballero misterioso

 

Desde el comienzo de los Cuentos, George R.R. Martin fue introduciendo poco a poco las habilidades de Brynden Ríos, que son las propias de un cambiapieles y/o verdevidente («Mil y un ojos») y también las de un hechicero (cambiar de rostro), como Melisandre.

En efecto, el lector sabe que las palabras del septon pueden no ser hipérboles ni meros rumores. Del mismo modo que Brynden pudo cambiar su rostro gracias al broche de adularia que portaba Maynard Plumm, Mance Rayder hace lo propio con el rubí de su muñeca que la sacerdotisa roja le dio para hacerse pasar por Casaca de Matraca.

Como cambiapieles, Brynden también podría adoptar fácilmente la apariencia de un perro tuerto o, incluso, dirigir una manada de lobos como warg (los Blackwood proceden del Bosque de los Lobos, como veremos luego), al igual que puede controlar cuervos, como los que susurran al oído de Manosfrías en Danza de Dragones.

Brynden Rios o Cuervo de Sangre

Brynden Ríos, por Alex Oksana

Como hechicero, puede cambiar de rostro (Maynard Plumm) o convertirse en niebla (las sombras de Melisandre), lo que lleva a pensar que quizá fuera él quien realmente creara esas sombras asesinas que mataron a los hijos nonatos de Valarr.

Incluso podríamos aventurarnos un poco más allá y atribuirle, además, la muerte del príncipe Baelor durante el juicio a siete en Vadoceniza, cuando en aquella trágica mañana reptaban tentáculos de niebla como serpientes blancas1.

[…] Cuando Dunk volvió a la liza acompañado por Pate Acero, por el suelo reptaban tentáculos de niebla como serpientes blancas.
[…]
—Habrá quien diga que quise matar a mi hermano. Bien saben los dioses que es mentira, pero oiré esas voces hasta el día de mi muerte. Mi maza asestó el golpe fatal, no me cabe duda. Baelor solo se había enfrentado a los tres miembros de la Guardia Real, cuyos votos les impiden hacer nada que no sea defenderse. Así que fui yo. Es raro, pero no recuerdo el golpe que le rompió el cráneo. ¿Es una bendición o una maldición? Las dos cosas, creo.

el caballero errante

 

Maekar se atribuye la muerte de su hermano por descarte porque curiosamente no guarda recuerdos de lo sucedido, así como tampoco podría recordar cómo la maza quizá pudo ser dirigida con magia, del mismo modo que las flechas de arciano de Cuervo de Sangre iban dirigidas con hechicería hacia Daemon Fuegoscuro y sus hijos en el Prado de Hierbarroja, como sombras entre la niebla.

Llegados a este punto, por sospechar, podríamos incluso señalarle como el responsable de la muerte del propio Valarr, Mano del rey, y de su hermano pequeño Matarys, que ardieron junto a su abuelo Daeron en la Gran Epidemia Primaveral.

—De acuerdo, era septón, pero predicaba mentiras. La sequía no fue culpa de lord Cuervo de Sangre, ni tampoco la peste de la gran primavera.

el caballero misterioso

 

Ni la sequía ni la epidemia primaveral fueron cosa de Brynden, como tampoco eran ciertos los rumores acerca de sus prácticas hechicerescas, ¿verdad? A primera vista, puede resultar chocante atribuirle a Brynden tales calamidades, pero no es descabellado pensar que, al igual que la Maldición de Garin (la psoriagris), la peste primaveral tenga un origen mágico, ya que el único modo de erradicar la enfermedad fue usando una sustancia mágica, el fuego valyrio.

Sin embargo, no es cuestión ahora de analizar la Gran Epidemia Primaveral ni sus orígenes; solo resaltar que, aunque Brynden no fuera el causante, no deja de resultar muy conveniente para sus intereses la muerte de los herederos de Daeron en medio de una epidemia, cuyos cuerpos procuró calcinar con fuego valyrio para no dejar pruebas de, por ejemplo, algún envenenamiento. Con ello Cuervo de Sangre se deshizo de un plumazo de toda la estirpe del primogénito y, por tanto, propició que Aerys se convirtiera en heredero, lo que posibilitó su nombramiento como Mano del Rey y, en consecuencia, obtuvo el poder que necesitaba para llevar a cabo sus planes.

En cualquier caso, todas estas acciones se enmarcan dentro del plan profético escrito con tinta seca del que Brynden, como verdevidente, es plenamente consciente. Porque lo cierto es que, aunque fuera en un estado muy primigenio, su tercer ojo ya funcionaba desde mucho antes de quedar postrado en su trono de arciano en la cueva del Bosque Encantado.

Dunk había visto a Cuervo de Sangre hacía seis años en Desembarco del Rey. Subía por la calle del Acero a lomos de un caballo de pelaje claro, seguido por una partida de cincuenta picos de cuervo. Fue antes de que el rey Aerys ascendiera al trono y lo nombrara mano, y ya entonces resultaba imponente con Hermana Oscura al costado y el atuendo color humo y escarlata. La piel pálida y el cabello blanco sucio le daban aspecto de cadáver andante, y decían que la mancha de nacimiento color vino que le cruzaba la mejilla y la barbilla tenía forma de cuervo, pero a Dunk solo le pareció una mancha informe y descolorida. Lo miró con tal intensidad que el hechicero del rey se dio cuenta y se volvió hacia él. Solo tenía un ojo y era de un rojo muy vivo; en el otro lado de la cara, la cuenca estaba vacía, cortesía de Aceroamargo en el Prado Hierbarroja. Sin embargo, Dunk tuvo la sensación de que dos ojos le taladraban la piel y se le clavaban hasta el alma.

el caballero misterioso

 

Al mismo tiempo que actuaba por intereses políticos, Brynden también obró bajo los parámetros del plan preconcebido para procurar el nacimiento del Príncipe Prometido, porque simplemente así es como debía ser. Si no hiciera nada, estaría cambiando el futuro. Todo tiene que ser como debe ser para que de ese modo no se altere lo que realmente ha de pasar, que el Príncipe que fue Prometido nazca entre humo y sal de la estirpe predestinada en el momento predicho.

La estirpe predestinada

Una vez Aerys I ascendió al Trono de Hierro, se cumplió el primer paso, pues Brynden ya era Mano y ostentaba todo el poder. En ese momento la estirpe de Aerys era necesaria para conseguirlo, pero debía conservarlo aún después de su muerte hasta que llegara la estirpe predestinada.

Daeron I había garantizado el linaje de los Targaryen con sus cuatro hijos y éstos, a su vez, con sus múltiples vástagos. Aunque la estirpe de Baelor quedó extinta y la de Aerys I jamás existió, aún quedaban otras dos ramas fértiles en el prolífico árbol del dragón, las de sus hermanos menores: Rhaegel tuvo tres hijos con Alys Arryn; y Maekar, cinco con Dyanna Dayne.

Así pues, Aerys tuvo muchos herederos a lo largo de su reinado; herederos que, desgraciadamente, murieron en una serie de trágicos sucesos:

  • El príncipe Rhaegel Targaryen era el sucesor como tercer hijo de Daeron I. Enfermizo y demente, era famoso por pasearse desnudo por la Fortaleza Roja. En el 215 d.C. murió durante un banquete atragantado con una empanada de lamprea.
  • El siguiente en la línea de sucesión era su hijo Aelor, nuevo Príncipe de Rocadragón. Murió dos años después en un monstruoso accidente del que no se conocen detalles, al parecer provocado por su esposa y hermana gemela, Aelora.
  • Aelora, loca de dolor, se suicidó poco después de que tres hombres conocidos como la Rata, el Halcón y el Cerdo la atacaran en un baile de máscaras.
  • La princesa Daenora, la hija pequeña, fue la única superviviente de esta estirpe, aunque por un motivo en concreto: estaba casada con Aerion, el segundo hijo de Maekar.

Como vemos, la estirpe del tercer hijo de Daeron II desaparece literalmente por arte de magia al igual que la del príncipe Baelor. De nuevo, Brynden pudo intervenir para eliminarla: Rhaegel no murió atragantado con una empanada de lamprea, sino envenenado como Joffrey (atragantado con una empanada, supuestamente) o quizá estrangulado por una sombra, al igual que los hijos nonatos de Valarr; Aelor no murió en un desgraciado accidente, sino por el control que Brynden ejerció sobre su hermana, que desde entonces se sumió en la locura; la nueva heredera, Aelora, se suicidó poco después no solo por el ataque de esos tres hombres –a los que se les atribuyen nombres de animales somo si fueran cambiapieles–, sino por lo que pudo ver en la mascarada, un ambiente muy propicio para cambiar de apariencia y mostrarle, por ejemplo, el rostro de su difunto esposo Aelor.

De este modo, una vez aniquilada toda la descendencia de Baelor y Rhaegel, solo quedó como posible sucesor el cuarto y último hermano del rey Aerys, Maekar, que en el año 221 d.C. asumió el trono que jamás pensó que ocuparía y que tampoco deseaba, hasta el punto de considerarlo su castigo por haber dado el golpe mortal a Baelor.

Príncipes Baelor y Maekar, por Even Mehl Amundsen

En cualquier caso, Brynden pudo continuar como Mano del rey a pesar de sus rencillas con Maekar y de las advertencias de aquellos que le aconsejaron que no confiara en él. De alguna manera, consiguió reconciliarse y ganarse su confianza y, por tanto, pudo proseguir su labor desde una posición de poder. Como contrapartida, otra estirpe pereció a manos de Brynden, pero esta vez para conservar el estatus que había conseguido eliminando a la anterior. Una acción que, igualmente, encuentra su justificación en el plan destinado al nacimiento del Príncipe Prometido, cuya estirpe predestinada surgiría de la progenie del nuevo monarca, el menor de los hermanos.

Si bien lo más seguro es que Maekar supiera de la profecía por las investigaciones de Aerys, es improbable que estuviera al tanto del plan de Cuervo de Sangre de eliminar las estirpes de Baelor y Rhaegel, pues de ninguna manera lo aceptaría. Menos aún que él fuera usado en dicho plan, tras el trauma que le generó. Aparte de su papel coyuntural en la muerte “accidental” de su hermano mayor, tampoco parece que tuviera una función específica en los planes de Brynden más allá de ser el rey bajo cuyo mandato pudo continuar como Mano, lo que le permitió proseguir con su tarea. Una tarea que pudo llevar a cabo precisamente gracias a los hijos de Maekar, quienes se encargarían de establecer los cimientos sobre los que se erigiría la figura del Príncipe Prometido, y cuyo papel veremos en la segunda parte de este ensayo.

  1. «serpientes blancas», como son descritas la raíces de los arcianos en la cueva del Cuervo de Tres Ojos