Como cada domingo alterno, regresamos con otro ensayo de Canción de Hielo y Fuego. En esta ocasión, el leal @Rodrik el Lector, que ya ha contribuido en esta nuestra humilde comunidad con su análisis de Eddard Stark y de su amigo Robert, vuelve a deleitarnos con un ensayo sobre Brienne de Tarth y la teoría del coraje. El ensayo plantea la búsqueda que Brienne emprende en Festín de Cuervos como la queste de un caballero, en la que se encontrará con el fracaso y la devastación de las Tierras de los Ríos, encarnando así la teoría nórdica del coraje que para Tolkien era lo más importante que esa literatura había dejado a la humanidad: la derrota del bien no significa su refutación.


Brienne y su queste del Grial

— Rodrik el Lector —


En el volumen de Festín de Cuervos, el lector se encuentra con un inesperado cambio de tono, una cierta ruptura del ambiente político y bélico que predomina en las anteriores entregas, para internarse en la desolación de las tierras devastadas por la guerra entre los grandes señores. Es la subtrama de Brienne de Tarth, en su desesperada búsqueda caballeresca de Sansa Stark (búsqueda que el lector ya desde el principio sabe inútil), la que nos transporta a esta nueva visión de las castigadas Tierras de los Ríos.

Pero es precisamente esta búsqueda desesperada la que nos da el tono para entender este personaje que tanto recuerda al hidalgo de la Mancha a la vez que a una figura histórica extraordinaria pero no por ello menos real, como es Juana de Arco, la doncella de Orleáns que tomó las armas siguiendo una orden divina para liderar a Francia en su lucha secular contra el inglés. Ambas figuras tienen en común, aunque lo encarnan de modos diversos, una dimensión de gloria a la vez que de fracaso. Como veíamos en el anterior ensayo sobre la locura de la piedad, ejemplificada a su modo en Ned Stark, Don Quijote pasa sus aventuras entre burlas y humillaciones, lo cual constituye su grandeza a la vez que su miseria; no menos tuvo que sufrir Juana de Arco por su condición de mujer en un mundo de hombres como era la guerra, y aunque logra el éxito al ser aceptada por los suyos como fuente de inspiración y de valor, termina sus días en la hoguera abandonada en manos de sus enemigos por el rey al que dedicó su lealtad.

La aventura de Brienne también conducirá a una paradoja: será justamente la mujer a la que sirve, lady Catelyn, o más bien su cadáver redivivo, la que termine acusándola de traición y dándole a elegir entre la horca y la espada.

No hay verdaderos caballeros —soltó el Perro con un bufido—, igual que no hay dioses. Si no puedes protegerte a ti misma, muérete y aparta del camino de los que sí pueden. Este mundo lo rige el acero afilado y los brazos fuertes; no creas a quien te diga lo contrario.

choque de reyes, sansa iv

 

El Perro (el falso Perro) es la némesis de Brienne en esta queste en busca de la hija de su señora, encomendada por el que fuera su enemigo mortal (el Matarreyes) y al que ahora ha llegado a apreciar, dejando lugar a la piedad frente al puro espíritu de venganza que vencerá en lady Corazón de Piedra. Mientras que la locura de la piedad (por Cersei) es la que lleva a Ned a la prisión y a la muerte, para la que fuera su esposa, el corazón se ha vuelto de piedra y arrastrará a la Hermandad Sin Estandartes a una locura de horcas y sangre. La lucha por la justicia que empezó Beric Dondarrion culmina en una vendetta sin misericordia.

Pero Brienne, como de otra forma el quijotesco Ned Stark, es un verdadero caballero, o quiere serlo, desmintiendo implícitamente las palabras y la filosofía del Perro.

Protegerás a la hija de Ned Stark con el acero de Ned Stark —le había dicho Jaime.

festín de cuervos, brienne i

 

La espada Hielo reaparece bajo una nueva forma, continuando la historia de la locura de la piedad, aquella por la que Ned perdió la cabeza bajo su propia hoja de origen valyrio. Al final, el acero de Stark es peligroso para el que lo empuña, pues a menudo se vuelve en su contra. Guardajuramentos, como será rebautizada, también conducirá a Brienne a una acusación de traición, en este caso por parte de Corazón de Piedra; y a un dilema terrible, entre el deshonor y la muerte, la horca y la espada.

Ilustración de Brienne de Tarth en batalla

Brienne de Tarth, por Arturo Mesa

Los hechos parecen confirmar la visión que el Perro no se cansaba de repetir a la ingenua Sansa (aquella en cuya búsqueda ha partido Brienne; aunque no aparecerán nunca, son sus nombres los que presiden su queste particular). El mundo lo rige el fuerte, no el justo. La búsqueda de Brienne (el lector lo sabe ya desde el principio) será un absoluto fracaso. La derrota se marcará en su mismo rostro. Es la famosa crítica de Martin al denominado «reinado de Aragorn».

Y sin embargo, ¿no sigue mereciendo la pena optar por la lealtad?

En El Señor de los Anillos, Tolkien dibuja también unos personajes que luchan contra toda esperanza, cuando saben que la derrota es segura, y sin embargo, no se rinden. En la batalla final frente a la Puerta Negra, se lucha pensando que Frodo ha muerto ya y no hay esperanza. Encontramos entre los que parecen ser los últimos pensamientos de Pippin:

Bueno, destruiré a unos cuantos de esa ralea maldita, antes del fin. ¡Ojalá pueda ver por última vez la luz límpida del sol y la hierba verde!

el retorno del rey, la puerta negra se abre

 

Pero incluso tras la victoria final, el «reinado de Aragorn», por muy bueno, justo y duradero que este pudiera ser, está destinado a desaparecer, como lo sabe Arwen cuando su esposo la deja y experimenta en sí misma el amargo destino de los hombres mortales que ha escogido libremente. La semilla del mal está sembrada, y todo lo bueno de la Tierra Media está condenado a pasar, como una sombra. En el que se considera el verdadero final de El Señor de los Anillos, «Un fragmento de la historia de Aragorn y Arwen» (Apéndice A), leemos:

Allí por fin, cuando caían las hojas de mallorn pero no había llegado aún la primavera, se acostó a descansar en lo alto de Cerin Amroth; y allí estará la tumba verde, hasta que el mundo cambie, y los días de la vida de Arwen se hayan borrado para siempre de la memoria de los hombres que vendrán luego, y la elanor y la niphredil no florezcan más al este del Mar.

 

Arwen y Aragorn, por Lucas

De una forma o de otra, sea tras el reinado de Aragorn o de forma más inmediata en la queste de Brienne, la derrota final es ineludible. Escribe Tom Shippey en El camino a la Tierra Media:

Uno de los principales objetivos de El Señor de los Anillos era dramatizar aquella «teoría del coraje» que en su conferencia ante la British Academy Tolkien había dicho había sido la «gran contribución» a la humanidad de la antigua literatura nórdica. El pilar central de aquella teoría era Ragnarok, el día en que los dioses y los hombres lucharían contra el mal y los gigantes, e inevitablemente serían derrotados. Su gran afirmación era que la derrota no implica la refutación. El bando bueno sigue siendo bueno aunque al final no tenga esperanza.

 

Es el Ragnarok, la gran batalla final de la mitología nórdica en la que los dioses y los héroes del Valhalla se enfrentarán a los monstruos del mal, pereciendo en el intento, el que está detrás del discurso que Aragorn pronuncia en la versión cinematográfica de la batalla ante la Puerta Negra, «en que una hora de lobos y escudos rotos rubricarán la consumación de la edad de los hombres»:

Lucharán los hermanos, y se habrán de matar,
los primos hermanos cometen incesto,
terrible es el mundo, hay gran adulterio;
días de lanzas y espadas, se raja el escudo,
días de tormenta y lobos, se hunde el mundo,
no habrá hombre ninguno que a otro respete.

völuspá, «profecía de la vidente»

 

Y aunque para Aragorn aún no es ese día, en la queste de Brienne por los Siete Reinos sí podemos ver cómo los lobos y los leones devastan las Tierras de los Ríos, se rompen los lazos de hermandad, se producen incestos (Jaime y Cersei), no hay hombre alguno que a otro respete, son días de lanzas y espadas (Tormenta de Espadas) a los que sucede una tierra devastada y yerma. Es en este ambiente apocalíptico en el que resplandece la teoría del coraje: la derrota no implica la refutación.

Y si en la mitología nórdica este coraje puede ser fruto de la desesperación o simplemente del orgullo, Tolkien indica cómo este tesoro del Norte fue cristianizado en la épica de Inglaterra bajo formas de lealtad y humildad. Ejemplos de ello pueden ser Wiglaf, que perece ayudando a su señor Beowulf ayudándolo a matar al dragón (al que este ha despertado por codicia), o el de sir Gawain, que se enfrenta a la decapitación a manos del Caballero Verde por salvar a su señor el rey Arturo de una promesa temeraria en la que ponía en juego su propia cabeza. Para Tolkien, es en el subordinado en el que se encarna de la mejor manera la teoría nórdica del coraje, incluso (y sobre todo) cuando su señor comete un error o locura y aquel ofrece su vida, por lealtad, para salvarlo.

Es el heroísmo de la obediencia y el amor, no del orgullo o la testarudez, el que resulta más heroico y conmovedor.

j.r.r. tolkien, «la vuelta a casa de beorhtnoth»

 

Las motivaciones de Brienne no son muy diferentes; habría muerto por Renly, y está dispuesta a dar su vida con tal de mantener la palabra dada a lady Catelyn y a Jaime.

«Daré con ella, mi señora —le juró Brienne a la sombra inquieta de Lady Catelyn—. Nunca la dejaré de buscar. Si hace falta sacrificaré mi vida, sacrificaré mi honor, sacrificaré todos mis sueños, pero la encontraré».

festín de cuervos, brienne ii

 

Como los caballeros de los relatos artúricos, Brienne de Tarth emprende una búsqueda personal, una queste, una misión. Está viviendo, en cierta forma, su propio cuento y su propia canción. Atravesará las tierras yermas en busca de Sansa Stark. La tierra desolada es un elemento clave de la queste del Grial: causada (en las últimas versiones) por el Golpe Doloroso que postró al Rey Tullido (llamado Bron o Bran por ejemplo en el Perceval-Didot) en espera de que se complete la queste, el rey sea sanado, y con él toda su tierra.1

De igual modo, la profecía nórdica del Ragnarok culmina con el surgimiento de una tierra nueva tras la catástrofe, donde dioses y hombres serán jóvenes de nuevo.

Sin embargo, en los territorios que Brienne atraviesa no parece haber esperanza de curación. Su queste no le llevará hasta Sansa, pero la hará encontrarse con todo tipo de personajes, con los hombres quebrados, los que sufren las consecuencias de la guerra y la devastación. Ahora sabe que en las canciones, por lo menos en la suya, no siempre es verano. El caballero debe enfrentarse también al invierno para completar la queste. Es un nuevo tipo de héroe que no se encuentra ya con aventuras maravillosas y con toda clase de prodigios, sino con el sufrimiento de los humildes y de los inocentes. Ella misma es humillada constantemente por su condición de mujer y caballero. El viaje de Brienne es una kénosis, un descendimiento a los infiernos de la sociedad. Se han invertido, como decía Nietzsche, los valores; ya no son los fuertes, los poderosos, los que importan, sino los débiles, los pobres, los descartados.

El Hermano Mayor y Brienne, por Pojypojy

Y en medio del horror que ella atraviesa, de la profanación de los ideales de caballería en los que siempre ha creído, en medio del Ragnarok en el que Poniente está sumido, Brienne se mantiene firme en guardar su juramento, encarnando la teoría del coraje, demostrando que aún existe al menos un caballero en el mundo. ¿Hasta el final? No lo sabemos; ya en la horca, atrapada entre dos lealtades, gritará la famosa palabra, y en Danza de Dragones la veremos acercarse a Jaime asegurando que ha cumplido su misión y conduciéndolo presumiblemente hasta lady Corazón de Piedra.

Muchos fracasaron en la queste del Grial, entre ellos los mejores caballeros de la Tabla Redonda. Y mientras tanto, las tierras desoladas de Poniente aguardan aún su curación, su Sueño de primavera.

  1. Para la presencia del cuento del Grial en Canción de hielo y fuego, y entre otros sobre la tierra devastada, cf.