Análisis de Davos II con el nacimiento del bebé-sombra y encuesta de Theon

Tras unas cuantas semanas de retrasos, volvemos hoy con una nueva edición de El Campeón del Torneo. Casi deberíamos recordar que esta sección consiste en encontrar el capítulo más valorado de Canción de Hielo y Fuego. Lo primero es ofreceros nuestras disculpas y lo segundo agradeceros vuestros ánimos y paciencia. Pero ahora es el turno de centrarnos en el capítulo ganador de Davos y de presentar un nuevo punto de vista. Casualidad o no, es complicado encontrar consecutivamente dos personajes tan antagónicos. ¡Allá vamos!

Davos II, Choque de Reyes

Comenzamos con el capítulo ganador, davos ii. Diez votos de diferencia separan a su inmediato perseguidor, en el cual se nos narra el frente marítimo de la batalla del Aguasnegras. Sin embargo, davos ii hace honor a la introducción que ofrecimos en la pasada edición. Por un lado, nos deja ver de cerca a un rey y su corte; por otro, nos lleva hasta lo más profundo e íntimo de un hombre. Y, además, nos sumerge de lleno en la magia más tenebrosa vista hasta el momento. La noche es oscura y alberga cosas aterradoras, leales.

Davos Seaworth Melisandre de Asshai

Davos y Melisandre, por Pochenko

La entrega arranca con el asedio de Bastión de Tormentas. Dejando de lado otras cuestiones, lo interesante de este punto es lo nítida que se nos presenta la situación de Stannis. Para ello, resulta fundamental la oposición que Davos efectúa entre los hombres del rey y Penrose, el leal castellano de Bastión. Así, el mediano de los Baratheon aparece rodeado de los hombres de la reina y de una corte de aduladores que hasta su derrota se había decantado por Renly. Y, para el hombre más justo de todo Poniente —y también para uno de los más rencorosos—, todo ello supone un dilema:

 

—Fue justicia —dijo Stannis—. Una buena acción no lava la mala, ni una mala lava la buena. Cada una debe tener su recompensa. Fuiste un héroe y también un contrabandista. —Echó un vistazo hacia atrás, en dirección a Lord Florent y los otros, caballeros arcos iris y renegados, que los seguían de lejos—. Estos señores a los que he perdonado harían bien en reflexionar sobre ello. Seguro que habrá hombres buenos y leales que lucharán por Joffrey, pensando equivocadamente que es el rey legítimo. Hasta puede que los norteños crean lo mismo de Robb Stark. Pero los que cabalgaron bajo los estandartes de mi hermano sabían que era un usurpador. Le dieron la espalda a su rey legítimo, sin más motivo que sus sueños de poder y gloria. Sé qué son. Los he perdonado, sí. Pero yo no olvido. —Se quedó en silencio un momento, cavilando sobre los planes de justicia—.

 

Es lógico, por tanto, que hasta la tienda del rey lo acompañen sus «dos hombres»: el Caballero de la Cebolla y Melisandre de Asshai. Y en su presencia, a pesar de los fuegos que la acompañan y del rojo que la caracteriza, todo se vuelve más negro. Una vez más, Martin nos pone las cosas difíciles. Así, la causa legítima, la que encima se nos muestra como la más justa, queda oscurecida entre sombras. Stannis no es la persona más fácil de querer ni el rey con mayor poder militar, sino que además palia estas debilidades con la magia oscura. Porque una parte de sus hombres, los de la reina, le siguen por la influencia de Melisandre y su fe roja; porque otra parte, la que forman los traidores, está ahí gracias a las artimañas de la sacerdotisa; porque, en definitiva, él mismo reconoce que la fidelidad a su persona se forja con miedo, motivo por el cual no puede partir a Desembarco sin haber conquistado el asentamiento ancestral de su familia. A Martin le gustan los dilemas y siembra de ellos a sus personajes. Pero también le gusta formulárselos a sus lectores. Por eso, no es casual que en este mismo capítulo, en medio de la oscuridad y entre los «dos hombres» del rey, se dé esta conversación:

—¿Sois un buen hombre, Davos Seaworth? —preguntó.

«¿Un buen hombre estaría haciendo esto?»

—Soy un hombre —dijo—. Trato bien a mi esposa, pero he conocido a otras mujeres. He intentado ser buen padre para mis hijos, ayudarlos a encontrar su lugar en este mundo. Sí, he violado leyes, pero hasta esta noche nunca me había sentido malvado. Diría que soy una mezcla, mi señora. De bien y de mal.

—Un hombre gris —dijo ella—. Ni blanco ni negro, sino ambas cosas a la vez. ¿Eso sois, Ser Davos?

—¿Y qué si lo fuera? Me parece que prácticamente todos los hombres son grises.

—Si media cebolla está podrida, la cebolla está podrida. Un hombre es bueno o malo.

 

Este es un buen fragmento en el que observar la humanidad de los personajes de Martin y la polifonía bajtiniana, aspectos de los que estuvo hablando el escritor en Rusia hace unas semanas. Pero llaman poderosamente la atención dos cosas, además del mencionado recurso literario, plasmado en la notable oposición que subyace en las visiones del mundo de los «dos hombres» del rey: ellos son el yin y el yang de Stannis, la visión moral y la pragmática, el ángel y el demonio, los márgenes entre los cuales pueden oscilar las decisiones de Stannis.

La primera es que Stannis recurre a su fiel Davos para hacer algo por lo cual le cortó los dedos. No requiere los servicios de su leal caballero, sino del habilidoso contrabandista para llevar a cabo algo que este considera malvado. Y aunque en ambos casos se trata de llegar en medio de la noche a la caverna que se abre en la base del asentamiento Baratheon –y aunque en ambos casos, a pesar de su severo juicio, sea Stannis el mayor beneficiado—, Davos es perfectamente consciente de que la otra vez, lo que traía a Bastión de Tormentas era la vida, vida en forma de cebollas. Esta vez es la muerte, en forma de Melisandre de Asshai. Es interesante porque mientras anteriormente era consciente de que se estaba saltando la ley, es solamente ahora cuando se siente verdaderamente malvado. Lo que llega a hacer un buen hombre por un rey al que se le debe todo lo que uno es, por cumplir la ley y servir con lealtad. Y qué destino cruel este en el que el ascenso social consume a cuatro de tus hijos entre fuego valyrio, cuando en realidad se entra en esa espiral por ellos. De hecho, Stannis parece estar adelantándose a los acontecimientos cuando dice:

Algún día te daré un título de señor, contrabandista. Aunque sólo sea para fastidiar a Celtigar y a Florent. Pero no me estarás agradecido. Eso te obligará a aguantar estos consejos, y a fingir que te interesan los rebuznos de los asnos.

 

La segunda, como ya leímos en el Compendio Sanguinario, es que no deja de ser llamativo que la que habla del bien y del mal absolutos, la que habla de hombres buenos y malos, da a luz sombras en túneles oscuros, quema viva gente y manipula a su señor de forma descarada. Y si bien no hay dudas sobre los primeros puntos, sobre esto último se nos permite divagar si tenemos en cuenta la ambigüedad con la que juega Martin al hacer rememorar a Stannis la muerte de Renly. ¿Sabe Stannis toda la verdad de lo sucedido con su hermano? Una buena acción no lava una mala, alteza.

—No me cabe duda de que Cersei tuvo algo que ver con la muerte de Robert. Yo haré justicia. Y también haré justicia por Ned Stark y Jon Arryn.

—¿Y por Renly? —A Davos se le habían escapado las palabras antes de meditarlas. El Rey no dijo nada durante largo rato.

A veces sueño con eso —dijo al final en voz muy baja—. Con la muerte de Renly. Una tienda verde, velas, una mujer que grita. Y sangre. —Stannis se miró las manos—. Todavía estaba en la cama cuando murió. Que te lo diga tu hijo Devan, que intentó despertarme. Ya estaba amaneciendo, y mis señores esperaban nerviosos. Yo tendría que haber estado ya a caballo y con la armadura puesta. Sabía que Renly iba a atacar al alba. Devan dice que yo no hacía más que agitarme y gritar, pero ¿qué importa? Era un sueño. Estaba en mi tienda cuando Renly murió, y al despertar tenía las manos limpias.

Ser Davos Seaworth sintió un cosquilleo fantasmal en los dedos que no tenía. «Aquí pasa algo raro», pensó el antiguo contrabandista. Pero se limitó a asentir.

—Ya veo.

Renly me ofreció un melocotón. Durante la conferencia de paz. Se burló de mí, me desafió y me ofreció un melocotón. Creí que iba a sacar una espada y eché mano de la mía. ¿Para eso lo hizo, para ver si mostraba temor? ¿O fue una de sus bromas sin sentido? Cuando me dijo lo dulce que era el melocotón, ¿tenían aquellas palabras algún significado oculto? —El Rey sacudió la cabeza, como un perro que tuviera un conejo entre las fauces y quisiera romperle el cuello—. Sólo Renly era capaz de irritarme tanto con una fruta. Él mismo se condenó por su traición, pero yo lo quería, Davos. Ahora me doy cuenta. Y te juro que me iré a la tumba pensando en el melocotón de mi hermano.

 

Sea como fuere, no es la muerte lo que más preocupa al rey de todo lo que rodeaba a Renly. Desdichado, demasiado serio y con un sentido del deber que enfría cualquier calidez humana, lo que Stannis se llevará a la tumba será el carpe diem del que hacía gala su hermano y que él nunca disfrutará. Una bonita metáfora de todo aquello que Stannis no entiende, y otra muestra de esa polifonía bajtiniana que trufa todo el capítulo.

No obstante, a pesar de las dudas que podríamos sostener en catelyn iv, el exotismo o incluso la esperanza que el lector puede depositar en Melisandre al verla consciente del enemigo que acecha a la humanidad se caen en pedazos. Ni todos los fuegos que encienda son suficientes para alejarla ya de la oscuridad. Melisandre, bajo el pretexto de haber visto tal futuro en las llamas, trae al mundo un monstruo en forma de sombra y lo utiliza para acabar con Ser Cortnay y conseguir sangre de rey, la de Edric Tormenta. Pero, ¿hasta qué punto será cierto que la sacerdotisa roja vio la muerte de Penrose en los fuegos? ¿Se trata, como decíamos, de otra artimaña de Melisandre para demostrar su poder ante Stannis y así manipularlo?

Porque otro de los aspectos de este capítulo que llama la atención en la relectura es, sin duda, la información sobre las profecías. En efecto, aquí encontramos la semilla que brotará más tarde para hacernos ver que Melisandre puede equivocarse —y, de hecho, parece hacerlo a menudo— al leer los fuegos del futuro.

— […] Melisandre vio otra cosa en las llamas. Una mañana en la que Renly cabalgaba en el sur, con su armadura verde, para acabar con mi ejército ante los muros de Desembarco del Rey. Si me hubiera encontrado allí con mi hermano, yo podría haber muerto en su lugar.

—O tal vez habríais unido vuestras fuerzas para acabar con los Lannister —protestó Davos—. ¿Por qué no? Si la mujer ha visto dos futuros, pues… no es posible que los dos sean ciertos.

 

Como todos sabemos ahora, Melisandre no vio dos futuros. Por el contrario, lo que vio en sus fuegos fue a Garlan Tyrell vestido con la armadura de Renly. Davos tenía razón, por tanto, en que la única forma de evitar que ese posible futuro se cumpliera radicaba en asediar Desembarco cuanto antes. De hecho, es la propia muerte de Renly la que precipita los acontecimientos. Hace que Garlan se apresure a la capital tras la alianza entre la corona y los Tyrell. Quizá ni siquiera el fuego valyrio o la cadena habrían llegado a tiempo para la batalla.

Teniendo esto en cuenta es como entra en juego la pregunta sobre la muerte de Penrose. Intuímos que el cumplimiento de algunas profecías puede desencadenarse por el ahínco puesto en evitarlas, como es el caso del Valonqhar y Cersei. En otras ocasiones, pensamos que pueden cumplirse del modo más natural posible, sin que haya consciencia o voluntad de cumplirlas. En este sentido, destacan las visiones del Fanastama del Alto Corazón y también de Jojen y la toma de Invernalia. Y es aquí, sin duda, donde los fans elucubramos con nuestros candidatos, ya sea con el Semental que Montará el Mundo o con Azor Ahai. Pero, en este caso, hay una premeditada intención de que se cumplan. Es, de hecho, el modus operandi de la sacerdotisa roja prácticamente desde su llegada a Rocadragón. Por eso, es posible que Melisandre solo estuviera aduciendo tal visión para cumplir con lo que cree que más le conviene a Stannis y, por supuesto, para seguir haciéndole creer hasta qué punto depende de ella y la necesita. Porque sabemos que necesita sangre de rey, más todavía ahora que la luz de Stannis se está extinguiendo.

Necesito al chico, Davos. Es imprescindible. Melisandre también lo vio a él en las llamas.

Davos buscó otras respuestas, desesperado.

—En Bastión de Tormentas no hay caballero que se pueda igualar a Ser Guyard, a Lord Caron ni a ninguno de los cientos que os sirven. Eso del combate singular… ¿No será que Ser Cortnay busca una manera de rendirse con honor? ¿Aunque le cueste la vida?

La sombra de la duda pasó por el rostro del Rey como una nube rápida.

—Más bien busca alguna manera de engañarnos. No habrá combate de campeones. Ser Cortnay estaba muerto aun antes de tirarme el guante. Las llamas no mienten, Davos.

«Pero me pedís que haga realidad lo que dicen», pensó. Hacía tiempo que Davos Seaworth no sentía una tristeza semejante.

 

Ya habíamos visto a Davos, al hablar con su rey sobre la muerte de Renly, preocupado por la influencia de la bruja roja. Ahora, sin embargo, directamente lo observamos triste. Davos es plenamente consciente de que algo oscuro se está abriendo paso conforme avanza Melisandre de Asshai¿Cómo puede intuir esto el Caballero de la Cebolla al mismo tiempo que Stannis declara tener la conciencia tan limpia en relación a la muerte de su hermano? ¿Es genuina esta ignorancia? Porque tal desconocimiento destaca frente a lo que Stannis sí parece saber sobre Penrose o, cuando menos, lo que no ha querido conscientemente saber:

—No hace falta que me entiendas; sólo que me sirvas. Ser Cortnay morirá hoy mismo. Melisandre lo ha visto en las llamas del futuro. Su muerte y cómo va a morir. Ni que decir tiene que no será en combate —Stannis alzó la jarra y Devan se la volvió a llenar de agua—. Sus llamas no mienten nunca. También vio el destino de Renly. Fue en Rocadragón, y se lo dijo a Selyse. Lord Velaryon y ese amigo vuestro, Salladhor Saan, quieren que envíe mi flota contra Joffrey, pero Melisandre me dijo que si venía a Bastión de Tormentas, conseguiría la mayor parte del ejército de mi hermano. Y así ha sido.

[…]

»Ya sé que no sientes afecto por ella, Davos. Lo veo, no estoy ciego. A mis señores tampoco les gusta. Estermont cree que el corazón llameante es una mala elección, y no deja de pedirme que luchemos bajo el estandarte del venado coronado, como antaño. Ser Guyard dice que una mujer no debería ser mi portaestandarte. Otros murmuran que no tendría que estar en mi consejo de guerra, que debería enviarla de vuelta a Asshai, que es un pecado que comparta mi tienda por las noches. Sí, todos murmuranmientras ella me sirve.

 

Como reflejan todas las dudas que os planteamos, no puede negarse que si en este capítulo la magia cobra forma y se hace explícita, no es menos cierto que Martin también juega sutil y maravillosamente con sus personajes. Y al pobre contrabandista, como de costumbre, le toca llevarse la peor parte.

Theon, Choque de Reyes

Y seguimos trabajando el metal, y del rey hecho de hierro, como diría Donal Noye, pasamos al primer Hombre del Hierro —¿o es un Stark?— que acude a nuestro torneo. Lleva una sonrisa estúpida en la boca, las armas siempre afiladas y el arco dispuesto. Ha venido a pie, pues no se ha decidido a escoger entre un barcoluengo o un caballo. Y, aunque dice luchar por quien sea, en realidad solo quiere gloria para sí mismo. Con todos nosotros,  el menor de los hijos del Kraken, Theon Greyjoy.

Theon Greyjoy

Theon Greyjoy, por gibilynx

Como apuntó Martin en la entrevista ya mencionada, Theon

quiere ser Jon Nieve, pero no puede. Sigue tomando las decisiones equivocadas. Sigue dejándose llevar por sus peores y egoístas impulsos. En cierto sentido, Theon está luchando por ser un héroe. Ambos provienen de la misma situación: fueron criados en Invernalia por Eddard Stark, pero no fueron una parte real del núcleo familiar. Theon es un pupilo y Jon Nieve es un bastardo. Así que han estado algo apartados, pero Jon ha conseguido afrontarlo satisfactoriamente y Theon fracasa a la hora de hacerlo. Está envenenado por su propia envidia y su sensación de no pertenencia.

 

El arco de Theon en Choque de Reyes consiste, como sucede con Jon en Juego de Tronos, en encontrar su sitio en el mundo. Ni Greyjoy ni Stark, el joven Kraken parece no encajar en ninguna parte, y de ahí que se decida a fraguarse un nombre como Príncipe de Invernalia. Y, de forma semejante a lo ocurrido con otros puntos de vista en el primer libro, aquello que ansía acabará por convertirse en cenizas.

El título de Príncipe de Invernalia no es baladí, pues sintetiza a la perfección los dos mundos en los que se mueve Theon. Se presenta en las Islas del Hierro como legítimo príncipe, debido a la oportunista coronación de su padre. Sin embargo, sus pretensiones, actitudes y ropajes son los propios de un príncipe de las tierras verdes, lo que provoca el rechazo de su padre, de su hermana y de su tío Aeron. Y, de forma semejante, si en Pyke no es reconocido, tampoco lo será en Invernalia. Allí, donde era Theon el pupilo, el rehén, el amigo de Robb, llega como el conquistador, como un saqueador acompañado de Hombres del Hierro que solo busca rapiña aprovechándose de la situación. De este modo, no solo incumple las órdenes de su padre como príncipe, sino que también resulta ser un gobernante nefasto. 

Pero, además, dejando esos sentimientos de no pertenencia al margen, Theon persigue objetivos egoístas con los que alcanzar su gloria. Esto queda claro en la propia elección del título principesco, que acompaña a su despectiva forma de ser con quienes considera inferiores: la hija del capitán de la Myraham, Esgred (Asha) y Hediondo (Ramsay). Y, del mismo modo, también en la toma de Invernalia, plaza imposible de defender para los Hombres del Hierro en este momento. Se trata de una aventura personal, de convertirse en leyenda y carne de canciones. Y, a diferencia de lo que puede suceder con el típico traidor o villano, Martin consigue que las motivaciones de Theon, aunque ruines, sean humanas al fin y al cabo. Una serie de malas decisiones le arrastrará hasta el pozo más hondo de su existencia, convirtiéndolo en uno de esos personajes grises de los que hablaba Davos por excelencia. De modo que, si Theon se sabe un chiste del que nadie más se ríe, lo que no sabe es que quien ríe el último, ríe mejor.

A continuación, como es costumbre, encontraréis un breve resumen de los capítulos de Theon en Choque de Reyes. Si no fueran suficiente, contáis con las extensas sinopsis de la Hielo y Fuego Wiki, aunque lo más interesante sería releer los capítulos durante esta semana. Para los fans de la serie, recordamos que Yara, la hermana de Theon, se llama Asha en los libros.

  • theon i: Theon se dirige a Pyke como mensajero de Robb Stark. En el viaje se convence a sí mismo de ser el heredero de su padre y el príncipe del Hierro, pero a su llegada nadie lo reconoce y solo su tío Aeron acude a buscarlo. Este, ahora sacerdote, hace añicos sus fantasías apelando a las costumbres propias de las islas y a la existencia de Asha. Balon confirma esta impresión al verlo vestido a la usanza del continente y ridiculiza las intenciones de Theon y Robb. Así, si el benjamín Greyjoy planeaba conquistar Lannisport, su padre tiene otras intenciones muy distintas.

  • theon ii: Theon, que se encuentra en Puerto Noble evaluando el progreso de la construcción de la flota de su padre, conoce a Esgred, la esposa de Sigrin, astillero mayor. Decidido a cortejarla, decide llevarla al castillo de su padre, quien va a celebrar un banquete de coronación. Por el camino, Theon sigue hablando de sus glorias y objetivos, a pesar de que su acompañante es más reconocida que él entre la población. A su llegada a Pyke, Theon descubre que Esgred es en realidad su hermana Asha y queda completamente avergonzado, sobre todo cuando es ella quien se sienta a la derecha de su padre. Tras el convite, Balon llama a su familia para comentar sus planes: el objetivo es el Norte y el papel asignado a Theon, el de un mero saqueador. 

  • theon iii: Theon, acompañado de Dagmer Barbarrota y de su tío Aeron, se impone en la Costa Pedregosa sobre los hombres de Tallhart. Sin embargo, la misión no le seduce en absoluto. Por eso convence a Dagmer de su ambicioso plan. Para ello, este deberá asediar la Ciudadela de Torrhen. Theon aprovechará ese movimiento para tomar una plaza que quedará muy mermada al partir Ser Rodrik Cassel en apoyo de la Casa Tallhart.

  • theon iv: Theon se despierta en medio de la noche y descubre que Bran, Rickon, los Reed, Osha y Hodor han desaparecido. A la mañana siguiente, el Príncipe de Invernalia lidera una partida de cazadores para ir en busca de sus más valiosos rehenes. Allí también se encuentra Hediondo, quien dice ser el sirviente del fallecido Ramsay Nieve, hijo natural de Lord Bolton. La expedición fracasa por completo, pero Hediondo le comunica a Theon que sabe dónde se encuentran los pequeños Stark y le hace mirar una bolsa en la que se encuentran algunas de las pertenencias de los muchachos. 

  • theon v: el Príncipe de Invernalia se despierta en la medianoche entre pesadillas. Su hermana llega al día siguiente y le critica su actuación, especialmente el haber asesinado a los dos Stark que debería haber llevado como rehenes a Pyke y cuyas cabezas reposan en picas. Theon le pide hombres, ya que Dagmer y los suyos han caído en la Ciudadela de Tohrren, con lo que ahora Cassel puede recuperar Invernalia. No obstante, Asha le deja todavía con menos refuerzos y le sugiere que parta con ella. Sin la ayuda de su hermana, Hediondo se ofrece a ir a Fuerte Terror a por efectivos con los que enfrentarse al castellano de Invernalia. Theon, desesperado, accede. Por la noche las pesadillas continúan en forma de banquete al que solo acuden los muertos, incluyendo a Robb Stark y Lyanna. Theon se lamenta de que en realidad las cabezas embreadas sean las de los hijos del molinero.

  • theon vi: la batalla se desata entre las fuerzas de Cassel y la decena de hombres de Theon. El Príncipe de Invernalia no se ha conformado con una rendición honorable y solo la posibilidad de vestir el negro y de llegar a ser capitán de los exploradores o Lord Comandante le hace dudar. No obstante, Theon sigue obcecado en conservar Invernalia, intención que queda clara en su parlamento con Ser Rodrik Cassel. Cuando todo parece perdido, los hombres de Fuerte Terror cargan contra las huestes norteñas y Theon permite que accedan al castillo una vez han acabado con sus enemigos. La amistad pronto se agria y Hediondo abofetea a Theon y toma el mando de la situación. El Príncipe de Invernalia, humillado y tirado en el suelo, solo puede ver la huida de su caballo y el incendio que empieza a asolar su hogar.

La encuesta permanecerá abierta durante una semana, así que podéis tomaros vuestro tiempo para madurar la decisión. En catorce días sabremos qué capítulo ha sido el ganador y continuaremos con el torneo de Daenerys.

¿Qué opináis del capítulo ganador de Davos? ¿Creéis que Stannis sabe cómo murieron su hermano y Penrose? ¿Vio realmente Melisandre la muerte de Ser Cortnay en las llamas? ¿Qué destacaríais vosotros de este capítulo? Y que no se nos olvide… ¿Tienes ya claro cuál es tu capítulo favorito de Theon Greyjoy en Choque de Reyes?

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