Análisis de El Hombre Ahogado, momento en el que Euron se proclama rey en la Asamblea de Sucesión Greyjoy.

Lo prometido es deuda, así que hoy toca una nueva edición de El Campeón del Torneo, protagonizada por la Asamblea de Sucesión Greyjoy. Aunque esta sección siempre se ha elaborado desde un punto de vista muy particular, conviene señalar que con Festín de Cuervos arranca una nueva etapa. El cuarto libro de Canción de Hielo y Fuego abre el segundo acto de la saga. Esto quiere decir que si bien hasta ahora era sencillo encontrar en la lectura semillas y significados ocultos más o menos compartidos por cualquier lector —dado que sabíamos lo que teníamos que buscar porque sabíamos lo que iba a suceder—, ahora mismo nos encontramos ante el abismo: el arco iniciado en Festín de Cuervos lleva la friolera de 16 años abierto, pero su clímax todavía brilla por su ausencia.

Así pues… ¿qué es un indicio y qué no? Realmente es imposible saberlo y, para más inri, este es un capítulo en el que las dobles lecturas abundan casi con toda seguridad. Es por ello que vuestra opinión es ahora más importante que nunca. De este modo, como si de la propia Asamblea de Sucesión Greyjoy se tratara, queremos que todos alcéis la voz para proclamar vuestros puntos de vista (siempre y cuando, como hemos tratado de hacer nosotros, seáis responsables con los posibles spoilers de los adelantos de Vientos de Invierno). Aquí no hace falta oro ni piedras preciosas para apoyar vuestra candidatura. Tampoco hay una corona de madera de deriva en juego. Pero si Farwynd, Ironmaker y Drumm tuvieron su oportunidad, vosotros sin duda os merecéis todas las que queráis. Eso sí, participad solamente si no os importa perder. Porque de la Asamblea de Sucesión Greyjoy siempre saldrá vencedor Euron Greyjoy.

La Asmablea de Sucesión Greyjoy

Días antes de la celebración de la asamblea, Rodrik el Lector, señor de Harlaw y uno de los pocos Hijos del Hierro que ha usado los ojos para algo más que para ver, conversa con su sobrina Asha Greyjoy sobre lo siguiente:

«Una asamblea para la elección del rey. Esto sí que es nuevo… o, mejor dicho, muy, muy viejo».
[…]
—Me dan ganas de besar los pies apestosos de Pelomojado y sacarle las algas de entre los dedos. —Asha arrancó la daga de la mesa y se la volvió a guardar en la funda—. ¡Una asamblea de sucesión! ¡Joder, qué idea!
—En Viejo Wyk —confirmó Lord Rodrik—. Y yo no estoy tan seguro de que sea buena idea. He estado consultando la Historia de los hijos del hierro, de Haereg. La última vez que los reyes de la sal y los reyes de la roca celebraron una asamblea, Urron de Monteorca envió a sus hombres armados con hachas, y las costillas de Nagga se cubrieron de sangre. Desde aquel día aciago, la Casa Greyiron reinó sin más elecciones durante mil años, hasta la llegada de los ándalos.
—Tienes que prestarme ese libro de Haereg, tío.
Le iba a hacer falta averiguar todo lo posible sobre las asambleas antes de llegar a Viejo Wyk.
—Lo puedes leer aquí. Es muy antiguo, muy frágil. —La miró con el ceño fruncido—. El archimaestre Rigney escribió que la historia es una rueda, que la naturaleza del hombre es inmutable en lo fundamental. Según él, lo que ya ha sucedido volverá a suceder, sin remedio. Siempre que pienso en Ojo de Cuervo me acuerdo de eso. El nombre de Euron Greyjoy se parece demasiado al del Urron Greyiron de aquellos tiempos. No voy a ir a Viejo Wyk. Y tú tampoco deberías.

festin de cuervos, la hija del kraken

 

De todas las asambleas de sucesión que ha habido, Martin quiere resaltar a través de Rodrik esta en especial. Aunque a priori pueda parecer que dicha elección se basa principalmente en construir el indicio de la victoria de Euron, el cual es clamoroso, en la relectura resulta mucho más jugoso pensar que dicha asamblea sirve para sostener esa reflexión sobre que la historia es una rueda. Porque, de hecho, la narrativa circular que Martin usa en la propia Asamblea de Sucesión Greyjoy es la plasmación de esta idea. En otras palabras, Euron, Victarion y Asha son el reverso de Farwynd, Ironmaker y Drumm, respectivamente.

Gylbert Farwynd es el primer candidato:

Uno de ellos desplegó el estandarte: un gran barcoluengo negro contra un sol poniente.
—Soy Gylbert Farwynd, señor de Luz Solitaria —dijo el aspirante a la asamblea.
Aeron conocía a algunos Farwynd; eran una gente extraña que poseía tierras en las costas más occidentales de Gran Wyk y en las islas dispersas cercanas, rocas tan pequeñas que en la mayoría sólo cabía una casa. De todas ellas, Luz Solitaria era la más distante, a ocho días de navegación hacia el norte, entre colonias de focas y leones marinos, rodeada por el interminable océano gris. Los Farwynd que vivían allí eran aún más extraños que los demás. Había quien decía que eran cambiapieles, seres impíos capaces de adoptar la forma de leones marinos, morsas o hasta tiburones ballena, los lobos de alta mar.
Lord Gylbert empezó a hablar. Les contó historias sobre una tierra maravillosa situada más allá del mar del Ocaso, una tierra sin invierno ni penurias donde no se conocía la muerte.
—¡Elegidme rey y os llevaré allí! —exclamó—. Construiremos diez mil barcos, como hizo Nymeria, nos haremos a la mar con todo nuestro pueblo y navegaremos hacia la tierra que se extiende más allá del ocaso. Allí todo hombre será rey, y toda esposa, reina.
Aeron se fijó en que sus ojos cambiaban del azul al gris, inconstantes como los mares.
«Ojos de loco —pensó—, ojos de estúpido.» Sin duda, la visión de la que hablaba era una trampa que tendía el Dios de la Tormenta para atraer a los hijos del hierro a la destrucción. Entre las ofrendas que derramaron sus hombres ante la asamblea había pieles de foca, colmillos de morsa, brazaletes de hueso de ballena y cuernos de guerra con bandas de bronce.

 

Siguiendo las palabras resaltadas hemos tratado de sintetizar los dobles sentidos que ligan a Farwynd con Euron. Tenemos un barcoluengo y un sol como emblema, que bien podría ser el Silencio a la deriva o incluso el ojo rojo de Euron; unas tierras lejanas pobladas por gente extraña, de donde proceden Euron y sus monstruos, e, incluso, una alusión a sus ojos. Ojos de loco, nos dice Aeron, lo mismo que se puede decir de Euron, el más loco de los hijos de Quellon Greyjoy —en palabras de Blacktyde—, y sobre quien hay multitud de referencias en torno a sus dispares ojos. Por supuesto, ambos pretendientes son para Aeron la trampa tendida por el Dios de la Tormenta.

Pero la puntilla, sin duda, la encontramos en la parte mágica (con las alusiones a los cambiapieles y al Invierno) y mesiánica de los dos discursos, donde resaltan las diferencias creadas por el paso del tiempo. Farwynd ofrece la promesa de alcanzar el Valinor de Canción de Hielo y Fuego, un paraíso distante idealizado, propio de otro tiempo; en tanto que Euron, consciente del momento que está viviendo, ofrece un moribundo Poniente, un seudoparaíso terrenal, cercano y material, la oposición perfecta, pues sabe que Poniente se puede convertir también en una tierra fría donde no se conozca la muerte

Y yo os digo que todo Poniente se está muriendo. Los que me sigan celebrarán un festín que durará hasta el fin de sus días.

 

Eric Ironmaker es el segundo candidato:

—Os lo pregunto de nuevo. ¿Quién será nuestro rey?
—¡Yo! —rugió una voz retumbante, y de nuevo, la multitud abrió paso.
El que había hablado subió a la cima de la colina en un palanquín de madera de deriva que sus nietos cargaban a hombros. Aquel hombre era una ruina; pesaba una docena de arrobas y tenía noventa años. Su capa era una piel de oso blanco. También tenía el pelo blanco como la nieve, y la barba le llegaba de las mejillas a los muslos, de manera que costaba ver dónde terminaba la barba y dónde empezaban las pieles. Aunque sus nietos eran hombretones corpulentos, les costó un gran esfuerzo cargar con su peso a la hora de subir por los empinados peldaños de piedra. Lo depositaron en el suelo ante la sala del Rey Gris, y tres de ellos permanecieron dos escalones más abajo para servirle de campeones.
«Hace sesenta años, quizá podría haberse ganado el favor de la asamblea —pensó Aeron—, pero su hora pasó hace mucho tiempo
—¡Sí, yo! —rugió el hombre desde su silla con una voz tan inmensa como él—. ¿Por qué no? ¿Quién hay mejor? Para los que estéis ciegos os diré que soy Erik Ironmaker. Erik el Justo. Erik el Destrozayunques. Muéstrales mi martillo, Thormor. —Uno de sus campeones lo levantó para que todos lo vieran: era una herramienta monstruosa, con el mango envuelto en cuero viejo, y su cabeza era un ladrillo de acero tan grande como una hogaza—. He perdido la cuenta de las manos que he machacado con ese martillo —dijo Erik—, pero tal vez os lo pueda decir algún ladrón. Tampoco sé cuántas cabezas he destrozado contra mi yunque, pero hay viudas que sí lo saben. Podría contaros todas las hazañas que he realizado en combate, pero tengo ochenta y ocho años; no viviría lo suficiente para narrarlas todas. Si la edad confiere sabiduría, no hay nadie más sabio que yo. Si el tamaño confiere fuerza, no hay nadie más fuerte. ¿Queréis un rey con herederos? Tengo tantos que no los puedo ni contar. ¡Erik rey, sí, me gusta! ¡Vamos, gritadlo conmigo! —comenzó a gritar—: ¡Erik! ¡Erik Destrozayunques! ¡Erik, rey!

 

Como podéis deducir, Victarion es el Destrozayunques de nuestro tiempo. El propio Aeron nos dice de Ironmaker que su tiempo ya pasó, y si bien Eric nos habla de las proezas que realizó con su martillo, Victarion hará lo propio mostrando su hacha. Si Farwynd y Euron ofrecen las candidaturas milenaristas escatológicas, los discursos de Ironmaker y Victarion son escuetos y simples, apelando sencillamente a la fuerza bruta que tuvieron o tienen. De hecho, con Euron ya coronado, Ironmaker ocupará el lugar que Euron ofrecerá a Victarion una vez cese la guerra: el gobierno de las Islas del Hierro desde el Trono de Piedramar.

Pero si algo termina de vincular a Victarion con Eric es, sin duda, Asha Greyjoy. Ella es la encargada en ambos casos de poner fin a sus varoniles parlamentos, ridiculizando primero la escasa fuerza de Ironmaker y las escasas luces de Victarion. Quizá, como dice Ironmaker, la edad confiera cierta sabiduría, pero Asha no deja pasar la ocasión para remarcar lo joven que, en ese sentido, sigue siendo su tío.

Pero de pronto, una voz de mujer se hizo oír en medio del griterío.
—¡Erik! —Los hombres se apartaron para dejarle paso. Puso un pie en el peldaño más bajo—. Levántate, Erik —dijo.
Se hizo el silencio. El viento soplaba: las olas rompían contra la orilla; los hombres se susurraban cosas al oído. Erik Ironmaker miró desde arriba a Asha Greyjoy.
—Mocosa, tres veces maldita mocosa, ¿qué has dicho?
—¡Que te levantes, Erik! —replicó—. Levántate y gritaré tu nombre junto con los demás. Levántate y seré la primera en seguirte. Quieres una corona, ¿no? Pues levántate y cógela.
Ojo de Cuervo, todavía entre la multitud, se echó a reír. Erik lo miró. Las manos del hombretón se cerraron alrededor de los brazos del trono de madera de deriva. El rostro se le puso rojo, y luego morado. Los brazos le temblaron por el esfuerzo. Aeron vio como se le hinchaba una gruesa vena azul en el cuello mientras se esforzaba por levantarse. Durante un momento pareció que lo iba a conseguir, pero enseguida se quedó sin aliento y se derrumbó de nuevo sobre los cojines con un gemido. Euron se rió con más ganas todavía. El hombretón inclinó la cabeza y envejeció en un instante, a la vista de todos. Sus nietos se lo llevaron colina abajo.
[…]
Pero no fue Euron quien puso fin a los gritos, sino la tres veces maldita mujer. Se llevó dos dedos a la boca y lanzó un silbido largo, tan penetrante que cortó el jaleo igual que un cuchillo corta un flan.
—¡Tío! ¡Tío!
Se inclinó, tomó una gargantilla de oro y se dirigió hacia los peldaños. Nute la agarró por el brazo y, durante un momento, Aeron albergó la esperanza de que los campeones de su hermano consiguieran acallar a aquella estúpida, pero Asha se liberó de la mano del Barbero y le dijo a Ralf el Rojo algo que lo hizo apartarse. A medida que subía por las escaleras, las aclamaciones fueron cesando. Era la hija de Balon Greyjoy, de modo que la multitud tenía ganas de escuchar lo que fuera a decirle.
—Has sido muy amable al traer tantos regalos a mi asamblea, tío —le dijo a Victarion—, pero no hacía falta que vinieras con la armadura puesta. Te aseguro que no pienso hacerte ningún daño. —Sonaron unas cuantas risotadas; Asha se volvió para enfrentarse a los capitanes—. No hay hombre más valiente que mi tío, ni más fuerte, ni más fiero en la batalla. Sabe contar hasta diez tan deprisa como cualquiera, yo misma le he visto hacerlo… Aunque si le hace falta contar hasta veinte, tiene que quitarse las botas. —Aquello provocó otro estallido de carcajadas—. Lo malo es que no tiene hijos, y las esposas se le mueren. Ojo de Cuervo es mayor que él, es un aspirante con más derechos…

 

Dunstan Drumm es el tercer candidato:

El siguiente candidato fue Drumm, otro anciano, aunque no de edad tan avanzada como Erik. Ascendió hasta la cima de la colina por su propio pie. Llevaba a un costado Lluvia Roja, su famosa espada, forjada con acero valyrio en tiempos anteriores a la Maldición. Sus campeones eran hombres de importancia: sus hijos Denys y Donnel, ambos guerreros fornidos, y entre los dos, Andrik el Taciturno, un gigante de brazos gruesos como troncos de árboles. Que un hombre como él estuviera de su parte decía mucho en favor de Drumm.
¿Dónde está escrito que nuestro rey deba ser un kraken? —empezó Drumm—. ¿Qué derecho tiene Pyke a reinar sobre nosotros? Gran Wyk es la isla más grande; Harlaw, la más rica; Viejo Wyk la más sagrada. Cuando el fuego de dragón consumió la estirpe negra, los hijos del hierro le dieron la primacía a Vickon Greyjoy, sí… pero como señor, no como rey.
Era un buen comienzo. Aeron oyó gritos de aprobación, pero fueron menguando a medida que el viejo empezaba a hablar de la gloria de los Drumm. Habló de Dale el Temible, de Roryn el Saqueador, de los cien hijos de Gormond Drumm, también llamado el Viejo Padre. Desenvainó Lluvia Roja y les contó cómo Hilmar Drumm el Astuto le había ganado aquella espada a un caballero sin más ayuda que su ingenio y un garrote de madera. Habló de barcos desaparecidos hacía tiempo y de batallas olvidadas ochocientos años atrás, y la multitud empezó a aburrirse. Habló, habló, habló y habló.
Y cuando los cofres de los Drumm se abrieron, los capitanes vieron los mezquinos regalos que les habían llevado.
«Nunca se ha comprado un trono con bronce», pensó Pelomojado. Era una certidumbre que se hizo aún más evidente a medida que los gritos de «¡Drumm! ¡Drumm! ¡Dunstan, rey!» se iban apagando.

 

Drumm, por consiguiente, es el anverso de Asha Greyjoy. Su discurso no se basa en la fuerza ni tampoco en la magia. Se basa en las palabras, en la historia, y ya cuestiona en su comienzo el derecho de Pyke a gobernar a los Hijos del Hierro. En esencia, es un planteamiento similar al parlamento de Asha. En vez de cuestionar al kraken, ella cuestionará al hombre y en vez de aburrirlos con un largo monólogo, intentará que los Hijos del Hierro piensen sobre sus palabras, recurriendo para ello a un afilado humor que, no obstante, no olvida el pasado. Ninguno de los discursos está destinado a funcionar, pero ambos pretendientes cuentan con una hoja de acero valyrio en su escenificación y con ofrendas mediocres.

Blasón de la Casa Toland

Con Drumm se produce el primer alto en el círculo del tiempo. La aguja del reloj ha recorrido la mitad del trayecto, y él es el último candidato que pertenece a otro tiempo, al pasado, en esta maravillosa jugada de Martin. Una arcadia perdida, un antiguo héroe y un sinfín de historias componen la primera parte de la asamblea. Pero si lo que está muerto no puede morir y el pasado está condenado a repetirse, lo que queda por venir es más de lo mismo, si bien adaptado a los tiempos que corren.

Victarion Greyjoy es el cuarto candidato:

Aeron sintió una tensión creciente en el estómago; le parecía que las olas batían con más fuerza que antes.
«Es la hora —pensó—. Es hora de que Victarion dé un paso al frente.»
—¿Quién será nuestro rey? —gritó el sacerdote una vez más, pero en aquella ocasión, sus furibundos ojos negros se clavaron en su hermano, en medio de la multitud—. Nueve hijos engendró la entrepierna de Quellon Greyjoy. Uno de ellos era más fuerte que los demás y no conocía el miedo.
Victarion le devolvió la mirada y asintió. Los capitanes le abrieron paso cuando subió por los peldaños.
Bendíceme, hermano —dijo al llegar a la cima. Se arrodilló e inclinó la cabeza.
Aeron descorchó el pellejo y le derramó un chorro de agua marina por la frente.
—Lo que está muerto no puede morir —dijo el sacerdote.
—Sino que se alza más duro, más fuerte —respondió Victarion.
Cuando Victarion se puso en pie, sus campeones se situaron al pie de la escalera: Rafe el Cojo, Rafe Stonehouse el Rojo y Nute el Barbero, todos ellos guerreros de gran fama. Stonehouse llevaba el estandarte de los Greyjoy, el kraken dorado sobre un campo negro como el mar de medianoche. En cuanto lo desplegó, los capitanes y los reyes empezaron a gritar el nombre del Lord Capitán. Victarion aguardó a que se callaran antes de dirigirse a ellos.
—Todos me conocéis. Si lo que queréis son palabras bonitas, pedídselas a otro. Yo no tengo lengua de bardo. Tengo un hacha, y tengo estos. —Alzó los enormes puños enfundados en guanteletes y los mostró, y Nute el Barbero mostró su hacha, una impresionante arma de acero—.

 

Uno de los grandes logros de Martin como escritor es la caracterización de personajes, y aquí tenemos una prueba irrefutable. Porque es complicado que con tan poco se consiga tanto. Victarion es imbécil. Ya hemos visto que, al igual que Ironmaker, su discurso se basa en un hacha descomunal y en un par de brazos dignos de mención, propios de un cura y un panadero. Pero lo que nos permite darnos cuenta del profundo fracaso que encarna este personaje es la segunda parte de su discurso. Una vez aludida la fuerza, todo lo demás es un absoluto despropósito. Veámoslo:

Fui un hermano leal —continuó Victarion—. Cuando Balon contrajo matrimonio, fue a mí a quien envió a Harlaw para que le llevara a su esposa. Estuve al mando de sus barcoluengos en muchas batallas, y sólo perdí una. La primera vez que Balon se coronó, fui yo quien navegó hasta Lannisport para chamuscarle la cola al león. La segunda vez fue a mí a quien envió a despellejar al Joven Lobo si volvía aullando a su casa.

 

Segundón por excelencia, Victarion tiene la oportunidad de hablar ante su gente quizá por primera y única vez en su vida y no hace otra cosa que remarcar tal condición. Es tan poco consciente de ello que incluso se permite el lujo de reconocer que fue el instrumento adecuado para llevar a cabo los planes de Euron durante la Rebelión Greyjoy, pues todo el mundo sabe que el ataque a Lannisport fue planteado por Ojo de Cuervo.

Sus recursos retóricos le indican que, en vez de magnificar su figura, lo más conveniente es mencionar una derrota. Y, de hecho, la derrota a la que se refiere, el combate naval de Isla Bella, es en realidad la única batalla digna de importancia en la que se ha visto envuelto el capitán de la Flota de Hierro. La derrota, además, fue crucial, pues posibilitó que las tropas de Robert Baratheon pudieran llegar hasta Pyke y poner fin a la rebelión. Y, de paso, Victarion deja bien claro que su enemigo directo por el dominio del Norte, Stannis Baratheon, ya le derrotó una vez.

Victarion Greyjoy

Capitán de la Flota del Hierro: Victarion Greyjoy, por por Eric Velhagen

Sus proezas y hazañas bélicas concluyen con la toma de Foso Cailin. Lo interesante de este punto es cómo se refiere a ello el Capitán del Hierro. Tiene ante sí la posibilidad de dar lustre a su acción, de remarcar la importancia geoestratégica del enclave y de la dificultad de tomarlo, de dar a conocer lo complicado que fue salir de ese pozo de muerte para poder asistir a la Asamblea de Sucesión Greyjoy. Puede, de nuevo, menospreciarse de nuevo a sí mismo y seguir adelante. ¿Qué elegirá Victarion? Todos lo sabéis: prefiere subrayar de nuevo su condición de instrumento al reconocer ser enviado por su hermano y la inane trascendencia de su misión, pues Robb nunca superó Los Gemelos.

Pero el discurso de Victarion no acaba aquí. Su jugada maestra acaba con un slogan que ni siquiera el think tank de la competencia habría diseñado mejor:

Lo que os daré será más de lo mismo que os dio Balon.

 

Una rebelión perdida, una guerra que no se puede sostener y, como consecuencia de todo ello, un problema dinástico que supondrá el colmo de los males de los Hijos del Hierro. Es un futuro realmente esperanzador. Bien, Victarion, ¿tienes algo más que decir?

No tengo nada más que decir.

 

Menos mal. Con Victarion, Martin hace suyo a Marx y su 18 de Brumario de Luis Bonaparte; al mostrar que la historia siempre ocurre dos veces: la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa. Pero los Hijos del Hierro son diferentes. No solo no han leído a Marx, sino que además aclaman a Victarion. De hecho, por los apoyos que recibe, es evidente que es un aspirante real.

Sin embargo, las Hijas del Hierro son algo más espabiladas. Como ya hemos visto, Asha, capaz de leer entre líneas, ridiculizará a su tío y pondrá de manifiesto su candidatura. Ella es la quinta candidata:

—Ah, pero yo tengo más derechos aún. —Asha se puso la gargantilla en la cabeza en un ángulo extravagante, de manera que el oro brillara contra su pelo oscuro—. ¡El hermano de Balon no puede estar por delante del hijo de Balon!
—¡Los hijos de Balon han muerto! —exclamó Ralf el Cojo—. ¡Yo sólo veo aquí a su hija!
—¿Su hija? —Asha se pasó una mano bajo el jubón—. ¡Vaya! ¿Qué es esto? ¿Os lo enseño? Sé que algunos no veis una desde que dejasteis de mamar. —Todos volvieron a reírse—. Un rey no puede tener tetas, ¿es eso lo que quieres decir? Caray, Ralf, me has pescado, soy una mujer… Aunque no soy una vieja cascarrabias, como tú. Ralf el Cojo… ¿O debería llamarte Ralf el Flácido? —Asha se sacó una daga de entre los senos—. También soy madre: ¡este es el bebé que me llevo al pecho! —La alzó hacia el cielo—. Y estos son mis campeones. —Los tres hombres apartaron a los tres de Victarion para situarse bajo ella: Qarl la Doncella, Tristifer Botley y el caballero Ser Harras Harlaw, sobre cuya espada, Anochecer, se contaban tantas anécdotas como sobre la Lluvia Roja de Dunstan Drumm—. Mi tío dice que lo conocéis. También me conocéis a mí…
—¡Yo quiero conocerte mejor! —gritó alguien.
—¡Vete a casa a conocer a tu mujer! —le replicó Asha—. Mi tío dice que os dará más de lo mismo que os dio mi padre. Y yo pregunto, ¿qué es eso? Gloria y oro, diréis algunos. O libertad, qué hermosa palabra. Sí, todo eso nos dio… Y también nos dio viudedad, como puede atestiguar Lord Blacktyde. ¿Cuántos de vosotros visteis arder vuestros hogares cuando llegó Robert? ¿A cuántas de vuestras hijas violaron y destrozaron? Pueblos quemados, castillos derruidos… Eso os dio mi padre. Os dio derrotas. Mi tío dice que os quiere dar más. Yo no.
—¿Qué nos darás tú? —preguntó Lucas Codd—. ¿Clases de costura?
—Sí, Lucas. Nos tejeré hasta que formemos un reino. —Se pasó la daga de una mano a otra—. Tenemos que aprender una lección del Joven Lobo, que ganó todas las batallas… y las perdió todas.
—Un lobo no es un kraken —objetó Victarion—. Lo que el kraken agarra no lo suelta nunca, ya sea barcoluengo o leviatán.
—¿Y qué hemos agarrado nosotros, tío? ¿El Norte? ¿Y qué es eso, aparte de leguas y leguas de leguas y leguas, lejos del sonido del mar? Nos hemos apoderado de Foso Cailin, de Bosquespeso, de la Ciudadela de Torrhen y hasta de la propia Invernalia. ¿Qué hemos ganado con eso? —Hizo una seña, y la tripulación del Viento Negro se acercó con cofres de hierro y roble cargados a los hombros—. Aquí os entrego las riquezas de la Costa Pedregosa —dijo Asha al tiempo que volcaban el primero. Una avalancha de guijarros cayó en cascada peldaños abajo: guijarros grises, blancos, negros, desgastados por el mar—. Aquí os entrego las riquezas de Bosquespeso —dijo mientras abrían el segundo cofre. Las piñas se derramaron y rodaron hacia la multitud—. Y, por último, el oro de Invernalia. —Del tercer cofre cayeron nabos amarillos, duros, redondos, grandes como la cabeza de un hombre. Fueron a caer entre los guijarros y las piñas. Asha ensartó uno con la daga—. ¡Harmund Sharp! —gritó—. Tu hijo Harrag murió en Invernalia por esto. —Arrancó el nabo de la hoja y se lo lanzó—. Sé que tienes otros hijos. ¡Si quieres cambiar sus vidas por nabos, grita el nombre de mi tío!
—¿Y si grito tu nombre? —quiso saber Harmund—. ¿Qué me darás?
Paz —replicó Asha—. Tierras. Victoria. Os daré Punta Dragón Marino y la Costa Pedregosa, tierra negra, árboles altos y suficientes piedras para que todos los no primogénitos se puedan construir un torreón. También tendremos a los norteños… como amigos, que estarán a nuestro lado contra el Trono de Hierro. Así que la elección es sencilla: coronadme y os traeré paz y victorias; coronad a mi tío y os dará más guerras y más derrotas. —Volvió a envainar la daga—. ¿Qué preferís, hijos del hierro?
—¡Victoria! —gritó Rodrik el Lector con las manos en torno a la boca—. ¡Victoria! ¡Asha!
—¡Asha! —coreó también Baelor Blacktyde—. ¡Asha, reina!
—¡Asha! ¡Asha! —La tripulación de Asha también se unió al grito—. ¡Asha, reina!
Dieron patadas contra el suelo, agitaron los puños y gritaron mientras Pelomojado escuchaba con incredulidad.
«¡Quiere deshacer lo que hizo su padre!»
Y pese a todo, Tristifer Botley gritaba su nombre, igual que muchos Harlaw, algunos Goodbrother, el congestionado Lord Merlyn y más hombres de los que el sacerdote habría creído… ¡Estaban gritando el nombre de una mujer!
En cambio, otros guardaban silencio o hablaban en susurros.

 

Palabras, como Drumm, regalos mezquinos, como Drumm, una espada de acero valyrio, como Drumm, que incluso es citado por el escritor. Martin teje los paralelismos entre ambos candidatos pero, a diferencia de Victarion, Asha consigue superar con brillantez a su homólogo. Ella misma da la fórmula para lograrlo: no se trata de chochear con viejas historias, sino de aprender del pasado y de la historia, personificando en Rodrik el Lector esa concepción ciceroniana de la historia como magistra vitae; o, dicho de otro modo, de los errores de otros, como los de Robb.

Poco puede añadirse a las palabras de Asha. Están cargadas de realismo y objetividad. Y, en este punto, resulta tanto más curioso compararla con otro nuevo personaje que adquiere punto de vista en Festín de Cuervos que con el resto de su pueblo. Nos referimos, por supuesto, a Arianne Martell. Y es que las diferencias entre ambos personajes están trazadas con tiralíneas. A diferencia de Arianne, Asha es plenamente consciente de las posibilidades de su pueblo, y no ofrece quimeras ni imposibles. A diferencia de Arianne —y como veremos en su momento cuando analicemos el arco de Asha Greyjoy—, ella estará dispuesta a quedarse en segundo plano por el bien de los Hijos del Hierro. A diferencia de Arianne, Asha no necesitará acostarse de nuevo con Tristifer Botley para que la apoye en su candidatura. Las dos son hijas de un gran Lord, pero solo una de ellas es una princesita.

Asha_Greyjoy

Asha Greyjoy, ilustración por gianmac

El parlamento de Asha cuenta con el apoyo de una importante facción, pero el propio Rodrik nos advirtió ya de que en este mundo, el tiempo está condenado a repetirse: una mujer gobernando las Islas del Hierro constituiría una cesura impropia. Por eso hemos señalado antes al hablar de Drumm que tanto su candidatura como la de Asha estaban destinadas, y hay que subrayar lo de destinadas, al fracaso.

Asha es el aspirante de la razón, y todos sabemos que, sin embargo, el sueño de la razón produce monstruos. Pero no solo sabemos eso: incluso Jon Nieve sabe que, en este mundo, la aparición de los monstruos queda precedida por tres toques de cuerno.

«El Dios de la Tormenta está entre nosotros —pensó el sacerdote—; ha venido a sembrar la furia y la discordia.»
De pronto, afilado como una estocada, el sonido de un cuerno hendió el aire.
Su tono era brillante y destructivo, un aullido estremecedor y ardiente que hacía que los huesos de los hombres parecieran palpitar al unísono con él. El grito quedó pendiente en el húmedo aire marino.
aaaRRRIIIiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
Todos los ojos se volvieron hacia la fuente del sonido. El que lanzaba la llamada era uno de los mestizos de Euron, un hombre monstruoso de cabeza afeitada. Llevaba brazaletes de oro, jade y azabache, y en el amplio pecho tenía tatuada una especie de ave de presa con las garras llenas de sangre.
aaaRRRIIIiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
El cuerno que hacía sonar era negro, brillante, retorcido; lo tenía que sostener con las dos manos porque su longitud sobrepasaba la altura de un hombre. Tenía abrazaderas de oro rojo y acero oscuro, y grabados en forma de antiguos glifos valyrios que parecían emitir un brillo rojizo a medida que el sonido subía de volumen.
aaaRRRIIIiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
Era un sonido espantoso, un aullido de rabia y dolor que quemaba los oídos. Aeron Pelomojado se tapó las orejas y rezó al Dios Ahogado para que enviara una ola arrolladora que silenciara aquel cuerno, pero el aullido seguía y seguía.
«Es el cuerno del infierno», habría querido gritar, aunque nadie lo habría oído. Las mejillas del hombre tatuado estaban tan hinchadas que parecían a punto de reventar; el pájaro del pecho se retorcía como si quisiera liberarse y salir volando. De repente, los glifos ardían brillantes; cada línea y cada letra relampagueaban con fuego blanco. El sonido no cesaba, no cesaba, retumbaba contra las colinas inhóspitas que tenían detrás, cruzaba las aguas del Cuna de Nagga para resonar contra las montañas de Gran Wyk, no cesaba, no cesaba, no cesaba, hasta que pareció inundar el mundo entero.
Y cuando parecía que el sonido no iba a parar nunca, paró.

 

Un cuerno mágico se encarga de poner fin a la Asamblea de Sucesión Greyjoy. Dicho de otro modo, la magia viene en auxilio del tiempo para que este siga su particular ciclo. El reloj da una vuelta completa al llegar a este momento, pues como ya hemos visto, Euron Greyjoy es el reverso de Gylbert Farwynd.

En su día dijimos que la Asamblea de Sucesión Greyjoy era el momento más importante de Festín de Cuervos en relación a la saga. La asamblea y el cuerno no solo acercan los dragones a Poniente, sino que producen además una especie de «reseteo» temporal. Con esta condensación del tiempo, con este juego de espejos, queda inaugurada una nueva era en Canción de Hielo y Fuego. Y también habíamos oído hablar de esto al inicio de Festín de Cuervos:

Se están despertando poderes antiguos. Las sombras se agitan. Pronto se cernirá sobre nosotros una era de maravillas y horrores, una era de dioses y héroes.

festin de cuervos, prologo

 

Euron Greyjoy es el sexto candidato:

—¡Hijos del hierro! —clamó Euron Greyjoy—. Ya habéis escuchado mi cuerno. Escuchad ahora mis palabras.

 

Otra vez el maldito cuerno… el maldito cuerno que ha sonado exactamente tres veces. El paralelismo con los Caminantes Blancos es claro, más todavía teniendo en cuenta que Euron es Urrathon Nocturno1. Hace tiempo que hablamos ya del Apocalipsis Eldritch de @PoorQuentyn, pero es innegable que con él en mente, algunos pasajes adquieren especial relevancia. Para @PoorQuentyn, el objetivo de Euron es doblegar el hielo y el fuego, gracias al cuerno de Sam Tarly y a Atadragones. Esto no solo implica hacerse con dos magias que parecen antagónicas, sino que de fondo late la idea de apoderarse de todas las cosmogonías de Poniente y Essos, así como de todas las ideologías.

Lo cierto es que esta fusión de principios opuestos que parece querer alcanzar empieza pronto. Su apetito es voraz; y lo que eran posturas enfrentadas en boca de Asha y Victarion, parecen opciones complementarias para Euron:

Mi hermano pequeño quiere terminar la obra de Balon y adueñarse del Norte. Mi dulce sobrina, traernos paz y piñas. —Sus labios azulados se fruncieron en una sonrisa—. Asha prefiere la victoria a la derrota. Victarion quiere un reino, no unas cuantas varas de tierra. Yo os daré lo uno y lo otro.

 

A diferencia de Victarion, Euron sí sabe venderse. Cuenta solo sus victorias, sus largos viajes, sus conocimientos y sus puntos fuertes. De hecho, Euron hace suyo incluso el apodo con el que es conocido y lo usa a su merced, en tanto que utiliza la única mención que dedica a su hermano Balon para apoyar su candidatura. En contraposición a su hermano y rival, Euron desprende carisma a raudales:

»Soy el hermano de Balon, el mayor de los hijos de Quellon que aún viven. Por mis venas corre la sangre de Lord Vickon, la sangre del Viejo Kraken. Pero yo he navegado más lejos que ninguno de ellos. Sólo hay un kraken vivo que no ha conocido la derrota. Sólo hay uno que nunca ha doblado la rodilla. Sólo uno ha navegado hasta Asshai de la Sombra para ver maravillas y terrores que superan lo imaginable…[…]
»Me llamáis Ojo de Cuervo. Bien, porque ¿quién tiene mejor vista que el cuervo? Tras toda batalla, los cuervos acuden a cientos, a miles, para celebrar un festín con la carne de los caídos. Un cuervo es capaz de divisar la muerte a distancia. Y yo os digo que todo Poniente se está muriendo. Los que me sigan celebrarán un festín que durará hasta el fin de sus días.

 

Y, a diferencia de Asha, lo que ofrece Euron es un sueño. El pirata pretende llevar las antiguas costumbres hasta el fin de sus consecuencias y todo ello, por supuesto, en su propio beneficio. Pero los Hijos del Hierro, una cultura en la que la violencia es indisociable de la propia vida —puesto que para algunos es simplemente el medio de vida—, no pueden sino ver y oír a Euron embelesados. Incluso Aeron tendrá un momento de duda, porque como Euron no engatusa nadie.

»Somos los hijos del hierro; en otros tiempos fuimos conquistadores. Nuestro poder lo dominaba todo allí donde se oía el sonido de las olas. Mi hermano quiere que os conforméis con el frío y lúgubre Norte; mi sobrina, con menos todavía… Pero yo os entregaré Lannisport. Altojardín. El Rejo. Antigua. Las tierras de los ríos y el Dominio, el bosque Real y La Selva, Dorne y las Marcas, las Montañas de la Luna y el Valle de Arryn, Tarth y los Peldaños de Piedra. ¡Nos apoderaremos de todo! ¡Nos apoderaremos de Poniente! —Echó una mirada en dirección al sacerdote—. Todo a mayor gloria de nuestro Dios Ahogado, claro.
Durante un instante, Aeron se dejó cautivar por la osadía que destilaban aquellas palabras. El sacerdote había tenido el mismo sueño cuando vio por primera vez el cometa rojo en el cielo.
«Arrasaremos las tierras verdes, las pasaremos a fuego y espada, derribaremos los siete dioses de los septones y arrancaremos los árboles blancos de los norteños…»

 

Y hay sueños y sueños, algunos más grandes que otros. Algunos son tan grandes que, de hecho, solo se pueden conseguir con dragones:

—¡Ojo de Cuervo! —intervino Asha—. ¿Qué pasa? ¿Te has dejado el cerebro en Asshai? Si no podemos defender el Norte, y te aseguro que no podemos, ¿cómo vamos a conquistar los Siete Reinos enteros?
—Pero sobrinita, si no sería la primera vez que se consigue. ¿Es que Balon no enseñó a su pequeñina las artes de la guerra? Victarion, parece que la hija de nuestro hermano no ha oído hablar de Aegon el Conquistador.
—¿Aegon? —Victarion cruzó los brazos sobre el pecho acorazado—. ¿Qué tiene que ver el Conquistador con nosotros?
—Sé tanto como tú sobre la guerra, Ojo de Cuervo —bufó Asha—. Aegon Targaryen conquistó Poniente porque tenía dragones.
También los tendremos nosotros —prometió Euron Greyjoy—. Ese cuerno que habéis oído lo encontramos entre las ruinas humeantes de lo que fue Valyria, un lugar que nadie más que yo se ha atrevido a recorrer. Ya habéis oído su llamada; ya habéis sentido su poder. Es un cuerno para dragones, con franjas de oro rojo y acero valyrio en las que hay grabados hechizos. Los antiguos Señores Dragón hacían sonar cuernos como este antes de que la Maldición acabara con ellos. Con este cuerno, hijos del hierro, puedo someter a los dragones a mi voluntad.
Asha soltó una carcajada.

 

Aquí, en esta declaración, es donde tiene lugar ese reseteo del que hablábamos antes. Aquí es donde los Greyjoy ocupan el lugar que les corresponde en la trama de Canción de Hielo y Fuego. Aquí es donde comienza esa nueva era de dioses y héroes. Y los que estamos aquí todavía estamos convencidos de que esa era bien vale nuestra espera:

Dragones y cosas más sombrías —dijo Leo—. Las ovejas grises han cerrado los ojos, pero el mastín prefiere ver la verdad. Se están despertando poderes antiguos. Las sombras se agitan. Pronto se cernirá sobre nosotros una era de maravillas y horrores, una era de dioses y héroes. —Se estiró y esbozó su sonrisa perezosa—. Yo diría que eso bien vale una ronda.

festin de cuervos, prologo

—Te sería más útil un cuerno que sometiera las cabras a tu voluntad, Ojo de Cuervo. Ya no quedan dragones.
—Vuelves a equivocarte, niña. Hay tres, y yo sé dónde están. Sin duda, eso bien vale una corona de madera.

 

Euron supone la apoteosis mágica de un capítulo que sin embargo está trufado de elementos simbólicos sospechosos. Incluso el escenario en el que tiene lugar la Asamblea de Sucesión Greyjoy se encuentra vinculado con una era mágica:

«Los huesos de la sala del Rey Gris.» Victarion percibía la magia de aquel lugar.

festin de cuervos, el capitán del hierro

En la cima de la colina, cuarenta y cuatro monstruosas costillas de piedra se alzaban del suelo como gigantescos troncos de árboles blancuzcos. Su sola visión le aceleró el pulso. Nagga había sido el primer dragón marino, el más poderoso que jamás se había alzado de entre las olas. Se alimentaba de krákens y leviatanes, y su ira ahogaba islas enteras, pero el Rey Gris lo había matado y el Dios Ahogado había transformado sus huesos en piedra, para que los hombres nunca dejaran de maravillarse ante el valor del primero entre los reyes. Las costillas de Nagga se convirtieron en las vigas y columnas de su sala, y en sus mandíbulas situó su trono.
«Reinó aquí durante mil siete años —rememoró Aeron—. Aquí se desposó con una sirena y planeó las batallas contra el Dios de la Tormenta. Desde aquí gobernó sobre la piedra y la sal, siempre con túnicas de algas trenzadas y una alta corona blanca confeccionada con los dientes de Nagga.»
Pero aquello se remontaba al amanecer de los tiempos, cuando todavía había hombres poderosos que habitaban la tierra y el mar. Entonces, el fuego viviente de Nagga, dominado por el Rey Gris, caldeaba la sala. De sus paredes colgaban hermosos tapices tejidos con algas plateadas. Los guerreros del Rey Gris celebraban banquetes gracias a la generosidad del mar; comían en una mesa en forma de gigantesca estrella marina, sentados en tronos tallados en madreperla.
«Ya no queda nada de la antigua gloria.» Los hombres eran más pequeños y su vida se había acortado. El Dios de la Tormenta ahogó el fuego de Nagga tras la muerte del Rey Gris; las sillas y los tapices fueron robados; el techo y las paredes se pudrieron. Hasta el gran trono de colmillos del Rey Gris fue engullido por el mar. Sólo perduraban los huesos de Nagga, para recordar a los hijos del hierro las maravillas que habían existido. «Ya basta», pensó Aeron Greyjoy.

 

Aunque hablaremos de las similitudes entre Euron y el Dios de la Tormenta en otra edición, es interesante ver que aquí ya se perfilan. Pero, además, parece haber una vinculación, incluso, con los Antiguos Dioses. No solo ya por el símil de las costillas de Nagga con los árboles blancuzcos, sino también por esa gaviota que parece reaccionar a todo lo que está pasando.

—Un rey se levantará. Así será. —La voz de Aeron retumbaba como las olas—. Pero ¿quién? ¿Quién ocupará el lugar de Balon? ¿Quién gobernará estas islas sagradas? ¿Se encuentra aquí, entre nosotros? —El sacerdote extendió las manos—. ¿Quién será nuestro rey?
Le respondió el graznido de una gaviota.
[…]
Pronto, las voces que clamaban «¡Gylbert! ¡Gylbert, rey!» se fueron desvaneciendo. La gaviota volvió a graznar por encima de ellos y se posó en una costilla de Nagga mientras el señor de la Luz Solitaria bajaba de la colina.
[…]
—¿Quién gobernará a los hijos del hierro? —gritó de nuevo Aeron Pelomojado—. ¿Quién será nuestro rey?
Los hombres se miraron entre sí. Algunos miraron a Euron, otros a Victarion, unos cuantos a Asha. Las olas verdes y blancas rompían contra los barcoluengos. La gaviota graznó una vez más; era un chillido áspero, desesperado.
[…]
Muy despacio, seguido por todos los ojos, Euron Greyjoy subió a la cima de la colina. Sobre ellos, la gaviota graznó una y otra vez.

 

El graznido de la gaviota responde a las preguntas de Aeron pero, como vemos, se escucha solamente ante dos candidatos: Farwynd y Ojo de Cuervo. Ya hemos comentado que ambos forman parte de un mismo reverso temporal, compartiendo un discurso escatológico e idílico, aunque en modo alguno parecido. Pero el Valinor de Farwynd frente al Poniente moribundo de Euron no es lo único que diferencia a ambos candidatos. La gaviota hace el resto, proclamando vencedor antes de hablar a Ojo de Cuervo. ¿Estarán Bran y Brynden tras ella? ¿Querrá con ella expresar Martin el vínculo que existe entre Euron y los cambiapieles? Ya hemos visto que los Farwynd, la otra cara de Euron en la asamblea, quedan ligados a este tipo de magia por Aeron.

Ojo de Cuervo se detuvo en la parte superior de la escalera, ante las puertas de la sala del Rey Gris, y volvió su ojo sonriente hacia los capitanes y los reyes, pero Aeron sentía también la mirada del otro ojo, del que mantenía oculto.

 

No sabemos si Euron estaba vigilando a Aeron través de los ojos de esa gaviota, pero lo cierto es que ha llegado el momento de que fijemos los nuestros en él. Aeron, pobre Aeron, que ni siquiera en sus capítulos es el protagonista.

Ilustración de Aeron Greyjoy

Aeron Greyjoy, por Conor Burke

Convencido de que es lo que quiere el Dios Ahogado, Aeron decide celebrar la Asamblea de Sucesión Greyjoy. Nosotros podemos decir que se trata en realidad de un plan de mierda, aunque Martin prefiere abrir el capítulo de un modo mucho más poético.

Mientras recorría la playa, un hombre ahogado que volvía de responder a la llamada de la naturaleza tropezó con él en la oscuridad.
Pelomojado —murmuró.
Aeron le puso una mano en la cabeza, lo bendijo y siguió adelante.

 

De hecho, la idea es tan nefasta que incluso es posible pensar que el propio Euron, como sugiere @Yezen, ha estado enviando sueños y visiones a su hermano para favorecer la convocatoria. En este sentido, no deja de ser curioso que Aeron escuche la voz del Dios Ahogado antes de que comience la Asamblea de Sucesión Greyjoy, pero luego implícitamente este reconozca no oír ya a su dios a través de las olas y los vientos:

«El Dios Ahogado se despierta», pensó Aeron. Oía su voz que brotaba desde las profundidades del mar.
«Hoy estaré contigo, a tu lado, porque eres mi siervo fuerte y leal —decía la voz—. Ningún impío se sentará en mi Trono de Piedramar.»
[…]
Únicamente el viento y las olas respondieron a Aeron.
[…]
Aeron sintió una tensión creciente en el estómago; le parecía que las olas batían con más fuerza que antes.
[…]
Aeron Pelomojado buscó a su dios en su interior, y sólo encontró silencio.

 

Sea como fuere, lo cierto es que no solo es Aeron quien tiene la magnífica idea de promover una asamblea a la que Ojo de Cuervo pueda presentar su candidatura, sino también quien planea el momento (im)perfecto para que su hermano Victarion intervenga durante ella:

—¿Quién será nuestro rey? —gritó el sacerdote una vez más, pero en aquella ocasión, sus furibundos ojos negros se clavaron en su hermano, en medio de la multitud—. Nueve hijos engendró la entrepierna de Quellon Greyjoy. Uno de ellos era más fuerte que los demás y no conocía el miedo.
Victarion le devolvió la mirada y asintió. Los capitanes le abrieron paso cuando subió por los peldaños.
—Bendíceme, hermano —dijo al llegar a la cima. Se arrodilló e inclinó la cabeza.
Aeron descorchó el pellejo y le derramó un chorro de agua marina por la frente.

 

Si volvemos a pensar en el juego de espejos establecido por los candidatos, en esa estructura circular de la asamblea, podemos comprobar que Victarion no habla en el momento adecuado. Él es, de hecho, la nota disonante. En ese círculo que traza el tiempo, el orden natural de la Asamblea de Sucesión Greyjoy debería haber sido (1) Farwynd, (2)Ironmaker, (3)Drumm, (4) Asha, (5) Victarion y (6) Euron. Pero, teniendo en cuenta que Victarion habla el cuarto en realidad, el 7 de la suerte se lo lleva solamente la dualidad (1)Farwynd-(6)Euron.

Por consiguiente, Victarion debería haber hablado después de Asha. Y, en nuestra opinión, esto no es un error en nuestra interpretación de la asamblea y, por supuesto, no es tampoco un error de Martin. Este error pertenece por completo a Aeron Greyjoy. Al anticiparse, no solo permite que Asha construya su discurso sobre las ridículas palabras de Victarion, sino que hace que no sea casualidad que sea él quien caiga en la trampa en la que esperaba que cayese Euron:

«Ojo de Cuervo siempre ha sido impaciente —se dijo Aeron Pelomojado—. Puede que hable en primer lugar. —Eso sería su perdición. Los capitanes y los reyes habían hecho un largo viaje para acudir a aquel banquete y no se iban a quedar con el primer plato que les pusieran delante—. Querrán probarlos todos, un bocadito de este, un pellizco de aquel, hasta dar con el que más les convenga
Euron también lo debía de saber. Se quedó allí con los brazos cruzados, entre sus mudos y sus monstruos. Únicamente el viento y las olas respondieron a Aeron.

 

Y es que los hombres no pueden entender este funcionamiento tan extraño del tiempo. Como diría Brynden, el tiempo es un río para los hombres, y lo cierto es que Aeron Pelomojado, sin saberlo, es el hombre ahogado en él. De ahí que, a diferencia de lo que sucede con la estructura de la Asamblea de Sucesión Greyjoy, la primera y última reflexión de Aeron sean contrarias. La aparición de Euron supone un punto de no retorno:

«Renací del mar, más duro, más fuerte.» Ningún mortal podía asustarlo, igual que no lo asustaba la oscuridad… ni los huesos del alma, los huesos grises y tenebrosos de su alma. «El sonido de una puerta que se abre, el chirrido de una bisagra oxidada.»
[…]
Hasta un sacerdote puede dudar. Hasta un profeta puede saber lo que es el terror. Aeron Pelomojado buscó a su dios en su interior, y sólo encontró silencio. Mientras un millar de voces gritaba el nombre de su hermano, él sólo oía el chirrido de una bisagra oxidada.

 

Ojo de Cuervo acaba así con la fe de Aeron, silenciando la voz del dios en su interior, cuando no en cierto modo también con su vida, con una estridente bisagra oxidada. Quizá Euron no sea un simple mortal. Quizá Aeron sea el primero que siente lo que verdaderamente es Euron Greyjoy, el devorador de opuestos, el oxímoron de un solo ojo: el estridente silencio de esta canción de hielo y fuego.

Y ahora, vuestro turno: ¿qué destacaríais de este capítulo de Aeron Greyjoy? ¿Cómo interpretaríais vosotros la Asamblea de Sucesión Greyjoy? ¿Cuál creéis que es el plan último de Euron?

  1. Night-Walker, en el original.