Regresamos un domingo más con otra edición de «Piedra, piedra, piedra», ya la quinta de esta serie de ensayos. En esta ocasión, analizaremos pormenorizadamente las consecuencias que se derivaron de la revuelta, que cómo vimos fue planificada por Meñique, y en qué medida afectó a sus intereses para afrontar la negociación con los Tyrell. Así, veremos uno por uno los personajes involucrados y los fines por los cuáles decidió matarlos, secuestrarlos o dejarlos fuera de juego.


Cinco de seis

— Eduardo Baratheon —


Después del alzamiento violento de la turba, pronto se extendieron por la ciudad incendios locales tan virulentos como los malos augurios del profeta que aterraba a los desembarqueños. El caos se apoderó de la capital del Reino hasta el ocaso, cuando los disturbios cesaron y los fuegos se extinguieron. Al final de la jornada, Tyrion recibe la lista de fallecidos y desaparecidos en la revuelta, como si fuera una carta de presentación al lector para que advirtiese que aquel suceso escondía algo más.

El Septon Supremo encabezaba la lista de los muertos, lo habían despedazado mientras clamaba a gritos a sus dioses pidiendo misericordia. «Cuando la gente se muere de hambre, no ve con buenos ojos a los sacerdotes que están tan gordos que no pueden caminar», reflexionó Tyrion.
Al principio habían pasado por alto el cadáver de Ser Preston; los capas doradas buscaban a un caballero de armadura blanca, y a él lo habían apuñalado y golpeado con tanta saña que era una masa rojiza de los pies a la cabeza.
Ser Aron Santagar apareció en una cuneta, con la cabeza convertida en pulpa sanguinolenta dentro del yelmo.
La hija de Lady Tanda había perdido la virginidad con medio centenar de hombres vociferantes, detrás del taller de un curtidor. Los capas doradas la encontraron vagando desnuda por Panzapuerca.
Quien no había aparecido era Tyrek, y tampoco la corona de cristal del Septon Supremo. Nueve capas doradas habían muerto, y había cuarenta más heridos. Nadie se había molestado en contar las víctimas en la multitud amotinada.
—Quiero que aparezca Tyrek, vivo o muerto —dijo Tyrion con voz seca cuando Bywater hubo terminado—. No es más que un muchacho, e hijo de mi difunto tío Tygett. Su padre siempre se portó bien conmigo.

choque de reyes, tyrion ix

 

La revuelta podría haberse cobrado más vidas o incluso más desparecidos y no tuvo todos los resultados que cabría esperar. No, al menos personalmente, para Meñique. Todos esos personajes que aparecen en la lista y otros que podrían haber aparecido en ella tienen un papel y unos motivos para haber fallecido, desparecido o sobrevivido al motín de las calles, organizado desde las sombras con una serie de objetivos. Explicarlos será el propósito de los siguientes apartados, pues cada uno de los personajes es una pieza con un encaje en este complejo rompecabezas.

Lollys Stokeworth

Entre los cortesanos que acudieron a la despedida de Myrcella en los muelles encontramos a la hija pequeña de Lady Tanda Stokeworth. Durante el motín de la muchedumbre enfurecida, Lollys fue violada por medio centenar de hombres detrás del taller de un curtidor, quedándose encinta más tarde. Quizá pueda considerarse un hecho que no va más allá de lo meramente anecdótico, pero lo cierto es que existen motivos de peso que indican que esa violación grupal fue realmente premeditada.

En Juego de Tronos y Choque de Reyes se menciona en varias ocasiones que Lady Tanda celebraba banquetes y fiestas en la corte. Aunque los Stokeworth son señores menores de las Tierras de la Corona, son ricos y, junto a las tierras de Rosby y Hayford, abastecen a Desembarco del Rey, pero Lollys todavía no ha contraído matrimonio. No es la heredera del señorío y su retraso mental complica la búsqueda de un marido, de modo que no puede aspirar a contraer matrimonio con un gran señor. Sabedora de las dificultades de su hija, Lady Tanda tantea a varios hijos segundones y señores menores invitándolos a sus fiestas, entre ellos ser Balon Swann y, desde que se convirtió en Mano del Rey, el propio Tyrion Lannister.

—¿Cuántos peticionarios tenemos hoy? —preguntó.
—Treinta y tantos —respondió Bronn—. La mayoría para presentar quejas o suplicar algo. Tu amiga ataca de nuevo.
¿Lady Tanda? —Dejó escapar un gemido.
—Su paje. Te invita a cenar con ella otra vez. Dice que servirá una pierna de venado, y también gansos rellenos de moras y…
Y a su hija —terminó Tyrion con amargura. Desde el momento en que había puesto los pies en la Fortaleza Roja, Lady Tanda se había dedicado a perseguirlo, armada con un inagotable arsenal de empanadas de lamprea, jabalíes y sabrosos guisos. Por lo visto, estaba segura de que un señor menor, enano para más señas, sería el consorte ideal para su hija Lollys, una mujer corpulenta, blanda, algo retrasada, de la que se decía que seguía siendo doncella a los treinta y tres años—. Discúlpame con ella.

choque de reyes, tyrion iv

 

Sin embargo, Tyrion Lannister no siempre fue el principal objetivo, sino que desde Juego de Tronos Meñique también había sufrido el acoso de Lady Tanda para que se comprometiera con su hija. Aunque se tratase de un señor de orígenes humildes, era el Consejero de la Moneda de Robert y un buen partido para una casa menor como los Stokeworth, que concertando ese matrimonio podría recuperar la influencia perdida en la corte desde de la muerte de Manly Stokeworth, antiguo comandante de la Guardia de la Ciudad.

He pasado de camino, voy a cenar con Lady Tanda. Empanada de lamprea y cochinillo asado. Esa mujer tiene intención de casarme con su hija pequeña, así que a su mesa se come siempre como si fuera fiesta. La verdad, antes me casaría con el cochinillo, pero eso no se lo voy a decir. Me encanta la empanada de lamprea.

juego de tronos, eddard viii

Meñique fue a visitarlo una hora después que el Gran Maestre, con una casaca color ciruela en la que destacaba un sinsonte bordado en negro en el pecho, y una capa a rayas blancas y negras.
—Lamento deciros que no va a ser una visita larga, mi señor —anunció—. Lady Tanda me espera para almorzar con ella. Sin duda asará para mí una ternera cebada. Si está tan cebada como su hija, lo más probable es que reviente y muera. ¿Cómo sentís la pierna?

[…]

—Ah, pero Ser Gregor era suyo para odiarlo, no vuestro para matarlo. Cuando Dondarrion corte la cumbre de nuestra Montaña, las tierras de los Clegane y todos sus rendimientos pasarán a manos de Sandor, pero yo en vuestro lugar no aguantaría la respiración esperando su gratitud. Y ahora, deberéis disculparme. Me aguardan Lady Tanda y sus terneras cebadas.

juego de tronos, eddard xii

 

Sabemos que el plan de Meñique consiste en casarse con Lysa Arryn y así conseguir el control del Valle, como tenía planeado desde el principio. Pero mientras no consiguiese un título lo suficientemente destacable como para casarse con ella, debía permanecer soltero y evitar cualquier perspectiva de matrimonio que incomodase su posición. Y el modo de eliminar la fijación de Lady Tanda en él como prometido de su hija era rebajando aún más su listón, es decir, atacando la única virtud que poseía Lollys: su virginidad.

En medio del tumulto, Meñique habría planeado la violación masiva de la hija pequeña de lady Tanda con este propósito, de modo que su búsqueda de un marido se centrase en alguien de mucha menos alcurnia que la suya, que es lo que finalmente ocurrió. Este motivo, sin embargo, no fue el único que decidió la suerte de Lollys; su brutal violación también servía como catalizador en las negociaciones con los Tyrell, como luego veremos; concretamente para motivar la elección de Loras Tyrell como guardia real.

Aron Santagar

Como maestro de armas de la Fortaleza Roja, ser Aron Santagar fue otro de los cortesanos que acudió a los muelles para despedir a la princesa Myrcella. Cuando comienza la revuelta, es derribado de su caballo por el tumulto y cuatro hombres lo sujetan en el suelo mientras se turnan para machacarle la cabeza con un adoquín. Luego aparece su cadáver tendido en una cuneta, con la cabeza convertida en una pulpa sanguinolenta dentro del yelmo. Y es precisamente esto lo que incita a pensar que su muerte fue intencionada, pues lo cierto es que, aun siendo suficiente para el lector saber cómo encuentran su cadáver, Martin repara en describir detalladamente cómo se ensañaron con él para que no sobreviviera.

Si ya resulta extraño ver a un dorniense en la corte de Robert, más raro aún es lo poco que se sabe de ser Aron Santagar, un caballero de Bosquepinto y maestro de armas de la Fortaleza Roja. La primera vez que leemos sobre él es en Juego de Tronos, cuando Catelyn y ser Rodrik llegan a la capital en busca de respuestas sobre la daga utilizada en el intento de asesinato de Bran.

—Ser Aron Santagar es un hombre engreído, pero honrado. —Ser Rodrik hizo gesto de acariciarse los bigotes, para descubrir una vez más que ya no los tenía. Aquello siempre lo desconcertaba—. Puede que reconozca la daga, sí… Pero en el momento que pisemos tierra estaremos en peligro, mi señora. En la corte hay muchos que conocen vuestro rostro.

[…]

—Ser Rodrik Cassel es el maestro de armas de Invernalia —le informó Varys—. Os aseguro que no se le ha hecho ningún daño a vuestro buen caballero, Lady Stark. Llegó a primera hora de esta tarde. Fue a ver a Ser Aron Santagar en la armería, y hablaron de cierta daga. Al anochecer salieron juntos del castillo y fueron a esa espantosa choza donde os alojáis. Todavía están allí, bebiendo, en la sala común, a la espera de vuestro regreso. Ser Rodrik se alarmó mucho al ver que os habíais marchado.

juego de tronos, catelyn iv

 

Sus apariciones son muy escasas y no parece que su relevancia vaya más allá del puesto que ocupa, aunque sí es importante su participación en el espinoso asunto de la daga. No sabemos con certeza si ser Aron tenía sospechas fundadas o no sobre el origen de la misma; la información proporcionada sobre su encuentro con ser Rodrik es exigua, pero suficiente para concluir que si se tomó tantas molestias en acompañarlo, es porque efectivamente algo tenía que decir al respecto.

Meñique, por Christopher Bradley

La cuestión es que, independientemente de si lo sabía o no, el maestro de armas se involucró en el asunto de la daga y, tarde o temprano, podría haber averiguado su origen, si ya no lo había hecho por petición de Tyrion, que tiene que soportar constantemente las provocaciones de Meñique con su daga. Y ser Aron es, junto a la Mano, una de los pocas personas que puede desmentir la versión de Meñique, lo que supone correr un riesgo demasiado elevado. Si Santagar hablase, ya no sería la palabra de uno contra la de otro, sino que podría dar alas a la versión de Tyrion en detrimento de la de Meñique. Era un objetivo prioritario, pues, comprar el silencio del dorniense de por vida y la revuelta era la ocasión propicia para hacerlo.

Preston Greenfield

Otro de los fallecidos es ser Preston Greenfield, el caballero de la Guardia Real que protegía a Tommen durante el tumulto. Procedente de las Tierras del Occidente, sirvió como guardia real de Robert y Joffrey, pero murió cuando cabalgaba hacia la litera volcada del Septon Supremo. Más tarde los capas doradas encontraron su cadáver, apuñalado y golpeado con tanta saña hasta convertirlo en una masa rojiza de los pies a la cabeza. Otra vez sucede lo mismo que en el caso de Santagar, lo que despierta aún más incógnitas, pues se aseguraron de dejarlo bien muerto. Y ello porque Meñique tenía previsto que quedase vacante un puesto en la Guardia Real.

»También sembré la semilla de la idea de que Ser Loras vistiera el blanco. No lo sugerí yo, claro, habría sido demasiado directo, pero algunos hombres de mi partida esparcieron relatos aterradores de cómo la turba había asesinado a Ser Preston Greenfield y violado a Lady Lollys, y se repartieron unas cuantas monedas de plata entre el ejército de bardos de Lord Tyrell para que cantaran las hazañas de Ryam Redwine, Serwyn del Escudo Espejo y el príncipe Aemon, el Caballero Dragón. En las manos adecuadas un arpa puede ser tan peligrosa como una espada.
»Mace Tyrell llegó a pensar que la idea de nombrar miembro de la Guardia Real a Ser Loras como parte del contrato matrimonial había sido suya. ¿Quién mejor para proteger a su hija que su espléndido hermano caballero? Y de paso se libraba de la dura tarea de buscar tierras y esposa para un tercer hijo, cosa que nunca es sencilla y en el caso de Ser Loras resulta doblemente difícil.

tormenta de espadas, sansa vi

 

Si bien el puesto que ser Preston dejó vacante puede parecer una consecuencia fortuita de la revuelta, lo cierto es que hay indicios suficientes para sospechar que su muerte fue lo que, en parte, motivó que se planificara. Porque cuando el consejo privado del rey discutía cómo aliarse con los Tyrell tras la muerte de Renly, Meñique reconoció que el mejor modo de hacerlo era convenciendo a ser Loras. ¿Y qué mejor manera que ofreciéndole un puesto en la Guardia del rey que se casaría con su hermana?

—Con sobornos nos ganaríamos a algunos de los señores menores —intervino Tyrion—, pero no a Altojardín.
Cierto —reconoció Meñique—. El Caballero de las Flores es la clave. Mace Tyrell tiene dos hijos mayores, pero Loras ha sido siempre su favorito. Si os ganáis a Ser Loras, tendréis Altojardín en vuestras manos.

tormenta de espadas, sansa vi

 

Para ello, la verdad es que, desde que se planteó la posibilidad de negociar con los Tyrell, Meñique ya tenía claro que quería un gran contingente de capas doradas; pero no para su protección, sino para utilizarlos como una herramienta tanto en la propuesta de matrimonio de Joffrey como en la oferta a ser Loras de unirse a la Guardia Real.

—Hay escaramuzas entre este lugar y Puenteamargo —dijo con cautela—. Y podéis estar seguro de que Lord Stannis enviará a sus pastores para reagrupar a las ovejas descarriadas de su hermano.
—Los pastores nunca me han dado miedo. A las que temo es a las ovejas. Pero imagino que una escolta no estará de más.
Puedo prescindir de cien capas doradas —dijo Tyrion.
Quinientos.
Trescientos.
Y cuarenta más, veinte caballeros con otros tantos escuderos. Si llego sin una escolta regia, los Tyrell no me prestarán mucha atención.

choque de reyes, tyrion xiii

 

Meñique no consiguió el medio millar de capas doradas que preveía, una cantidad exagerada deliberadamente; pero sí los hombres suficientes para esparcir historias y rumores que forzasen un acuerdo afín a sus intereses. Y esas historias, como la trágica muerte de ser Preston y la salvaje violación de Lollys, debían ser totalmente verídicas. Este es el método que utilizó para convencer a Mace Tyrell de que su hijo menor vistiera la capa blanca que ser Preston había dejado de llevar tras su muerte. Pero a pesar de que ese puesto es finalmente ocupado por otro caballero, la oportuna muerte de ser Preston sirvió de excusa para presentar a ser Loras la oferta de formar parte de la Guardia Real, que es lo que en realidad se buscaba.

La Guardia Real, por Jason Engle

No obstante, nada más producirse la muerte de ser Preston y la caída en desgracia de ser Boros Blount, son Balon Swann y Osmund Kettleblack quienes entran a formar parte de la Guardia Real, lo que imposibilitaba que ser Loras pudiera prestar juramento; en su lugar, un Kettleblack es investido en la capa blanca. Y si bien Meñique dice mostrar desconfianza ante el ascenso de su lacayo, pues él mismo reconoce (que no necesariamente significa que lo piense) que la capa blanca tiene un efecto extraño incluso en hombres como Osmund, lo cierto es que con ese nombramiento ya tenía dos personas (o incluso tres, si mis sospechas sobre Balon Swann con ciertas) infiltradas en la Guardia Real, que es precisamente lo que Tyrion piensa cuando su agente doble es designado por su hermana.

Por desgracia, la opinión de Tyrion sobre la segunda elección de Cersei era muy diferente. Ser Osmund Kettleblack tenía un aspecto imponente, cierto. Medía casi dos metros, dos metros de músculos y tendones en su mayoría, y tenía una nariz ganchuda, unas cejas pobladas y una barba castaña que le daban un aspecto fiero, siempre y cuando no sonriera. Era de baja extracción, poco más que un caballero errante, y dependía por completo de Cersei para ascender. Sin duda por eso su hermana lo había elegido.
—Ser Osmund es tan leal como valiente —había dicho Cersei a Joffrey al proponer su nombre.
Por desgracia, aquello era cierto. El bueno de Ser Osmund había estado vendiendo los secretos de la reina a Bronn desde que Cersei lo había contratado, pero no era cosa que Tyrion pudiera alegar delante de ella.
Al fin y al cabo no podía quejarse. Con aquel nombramiento tenía una oreja más próxima al rey, sin que su hermana lo supiera. […]

choque de reyes, tyrion xi

 

Es innegable que con el nombramiento de Kettleblack Meñique consigue tener un oído más en la Guardia Real. Esto mismo sucede con el nuevo Septon Supremo designado expresamente por Tyrion después de la muerte del anterior en la revuelta. Quién sabe si, al igual que con ser Osmund, Tyrion cree que el nuevo Septón Supremo es de los suyos cuando en realidad debe fidelidad a otro.

Septon Supremo

El Septon Supremo, conocido como el Gordo, es otro de los fallecidos más notorios. Después de que lo derribaran de su litera, la máxima autoridad de la Fe de los Siete fue despedazado vivo por la turba. Su conocida glotonería y sobrepeso, lo que le impedía caminar, fueron su perdición ante la hambruna que padecía la ciudad. Sin embargo, más allá de que este fuera el motivo, también fue famoso por ser un hombre muy manejable, ambicioso y corrupto, lo que también suscita dudas sobre las verdaderas intenciones de su muerte.

Una vez muerto el Gordo, se abría el periodo de elección de otro Septon Supremo y la influencia de la corona en este asunto siempre había sido elevada; en el caso del sucesor del Gordo, la decisión recayó en Tyrion, que designa a uno que considera manejable.

Cuando la investidura de cargos terminó por fin, Joffrey salió escoltado por Ser Balon y Ser Osmund, ambos con sus nuevas capas blancas, mientras Tyrion se demoraba para intercambiar unas palabras con el nuevo Septon Supremo (al que había elegido él en persona, y era suficientemente inteligente para saber quién le untaba la miel en el pan).

choque de reyes, tyrion xi

 

Septon Suoremo, por Joshua Cairós

Ahora bien, como sucede con la lealtad de los Kettleblack, no sería extraño pensar que, en lugar de Tyrion, ese Máximo Devoto que se convirtió finalmente en Septón Supremo obedeciera de antemano a los intereses de otro valedor, en este caso Petyr Baelish. Muy poco sabemos del organigrama interno de la Fe y cómo ascienden sus integrantes, pero ya en Juego de Tronos encontramos un vínculo entre la institución religiosa y el consejero de la moneda, que pretendía conseguir financiación de la Fe.

—La corona tiene deudas por valor de más de seis millones, Lord Stark. Los Lannister son los principales acreedores, pero también hemos pedido crédito a Lord Tyrell, al Banco de Hierro de Braavos y a varias compañías financieras de Tyrosh. Últimamente he tenido que dirigirme a la Fe. El Septon Supremo regatea mejor que un pescadero de Dorne.

juego de tronos, eddard iv

 

Desde Juego de Tronos ya aparece la sombra de la malversación que durante su mandato Meñique llevó a cabo. El Gordo, sin embargo, no se dejaba engatusar tan fácilmente por el consejero de la moneda y presentaba un obstáculo evidente en sus planes. Es por ello que el Septon Supremo es sustituido por otro que, aunque parezca leal a Tyrion, en realidad es afín a Meñique. En este sentido, que le muestre su apoyo públicamente en cuestiones que claramente le benefician ya hace sospechar de su parcialidad. Porque, por ejemplo, después de que en un primer momento Joffrey rechazase romper su compromiso con Sansa Stark, Su Altísima Santidad intervino inmediatamente para salvar el pacto con los Tyrell.

—Madre, me gustaría acceder a los deseos de mi pueblo, pero hice un juramento sagrado.
—Alteza, los dioses tienen por sagrados los juramentos —intervino el Septon Supremo dando un paso adelante—; pero vuestro padre, el rey Robert, bendito sea su recuerdo, hizo este pacto antes de que se conociera la falsedad de los Stark de Invernalia. Sus crímenes contra el reino os han liberado de cualquier promesa que hicierais. En lo que respecta a la Fe, no hay ningún contrato matrimonial entre vos y Sansa Stark.

choque de reyes, sansa viii

 

Esto puede parecer un simple argumento de la máxima voz de los Siete en la tierra para convencer al rey, pero adquiere otras dimensiones si tenemos en cuenta que Meñique pidió permiso a Cersei para casarse con Sansa. Una propuesta de matrimonio que, además, solo pudo plantearse en el intervalo de tiempo que transcurre desde la anulación del compromiso con Joffrey, que es cuando Sansa está libre de cualquier pacto matrimonial, hasta su compromiso sorpresa con Tyrion, en el que Meñique colabora activamente. Ahora bien, aquí debe quedar claro que Meñique no corrió semejante riesgo ante Cersei por pura obsesión hacia Sansa; lo hizo porque, tras el intento fallido de secuestrarla durante la revuelta, su única alternativa pasaba por adelantarse a los Tyrell, que pretendían casarla con Wyllas, cuestión que veremos con más detenimiento en su momento.

Regresando de nuevo al tema del Septon Supremo, vemos que vuelve a mostrarle su apoyo a Meñique cuando, ante las dudas de algunos miembros del consejo, este expone su plan de contraer matrimonio con Lysa Arryn, arguyendo incluso el mismo razonamiento que él.

—Tengo preparadas otras misiones para Tyrion. Creo que tal vez Lord Petyr tenga la llave del Nido de Águilas.
Desde luego —respondió Meñique—. La tengo aquí, entre las piernas. —Sus ojos color gris verdoso brillaban de malicia—. Mis señores, con vuestro permiso, tengo intención de viajar al Valle y conquistar a Lady Lysa Arryn. Una vez sea su consorte os entregaré el Valle de Arryn sin que se haya derramado ni una gota de sangre.
¿Creéis que Lady Lysa os aceptará? —Lord Rowan no parecía muy seguro.
Ya me ha aceptado unas cuantas veces, Lord Mathis, y hasta el momento no he tenido ninguna queja.
—Acostarse con un hombre no es lo mismo que casarse con él —dijo Cersei—. Hasta una estúpida como Lysa Arryn puede ver la diferencia.
—No me cabe duda. No sería posible que una hija de Aguasdulces se casara con alguien tan inferior a ella. —Meñique mostró las palmas de las manos—. Pero claro… un matrimonio entre la Señora del Nido de Águilas y el señor de Harrenhal no es tan inimaginable, ¿verdad?
Tyrion advirtió la mirada que se intercambiaron Paxter Redwyne y Mace Tyrell.
—Puede que dé resultado —dijo Lord Rowan—. Siempre y cuando estéis seguro de que esa mujer será leal al rey.
Mis señores —intervino el Septon Supremo—, el otoño se cierne sobre nosotros, y todos los hombres de buen corazón están cansados de guerras. Si Lord Baelish puede devolver el Valle a la paz del rey sin más derramamiento de sangre, sin duda los dioses lo bendecirán.
—La clave está en si puede —dijo Lord Redwyne—. El hijo de Jon Arryn, Lord Robert, es ahora el señor del Nido de Águilas.
—No es más que un niño —señaló Meñique—. Me encargaré de que crezca como el más leal súbdito de Joffrey y como fiel amigo de todos nosotros.

[…]

Que los dioses os proporcionen vientos favorables —le deseó el Septon Supremo—. Todo Desembarco del Rey rezará para que vuestra misión tenga éxito.

tormenta de espadas, tyrion iii

 

Ahora bien, las sospechas no terminan aquí; también se extienden hasta la confesión de Lancel Lannister. Después de resultar herido de gravedad durante la Batalla del Aguasnegras, Lancel se convirtió en un hombre muy piadoso. Demasiado piadoso para el gusto de Cersei.

—Cuando parecía que iba a morir, mi padre llevó al Septón Supremo a mi lado para que rezara por mí. Es un buen hombre. —Los ojos de su primo estaban húmedos y brillantes; eran los ojos de un niño en un rostro de anciano—. Dice que la Madre me salvó la vida con algún propósito sagrado, para que pueda expiar mis pecados.

festín de cuervos, jaime iv

 

Alentado por el propio Septon Supremo, Lancel le confiesa todos sus pecados en pos de su expiación: desde haberse acostado con Cersei hasta el asesinato de Robert Baratheon con un pellejo de vino.

—Después de la batalla estaba enfadado con Su Alteza, pero el Septón Supremo me dijo que debía perdonarla.
Así que le confesaste tus pecados a Su Altísima Santidad, ¿eh?
Rezó por mí cuando me hirieron. Era un buen hombre.
«Y ahora está muerto. Las campanas doblaron por él.» ¿Qué diría su primo si conociera las consecuencias de su confesión?

festín de cuervos, jaime iv

 

Por eso mismo Cersei es acusada, entre otras cosas, por asesinato y fornicio, que son los mismos delitos que había confesado su primo al anterior Septon Supremo; pero sorprendentemente no se llega a explicitar si también ha confesado eso mismo al nuevo dirigente de la Fe. La conclusión lógica es que sí, pero tampoco es rotunda porque, a pesar de las graves acusaciones vertidas contra Cersei, el Gorrión Supremo no revela en ningún momento quién la acusa realmente. Por tanto, en puridad se trataría de la palabra de Lancel contra la de Cersei y, según el nuevo Septon, en el juicio se dilucidará la verdad, pero para eso hacen falta pruebas y, sobre todo, un testigo que las corrobore.

Tyrek Lannister

El antiguo escudero de Robert Baratheon, nombrado en muy pocas ocasiones y sin demasiado protagonismo, es el único desaparecido en la revuelta de Desembarco del Rey. Tyrek iba a caballo cuando la turba «rompió» la barrera de capas doradas que protegía a la comitiva real; pero aunque luego encontrasen su montura, no hay rastro alguno de él. Y al igual que Benjen Stark, cuyo mayor logro fue perderse por ahí, la misteriosa desaparición del hijo de Tygett marca el inicio de una fama que, de no ser por la insistencia de Martin, no tendría por qué haber ido más allá hasta convertirse en uno de los misterios de la saga. En efecto, aunque con toda lógica en Choque de Reyes comience la búsqueda infructífera del Lannister, el asunto podría haberse quedado ahí, pero en Tormenta de Espadas vuelve a insistirse nuevamente en ello no solo una, sino dos veces.

—Sí. Siento deciros que no está del mejor de los talantes. Lord Tywin considera que cuatro mil cuatrocientos guardias son más que suficientes para hallar a un escudero desaparecido, pero vuestro primo Tyrek sigue extraviado.
Tyrek era un chico de trece años, hijo de su difunto tío Tygett. Había desaparecido durante los disturbios, poco después de desposarse con Lady Ermesande, una niña de pecho, que además era la única heredera sobreviviente de la Casa Hayford.
«Y, posiblemente, la primera novia en la historia de los Siete Reinos que se queda viuda antes de que la desteten.»
Yo tampoco pude dar con él —confesó Tyrion.
Está alimentando gusanos —dijo Bronn, con su delicadeza habitual—. Mano de Hierro lo estuvo buscando, y el eunuco prometió una bolsa bien llena. No tuvieron más suerte que nosotros. No insistáis, ser.
—En lo que se refiere a los que llevan su sangre, Lord Tywin es muy terco —dijo Ser Addam, mirando con repugnancia al mercenario—. Quiere al chico, vivo o muerto, y tengo la intención de cumplir su voluntad. —Miró de nuevo a Tyrion—. Hallaréis a vuestro padre en sus aposentos.

tormenta de espadas, tyrion iii

—No me interesan los krakens ni los dragones, tengan las cabezas que tengan —interrumpió Lord Tywin—. ¿Por casualidad han encontrado vuestros informadores alguna pista del hijo de mi hermano?
Por desgracia —dijo Varys, que parecía a punto de echarse a llorar—, nuestro amado Tyrek, ese pobre y valiente joven, ha desaparecido.
—Tywin —intervino Ser Kevan antes de que Lord Tywin tuviera ocasión de poner de manifiesto su evidente insatisfacción—, algunos capas doradas que desertaron durante la batalla han vuelto a los barracones, creen que pueden reincorporarse. Ser Addam quiere saber qué debe hacer con ellos.
—Su cobardía puso en peligro la vida de Joff —saltó Cersei al instante—. Quiero que los ajusticien.

tormenta de espadas, tyrion iii

 

Y esa insistencia también reaparece en Festín de Cuervos, acompañada de una profunda reflexión de Jaime sobre el paradero de su primo y nuevos datos y conjeturas sobre su desaparición.

La señora del castillo era Lannister por matrimonio, una niña regordeta que aún gateaba: la habían casado con su primo Tyrek antes de que cumpliera un año. Tal como imponía la etiqueta, les llevaron a Lady Ermesande para que le dieran su aprobación, embutida en una di-minuta túnica de hilo de oro con las líneas zigzagueantes verdes y las ondas en verde más claro de la Casa Hayford en diminutas cuentas de jade. Pero la niña no tardó en echarse a llorar, por lo que su ama de cría1 se la llevó a la cama.
¿Seguimos sin noticias de Lord Tyrek? —preguntó el castellano mientras le servían la trucha.
—Sí. —Tyrek Lannister había desaparecido durante los disturbios de Desembarco del Rey, mientras Jaime estaba prisionero en Aguasdulces. El muchacho habría cumplido catorce años, suponiendo que siguiera con vida.
—Dirigí la búsqueda en persona por orden de Lord Tywin —intervino Addam Marbrand mientras quitaba las espinas del pescado—, pero no corrí mejor suerte que Bywater: yo tampoco descubrí nada. La última vez que lo vieron estaba a caballo, y en ese momento, la turba rompió la barrera de los capas doradas. Después de aquello… Bueno, encontramos su palafrén, pero no al jinete. Lo más probable es que lo derribaran y lo asesinaran. Pero si fue así, ¿qué pasó con su cadáver? La chusma dejó allí los demás; ¿por qué no el suyo?
Tendría más valor vivo —señaló Jabalí—. Se pagaría un buen rescate por cualquier Lannister.
Sin duda —convino Marbrand—, pero jamás se pidió rescate alguno. El chico se ha esfumado.
El chico está muerto. —Jaime se había bebido tres copas de vino; la mano dorada le parecía más pesada y torpe por momentos. «Tanto daría que me hubieran hecho un garfio»—. Si se dieron cuenta de quién era el crío que habían matado, lo tiraron al río, seguro. Temerían la cólera de mi padre; ya la conocían en Desembarco del Rey. Lord Tywin siempre pagaba sus deudas.
—Siempre —asintió Jabalí, y con eso se acabó la conversación.
Pero más tarde, en la habitación de la torre que le habían ofrecido para pasar la noche, Jaime empezó a tener dudas. Tyrek había servido al rey Robert como escudero a la vez que Lancel. Las cosas que se saben pueden ser tan valiosas como el oro y tan mortíferas como una daga. Enseguida le acudió a la mente Varys, siempre sonriente y con su olor a lavanda. El eunuco tenía agentes e informadores por toda la ciudad; para él habría sido sencillo disponer las cosas para que se llevaran a Tyrek en la confusión… siempre que supiera por adelantado que la chusma se iba a amotinar.
«Y Varys lo sabía todo, o eso nos quería hacer creer. Pero no avisó a Cersei de la revuelta, y tampoco bajó a los barcos para despedir a Myrcella.»

festín de cuervos, jaime iii

 

En primer lugar, en lo que a la narrativa se refiere, esa insistencia del autor quiere decir que, más allá del escaso desarrollo del personaje, su desaparición tendrá unas consecuencias que tarde o temprano vislumbraremos y serán relevantes para la historia. Tyrek aparecerá, si es que no lo ha hecho ya, para cumplir una función muy específica.

En segundo lugar, en cuanto a las conjeturas que plantea Jaime, no son pocas las ocasiones en las que se le ha atribuido a Varys la autoría de la revuelta. Sin rastro alguno del eunuco durante la partida de Myrcella, es obvio que la sombra de la sospecha recaiga sobre él. Más aún si siempre alardea de saberlo todo y precisamente esto no. Al final del capítulo, él mismo admite que su ausencia se debía a que estaba encargándose de “asuntos del rey”, pero precisamente por eso mismo las sospechas sobre él pueden ser inconsistentes, ya que no es una coartada muy convicente. Lo cierto es que Martin, al recalcar “tácitamente” la ausencia del eunuco en los muelles y su posterior aparición después de los disturbios, ha construido el capítulo de modo que pensemos que él ha sido el causante de la revuelta; es más, para despistar aún más al lector, expone las sospechas de Jaime sobre la implicación de La Araña en el secuestro de Tyrek, lo que ya debería plantear serias dudas sobre su culpabilidad. El punto importante, sin embargo, es que quien realmente desaparece del mapa, esperando a los resultados de la revuelta para actuar en consecuencia, no es otro que Meñique, que a diferencia de Varys sí tiene, en conjunto, una relación directa con las demás víctimas del tumulto.

Lord Varys

Varys, por Mike Capprotti

No obstante, suponiendo que hubiera sido Varys, la pregunta que cabría hacerse es por qué quiere a Tyrek. No se ofrece una explicación concisa al respecto más allá de la que se suele aducir: lo utilizaría para reforzar la pretensión al trono de Aegon VI. Al morir tantos miembros de la Casa Lannister, Tyrek tendría posibilidades de convertirse en el heredero de Roca Casterly y, por tanto, el reino más rico de Poniente daría su apoyo al hijo de Rhaegar y Elia. Si bien es complicado que Tyrek pueda heredar la Roca, pues ello se halla supeditado a la muerte de muchos familiares con preferencia en la línea sucesoria, es una posibilidad que no puede descartarse completamente dadas las circunstancias de algunos de ellos. Ahora bien, esta no es la cuestión.

La pregunta pertinente es por qué Varys causaría semejante alboroto para secuestrar a un niño. Esa metodología no casa en absoluto con el modus operandi del eunuco a lo largo de su vida como ladrón y consejero de los rumores; siempre ha utilizado medios discretos y todo tipo de artimañas para no llamar la atención en asuntos como, por ejemplo, el exilio de Jon Connington o la fuga de Tyrion. Incluso la discreción y el silencio son notas características que lo definen intrínsecamente como personaje, como vemos cada vez que aparece. La Araña, evidentemente, tiene a su alcance medios lo suficientemente discretos como para llevarse al muchacho sin levantar demasiadas sospechas; pero en ningún caso organizando una revuelta que lo dejase en evidencia de una manera tan burda como esta lo hace, hasta el punto de que Jaime sospeche.

Sin embargo, organizar ese tumulto y, durante la confusión del momento, llevar a cabo un secuestro o un asesinato sí encaja en la estrategia de “manos limpias” de Meñique, pues ya ha demostrado que tanto en el posterior secuestro de Sansa como en el intento de asesinar a Tyrion ese es su modo habitual de proceder. En el caso de la revuelta, esta metodología vuelve a imponerse una vez más: mientras Meñique está ausente, promueve un tumulto para llevar a cabo sus planes, como por ejemplo llevarse a Tyrek Lannister. Ahora bien, por qué Meñique secuestraría a un adolescente de catorce años es una pregunta que, dada la escasa información que hay sobre él, se prevé difícil de responder; en realidad, las posibilidades son múltiples.

Por un lado, desde que contrajo matrimonio con la pequeña Ermesande Hayford, Tyrek es el señor de una de las tierras que abastecen directamente a la capital del Reino. Podría resultar conveniente para Meñique controlar los suministros que llegan desde Hayford ahora que existe un problema en la sucesión de Rosby y Bronn controla Stokeworth a través de su esposa Lollys. Así podría manipular a su antojo el flujo de suministros que envía a Desembarco del Rey, aunque de momento Tyrek no se ha dejado caer por el castillo para acometer tales acciones ni parece que lo vaya a hacer, pero quién sabe.

Por otro lado, otra posibilidad es que, como dice Jaime, Tyrek tenga en su posesión información tan valiosa como el oro y, al mismo tiempo, tan mortífera como una daga2. En este punto, conviene recordar que Tyrek había servido al rey Robert como escudero a la vez que Lancel y, aunque no participase en su asesinato, podría tener información muy valiosa sobre el regicidio del rey. Además, Lancel es un junco débil que no sabe guardar secretos, como hemos visto; no sería extraño pensar que compartiese alguno con su primo pequeño o, como cualquier adolescente, alardeara de que había conseguido su hombría en el lecho de una reina. Todas estas circunstancias podrían complicar la situación de Cersei en el juicio de Fe porque la confesión de Lancel no es suficiente para culparla; es preciso un testimonio que ratifique esas acusaciones contra ella, que podría ser Tyrek.

Sin embargo, más allá de esos eventuales escenarios, el papel de Tyrek en esta historia podría ser otro muy distinto. Y esa función no es excluyente con las mencionadas anteriormente; pero, definitivamente, trasciende a ellas, pudiéndose convertir en uno de los puntos álgidos del arco de Sansa en Canción de Hielo y Fuego. Este tema, no obstante, lo retomaremos en la siguiente parte, que es donde su desarrollo sigue el hilo principal del texto.

Jaime Lannister, por suburbanbeatnik

Pero regresando a la cuestión principal, ahora surge la pregunta de si realmente Tyrek fue secuestrado o si era su voluntad marcharse con Meñique. El destino del joven escudero de Robert era convertirse en caballero, pero le fue arrebatado por cuestiones políticas: el pacto matrimonial con los Hayford. ¿Tyrek estaba de acuerdo con el tipo de vida que su familia le había obligado a tener? Recordemos que de ser escudero del rey pasa a convertirse en “niñera” de su joven esposa, que es como los otros escuderos lo llaman constantemente de forma despectiva. Y, en sus escasas apariciones, Martin insiste en reiterar ese apodo despectivo. Incluso después de su desaparición algunos lo siguen llamando así antes que con el nombre de pila, recalcando el tono burlón. Ese sobrenombre no es baladí, pues puede ser uno de los motivos de su desaparición.

Lord Gyles no dejaba de toser, mientras que el pobre primo Tyrek lucía su manto de novio, de armiño y terciopelo. Desde su matrimonio hacía tres semanas con la pequeña Lady Ermesande, los otros escuderos lo llamaban Niñera, y le preguntaban qué tipo de pañales había lucido la novia en la noche de bodas.

choque de reyes, tyrion vi

 

¿Estaría Tyrek dispuesto a aceptar semejante humillación y ser objeto de burlas durante toda su vida? En plena edad de rebeldía y huérfano de padre, pudo buscar una salida a su situación. Y en esas circunstancias quizá Meñique le ofreciese, como ya lo hizo con ser Hugh, la oportunidad de escoger entre el destino que otros habían decidido por él u otro con el que él mismo se sintiese un hombre de verdad, un caballero ungido como estaba predestinado a ser.

Ya no faltaba demasiado para el amanecer, y casi todo el castillo dormía, pero no así Petyr Baelish. Cuando Alayne llegó, estaba sentado junto a la chimenea, bebiendo vino especiado caliente con tres hombres a los que ella no conocía. Todos se levantaron cuando entró, y Petyr le dedicó una sonrisa cálida.
—Hola, Alayne. Ven, dale un beso a tu padre.
Ella lo abrazó, obediente, y le dio un beso en la mejilla.
—Siento haberte interrumpido, padre. No me dijeron que estabas acompañado.
—Tú nunca interrumpes, cariño. Precisamente estaba hablando a estos buenos caballeros de la hija tan obediente que tengo.
Obediente y hermosa —dijo un caballero elegante y joven, con una espesa melena rubia que le caía por debajo de los hombros.
—Cierto —dijo el segundo caballero, un hombre corpulento con abundante barba entrecana, la nariz protuberante llena de venitas rotas y unas manos nudosas del tamaño de jamones—. Eso se os olvidaba, mi señor.
—Yo haría lo mismo si fuera mi hija —señaló el último, bajo, enjuto, con sonrisa seca, nariz puntiaguda y pelo hirsuto anaranjado—. Sobre todo delante de unos patanes como nosotros.
Alayne se echó a reír.
¿Sois unos patanes? —preguntó en tono de broma—. Vaya, y yo que os había tomado por tres galantes caballeros.
—Caballeros sí que son —dijo Petyr—. Su galantería está aún por demostrar, pero no perdamos la esperanza. Permite que te presente a Ser Byron, Ser Morgarth y Ser Shadrich. Señores, os presento a Lady Alayne, mi hija natural, lista como ninguna… Con la que necesito hablar a solas, así que, si tenéis la amabilidad de disculparnos…
Los tres caballeros hicieron una reverencia y se retiraron, aunque el alto del pelo rubio le besó la mano a Alayne antes de salir.

festín de cuervos, alayne ii

 

Las características físicas de Tyrek Lannister son casi inexistentes en los libros; únicamente conocemos una vaga descripción suya en Juego de Tronos que ni siquiera especifica su nombre, a pesar de ser su primera aparición. En esa descripción, mientras Martin se extiende en describir a Lancel, Tyrek es simplemente descrito como un chico atractivo que tiene la misma edad que Sansa y largos rizos dorados, pero nada más.

Ser Barristan Selmy también se echó a reír. Hasta a Eddard Stark se le escapó una sonrisa. Pero los pensamientos sombríos volvieron a imponerse. Se había fijado en los dos escuderos: dos chicos atractivos, rubios y esbeltos. Uno era de la edad de Sansa y tenía largos rizos dorados; el otro tendría unos quince años, cabello color arena, la sombra de un bigote incipiente, y los ojos verde esmeralda de la reina.

juego de tronos, eddard vii

 

El caballero conocido como ser Byron el Bello encaja en ese perfil, pues los únicos datos utilizados para describirlo concuerdan con los de Tyrek: un joven atractivo y elegante con una espesa melena rubia que le cae por debajo de los hombros. Aunque los términos utilizados no sean exactamente los mismos, el significado final sí lo es. Y hasta tal punto ambas descripciones son similares que, pese a la minuciosidad de Martin en este aspecto, omite intencionadamente detalles en los que suele prodigarse, como describir el color de los ojos. Este recurso narrativo es utilizado, sobre todo, cuando pretende ocultar secretos importantes de algunos personajes, como sucede con Varys o la septa Lemore. En este caso, queda patente en la propia descripción de Lancel, al que Martin describe con todo lujo de detalles y recalca, concretamente, sus ojos color verde esmeralda típicos de su familia; mientras que con Tyrek, aunque lo mencione primero y sea Lannister, prefiere omitir ese dato cuando simplemente podría haberlo descrito por extensión igual que su primo.

Lancel Lannister, por Hennig Ludvigssen

No obstante, en este punto surge la duda razonable de por qué Sansa, a pesar de haber vivido en la misma corte que Tyrek, no es capaz de reconocerlo en Festín de Cuervos. Esto podría encontrar su explicación, demasiado fácil por otra parte, en el hecho de que no consta que Sansa haya reparado ni una sola vez en el joven escudero cuando vivía en la corte, ni siquiera en sus recuerdos de la revuelta. Seguramente se conocen de vista, es cierto; pero, en ese caso, también lo es que Tyrek se encuentra ahora mismo en plena pubertad, por lo que su cuerpo es susceptible de repentinos cambios físicos que dificultarían que alguien pudiera reconocerlo. Esto puede verse, por ejemplo, en la altura del joven ser Byron, que a simple vista puede impedir que Sansa lo recuerde tal como ella lo conoció.

Por último, el encuentro en las Puertas de la Luna ya resulta bastante llamativo cuando descubrimos que ser Shadrich, que es un cazarrecompensas que ha estado buscando a Sansa, es uno de los tres caballeros que está en la sala. Pero a pesar de su intrigante presencia, el joven de pelo rubio destaca sobre los demás porque, justo después de que los otros se marchen, demuestra tener la galantería de la que momentos antes hablaba Meñique. Ser Byron no volverá a aparecer hasta Vientos de Invierno, pero ese último detalle de besar la mano de Sansa da a entender que, a diferencia de sus otros dos compañeros errantes, se comporta como un caballero de verdad porque así lo han educado; no solo eso, sino que es un recuerdo dirigido al lector para que capte que ese personaje es distinto de los otros dos patanes que salen por la puerta.

Sansa Stark

La hija de Eddard Stark, rehén en Desembarco del Rey desde la entronización de Joffrey, también forma parte de la comitiva que despide a Myrcella en las muelles. Y desde el inicio de su cautiverio bajo el yugo de los Lannister, es la primera vez que abandona los muros de la Fortaleza Roja que la mantenían prisionera. Cuando regresa al castillo junto a Joffrey, se inicia el tumulto en las calles y desaparece misteriosamente poco después de que vuelen las primeras piedras. Aunque entre la confusión inicial los supervivientes la diesen por desaparecida, al poco rato llega a la Fortaleza Roja junto al Perro, que se había quedado atrás luchando contra los amotinados. Sus recuerdos del incidente no dejan de atormentarla desde entonces y recuerda muy bien cómo un hombre intentó tirarla del caballo.

Sansa se acordaba demasiado bien. Se acordaba de los gritos y los insultos, de cómo le corría la sangre por la mejilla cuando le lanzaron la piedra, del olor a ajo en el aliento del hombre que había intentado derribarla del caballo. Todavía sentía el pellizco doloroso de unos dedos en la muñeca cuando perdió el equilibrio y empezó a caer.
En aquel momento pensó que iba a morir, pero los dedos se estremecieron, los cinco a la vez, y el hombre lanzó un grito agudo como un relincho de caballo. La mano la soltó, y otra mano, más fuerte, la afianzó en la silla de montar. El hombre del aliento de ajo estaba en el suelo, la sangre manaba a borbotones del muñón de su brazo; pero había más, la rodeaban, muchos llevaban palos en las manos. El Perro saltó contra ellos, su espada era un torbellino de acero que levantaba a su paso una neblina roja. Cuando sus enemigos huyeron soltó una carcajada, durante un momento aquel espantoso rostro quemado se transformó.

choque de reyes, sansa iv

 

Si Sandor no hubiese intervenido, Sansa habría desaparecido durante la revuelta al igual que Tyrek Lannister. Meñique ordenó que así fuera y ser Mandon, que precisamente era su escudo, procuró dejarla sin protección para que se la llevasen. ¿Y el motivo concreto del secuestro? Desde que el consejo acordó buscar otra esposa a Joffrey, Meñique sabía que Sansa, al quedar libre del compromiso matrimonial, sería objeto de disputa entre rosas y leones para ver quién se hacía con la llave del norte. Su única opción pasaba por dejarla fuera del tablero haciéndola desaparecer.

Huida de Sansa, Jordan Grimmer

En este punto, resulta conveniente recordar que, desde el comienzo de Choque de Reyes, la obsesión de Sansa era escapar de las garras de los Lannister para regresar a casa; una esperanza que Dontos le había infundido por orden de Meñique cada vez que se encontraban en el Bosque de Dioses de la Fortaleza Roja. En su primer encuentro, casi al principio del libro, el bufón que antes era caballero le explicó muy por encima cuáles era los pasos a seguir para huir, sin saber muy bien cómo.

¿Cómo… cómo pensáis hacerlo? ¿Cómo me vais a sacar de aquí?
Salir del castillo será lo más difícil —dijo Ser Dontos alzando el rostro hacia ella—. Una vez fuera, hay barcos que podrían llevaros a casa. Sólo tendría que conseguir dinero y hacer los arreglos necesarios.
¿Podríamos irnos ahora? —preguntó, sin atreverse a albergar esperanzas.
¿Esta misma noche? No, mi señora, lo siento. Antes debo encontrar una manera segura de sacaros del castillo cuando llegue el momento adecuado. No será fácil, ni pronto. A mí también me vigilan. —Se humedeció los labios, nervioso—. ¿Podéis guardar vuestro cuchillo?

choque de reyes, sansa ii

 

La improvisación de Dontos a la hora de trazar el plan evidencia que todavía no tenía los medios suficientes para preparar la huida ni tampoco sabía cuál sería el momento propicio, de modo que lo primero que debía hacer era encontrar el momento adecuado para sacar a Sansa del castillo, que no era tarea fácil. Sin embargo, la oportunidad se presentó claramente cuando Sansa acudió a la despedida de Myrcella en las muelles, que es la primera vez que pudo salir de la Fortaleza Roja desde su cautiverio.

Organizar la revuelta ese día concreto le brindaba a Meñique la ocasión idónea para llevársela de la capital, aunque luego fallara por la intervención imprevista del Perro, que por una vez decidió despegarse de su amo. Ser Mandon, como ya hemos visto, era el escudo juramentado de Sansa, pero la dejó indefensa para que los lacayos de Meñique se la llevaran. La connivencia de Moore era esencial para que pudiera producirse el secuestro; es más, que precisamente él fuera el caballero asignado para ser su escudo juramentado y no otro es un dato a tener en cuenta, ya que Tyrion Lannister también vivió algo parecido durante la batalla del Aguasnegras.

Tyrion Lannister

Si bien Tyrion no salió malherido de la revuelta, los insultos y los objetos contundentes le cayeron encima como nunca antes había visto. Aunque nadie osó atacarle directamente o derribarlo de su caballo, quién sabe si en realidad uno de los objetivos de la revuelta era acabar con su vida. Meñique tenía motivos de sobra para hacerlo, desde luego.

El cuchillo también es muy hermoso.
—¿Sí? —La mirada de Meñique era traviesa. Desenvainó el cuchillo y le echó una ojeada sin mucho interés, como si fuera la primera vez que lo veía—. Acero valyrio y mango de huesodragón. Aunque un poco vulgar. Si os gusta, ya es vuestro.
¿Mío? —Tyrion le dirigió una larga mirada—. No. No es mío. Y nunca lo ha sido.
«Lo sabe, el muy insolente lo sabe. Y sabe que lo sé, y cree que no le puedo hacer nada.»

[…]

—Lysa es más tratable que Catelyn, cierto… pero también más miedosa, y tengo entendido que os detesta.
—Ella cree que tiene buenos motivos. Mientras fui su huésped en el Nido de Águilas, insistió en que yo había matado a su esposo, y no se mostró propensa a escuchar mis negativas. —Se inclinó hacia delante—. Pero si le entrego al verdadero asesino de Jon Arryn, tal vez cambie su opinión sobre mí.
¿Al verdadero asesino? —Aquello hizo que Meñique se incorporase en su asiento—. Confieso que despertáis mi curiosidad. ¿A quién proponéis?

choque de reyes, tyrion iv

 

En Choque de Reyes, Tyrion tiene que soportar constantemente las provocaciones de Meñique, que siempre exhibe la daga de acero valyrio que casi acaba con la vida de Bran Stark. Y Tyrion sabe que Catelyn Stark lo hizo prisionero precisamente porque Meñique lo culpó indirectamente cuando dijo que esa daga la perdió en una apuesta contra él en el torneo del día del nombre de Joffrey. Pero no solo se trata de eso, sino que Tyrion también afirma saber quién es el verdadero asesino de Jon Arryn. Meñique no es una persona que se sorprenda fácilmente, pero esa frase hace que muestre cierta inquietud.

Por otro lado, en el comienzo del libro, Tyrion tanteó a los consejeros del rey y, además, no dudó en devolvérsela a Meñique. Mientras a Pycelle le cuenta que pretende enviar a Myrcella a Dorne, a Meñique le dice otra cosa: comprometerá a la princesa con Robert Arryn y la enviaría como pupila al Nido de Águilas, para lo que precisa de su ayuda. En compensación por sus servicios, Tyrion le promete la fortaleza de Harrenhal y el titulo de Señor Supremo del Tridente, pero en realidad se trata de una encerrona para averiguar cuál de los tres consejeros trabajaba realmente para Cersei. Una vez descubierto el engaño, Baelish no se lo toma demasiado bien.

—¿De veras vais a prescindir de todos vuestros guardias, Lannister? —preguntó Meñique mientras se acariciaba la barba.
—No, voy a prescindir de todos los guardias de mi hermana.
—La reina no lo tolerará.
—Ya veréis como sí. Soy su hermano. Cuando me conozcáis mejor, veréis que siempre lo digo todo de veras.
—¿Hasta las mentiras?
—Sobre todo las mentiras. Presiento que no estáis muy contento conmigo, Lord Petyr.
—Os estimo tanto como siempre, mi señor. Aunque no me gusta que me tomen el pelo. Si Myrcella contrae matrimonio con Trystane Martell, mal podrá hacerlo con Robert Arryn, ¿no creéis?
—Sería un gran escándalo —reconoció—. Lamento esa pequeña treta, Lord Petyr, pero cuando hablé con vos no sabía que en Dorne iban a aceptar mi oferta.
No me gusta que me mientan, mi señor. —Aquello no había apaciguado a Meñique—. La próxima vez mantenedme al margen de vuestros engaños.
«Sólo si vos hacéis lo mismo conmigo», pensó Tyrion al tiempo que miraba la daga que Meñique llevaba a la cintura.
—No sabéis cuánto lamentaría haberos ofendido. Todo el mundo sabe lo mucho que os apreciamos, mi señor. Y cuánta necesidad tenemos de vos.
Pues tratad de recordarlo. —Meñique dio media vuelta y se marchó.

choque de reyes, tyrion vi

 

La humillación que supone para Meñique haber caído en el engaño de Tyrion es evidente y encima por partida doble. Pues además de haber recibido una dosis de su propia medicina, ha quedado en evidencia ante un Lannister de Roca Casterly, un enano para más inri. Y lo peor es que no obtiene el jugoso premio que el Gnomo le prometió si conseguía convencer a Lysa del compromiso de su hijo con Myrcella. Bealish no es una persona que olvide con facilidad, así que cuando se le presenta nuevamente la oportunidad de conseguir Harrenhal si negocia con los Tyrell, no la desaprovecha en absoluto. Pero no solo pretende conseguir lo prometido, sino aún más.

—Me pondré en marcha antes de que amanezca. —Meñique se levantó—. Confío en que, cuando regrese, el rey se ocupe de que reciba la recompensa que merecen mis desvelos por su causa.
—Joffrey es un soberano muy agradecido. —Varys soltó una risita—. Estoy seguro de que no tendréis motivos de queja, mi valeroso señor.
¿Qué queréis, Petyr? —preguntó la reina directamente.
Tengo que meditarlo —contestó Meñique mirando a Tyrion con una sonrisa artera—, pero algo se me ocurrirá, seguro. —Hizo una airosa reverencia y salió de la estancia con un paso tan desenfadado como si se dirigiera hacia uno de sus burdeles.

choque de reyes, tyrion viii

 

Se le ocurrirá algo como, por ejemplo, planear una revuelta para secuestrar a Sansa Stark, llevarse a Tyrek Lannister, violar a Lollys, crear una vacante en la Guardia Real, nombrar un Septón Supremo afín y silenciar de por vida a ser Aron Santagar. Pero, además, no solo no desaprovecha la oportunidad de tomar represalias (y garantías) contra Tyrion Lannister por la cuestión de Harrenhal, sino también por el asunto de la daga y el hecho de que Tyrion aparente saber quién asesinó a Jon Arryn. Y aunque resulte difícil afirmar que uno de los objetivos de la revuelta fuese matar a Tyrion, es una posibilidad a tener en cuenta. La segunda oportunidad de matarlo, si damos por buena la primera, se presentaría en la batalla del Aguasnegras, donde quedó patente que el intento de asesinato de Tyrion fue premeditado. Ser Mandon Moore, bajo órdenes expresas de Meñique, debía matarlo. De ahí que fuera su sombra gris a lo largo de la batalla.

El Gnomo iba a lomos de un semental rojo, con una armadura más sencilla que la del rey y un equipamiento de combate que lo hacía parecer un niño vestido con las ropas de su padre. Pero el hacha que llevaba colgada bajo el escudo no tenía nada de infantil. Ser Mandon Moore cabalgaba a su lado, todo acero blanco brillante como el hielo. Al ver a Sansa, Tyrion se acercó a ella a caballo.

[…]

—Cuando vuelva le darás otro beso, y probarás el sabor de la sangre de mi tío.
«Será si uno de tus guardias reales lo mata por ti.» Tres Espadas Blancas acompañarían en todo momento a Joffrey y a su tío: Ser Meryn, Ser Mandon y Ser Osmund Kettleblack.

[…]

Dio media vuelta a su caballo, picó espuelas y se dirigió hacia la puerta. Ser Meryn y Ser Osmund lo escoltaban a derecha e izquierda, y los capas doradas lo seguían en fila de a cuatro. El Gnomo y Ser Mandon Moore cerraban la retaguardia. Los guardias los vieron partir entre gritos y aclamaciones. Cuando el último de ellos hubo desaparecido, un silencio repentino invadió el patio, como la calma que precede a la tormenta.

choque de reyes, sansa v

Tyrion dejó escapar una maldición y bajó las escaleras tan deprisa como pudo. Podrick Payne los esperaba abajo con caballos para ambos. Partieron al galope por el callejón del Río, seguidos de cerca por Pod y por Ser Mandon Moore.

choque de reyes, tyrion xiii

Se dispusieron en forma de punta de lanza, con él al frente. Ser Mandon Moore ocupó un lugar a su derecha. Las llamas se reflejaban en la armadura blanca esmaltada, y sus ojos muertos brillaban con frialdad dentro del yelmo. Cabalgaba a lomos de un caballo negro como el carbón, con la armadura también blanca, y llevaba colgado del brazo el níveo escudo de la Guardia Real. Tyrion se sorprendió al ver a su izquierda a Podrick Payne, espada en mano.

[…]

[…] Ante el ariete, su alazán corcoveó, pero el corcel negro saltó limpiamente el obstáculo y Ser Mandon cruzó por delante de él, la muerte enfundada en seda nívea.

Condujo a sus hombres entre los incendios, el hollín y las cenizas de la ribera, avanzando a lo largo de un extenso muelle de piedra. Ser Balon y su tropa lo siguieron. Ser Mandon se les unió, su escudo estaba destrozado.

[…] Sus dos sombras blancas lo acompañaban todo el tiempo, Balon Swann y Mandon Moore, bellos en sus armaduras pálidas.

choque de reyes, tyrion xiv

 

Como vemos, el caballero no se despega prácticamente de Tyrion y, cuando lo hace, regresa inmediatamente junto a él. Al final, en el puente formado por naves, ser Mandon lo ataca con su espada, sin herirlo de muerte. Cuando el guardia real intenta rematarlo, es Podrick Payne quien lo evita empujando a Moore al río, donde acaba ahogándose por el peso de la armadura.

Tyrion en Choque de Reyes

Tyrion Lannister en la Batalla del Aguasnegras, por Magali Villeneuve

Luego, durante su convalecencia, Tyrion recuerda vagamente lo sucedido, pero sí tiene claro que su hermana fue quien intentó asesinarlo en el fragor de la batalla, a pesar de que ser Mandon no figuraba entre los leales a ella. Y de nuevo se repite la misma situación que se produjo con la muerte de Jon Arryn, cuando Cersei era la principal sospechosa aunque en realidad no fuera la promotora.

Ya lo recordaba todo. El puente formado por naves, Ser Mandon Moore, una mano y una espada que se dirigía a su rostro. «Si no hubiera dado un paso atrás, ese mandoble se me hubiera llevado la mitad de la cabeza.» Jaime siempre había dicho que Ser Mandon era el más peligroso de la Guardia Real, porque sus ojos muertos y vacíos no permitían adivinar sus intenciones. «No debí confiar nunca en ninguno de ellos.» Había sabido que Ser Meryn y Ser Boros eran leales a su hermana, así como Ser Osmund más tarde, pero se había permitido creer que los demás no habían perdido totalmente el honor. «Cersei debe de haberle pagado para asegurarse de que yo no volviera de la batalla. ¿Qué otra cosa podría ser? Que yo sepa, nunca hice daño alguno a Ser Mandon.» Tyrion se tocó la cara, palpando la carne con dedos torpes y gruesos. «Otro regalo de mi querida hermanita.»

choque de reyes, tyrion xv

—Jaime no cometería la idiotez de quitarse el yelmo durante una batalla. Confío en que hayas matado al hombre que te hirió.
—Desde luego, el muy miserable está bien muerto. —Aunque había sido Podrick Payne quien mató a Ser Mandon, echándolo al río para que se ahogara bajo el peso de la armadura—. Un enemigo muerto es una alegría eterna —dijo con despreocupación, aunque Ser Mandon no había sido su verdadero enemigo. Aquel hombre carecía de razones para querer verlo muerto. «Era sólo el ejecutor, y creo que conozco a quien lo envió. Ella le dijo que se cerciorara de que yo no sobreviviera a la batalla.» Pero sin pruebas, Lord Tywin no prestaría oídos a semejante acusación—. ¿Por qué estás en la ciudad, padre? —preguntó—. ¿No deberías estar peleando contra Lord Stannis, Robb Stark o cualquier otro?

tormenta de espadas, tyrion i

 

Meñique, ausente durante el transcurso de la batalla, vuelve a utilizar el mismo modus operandi que en la revuelta y, como de costumbre, sale con las manos limpias mientras todas las sospechas recaen nuevamente sobre Cersei. Y aunque este ya era, quizá, el segundo intento fallido de asesinar a Tyrion, también habría una tercera vez en Tormenta de Espadas, cuando Meñique consigue culparle del regicidio de Joffrey.

Conclusión

En definitiva, podría decirse que la revuelta le salió a Meñique relativamente bien, puesto que cumplió con casi todos sus objetivos: cinco de seis. Únicamente falló el secuestro de Sansa, que habría sido la guinda del pastel de no ser por Sandor Clegane, y quizá el asesinato de Tyrion, que tampoco es seguro que así fuera. Sin embargo, que Sansa permaneciera en Desembarco complicaba aún más su plan no solo por los riesgos del asedio que se avecinaba, sino también por la disputa que originaría su recién adquirida soltería. Después de ganar la batalla, Meñique debía actuar exponiéndose a sí mismo al pedir su mano y, solo cuando le fue negada, trazó el plan de su rapto en la Boda Púrpura. En cualquier caso, eso no empañaría lo conseguido hasta entonces, ya que el pacto con los Tyrell dependía del resultado de la revuelta que con tanta paciencia esperó. Una vez conseguidos parcialmente sus objetivos, afrontaba la negociación con los guardianes del sur en una mejor posición y con más variables a su favor, que será el tema que nos ocupará próximamente.

  1. En inglés wet nurse, que es como llaman a Tyrek los otros escuderos
  2. Esta comparación no dejar de ser llamativa en tanto que Meñique es quien utiliza un símil parecido: ¿qué daga es más peligrosa, la que esgrime un enemigo o la escondida que os pone en la espalda alguien a quien no llegáis a ver?