Después del parón estival, poco a poco vamos retomando la rutina habitual de la Compañía y, como cada domingo alterno, regresamos con otro ensayo de Canción de Hielo y Fuego. El leal @Rodrik el Lector, que se estrenó en nuestra humilde comunidad con un análisis del personaje de Eddard Stark, hoy vuelve a la carga con su amigo del alma, Robert Baratheon, y la analogía que guarda su figura épica con un personaje histórico, el Caballero Verde, un caballero español que combatió en las Cruzadas y que usaba el mismo yelmo astado que Martin atribuye a Robert en la ficción. De paso, se incluye también la figura mítica del Caballero Verde (del poema medieval Sir Gawain y el Caballero Verde) y la visión de Robert como un héroe de cantar de gesta en su duelo contra Rhaegar, en contraste con la realidad de su reinado holgazán.


España, el Caballero Verde y Robert Baratheon

— Rodrik el Lector —


Se habían enfrentado en el vado del Tridente, en el centro mismo de la batalla, Robert con su maza y su enorme yelmo astado, el príncipe Targaryen con su armadura negra. Llevaba en la coraza el dragón de tres cabezas de su Casa, todo recubierto de rubíes que refulgían a la luz del sol.

juego de tronos, eddard i

 

Nada más comenzar la saga Canción de Hielo y Fuego, nos encontramos con el planteamiento inicial, en boca de un paradójico rey, del recuerdo de un duelo épico en el que los dos icónicos protagonistas se enfrentan a muerte por el amor de una mujer, el ascenso al Trono de Hierro y el destino de los Siete Reinos. Los dos personajes, Robert Baratheon y Rhaegar Targaryen, portan en sí mismos los emblemas de sus respectivas casas, en un combate singular que decidirá cuál de ellas gozará en adelante de la hegemonía sobre las demás. Como si fueran encarnaciones de su heráldica, Rhaegar porta al dragón de tres cabezas en su pecho, mientras que Robert se destaca con su enorme yelmo astado que, junto a su famosa maza, que hundirá en el pecho de Rhaegar, forma parte de su iconografía guerrera, y como tal pervivirá en las canciones de los bardos.

Robert Baratheon y Rhaegar Targaryen, Batalla del Tridente, por Mike S. Miller

Robert se ve a sí mismo como un héroe de cantar de gesta, un personaje de epopeya (o al menos así lo cantarán los bardos), luchando por la mujer que ama y que ha sido violentamente raptada por el príncipe Rhaegar. Como en la Ilíada, esta guerra se libra por causa de una mujer. Como en las gestas y canciones.

—Juré matar a Rhaegar por esto —dijo el rey después de tocar la mejilla de la estatua y acariciar la piedra áspera como si esta tuviera vida.
—Y lo hicisteis —señaló Ned.
—Sólo una vez (…). Lo mato cada noche en mis sueños —admitió Robert—. Pero un millar de muertes siguen siendo menos de lo que merece.

juego de tronos, eddard i

 

Como sabemos, la realidad es más compleja y mucho más enigmática. Sin embargo, sigue presente, al menos en las versiones de los bardos y en la autoconciencia de Robert, esa versión caballeresca del héroe del yelmo astado que se alza en pie de guerra para vengar la afrenta sufrida por su amada y rescatarla de manos de sus enemigos. Robert, aunque en Juego de tronos lo conocemos en el clímax de su decadencia, ha sido realmente un personaje que encarnaba, en su rebelión ante lo que consideraba una injusticia, las características del héroe aguerrido, jovial, generoso y temerario, un líder nato que fue capaz de inspirar nada menos que la caída de los dragones. Su aspecto físico no hacía sino acentuar su carisma.

Con sus dos metros de altura, se erguía sobre todos los demás, y cuando se ponía la armadura y el gran yelmo astado de su Casa se convertía en un verdadero gigante.

juego de tronos, eddard i

 

Por tanto, uno de los atributos principales de Robert como guerrero, cuando luchaba por conquistar el trono (para luego dejarse corromper en él), es el yelmo de cornamenta de ciervo que lo convierte en un icono de su Casa y del heroísmo épico. En un mundo, ficticio pero inspirado en un cierto período del Medievo histórico, donde la heráldica y el simbolismo juegan un papel muy relevante en la sociedad y en la mentalidad de la gente, este yelmo constituye un signo poderoso y elocuente, una imagen parlante. Pero ¿podemos encontrar en la historia del mundo real un hecho paralelo a este?

E non pasaba dia que non saliesen los de la cibdad fuera á las barreras dos veces é tres con un caballero de Espanna que era en la cibdad é aducía las armas verdes, é cuando aquel caballero salía fuera, todos los turcos de la hueste se arrebataban (…). Los turcos lo llamaron el Caballero Verde. Llevaba una cornamenta de ciervo sobre el yelmo.

guillermo de tiro, historia de ultramar, con continuación hasta 1275

 

El Caballero Verde, por Jean Colombe

¿Quién es este Caballero Verde que cita la crónica y que llevaba una cornamenta de ciervo sobre el yelmo? Se trata de Sancho Martín, un enigmático caballero proveniente de España (según una fuente árabe, concretamente del reino de Castilla). Nos encontramos en el contexto de las Cruzadas, tras el desastre para los ejércitos cristianos en los cuernos de Hattin y la toma de Jerusalén por los árabes (1187), liderados por el célebre Saladino. Saladino toma las principales plazas cristianas, de forma que solamente resisten algunas fortalezas en la costa, entre ellas la ciudad de Tiro. Es en asedio de Saladino a Tiro cuando aparece este enigmático Caballero Verde, el cual, como hemos visto en el texto de la crónica, lidera las salidas que los cristianos realizan contra el campamento musulmán. Como Robert Baratheon, el Caballero Verde es un líder nato que se encarna en una heráldica singular y llamativa, unas armas (la cornamenta) que infunden pavor a sus enemigos y confianza a sus seguidores, y cuyo recuerdo permanece en la memoria colectiva. En el siglo XV, una miniatura del francés Jean Colombe ilustra al Caballero Verde, con el yelmo que emplearían los Baratheon, en plena carga contra el ejército árabe que es puesto inmediatamente en fuga.

Saladino hubo de desistir de su propósito y abandonar el cerco de Tiro. El respeto que le había inspirado el Caballero Verde con el singular yelmo astado lo prueba el hecho de que, al encontrarlo de nuevo en el asedio de Trípoli un año más tarde, pidió entrevistarse con él, y le ofreció riquezas y tierras si decidía permanecer en Tierra Santa. El caballero, como buen héroe de epopeya, se negó, declarando que había venido a combatir a los sarracenos, no a vivir entre ellos. Derrotó una vez más a Saladino, obligándole a levantar el cerco; pero desde entonces nada más dicen las crónicas sobre este enigmático personaje. Su vida ha sido recientemente novelada por Javier Lorenzo en El Caballero Verde (Algaida 2020).

Sancho Martín parece ser, entonces, un buen exponente de los ideales caballerescos que empezaban a tomar forma en el siglo XII y que están presentes también, de una forma u otra, en el mundo de Canción de Hielo y Fuego. El Caballero Verde es un aventurero, un hombre que deja su tierra para ir a combatir a tierras lejanas (parece ser que a causa de un voto), y que lo hace bajo una forma altamente simbólica como son su armadura verde y su yelmo astado, que lo convierten en un paralelo histórico de nuestro Robert Baratheon. Este también habría deseado, una vez rey, dejarlo todo y marchar a combatir a las tierras de Oriente (aunque son motivos son bastante más prosaicos):

Más de una vez he soñado con renunciar a la corona. Tomaría un barco que fuera a las Ciudades Libres, me llevaría sólo la maza y el caballo, y me pasaría el tiempo entre trifulcas y putas, para eso nací. El Rey Mercenario, ¡los juglares me adorarían!

juego de tronos, eddard vii

 

Aunque los motivos del rey Robert no sean precisamente heroicos, el Robert que luchaba por el trono sí era, como el Caballero Verde, un intrépido líder que luchaba por la que a sus ojos era una causa noble, capaz de inspirar a los suyos en un ataque arriesgado y victorioso.

Cada vez más hombres se congregaban bajo el estandarte de Robert Baratheon, quien se reveló como un guerrero intrépido e indómito. Fue el primero en asaltar los muros de Puerto Gaviota cuando lord Grafton alzó su pendón a favor de los Targaryen, y desde allí zarpó a Bastión de Tormentas para convocar a sus banderizos, arriesgándose a que la flota real lo capturara.

el mundo de hielo y fuego, la rebelión de robert.

 

Quizá el carácter de Robert Baratheon sea en cierta medida una versión oscura y decadente del rey Ricardo Corazón de León, otro cruzado que se enfrentó a Saladino poco después del Caballero Verde, y que fue, asimismo, un rey que, al menos según la visión transmitida por las novelas de Walter Scott, se dedicó a las hazañas caballerescas en detrimento de su misión como monarca.

Aquel monarca realizaba el ideal de los caballeros andantes, héroes de tantas novelas y romances. La gloria personal adquirida por su intrepidez y valor le era mucho más grata que la que hubiera podido granjearse por medio de una política sabia y juiciosa.

walter scott, ivanhoe

 

Protagonista de la gesta del Vado del Tridente, glorioso guerrero y carismático líder, Robert consume su gobierno en la desidia como un rey holgazán. Quizá, en su juventud, no le hubiera ido mal el apodo de Corazón de León, si no estuvieran ya los Lannister usando el emblema. Su heráldica, en cambio, lo acerca (quizá por pura casualidad) al histórico Caballero Verde español. Pero el Caballero Verde también tiene su contrapartida mítica en el poema de tema artúrico Sir Gawain y el Caballero Verde, del siglo XIV, editado por J.R.R. Tolkien. Recientemente, el director David Lowery ha llevado al cine una relectura contemporánea de la obra (The Green Knight, 2021).

Robert Baratheon, por Joshua Cairós

En el poema, el Caballero Verde se aparece repentinamente en la corte de Arturo durante el banquete de Navidad; propone un juego: si hay alguien dispuesto a cortarle la cabeza con un hacha, él le reta a intercambiar los papeles dentro de un año, en la Capilla Verde. Sir Gawain acepta el reto, y el Caballero Verde recoge su propia cabeza y sale con ella de la sala, iniciando la aventura.

La identidad humana del Caballero Verde es lord Bertilak, el caballero que acoge a Sir Gawain en su castillo pocos días antes del fatal encuentro en la Capilla Verde. La descripción de su carácter, jovial y amante de las diversiones, podría recordarnos a Robert Baratheon en una versión idealizada. Su descripción física, la de un hombre robusto e imponente, también podría ser la de un Robert joven pero conservando la barba de su madurez (comparar con la descripción de Juego de tronos más arriba):

Un señor valeroso, muy grande, y en la plenitud de su fuerzas, de barba ancha y lustrosa, color del pelo del castor, ancho y recio sobre unas piernas robustas, la cara fiera como el fuego, y francas sus palabras.

anónimo, sir gawain y el caballero verde

 

Pintura del manuscrito original de Sir Gawain y el Caballero Verde

Sin embargo, el mayor paralelo del Caballero Verde mítico y Robert Baratheon es el amor por la caza. Las descripciones vívidas y dinámicas de las escenas de cacería son de las mejores escenas del poema. Una manada de ciervos, un jabalí y un zorro son las presas sucesivas del señor del castillo, aunque en su caso, tiene más suerte con el jabalí que el rey Robert.

Desmontó ágilmente, dejó su corcel, sacó su brillante espada, avanzó con paso firme, y cruzó la corriente hasta donde estaba el animal (…) le clavó certeramente la afilada hoja en el hoyo del cuello, y se la hundió hasta el puño, de forma que le atravesó el corazón.

anónimo, sir gawain y el caballero verde

 

En palabras de Ned,

Robert adoraba cazar jabalíes. Lo he visto matar a un millar. —Se ponía en pie con los pies separados, sin parpadear, los brazos firmes, la enorme lanza en las manos (…) hasta que lo tenía casi encima, antes de matarlo de un solo golpe certero—. Nadie podía imaginar que éste sería el que lo mataría.

juego de tronos, eddard xiii

 

Así, Robert podría encarnar, en esta perspectiva, una versión decadente y desmitificada de un cierto tipo de caballero medieval, en su heráldica emblemática de hazañas épicas o en su jovialidad y amor por la caza, rasgos que encarnan ambas versiones, la histórica y la mítica, del Caballero Verde. Robert emprendió su rebelión por al menos dos motivos: vengar la afrenta de Lyanna y colocar en el trono a un rey que no fuera Aerys. Pero su cantar de gesta falló: su prometida había muerto, y en su lecho de muerte piensa haber sido un rey tan malo como Aerys. En sus últimos momentos, busca la redención e intenta hacer las cosas bien: ordena detener el asesinato de Daenerys y nombra regente a Ned para que haga de su hijo un hombre mejor que él. Nada de eso se cumplirá, pero, en palabras de Ned, un hombre como él –el héroe épico del mítico yelmo astado– ni siquiera descansará en el más allá.

Robert detestaba descansar. Los dioses le den amor y risas y la gloria de la batalla.

juego de tronos, eddard xiv