Bienvenidos a una nueva edición de El Rincón del Cronista, en donde, como ya sabéis, alternamos entre personajes, sucesos, lugares e instituciones del mundo creado por George R. R. Martin con la idea de presentar un espacio de discusión y debate en el que la acción está en los comentarios. En esta ocasión, vengo a hablaros de un personaje que, aunque se haya incorporado tarde a esta historia, es posible que termine siendo determinante en el futuro cercano: Arianne Nymeros Martell, y con quien podemos vernos reflejados en ciertos momentos.

Arianne Martell, la princesa de Dorne

Arianne es la hija primogénita de Doran Martell, príncipe de Dorne, y su esposa, Lady Mellario de Norvos. Tiene dos hermanos menores: Quentyn (que ha pasado la mayor parte de su vida como pupilo de Lord Yronwood en Palosanto) y Trystanne, que tiene casi diez años menos que ella; por lo que no está muy unida a ninguno de ellos. En su lugar, prefiere la compañía de Andrey Dalt, Garin, Sylva Santagar y su prima Tyene Arena, con quien mejor se llevaba, y compartieron muchas experiencias. Con el tiempo, también se llevaría bien con su prima mayor Nymeria Arena.

Arianne es descrita como una mujer de baja estatura pero seductora, curvilínea y hermosa; con piel olivácea, grandes ojos oscuros y cabello lustroso negro y rizado, que cae hasta la mitad de la espalda. Su carácter es osado y aventurero (casi igual que su padre), a la vez que pragmática y maquiavélica; pero ese carácter (y lo descuidado de su educación por parte de Doran) le llevará a cometer una estupidez que pudo haber ahogado a Dorne en sangre.

Su juventud: bendita inocencia

Arianne pasó sus primeros años en los Jardines del Agua, la residencia veraniega de los Martell. Allí, los hijos de los nobles pueden jugar y vivir sin ningún problema con los niños de las clases más bajas. En ese ambiente de armonía y regocijo Arianne creció unida a su padre, hasta que un día encontró una carta que le abrió los ojos (o eso pensó ella).

—No soy la heredera que quiere mi padre; eso lo ha dejado muy claro. Nuestras leyes lo obligan, pero preferiría que lo sucediera mi hermano, estoy segura.

—¿Tu hermano? —Ser Arys le llevó una mano a la barbilla y le levantó la cabeza para mirarla a los ojos—. No te referirás a Trystane; no es más que un niño.

—No, Trys no. Quentyn. —Tenía los ojos osados y negros como el pecado, resueltos—. Conozco la verdad desde que tenía catorce años, desde un día en que fui a las habitaciones de mi padre para darle las buenas noches y me encontré con que no estaba. Más adelante supe que mi madre lo había hecho llamar. Se había dejado una vela encendida, y cuando fui a apagarla vi que al lado había una carta inacabada, dirigida a mi hermano Quentyn, que estaba en Palosanto. Mi padre le decía que tenía que hacer todo lo que le dijeran el maestre y el maestro de armas, «porque algún día ocuparás mi lugar y gobernarás sobre todo Dorne, y un gobernante debe ser fuerte en cuerpo y espíritu». —Una lágrima resbaló por la suave mejilla de Arianne—. Palabras de mi padre, escritas por su propia mano. Se me grabaron a fuego en la memoria. Aquella noche lloré hasta que me quedé dormida. Las noches siguientes, también.

festín de cuervos, el caballero manchado

 

Doran Martell, por Qistina Khalidah

Desde entonces, Arianne sintió más remordimiento que afecto hacia su padre, quien no advirtió los nuevos sentimientos de su hija. Arianne comenzó a comportarse cada vez más rebelde en lugar de intentar comprender por qué Doran había actuado de esa manera. A este resentimiento se unió el que su padre no le buscase un pretendiente digno de su aprobación. Arianne vio que su padre no hacía más que ofrecerle a auténticos vejestorios, como Gyles Rosby o el mismísimo Walder Frey, que no tardó en rechazar. En cambio, hasta rechazó una generosa oferta de matrimonio con Edmure Tully, el heredero de Aguasdulces y las Tierras de los Ríos. Este comportamiento convenció a Arianne de que su propio padre le odiaba.

Por ello, Arianne empezó a pensar por su cuenta e intentó ir a Altojardín para conocer a Willas Tyrell, aunque Doran se lo había prohibido. Su tío, el príncipe Oberyn, la Víbora Roja de Dorne, les interceptó en Vaith y les obligó a regresar a casa. Arianne siguió con una conducta rebelde, tomando varios amantes entre su propio séquito de amigos, como el bastardo de Bondadivina, Ser Daemon Aren o Ser Andrey Dalt. Es posible que hasta lo hiciera para emular la conducta de su tío Oberyn (que había sembrado Dorne de hijas bastardas, cada una de una madre diferente), de quien se quedó prendada en su juventud.

«Me senté junto al pozo y me imaginé que un caballero ladrón me había traído para hacer conmigo lo que le viniera en gana —pensó—. Un hombre alto, musculoso, con ojos negros y un pico en el nacimiento del pelo.» El recuerdo la incomodó.

festín de cuervos, la hacedora de reinas

 

El crecer rodeada de sus amigos y amantes en lugar de su familia (pues su madre, Lady Mellario, volvió a Norvos tras fracasar su matrimonio con Doran) y el volcar en ellos todo su afecto, sin enfrentarse a problemas especialmente graves ni haber sido educada para ello por parte del príncipe de Dorne, la hizo confiar en ellos sin casi reservas, lo que más tarde terminará pasándole factura. Arianne no advierte que se ha estado criando en la inocencia, rodeada siempre por quienes no podrían pararle los pies ni señalarle sus errores. Tampoco lo advierte su padre, pese a que tenía «otros planes» para ella que hubieran requerido mayor atención.

Juegos peligrosos

Myrcella Baratheon, por Rhaena Targaryen.

A sus 24 años, Arianne no tiene ninguna responsabilidad en su vida, aunque tampoco es que las haya rehusado, sino que su padre solo le asigna como deber presidir las fiestas y banquetes en Lanza del Sol (el resto de funciones las cumplen otros sirvientes que obedecen las órdenes del príncipe Oberyn). Por aquel entonces se desata la Guerra de los Cinco Reyes y Doran pacta con la Corona el matrimonio de Trystanne y Myrcella Baratheon, que fue enviada como pupila a Lanza del Sol. Junto a ella llega para protegerla Ser Arys Oakheart, de la Guardia Real. Arianne seduce a Arys y le toma como amante, pese a que había hecho votos de celibato. Podemos suponer que para Arianne los votos de otros significarían más bien poco, o formarían parte de un juego más que le incitaba a continuar su relación. O quizá no significase nada en especial (que tampoco hay por qué insultar todo el rato).

Lo siguiente que hará Arianne sí que será como para llevarse las manos a la cabeza. Dorne mantiene unas leyes y costumbres muy distintas a las del resto del reino, y por ello las mujeres no están excluidas de ninguna herencia, como sí ocurre en el resto de Poniente. Por eso, hay quienes consideran que habría que revisar el asunto de la sucesión del rey Joffrey tras su muerte.

—Una vez muerto Joffrey, según las leyes dornienses, el Trono de Hierro debería pasar a su hermana Myrcella, quien da la casualidad de que es la prometida de mi sobrino, gracias a vos.
—Aquí no se aplica la ley dorniense. —Tyrion había estado tan inmerso en sus propios problemas que no se había detenido a pensar en la sucesión—. Podéis estar seguro de que mi padre coronará a Tommen.

—Desde luego, puede coronar a Tommen aquí, en Desembarco del Rey. Pero mi hermano también puede coronar a Myrcella en Lanza del Sol.

tormenta de espadas, tyrion ix

—Luego sólo tendríamos que proclamar a Myrcella la primera de su nombre, reina de los ándalos, los rhoynar y los primeros hombres, heredera legítima de los Siete Reinos de Poniente, y sentarnos a esperar a los leones.
El príncipe soltó un bufido.
—¿Heredera legítima?

—Es mayor que su hermano —le explicó Tyene, como si fuera idiota—. Según la ley, el Trono de Hierro le pertenece.

—Según la ley dorniense.

festín de cuervos, el capitán de los guardias

 

Pese a todo, Doran mantiene la misma actitud que ha tenido toda su vida (el que sea una virtud o no ya lo juzgaremos nosotros).

—Así es —reconoció a regañadientes—. Lo pensaré.

Tyene se enfurruñó.

—Piensas demasiado, tío.

—¿Tú crees?

—Eso decía mi padre.

—Oberyn pensaba demasiado poco.

—Hay hombres que piensan porque tienen miedo de actuar.

—El miedo es una cosa; la cautela, otra.

festín de cuervos, el capitán de los guardias

 

Muchos en Dorne entienden que el trono pertenece a Myrcella y se muestran partidarios de una guerra. Pero el Trono de Hierro no es la causa de que muchos ansíen la guerra, sino más bien la muerte de Oberyn a manos de los Lannister.

—¡Abrid paso al príncipe Doran! —gritó Areo Hotah mientras golpeaba las baldosas con el mango de la alabarda—. ¡Abrid paso al príncipe de Dorne!
—¡El príncipe ha muerto! —chilló una mujer a su espalda.
—¡A las lanzas! —rugió un hombre desde un balcón.
—¡Doran! —exclamó una voz de acento cultivado—. ¡A las lanzas!

festín de cuervos, el capitán de los guardias

 

Arianne decide aprovechar este clima de ansias de venganza para ser ella quien corone a Myrcella, liderando a Dorne en la guerra contra el Trono de Hierro. Para ello deberá ganar la aprobación de su protector, su amante Arys. Por tanto, no dudará en manipularle sin demasiados remordimientos.

Pero, por derecho, Myrcella debería ocupar el Trono de Hierro.
—La ley… No sé…
—Yo sí. —Cuando se levantó, la mata de cabello negro le cayó como una cascada hasta las nalgas—. Aegon el Dragón creó la Guardia Real y sus votos, pero lo que un rey ha hecho, otro lo puede deshacer, o cambiar. Antes, los miembros de la Guardia Real lo eran de por vida, y aun así, Joffrey echó a Ser Barristan para que su perro pudiera vestir la capa. Myrcella querrá hacerte feliz, y a mí también me aprecia. Si se lo pedimos, nos dará permiso para casarnos. —Arianne lo abrazó y le apoyó la cara contra el pecho. La cabeza le quedaba justo debajo de la barbilla—. Podrás tenerme a mí y también la capa blanca, si eso es lo que quieres.

«Me está destrozando.»

—Ya sabes que sí, pero…

festín de cuervos, el caballero manchado

 

Arianne le revela la historia de la carta de Doran a Quentyn pero confundiendo ambas historias, de forma que su causa frente al usurpador de su hermano Quentyn parezca la misma que la de Myrcella.

—Una lágrima resbaló por la suave mejilla de Arianne—. Palabras de mi padre, escritas por su propia mano. Se me grabaron a fuego en la memoria. Aquella noche lloré hasta que me quedé dormida. Las noches siguientes, también.
[…]
Anders Yronwood es Criston Cole renacido. Susurra al oído de mi hermano que debería ser él quien gobernara después de mi padre, que no está bien que los hombres se arrodillen ante las mujeres… Y que Arianne, sobre todo, es la menos indicada para gobernar porque es una furcia testaruda. —Se echó el pelo hacia atrás en gesto desafiante—. Así que tus dos princesas comparten una causa común, ser… Al igual que comparten a un caballero que dice amarlas a las dos, pero que no está dispuesto a luchar por ellas.

—Os defenderé. —Ser Arys se dejó caer sobre una rodilla—. Es cierto que Myrcella es la mayor y está mejor preparada para llevar la corona. ¿Quién defenderá sus derechos si no lo hace su Guardia Real? Mi espada, mi vida, mi honor le pertenecen… Igual que a ti, alegría de mi corazón. Juro que nadie te robará lo que te corresponde por derecho de nacimiento mientras yo tenga fuerzas para blandir una espada. Soy tuyo. ¿Qué quieres de mí?

—Todo. —Se arrodilló para besarle los labios—. Todo, mi amor, mi amor verdadero, mi amor eterno. Pero antes…

—Pide lo que quieras y será tuyo.

—… Myrcella.

festín de cuervos, el caballero manchado

 

Los «aliados» de Arianne son aquellos que siempre han sido sus amigos, sin pararse a pensar en si son los más indicados para la tarea que han de cumplir: Sylvia Santagar, Andrey Dalt, Garin y Gerold Dayne, apodado Estrellaoscura (quien Arianne reconoce como uno de los hombres más peligrosos, pero más atractivos de todo Dorne), y no tardará demasiado en demostrarlo, para la sorpresa tanto de Arianne como de nosotros.

—Quiero justicia.
—Llámalo como quieras. La coronación de la pequeña Lannister no es más que un gesto simbólico. Nunca ocupará el Trono de Hierro. Ni conseguirás la guerra que deseas. No es tan fácil provocar al león.

—El león ha muerto. ¿Quién sabe qué cachorro prefiere la leona?

—El que está en su madriguera. —Ser Gerold desenvainó la espada. A la luz de las estrellas, brillaba tan afilada como las mentiras—. Así comienzan las guerras. No con una corona de oro, sino con una hoja de acero.

«No soy ninguna asesina de niños.»

festín de cuervos, la hacedora de reinas

 

Sin embargo, Arianne continua confiando en él, aunque se le olvida pensar porqué.

Tal vez los Yronwood apoyasen a Quentyn, pero por sí mismos no representaban amenaza alguna. Si se decantaban por Tommen y los Lannister, haría que Estrellaoscura los aniquilara hasta que no quedara rastro de ellos.

festín de cuervos, la hacedora de reinas

 

Arianne ni siquiera puede contar con el apoyo de Myrcella a la conspiración, pues nadie le ha preguntado su opinión al respecto.

—¿Princesa Arianne? —La niña le echó los brazos al cuello—. ¿Por qué me dan trato de reina? ¿Le ha pasado algo a Tommen?
—Ha caído en manos de hombres malvados, Alteza —respondió Arianne—, y mucho me temo que conspiran con él para arrebataros vuestro trono.

—¿Mi trono? ¿Queréis decir el Trono de Hierro? —La niña estaba cada vez más confundida—. No me lo ha arrebatado, Tommen es…

—… más joven que vos, ¿verdad?

—Soy un año mayor que él.

—Eso quiere decir que el Trono de Hierro os corresponde por derecho —dijo Arianne— Vuestro hermano no es más que un chiquillo; no es culpa suya. Tiene malos consejeros… Vos, en cambio, tenéis amigos. Si me lo permitís, tendré el honor de presentároslos.

festín de cuervos, la hacedora de reinas

 

Arianne continua su travesía como la lechera de la metáfora de Esopo: haciendo planes que no puede esperar siquiera que lleguen a cumplirse.

«Lo que viene ahora será más fácil y relajado —pensó—, Sangreverde arriba hasta llegar al Vaith, y por ahí, hasta donde pueda llegar la barcaza. —Eso les daría tiempo suficiente para preparar a Myrcella para lo que se avecinaba. Después del Vaith tenían por delante el mar de arena. Iban a necesitar ayuda de Asperón y Sotoinferno para la travesía, pero no le cabía duda de que la recibirían. La Víbora Roja se había criado como pupilo en Asperón, y Ellaria Arena, la amante del príncipe Oberyn, era hija natural de Lord Uller. Cuatro Serpientes de Arena eran nietas suyas—. Coronaré a Myrcella en Sotoinferno y allí alzaré mi estandarte.»

festín de cuervos, la hacedora de reinas

 

Sin embargo, la expedición termina tal y como cualquiera con dos dedos de frente podía esperar que terminase.

La puerta de la barcaza se abrió de golpe, y Areo Hotah salió a la luz del sol con la alabarda en la mano.
[…]
—¡Rendíos, princesa! —ordenó el capitán—. De lo contrario, por orden de vuestro padre, tendremos que matarlos a todos, excepto a la niña y a vos.

La princesa Myrcella se había quedado inmóvil en su montura. Garin retrocedió a paso lento con las manos levantadas. Drey se desabrochó el cinto.

—Rendirnos es lo más inteligente —le dijo a Arianne mientras su arma caía al suelo.

—¡No! —Ser Arys Oakheart puso su caballo entre Arianne y las ballestas, con la espada plateada en la mano. Se había descolgado el escudo para ponérselo en el brazo izquierdo—. ¡No la cogeréis mientras me quede aliento!

«Tonto sin remedio —fue lo único que pudo pensar Arianne—, ¿qué crees que haces?»

Ser Arys Oakheart le lanzó una última mirada anhelante, clavó las espuelas doradas al caballo y atacó. Cabalgó directamente hacia la barcaza, con la capa blanca ondeando a la espalda. Arianne Martell no había visto nunca nada tan caballeresco, ni tan estúpido.

—¡Nooo! —gritó, pero había recuperado la voz demasiado tarde.

—¡No! —gritaba alguna niña, alguna niñita idiota—. ¡No, por favor, esto no tenía que pasar!

Oyó que Myrcella también gritaba con voz aguda.

[…]

Y se encontró con Areo Hotah ante él.

El caballero blanco alzó la espada demasiado despacio. La alabarda de Hotah le cortó el brazo derecho por el hombro, ascendió en medio de un reguero de sangre y volvió a caer en un terrible golpe a dos manos que cortó la cabeza de Arys Oakheart y la envió volando por los aires. Fue a caer entre los juncos, y el Sangreverde la engulló.

[…]

«No —pensaba sin cesar—, no, no, nadie tenía que resultar herido, todo estaba planeado, tuve mucho cuidado.»

—¡A por él! —oyó gritar a Areo Hotah—. Que no escape, ¡a por él!

Myrcella estaba en el suelo, sollozante y temblorosa, con las manos en la cara blanca. Le corría sangre entre los dedos. Arianne no entendía nada.

—¿Cómo era posible que lo supiera? —le preguntó al capitán—. Tuve mucho cuidado. ¿Cómo era posible que lo supiera?

Alguien habló. —Hotah se encogió de hombros—. Siempre hay alguien que habla.

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Arys oakheart, por Fantasy Flight Games

Así terminan los juegos de Arianne: con dos inocentes pagando los platos rotos. Arys muere y la inocente princesa Myrcella termina desfigurada de por vida a manos de Estrellaoscura, que por alguna razón decidió que lo mejor era forzar la guerra entre Dorne y el resto del reino asesinando a Myrcella. Desde ese momento, Gerold Dayne será buscado por la justicia, y Arianne quedará confinada a la Torre de la Lanza de Lanza del Sol, sin contacto con nadie  (aunque podrá seguir contando con todas las comodidades de antaño). Su única confianza serán las últimas palabras de Hotah, que le atormentarán a partir de entonces.

 

Crimen y castigo.

Durante su reclusión en la torre, Arianne reflexionará sobre sus acciones y como afrontar su responsabilidad de cara al futuro. Pero de nuevo, no será de la manera que pudiera esperarse.

Si fuera necesario, se tiraría bajo las ruedas de la silla de su padre, reconocería su culpa y le suplicaría perdón. Y lloraría. Cuando viera correr las lágrimas por sus mejillas, la perdonaría.

[…]

«Yo no deseaba eso, de verdad. No quería hacerle daño a la niña. Sólo quería convertirla en reina. Si no nos hubieran traicionado…»

—Alguien habló —había dicho Hotah.
El recuerdo aún la enfurecía. Arianne se aferró a eso, alimentó la llama que ardía en su corazón. La ira era mejor que las lágrimas, mejor que la pena, mejor que la culpa. Alguien había hablado, alguien en quien ella confiaba. Arys Oakheart había muerto por eso: el susurro de un traidor lo había matado tanto como el hacha del capitán. Y la sangre que corrió por el rostro de Myrcella era también obra del traidor. Alguien había hablado, alguien a quien ella quería. Eso era lo más cruel de todo.
[…]
Al pie de la cama había un arcón de cedro con su ropa, de modo que se quitó las prendas sucias del viaje, con las que había dormido, y se puso el vestido más provocativo que encontró, de seda etérea que lo cubría todo y no ocultaba nada. Tal vez el príncipe Doran la tratara como a una niña, pero no pensaba vestirse como tal. Sabía que un atuendo semejante incomodaría a su padre cuando fuera a castigarla por haberse fugado con Myrcella. Contaba con ello.
«Si tengo que arrastrarme y llorar, por lo menos que se sienta incómodo él también

[…]

«Alguien habló —pensó—. Alguien habló. —Garin, Drey y Sylva Pintas eran sus amigos desde la infancia; los quería tanto como a su prima Tyene. No podía creerse que la hubieran delatado…

festín de cuervos, la princesa en la torre

 

Arianne presa en la Torre, por Spprow

Para salir de su cautiverio, Arianne vuelve a caer en sus antiguos vicios y manipula a una humilde sirviente (que tienen ordenes de no dirigirle la palabra) para poder enviar una carta. De nuevo, Arianne corrompe a alguien inocente para lograr sus fines.

Decidió que tenía que mostrarse más sutil. Su mejor baza era la joven, inocente y crédula Cedra. La princesa recordaba que Garin alardeaba de haberse acostado con ella.

[…]

Al día siguiente, mientras la muchacha le servía la cena, volvió a charlar con ella. En aquella ocasión mencionó de pasada a Garin. Al oír su nombre, Cedra alzó la vista con timidez y estuvo a punto de derramar el vino.

[…]

Aun así hicieron falta cuatro días y dos baños más para que se hiciera con la joven.

—Por favor —susurró al final Cedra después de que Arianne describiera una vívida imagen de Garin tirándose por la ventana de su celda para saborear la libertad una última vez antes de morir—. Tenéis que ayudarlo. Por favor, no lo dejéis morir.

—No puedo hacer nada estando aquí encerrada —respondió también en susurros—. Mi padre no quiere verme. La única que puede salvar a Garin eres tú. ¿Lo quieres?

—Sí —murmuró Cedra, sonrojada—. Pero ¿cómo puedo ayudar?

—Puedes llevarle una carta a quien yo te diga —respondió la princesa—. ¿Te atreves? ¿Correrías ese riesgo… por Garin?

[…]

Pero la niña no apareció al día siguiente. Tampoco acudió un día después.

[…]

Arianne trató de ganarse a Morra y a Mellei de la misma manera, pero no sirvió de nada. Si hubiera podido quedarse a solas con una de ellas, quizá hubiera tenido alguna posibilidad, pero juntas, las hermanas eran una muralla.

festín de cuervos, la princesa en la torre

 

Finalmente, el príncipe Doran accederá a verla, tras quien sabe cuanto tiempo de aislamiento que debió de parecerla un año entero.

«Tengo miedo —comprendió—. Por primera vez en mi vida, tengo miedo de mi padre.»

festín de cuervos, la princesa en la torre

 

Doran la echa en cara su insensatez/estupidez, y no haber reflexionado en las consecuencias que pudiera haber acarreado no solo a quienes hubieran participado, sino a todo Dorne y la Casa Martell; Arianne se justifica, diciendo que actuó «por el honor de nuestra Casa», y recriminándole su mansedumbre. Doran le informa de que sus amigos han escapado del verdugo; en su lugar han sido exiliados o han pagado un rescate. Aunque también nos da un dato la mar curioso.

A Lady Sylva no la castigué, pero ya estaba en edad de contraer matrimonio, y su padre la ha enviado por barco a Piedraverde para casarla con Lord Estermont.

festín de cuervos, la princesa en la torre

 

A medida que avanza el capítulo, comenzamos a conocer al auténtico Doran Martell

—Te lo advierto, Arianne, se me está acabando la paciencia.

—¿Conmigo? —«Muy propio de él»—. Con Lord Tywin y con los Lannister siempre has tenido la paciencia de Baelor el Santo, pero no es lo mismo con la sangre de tu sangre.

—Confundes la paciencia con el autodominio. Llevo preparando la caída de Tywin Lannister desde el día en que me dijeron lo de Elia y sus hijos. Tenía la esperanza de arrebatarle todo lo que le era querido antes de matarlo, pero por lo visto, su hijo enano me ha privado de ese placer.

festín de cuervos, la princesa en la torre

 

Arianne le recrimina sus lamentables ofertas de matrimonio y la famosa carta de Quentyn. Ahí es cuando Doran «nos suelta la bomba»

—¿Por qué no? Lo prefieres a él; siempre lo has preferido. Se parece a ti, piensa como tú, y tienes intención de entregarle Dorne. No te molestes en negarlo. Se lo decías en la carta. —Aún tenía las palabras exactas grabadas a fuego en la memoria—. «Algún día ocuparás mi lugar y gobernarás sobre todo Dorne», eso le escribiste. Dime, padre, ¿cuándo decidiste desheredarme? ¿El día en que nació Quentyn, o fue el día en que nací yo? ¿Qué hice para que me odiaras tanto? —Se puso furiosa al sentir que se le llenaban los ojos de lágrimas.

—Nunca te he odiado. —El príncipe Doran apenas tenía un hilo de voz, cargada de dolor—. No lo entiendes, Arianne.

—¿Niegas haber escrito aquellas palabras?

—No. Quentyn se había marchado a Palosanto. Mi intención era que me sucediera, sí. Para ti tenía otros planes.

—Sí, claro —replicó con desprecio—. Menudos planes. Gyles Rosby, Ben Beesbury el Ciego, Grandison Barbagrís… Esos eran tus planes. —No le dio tiempo a replicar—. Ya sé que mi deber es darle un heredero a Dorne, nunca lo he olvidado. Me habría casado de buena gana, pero todos los hombres que me ofreciste eran un insulto. Era como si me escupieras con cada uno. Si alguna vez me tuviste el menor afecto, ¿por qué me ofreciste a Walder Frey?

—Porque sabía que lo rechazarías. Cuando llegaste a cierta edad tenía que aparentar que trataba de buscarte un consorte, pues de lo contrario habría suscitado sospechas, pero no me atrevía ofrecerte a ningún hombre que pudieras aceptar. Estabas prometida, Arianne.

¿Prometida?» Se quedó mirándolo con incredulidad.

festín de cuervos, la princesa en la torre

—Se trata de un pacto secreto —respondió Dany—, sellado en Braavos cuando y o era pequeña. Ser Willem Darry, el caballero que nos sacó a mi hermano y a mí de Rocadragón antes de que nos atrapasen los hombres del Usurpador, lo firmó en nuestro nombre. El príncipe Oberyn Martell lo firmó en nombre de Dorne, con el Señor del Mar de Braavos como testigo —le tendió el pergamino a ser Barristan para que lo ley era—. Estipula que la alianza ha de sellarse con un matrimonio. A cambio de la ayuda de Dorne para derrocar al Usurpador, mi hermano Viserys debía tomar como reina a Arianne, la hija del príncipe Doran.

danza de dragones, daenerys vii

 

La hija «obediente»

Mi honor de cronista me obliga a avisar que a partir de aquí habrá infinidad de spoilers de los capítulos de Arianne de Vientos de Invierno publicados hasta la fecha.

A partir de esa revelación, desaparecerá el resentimiento que la princesa sentía hacia su padre, y a partir de entonces hará lo posible por convertirse en la heredera que tanto Doran como Dorne necesitan. Su padre pasará a contar con Arianne en sus planes, que ha pasado de despreciar a respetar y querer a su padre. Hasta vemos un cambio en su forma de pensar

Uno de ellos la había traicionado, pero los echaba de menos a todos por igual. «Fue culpa mía».
Fui una niña estúpida, jugando al juego de tronos como un borracho a los dados».

«Veneno —pensó Arianne—. Sí. Bonito veneno». Así fue como le había engañado. Gerold Dayne era duro y cruel, pero de tan hermoso aspecto que la princesa no había creído la mitad de las historias que había oído acerca de él. Los chicos guapos siempre habían sido su debilidad, particularmente aquellos que tenían un lado oscuro y peligroso. «Eso era antes, cuando era sólo una chica —se dijo—. Ahora soy una mujer, la hija de mi padre. He aprendido esa lección».

vientos de invierno, arianne i

 

Desde Desembarco del Rey, el trono envía a Balon Swann, de la Guardia Real, trayendo el cráneo de Gregor Clegane como obsequio para apaciguar las iras de los dornienses por la muerte del príncipe Oberyn. Doran se muestra habilidoso y le cuenta a Ser Balon que fue Estrellaoscura quien asesinó a Arys Oakheart cuando intentó asesinar a Myrcella, sin mencionar la culpabilidad de Arianne o sus acompañantes. Balon se compromete a perseguir a Ser Gerold y darle muerte. Pero no serán los únicos sucesos que afecten a Dorne: la Compañía Dorada desembarca en las Tierras de la Tormenta, y solicita el apoyo del príncipe de Dorne para poner en el trono a Aegon VI, el hijo de la difunta Elia Martell.

—Trae mercenarios, pero no dragones —le había dicho el Príncipe Doran la noche en la que llegó el cuervo—. La Compañía Dorada es la mejor y mayor de las compañías libres, pero diez mil mercenarios no podrán esperar ganar los Siete Reinos. El hijo de Elia… Lloraría de felicidad si alguna parte de mi hermana hubiera sobrevivido, ¿pero qué prueba hay de que es Aegon? —Su voz se rompió cuando dijo eso—. ¿Dónde están los dragones? —preguntó—. ¿Dónde está Daenerys? —Arianne supo que lo que en realidad estaba diciendo era «¿dónde está mi hijo?».

vientos de invierno, arianne i

 

Doran envía a Arianne, (en quien ahora confía) una tarea fundamental para Dorne: acudir a entrevistarse con Aegon y su comandante, Jon Connington, para poder saber si de verdad se trata de su sobrino. Entre sus acompañantes se encuentra Daemon Arena, antiguo amante de Arianne y que la conoce bien. De hecho, puede verse una diferencia entre Daemon y los anteriores amigos de la princesa.

—Preferiría que fuera Quentyn quien hubiese regresado.
Eso es lo que decís —dijo Daemon Arena—. Buenas noches, princesa —se inclinó ante ella, y la dejó allí.

vientos de invierno, arianne i

 

En base a ese comentario de Daemon, vemos un nuevo pensamiento que reconcome a Arianne, en relación con sus traumas pasados.

«¿Qué quería decir con eso? —pensó Arianne al observar a Daemon alejarse— ¿Qué clase de hermana sería yo, si no quisiera a mi hermano de vuelta?»

Quiero a mi hermano —dijo Arianne, pero sólo la luna pudo oírla.

—Seguimos siendo la misma sangre —susurró—. Por supuesto que quiero a mi hermano en casa. Lo quiero en casa —el viento del mar le puso la piel de gallina en los brazos. Arianne se cubrió con la capa, y fue a buscar su cama.

El pacto secreto que el Príncipe Doran había hecho todos esos años era casar a Arianne con Viserys, no a Quentyn con Daenerys. Todo se había deshecho en el Mar Dothraki, cuando fue asesinado. Coronado con un caldero de oro fundido.

—Fue asesinado por un khal Dothraki —dijo Arianne—. El marido de la propia reina dragón.
—Eso he oído. ¿Y qué?
—Solo… ¿por qué Daenerys dejó que pasara? Viserys era su hermano. Todo lo que quedaba de su propia sangre.
—Los Dothraki son un pueblo salvaje. ¿Quién puede saber por qué matan? Quizás Viserys se limpió el culo con la mano equivocada.

«Quizá —pensó Arianne—, o quizá Daenerys se dio cuenta de que una vez su hermano fuera coronado y casado conmigo, ella se vería condenada a pasar el resto de su vida durmiendo en una tienda y oliendo a caballo».

vientos de invierno, arianne i

“Rey Quentyn”, le seguía sonando estúpido. Esta nueva Daenerys Targaryen era mas joven que Arianne por media docena de años. Qué querría una doncella de su edad de su aburrido y chupatintas hermano.

vientos de invierno, arianne ii

 

Quien sabe si Arianne ha aprendido de verdad a ser responsable y ha abandonado su egoísmo. Quien sabe si al pensar en Daenerys «oliendo a caballo» mientras su hermano está en el Trono de Hierro, no estará pensando en ella misma y Quentyn. Y quien sabe que puede llegar a hacer Arianne rodeada por un ejército que piensa colocar a otro pretendiente en el trono que habrá de buscar una consorte… ¿Habrá arriesgado demasiado el príncipe Doran al enviar a su hija a entrevistarse con la Compañía Dorada?

Lo cierto es que a lo largo del viaje Arianne muestra una novedosa cautela que no tuvo en cuenta en su primera conspiración:

—¿Debemos desenvolver nuestro estandarte? —preguntó Joss Hood.
—Todavía no —dijo Arianne. En la mayoría de lugares, le venía bien jugar a ser princesa, pero había algunos donde no.

[…]
—Ella es Dorne, ¿por qué no debería saberlo? ¿Vienes a unirte a nosotros, no?

“Tiene que determinarse aún”, pensó Arianne Martell. Pero era mejor no presionar la materia.

vientos de invierno, arianne ii

 

Sin embargo, parece que su forma de actuar cambia cuando es informada de que Jon Connington ha logrado conquistar el aparentemente inconquistable castillo de Bastión de Tormentas, demostrando así su fuerza y sus oportunidades para hacerse con el trono. De pronto han pasado de ser una apuesta arriesgada a un nuevo poder a tener en cuenta, y muchos grandes señores pensarán en unirse a su causa ahora. De pronto la alianza entre Dorne y la causa de Aegon no es algo tan descabellado… y menos aún cuando es algo que le interesa a ella más que a Dorne.

—¿Cuántos hombres murieron en batallas que creyeron que podían ganar? —Le preguntó ser Daemon—. Recházales, princesa. Desconfío de estos mercenarios. No vayas a Bastión de Tormentas.

—¿Qué te hace pensar que me permitirán esa opción? —Tenía la incómoda sensación de que Haldon Mediomaestre y Lysono Maar iban a subirla a ese barco la mañana siguiente quisiera o no. Mejor no probarles—. Ser Daemon, tú fuiste escudero de mi tío Oberyn —le dijo— y si estuvieras con él ahora, ¿le estarías aconsejando también a él que lo rechazara? —No esperó a su respuesta—. Sé la respuesta… y sé que me vas a recordar que no soy la Víbora Roja, eso también lo sé. El príncipe Oberyn está muerto. El príncipe Doran está enfermo y anciano. Y yo soy la heredera de Dorne.

—Y es por eso por lo que no debes ponerte en riesgo —dijo Daemon. Entonces el caballero hincó una rodilla—. Mándame a mí a Bastión de Tormentas en tu lugar. Así si el plan del grifo sale mal y Mace Tyrell vuelve a tomar el castillo, seré otro caballero sin tierras que juró su espada con pretensiones de ganancias y gloria.

—Mientras que si yo soy capturada, el Trono de Hierro lo tomará como prueba de que Dorne conspiraba con esos mercenarios y prestó una mano a los invasores. Es bravo que quieras protegerme, ser. Te lo agradezco —Arianne tomó sus manos y le hizo alzarse de nuevo—, pero mi padre me encomendó esta misión a mí, no a ti. Mañana, navegaré para ver al dragón en su guarida.

vientos de invierno, arianne ii

 

La princesa Arianne Martell, por Lauren_Oh

Pues esta es la princesa Arianne Nymeros Martell. Ahora es vuestro turno: ¿Qué opináis de la princesa Arianne? ¿Y de su padre, el príncipe Doran?¿Como habría podido haber acabado su torpe intento de rebelión? ¿Creéis que de verdad intenta redimirse? Y, sobre todo ¿que le espera a Dorne en los futuros acontecimientos?.

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