Finalmente, tras otro retraso de los diversos retrasos que para mi lamento han copado el protagonismo de estos ensayos, regresamos con la décima (por fin) y «no última» parte de «Piedra, Piedra, Piedra». Sí, estáis leyendo bien. Veréis, de nuevo he vuelto a encontrarme con obstáculos en el cierre de esta serie de ensayos. En este caso, el principal problema era la disonancia del tema principal del texto en relación con la conclusión de toda la serie, que pecaba de precipitada. Y es que teniendo en cuenta su magnitud, va a ser necesaria una undécima parte solo para la conclusión y otras divagaciones en torno al personaje que la protagoniza. Mi voluntad era terminarlo todo en diez ediciones, pero precisamente ese afán de comprimirlo ha sido contraproducente. En definitiva, lo que en origen iba a ser un ensayo, pasó a ser una serie de tres, para después ser el doble, luego nueve, diez y, finalmente (espero), once.

Sin embargo, dejando de lado estas complicaciones, entremos en materia. Esta décima parte la dedicaremos a analizar el torneo que tendrá lugar en las Puertas de la Luna en Vientos de Invierno gracias al capítulo de Alayne que George dio a conocer, de modo que se advierte a los leales que no lo hayan leído que se abstenga de seguir a partir de este punto.


Un torneo de altos vuelos

— Eduardo Baratheon —


 

En la anterior edición, comprobamos cómo Sansa se convierte definitivamente en Alayne más por obligación que por convicción. Averiguamos cómo todo el plan que su nuevo padre le explica sobre su idílico matrimonio es solo una farsa para comprobar hasta qué punto le es leal, aunque ello suponga acabar con la vida de Robalito, que en realidad tiene más visos de sobrevivir que cualquier otro personaje, incluido su primo y heredero Harrold Hardying, al que los augurios le pronostican muy mala pata en un torneo que se prevé mucho más movido de lo que podría pensarse.

De hecho, podría ser tan movido como el Torneo de la Mano de Desembarco del Rey, donde hallamos muchas pistas relacionadas con el Valle, como la Montaña que Cabalga o la mujer (no) llorosa. Tanto es así que incluso algunos de los perfiles de sus asistentes coincidirían, en cierto modo, con los que ahora participarán en el Torneo de las Puertas de la Luna. De este modo, iniciaremos una breve comparativa y analizaremos situaciones similares de ambos torneos para intentar averiguar los derroteros de esta trama en Vientos de Invierno.

Harrold Hardying

Harry el Heredero no tiene muchas probabilidades de sobrevivir por el ligero traspiés que sufrirá, como ya vimos. Un destino que comparte con otro joven caballero que murió en su estreno, ser Hugh del Valle. Ambos son unos novatos que ha ascendido demasiado rápido en el mundo de la caballería cuando aún deberían ser simples escuderos.

Cerca de la fortaleza, chocó con ser Lothor Brune y casi lo derribó.
—¿Harry el heredero? Harry el imbécil, diría yo. Es solo un escudero que ha ascendido demasiado.
Alayne estaba tan agradecida que lo abrazó.
— Gracias. ¿Has visto a mi padre, ser?

vientos de invierno, alayne i

 

Y no solo un veterano en torneos y combates como ser Lothor Brune comparte esta visión del joven escudero; Meñique también piensa lo mismo de él.

—Nunca pensé —dijo Lord Belmore riéndose— que Royce le dejaría venir. ¿Es ciego o simplemente estúpido?
—Es honorable. Algunas veces significa lo mismo. Si negaba al muchacho la oportunidad de probarse, podría crear un enfrentamiento entre ellos, así que, ¿por qué no dejarle justar? El chico no tiene habilidad suficiente para ganar un puesto ente los Caballeros Alados.

vientos de invierno, alayne i

 

De estas palabras puede inferirse por qué Meñique accedió a convocar el torneo propuesto por Sansa. Sabedor de qué pie cojean los honorables nobles del Valle, no duda en invitar a Harry a un evento con la suficiente trascendencia para atraer a aquellos jóvenes del Valle que no habían tenido la oportunidad de hacerse un nombre en la Guerra de los Cinco Reyes. ¿Qué peligro había en dejarlo participar? Pues bien, ese peligro tiene nombre propio, apellido y una espada de acero valyrio.

Lyn Corbray

Ser Lyn Corbray, heredero de los Corbray de Hogar, también participará en el torneo de las Puertas de la Luna y representa, claramente, una de las mayores amenazas. En este sentido, comparte grandes semejanzas con Gregor Clegane no solo por su mal carácter, sino también por su brutalidad en el combate. Ser Lyn es famoso por haber matado casi a tantos hombres en duelos y en batallas por igual. Este dato, que ya le ha hecho ganar mala fama, da una idea de que el papel de ser Lyn en el torneo puede ser muy parecido al de la Montaña que Cabalga, que mató a ser Hugh en el primer lance del torneo de la Mano.

Lyn Corbray, por jb casacop

Hasta el momento es sabido que Meñique ha comprado la lealtad de ser Lyn para socavar cualquier conspiración contra él. Sin embargo, dado su carácter impredecible, existen serias dudas sobre su verdadera lealtad.

«Hay verdad en ello», pensó Alayne, pero algún demonio travieso estaba en ella esa mañana, así que decidió darle a Ser Lyn una estocada de cuenta propia.
—Mi señor padre —dijo sonriendo dulcemente— me ha dicho que la nueva mujer de tu hermano está encinta.
—Lyonel —dijo Corbray con una mirada oscura— manda sus disculpas. Se encuentra en Hogar con la hija de un vendedor, esperando a que su barriga crezca como si fuera la primera vez que dejara a una moza embarazada.
«Oh, es una herida abierta», pensó Alayne. La primera mujer de Lyonel Corbray no le había dado más que frágiles y enfermos bebés que murieron en su infancia y durante todos esos años Ser Lyn se había mantenido como heredero de su hermano. Cuando la pobre mujer finalmente murió, sin embargo, Petyr Baelish había aparecido para arreglar un nuevo matrimonio para Lord Corbray. La segunda Lady Corbray tenía dieciséis años, la mujer de un rico comerciante de Puerto Gaviota. Había venido con una inmensa dote y los hombres decían que era alta, robusta, una chica sana con grandes tetas; y buenas y anchas caderas. Y fértil también parecía.
—Todos rezamos a la Madre para que conceda a Lady Corbray un parto fácil y un niño sano —dijo Myranda.
—Mi padre —dijo Alayne que no pudo reprimirse y sonrió— siempre está encantado de estar al servicio de uno de los más leales banderizos de Lord Robert. Estoy seguro de que estaría encantado de concertar otro matrimonio para ti también, ser Lyn.
—Qué amabilidad por su parte —los labios de Corbray se volvieron en algo que parecía una sonrisa, aunque le dio a Alayne un escalofrío—. ¿Pero qué necesidad tengo de herederos si no tengo tierras y voy a permanecer así, gracias a nuestro Lord Protector? No, di a tu señor padre que no necesito ninguna de sus mulas de crianza.
El veneno de su voz era tan denso que por un momento casi olvidó que Lyn Corbray era el títere de su padre, comprado y pagado por ello. ¿O no lo era? Quizás, en lugar de ser un hombre de Petyr haciéndose pasar por su enemigo, era en realidad su enemigo haciéndose pasar por su hombre haciéndose pasar por su enemigo.

vientos de invierno, alayne i

 

El encuentro de Alayne con Lyn no es baladí. Deja entrever que el personaje tendrá cierto recorrido y una gran relevancia en los acontecimientos que están por venir. No por nada se nos presenta como un espadachín en posesión de una espada de acero valyrio que consiguió grandes hazañas en la Batalla del Tridente. Pero si además Martin señala que su lealtad aún despierta dudas, es porque efectivamente tiene previsto jugar con esa variable, planteando la siguiente cuestión: ¿ser Lyn derribará y matará a Harry siguiendo las directrices de Meñique o, por el contrario, lo hará por su propia cuenta buscando frustrar el supuesto plan de Meñique de casarlo con su hija como venganza?

—¿Y cómo le pagaréis sus servicios?
Meñique se echó a reír.
—Con oro, muchachitos y promesas, por supuesto. Ser Lyn es un hombre de gustos sencillos, cariño. Lo único que quiere es oro, muchachitos y alguien a quien matar.

festín de cuervos, alayne i

 

Desconocemos si ese «alguien a quien matar» se está refiriendo exactamente a Harry o no; pero, en cualquier caso, Corbray tendría motivos para hacer una cosa u otra, bien porque Meñique le recompensará por seguir su plan, o bien porque busca venganza por haberle alejado de la línea de sucesión, que también podría ser una consecuencia buscada por el propio Meñique. Aunque el resultado siempre será un desgraciado accidente, resulta difícil aventurar por qué motivo concreto actuará ser Lyn. Puede ser que, al igual que con la muerte de ser Hugh, Martin intente dejarlo a la libre interpretación del lector. Pero si efectivamente este torneo contiene reminiscencias del de la Mano, también habría alguien que, al igual que Sandor, haría frente al justador que derribe al joven Harry.

Lothor Brune

Ser Lothor Brune, el lacayo al servicio de Meñique y capitán de la guardia, también participará previsiblemente en el Torneo de las Puertas de la Luna, como ya lo hizo en el de la Mano o en el del día del nombre de Joffrey.

Desde la huida de Sansa, ella y el caballero de Vallepardo mantienen una curiosa relación. No solo ya por las referencias a la canción del Oso y la Doncella, que merecen ensayo aparte, sino también por los vínculos que la muchacha ha ido forjando con él desde entonces.

Sansa bajó por las escaleras y salió al exterior, a la noche. Una lluvia ligera caía sobre los restos del banquete, pero el aire tenía un olor fresco y limpio. No la abandonaba el recuerdo de su noche de bodas con Tyrion. «En la oscuridad soy el Caballero de las flores —le había dicho—. Podría ser bueno contigo.» No era más que otra mentira Lannister. «Los perros olfatean las mentiras, ¿sabes?», le había dicho en cierta ocasión el Perro. Era casi como si pudiera oír su voz rasposa, su tono brusco. «Mira a tu alrededor y olisquea bien. Esto está lleno de mentirosos… y todos son mejores que tú.» Se preguntó qué habría sido de Sandor Clegane. ¿Sabría que habían matado a Joffrey? ¿Le importaría? Había sido el escudo juramentado del príncipe durante muchos años.
Se quedó allí mucho rato. Cuando por fin se fue a la cama, helada y empapada, sólo quedaban unas brasas de turba en la chimenea del salón oscuro. Arriba ya no se oía nada. El joven bardo estaba sentado en un rincón, tocando una canción queda sólo para sí mismo. Una de las doncellas de su tía besaba a un caballero en la silla de Lord Petyr, ambos tenían las manos perdidas bajo las ropas del otro. Algunos de los caballeros dormían el sueño de los borrachos, otro estaba en el retrete y vomitaba estrepitosamente. Sansa se encontró al perro ciego de Bryen en la pequeña alcoba en que ella dormía bajo las escaleras y se tumbó a su lado. El animal se despertó y le lamió la cara.
Pobre perro viejo —dijo mientras le acariciaba el pelaje.
—Alayne. —El bardo de su tía estaba de pie junto a ella—. Hermosa Alayne, soy Marillion. Os he visto regresar de la lluvia. La noche es fría y húmeda, deja que te dé calor.
[…]
Sansa oyó el susurro del acero sobre el cuero.
—Bardo —dijo una voz ronca—, lárgate de aquí si quieres volver a cantar.
Había muy poca luz, pero vio el destello de una hoja. El bardo también.
—Búscate una moza para ti… —El cuchillo se movió como un relámpago y el hombre gritó—. ¡Me has cortado!
—Te haré algo peor que cortarte si no te vas.
Un instante después Marillion había desaparecido. El otro hombre se quedó allí, mirando a Sansa de pie en la oscuridad.
—Lord Petyr me dijo que cuidara de vos.
Era la voz de Lothor Brune. «No la del Perro, no, claro, era imposible. Tenía que ser Lothor, por supuesto…»
Aquella noche Sansa apenas pudo dormir, se la pasó dando vueltas como cuando había estado a bordo de la Rey Pescadilla. Soñó con la muerte de Joffrey, pero mientras se desgarraba la garganta y la sangre le corría por los dedos vio con espanto que se transformaba en su hermano Robb. También soñó con su noche de bodas, con los ojos de Tyrion que la devoraban mientras se desnudaba. Aunque aquel Tyrion era mucho más alto, era enorme, y cuando se subía a la cama su rostro sólo tenía cicatrices en un lado. «Cantarás para mí», gruñó, y Sansa despertó para encontrarse de nuevo al lado de la cama al perro viejo y ciego.

tormenta de espadas, sansa vi

 

SanSan, por Gibi Lynx

En este llamativo extracto, Sansa confunde la voz de Lothor con la de Sandor, al que vemos representado por el pobre perro viejo. Cuando se encuentra otra vez desprotegida ante el acoso del bardo, ser Lothor es quien acude a ayudarla, al igual que Sandor en Desembarco de Rey. Ahora es Brune quien cumple ese papel, ya que cuando Sansa trata de evitar que Meñique la bese piensa en el caballero errante como su salvador.

—¡No! —Hablaba casi igual que Marillion la noche que se había emborrachado durante el banquete. Sólo que en esta ocasión no acudiría Lothor Brune para salvarla, Ser Lothor servía a Petyr—. No me deberíais besar. Podría ser vuestra hija…

tormenta de espadas, sansa vii

 

Como vemos, hay un fuerte vínculo entre ambos personajes. El caballero del Valle Pardo se erige así en la nueva figura protectora para Sansa; él es quien porta la verdadera capa que la protege, por mucho que Meñique le depositara la suya en el Rey Pescadilla. Eso hace que Sansa vea en Lothor el protector que necesita, dando a entender que tendrá un papel que jugar en los acontecimientos que están por venir y cuyo resultado inmediato veremos en el torneo, donde podría darse un conflicto, ya se verá si real o ficticio, entre él y ser Lyn. Tal vez un combate por el daño infligido a Sansa por la muerte de su futuro prometido. O quizá por proteger a alguien, como cuando Sandor tuvo un enfrentamiento con su hermano Gregor para defender a Loras Tyrell.

Byron el Bello

El caballero conocido como el Bello, ser Byron, también podría participar en dicho torneo, pues qué clase de torneo sería este sin un galán encantador como lo fue ser Loras Tyrell en el Torneo de la Mano. Y es que si Sansa relaciona a Lothor con Sandor, conviene recordar que el Caballero de las Flores todavía sigue muy presente en sus pensamientos.

«Si cierro los ojos, puedo imaginar que es el Caballero de las Flores
En cierta ocasión, Ser Loras le había regalado una rosa roja a Sansa Stark, pero nunca la había besado. Y desde luego, ningún Tyrell besaría jamás a Alayne Piedra. Por hermosa que fuera, había nacido fuera del matrimonio.
Cuando los labios del niño rozaron los suyos, no pudo evitar recordar otro beso. Todavía sentía aquella boca cruel que presionaba la suya. Había ido a buscar a Sansa en la oscuridad, mientras el fuego verde iluminaba el cielo.
«Me robó una canción y un beso, y sólo me dejó una capa ensangrentada.»

festín de cuervos, alayne ii

 

Sansa, a pesar de todo, sigue fantaseando como siempre, incluso imaginando un falso beso que nunca existió. Pero, de todos modos, sigue relacionando el acto del beso (también el acto sexual) con Loras, Sandor e incluso con Tyrion. Al igual que Meñique, ella también tiene un conflicto interno y confunde a todos por medio de un beso que nunca existió, pues el único que la ha besado no una sino dos veces ha sido su padre, y no precisamente de un modo paternal.

Cualquiera lo habría dicho por el beso que me has dado. —La atrajo hacia sí, le sostuvo el rostro entre las manos y le dio un largo beso en los labios—. ¿Ves? Este tipo de besos son los que dicen «Bienvenido a casa». A ver si lo haces mejor la próxima vez.

festín de cuervos, alayne ii

 

El Meñique más lascivo resurge de nuevo instantes después de que un galante y apuesto caballero como ser Byron el Bello, que es en realidad Tyrek Lannister, se despidiera besando la mano de su preciosa hija. La faceta paternal que exhibía en ese momento desaparece para dar paso a otra que ve en ella una versión mejorada de su querida Cat, a la que besa de forma forzada y con reprimenda final.

A pesar de esto, y siguiendo las órdenes de Meñique, Sansa debe desplegar sus encantos con otro hombre. Debe embelesar al impetuoso Harry, que ya se muestra arrepentido por su comportamiento y, para enmendarlo, le pide su favor para las justas; favor que Sansa, en ningún caso, le entregará a él porque se lo ha prometido a otro…

—Mantendré esa promesa, mi señora —dijo Ser Harrold sonriendo—. Hasta ese día, ¿podría llevar tu favor en el torneo?
—No podrás. Se lo he prometido… a otro —no sabía aún a quién, pero sabía que encontraría a alguien.

vientos de invierno, alayne i

 

Muchos son los pretendientes que la acechan, en distintos sentidos y por motivos aún más diversos. Y muchos son los que bailan con ella en la noche del banquete de las Puertas de la Luna, pero Sansa recordará quién de ellos la trató bien, quién cuidó sus modales y besó su mano educadamente al despedirse de ella. Sí, entregará su favor a Tyrek, a quien de entre todos ellos mostró la cortesía de un caballero. Y ello, especialmente, en contraposición con Meñique, que desconsideradamente forzó un segundo beso con ella, sin olvidar el trauma que ya le generó el primero.

Con el primer beso Meñique asumió un gran riesgo porque “perdió la cabeza”. No pudo controlarse ante la belleza e inocencia que Sansa irradiaba bajo los copos de nieve que bañaban su rostro. Fue un gran descuido que después pagaría caro, pero aún así sigue asumiendo ese riesgo besándola una segunda vez, cuando con las dos manos sujetó su rostro y la beso forzadamente al salir Tyrek de la estancia. Lo hace porque su obsesión enfermiza como Petyr pesa más que su cordura como Meñique.

Beso, por wavesheep

El caso es que, si bien Meñique le ordena entregar su favor a cualquier otro joven y galante caballero para despertar los celos de Harry, todavía no sabemos hasta qué punto él podrá soportarlo si resulta ser Tyrek. Porque, como vimos, el acto de otorgar la prenda de la dama no solo es un mero formalismo, sino que para Petyr representa mucho más que eso, como demostró en su duelo contra Brandon. Aunque es un acto que él mismo planea, en este caso existe reciprocidad, incluso un vínculo previo, entre el campeón y la dama. A eso se le añade que, desde la muerte de Lysa, Meñique se muestra especialmente efusivo con Sansa, hasta el punto de mostrarlo pública y sutilmente.

Y lo mejor de todo, los cocineros de Lord Nestor habían preparado una espléndida sutileza, un pastel de limón con la forma de Lanza del Gigante, de doce pies de alto y un Nido de Águilas hecho de azúcar. «Por mí», pensó Alayne cuando la traían.

vientos de invierno, alayne i

 

Y tanto que es por ella. No sabe cuánto. Del mismo modo que un joven Petyr, en un aparente juego de niños, besó a las hermanas Tully en el Bosque de Dioses de Aguasdulces, también besó a Sansa en aquel parque de juegos que fue el jardín del Nido de Águilas donde construyeron el castillo de nieve. Pero lo cierto es que ya ha dado un paso más hacia algo más serio que quedó patente en el segundo beso. El símbolo fálico que representa ese pastel de limón de la Lanza del Gigante es, de cara al lector, toda una declaración de intenciones. Otro paso más del gigante en el camino hacia la rosa invernal.

Pero también es la rosa con la que Tyrek se ha topado y a la que coronará como su reina del amor y de la belleza. Ambos, huérfanos de padres eclipsados por sus hermanos mayores, están en la misma situación y, además, comparten unos mismos motivos para haber huido. Ninguno estaba conforme con la vida que se les impuso, obligándoles a contraer matrimonio con un enano y un bebé de pecho. Truncaron las vidas que tenían encaminadas y, como alternativa, encontraron la liberación en Meñique. No obstante, todo tiene un precio y, como contrapartida, pasaron a ser sus peones en el tablero del juego de tronos; pero la partida no siempre se desenvuelve del modo previsto, pues hasta las piezas más humildes pueden tener voluntad propia.

Así pues, el pajarito, aunque enjaulado, tiene alas ágiles para volar muy veloz como un halcón; y el león, aunque dormido, conserva su rugido. De su unión podría surgir la primera oportunidad de mostrar sus garras y, dependiendo de su destreza, se verá si pueden volar tan alto como el honor de sus padres… Si cierto ratón no se inmiscuye.

Shadrick el Ratón Loco

El Ratón Loco, por Fantasy Flight Games

El conocido como el Ratón Loco, ser Shadrick del Valle Umbrío, es un caballero errante que busca a Sansa Stark para cobrar la recompensa que Varys ha ofrecido por su captura. Aunque parezca un cazarrecompensas que va por libre, resulta curioso que los pajaritos del consejero de los rumores antes se llamaran ratoncitos, lo que podría ser una alusión a la verdadera afiliación de ser Shadrick. Pero también podría pensarse que el Ratón Loco solo es un agente de Meñique cuya misión consiste en borrar el rastro de Sansa y, de este modo, despistar a otros cazarrecompensas que la persigan, como sucedió cuando se topó con Brienne.

Sin embargo, las acciones de ser Shadrich revelan que va detrás de Sansa y, de momento, parece que sus pasos han sido acertados, pues después de su primera aparición en el Valle Oscuro volvemos a verle en el Valle, en las Puertas de la Luna, al servicio de Lord Baelish.

Solo pensar en ello le hacía dar vueltas la cabezas. Alayne se dio la vuelta abruptamente del patio y se chocó con un hombre bajo, de rostro afilado con un cepillo de pelo naranja que tenía detrás suya. Su mano le cogió y agarró de su brazo antes de que cayera.
Mi señora. Mis perdones si le tomé desprevenida.
—La culpa fue mía. No le vi.
Nosotros los ratones somos criaturas silenciosas —ser Shadrich era tan bajo que podría pasar por un escudero, pero su rostro pertenecía al de un hombre mucho mayor. Vió largas leguas en las arrugas de la comisura de su boca, viejas batallas en la cicatriz bajo su oído y una dureza tras sus ojos que ningún chico podría tener. Este era un hombre adulto. Sin embargo, incluso Randa era más alto que él.
—¿Estás también buscando alas? —Dijo la chica Royce—. Sería divertido ver un ratón con alas.
—¿Quizás intente el combate cuerpo a cuerpo en su lugar? —Sugirió Alayne.
El combate cuerpo a cuerpo era un postre, una concesión para todos los hermanos, tíos, padres y amigos que habían acompañado a los competidores a las Puertas de la Luna para verles ganar sus alas doradas, pero habría premios para los campeones y una oportunidad de ganar recompensas.
Una buena melé es todo lo que un caballero errante puede desear, salvo que se encuentre una bolsa de dragones. Y eso no es muy probable, ¿no?
—Supongo que no. Pero debe excusarnos, señor, tengo que encontrar a mi señor padre.

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Ser Shadrick sospecha, o incluso ya podría saber, quién es en verdad la supuesta hija del Lord Protector. Hasta tal punto es así que, aunque muestre interés en participar en los combates cuerpo a cuerpo del torneo, él mismo admite que solo demuestra su valor en el campo de batalla.

—¿Y estáis loco?
—Bastante. El ratón normal huye de la sangre y de la batalla; el ratón loco las busca.
—Por lo visto, no las encuentra a menudo.
—Encuentro las suficientes. Es cierto que no soy caballero de torneos. Me guardo el valor para el campo de batalla, mujer.

vientos de invierno, alayne i

 

Quizá participe en el torneo como tapadera para llevarse a Sansa o, quién sabe, convierta las Puertas de la Luna en un campo de batalla. En cualquier caso, elucubraciones aparte, lo que está fuera de toda duda es que el Ratón Loco hará, en honor a su apodo, una de sus locuras. Hasta tal punto es así que, en la comparativa con el Torneo de la Mano, ser Shadrich es la nota discordante al no tener un equivalente, pero precisamente por eso su participación promete revolucionar el torneo de los Caballeros Alados. Sin embargo, el principal problema de Sansa podría ser otro y con nombre de mujer.

Myranda Royce

Del mismo modo que Sansa presenció las justas junto a Jeyne Poole en Desembarco del Rey, en esta ocasión también tendrá una fiel compañera y amiga, aunque en realidad lo de “compañera” signifique vigilarla de cerca y “amiga” conocer sus secretos.

Alayne no pudo evitar una corriente de simpatía hacia su acompañante. Desde la pobre Jeyne Poole no había tenido una amiga con la que intercambiar chismorreos.

festín de cuervos, alayne ii

 

Pero no se trata de un amiga, sino de todo lo contrario; de hecho, ese pensamiento es recíproco, porque para Myranda –Randa para los “amigos”–, la hija bastarda de Meñique no es ni mucho menos una amiga. Sansa también debería saberlo por las advertencias de su padre respecto a la vivaracha hija de Lord Nestor Royce. Porque si algo debe tener claro Sansa es que, a pesar de la nostalgia que sienta, Myranda Royce es su enemiga. Y a los enemigos, además de procurar tenerlos cerca, también hay que conocerlos bien para entender sus debilidades y, de esa forma, afrontar la posible amenaza que representan.

Eso mismo es lo que hace Myranda cuando sube expresamente al Nido de Águilas para luego bajar junto a Sansa, a la que interroga concienzudamente para buscar sus puntos flacos. Y los encuentra, pues Myranda consigue averiguar varias cosas, como su virtud incólume, su supuesta edad o que conoce el nombre del hijo bastardo de Eddard Stark. Pero lo que de verdad centra la conversación es la sexualidad, lo que supone una verdadera incomodidad para Sansa. Además de insinuar que Robalito podría ser quien consiguiera para sí su virtud, Myranda también le habla de Harry el Heredero, de sus aventuras amorosas y también sobre ella, de su fallida segunda proposición de matrimonio, ya que también explica cómo enviudó al “matar” a su marido en el lecho nupcial. También de cómo se acostó con ese “monstruo” Marillion o si de verdad el apodo del Lord Protector se refiere realmente a otra cosa que no es el dedo, dando por hecho que ella lo sabe. Así, que Myranda centre sus acometidas en la sexualidad, especialmente en Meñique –mostrando, incluso, un interés matrimonial–, ya revela mucho de sus sospechas en torno a Sansa, a la que le recrimina haberle robado a su querido Harry.

—Lady Waynwood estará aquí pronto, con sus hijos—dijo para cambiar de tema.
—¿Es una promesa o una amenaza? —Dijo Myranda —La primera Lady Waynwood debió ser una mula, pienso. ¿Cómo se explica si no que todos los hombres Waynwood tengan cara de caballo? Si alguna vez me casara con un Waynwood le haría jurar un voto por el cual debería ponerse el yelmo siempre que me quisiera follar y mantener el visor bajado —dio un pellizco a Alayne en el brazo—. Creo que mi Harry estará con ellos. Me doy cuenta de que lo omites. Nunca te perdonaré que me lo arrebates. Es el chico con el que me quería casar.
—El compromiso fue cosa de mi padre —protestó Alayne, como había hecho cien veces antes. «Solo está bromeando», se dijo… pero tras las bromas podía sentir el dolor.

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Myranda Royce, ilstración por The Three Hares

Myranda, desde luego, tiene motivos para sentirse dolida: una muchacha bastarda salida de la nada, más joven y bella que ella, virgen y más virtuosa que la Doncella ha llegado al Valle y, sin esfuerzo alguno, se ha convertido en la favorita de Robalito y, sin siquiera saberlo, también en la futura prometida del vigoroso Harry en lo que tarda un chasquido de los dedos de Meñique, el Lord Protector, aquel que ha comprado a Lord Nestor y a medio Valle con mentiras, lisonjas y razones de oro. Si esto no fuera motivo suficiente para sospechar, Myranda ha encontrado aún más razones para hacerlo, pues con su interrogatorio ha logrado descubrir que, a pesar de lo virtuosa que aparenta ser, Sansa muestra más interés por el nuevo Lord Comandante de un cuerpo militar del confín del mundo que por la nueva autoridad de la Fe de los Siete en la Tierra.

— […] ¿Sabías que hay un nuevo Septón Supremo? Ah, y la Guardia de la Noche tiene como comandante a un niño, el hijo bastardo de Eddard Stark.
¿Jon Nieve? —se le escapó, sorprendida.
¿Nieve? Pues sí, será un Nieve, me imagino.

festín de cuervos, alayne ii

 

Se trata de un error de Sansa que, de momento, Myranda prefiere guardarse para otro momento. Pero lo que no deja pasar es la oportunidad de comentar de forma tangencial la muerte de Lysa a manos de Marillion, con el que confiesa abiertamente haberse acostado.

—Randa. Venga, a ver cómo lo dices. Ran-da.
—Randa.
—Eso está mucho mejor. Me temo que te debo una disculpa, Alayne. Vas a pensar que soy una ramera, pero me acosté con aquel muchacho tan guapo, con Marillion. No sabía que fuera un monstruo. Cantaba tan bien… y hacía maravillas con los dedos. Nunca me lo habría llevado a la cama si hubiera sabido que iba a empujar a Lady Lysa por la Puerta de la Luna. Por norma general, no me acuesto con monstruos. —Examinó la cara y el torso de Alayne—. Eres más guapa que yo, pero yo tengo las tetas más grandes. Los maestres dicen que los pechos grandes no dan más leche que los pequeños, pero yo no me lo creo. ¿Alguna vez has visto a algún ama de cría con las tetas pequeñas? Las tuyas están bien de tamaño para tu edad, pero como son tetas de bastarda, no me preocuparé por ellas. —Myranda se acercó más con su mula—. Supongo que sabrás que nuestra Mya no es doncella.

festín de cuervos, alayne ii

 

Para Myranda no es relevante si a ojos de Sansa resulta pecaminoso o no haberse acostado con ese monstruo, porque lo que busca con ese comentario es una reacción. Myranda dice que, por lo general, no se acuesta con monstruos, como si en cierto modo negara que Marillion lo fuera. Lo que en realidad está insinuando es cuan sospechosa resulta la muerte de Lysa por un ataque de celos del bardo, ya que ella se ha acostado con él y lo conoce. No se cree, por tanto, la versión que Alayne y su padre ofrecieron a los señores recusadores. Sospecha de ella porque, después de revelar su gran pecado, examina su cara para ver su reacción y luego comienza a hablarle de sus pechos de bastarda, aquellos que despertaron la lujuria del bardo cuando intentó violarla.

Myranda está preparándose para la partida y será la primera contrincante que Sansa deberá afrontar como jugadora del juego de tronos. Desde un punto de vista objetivo, quien representa un verdadero peligro para los intereses de los Royce es Meñique y su hasta ahora desconocida hija bastarda. La primera partida será, pues, en el Torneo de los Caballeros Alados y Myranda no perderá la ocasión para intentar poner palos en la rueda para que el plan del Lord Protector acabe como la rueda del blasón de los Waynwood.

Como vemos, después de ver los diferente personajes y sus circunstancias, podemos advertir ciertas semejanzas con el Torneo de la Mano de Desembarco del Rey. En este caso, el Torneo de los Caballeros Alados será uno de los puntos de inflexión de la trama del Valle de Arryn, que promete ser uno de los epicentros del juego de tronos que veremos próximamente en Vientos de Invierno. En la próxima y (por fin) última piedra hablaremos de Meñique, de sus planes, y también de Sansa, explorando otras posibilidades dentro de su trama.