Análisis del segundo capítulo de la octava temporada de Juego de Tronos.

Como marca la tradición, después del visionado del segundo capítulo de la octava temporada de Game of Thrones, que podéis comentar y valorar aquí, hoy es el momento de reflexionar con el análisis del mismo. De la mano de los Escribas Leales que se ofrecieron voluntarios para llevar a cabo esta tarea, hoy continuamos esta sección con una habitual de la Compañía. En la anterior temporada ya nos deleitó con el análisis del capítulo Botines de Guerra y, antes de eso, nos contó la historia de la Loba y el Dragón. Desde Campoestrella, custodiando a Albor, @Cristina Dayne analiza hoy el segundo capítulo de la última temporada de Juego de Tronos.


8×02: Caballero de los Siete Reinos

— Cristina Dayne —


Nos hallamos ante un episodio aparentemente tranquilo, pero que en realidad oculta la peor de las esperas. ¿Qué siente un ser humano cuando aguarda a la muerte? Y no una muerte cualquiera, sino una que no te deja reposar, una que volverá a alzarte de nuevo bajo el yugo de la esclavitud y de la pérdida de la humanidad. Yo creo que bajo la aparente calma, subyace una historia de terror.

Este ha sido, en realidad, un capítulo de transición, un impás entre el pasado y la batalla por la supervivencia. La calma que precede a la tempestad. La Larga Noche acecha a los que habitan Invernalia, y durante esas horas de espera se dan nuevos encuentros y revelaciones. Hallamos miradas, sentimientos y emociones, y también se revelan algunas obsesiones.

Juzgando a Jaime

Lo primero que oímos es la voz de Daenerys, recordándonos a todos cómo el loco de su malogrado hermano Viserys le hablaba de la traición a su padre, y de cómo fue asesinado. Habla con resquemor sobre el asesinato a un padre al que no conoció, y del cual sabe que era un cruel y sádico tirano. Aparentemente, la situación no pinta bien para el aguerrido Lannister, que permanece en pie en medio de la sala, tratando de justificar actos que poco tienen de justos. No bajo el punto de vista de los ahí presentes, claro.

La mirada que Daenerys le dedica a Tyrion al oír que no vendrán las tropas de Cersei, y que esta solo aguarda a rematarlos cuando todo haya pasado, es bastante reveladora, y el veneno que escupen sus palabras cuando el enano trata de defender a su hermano es casi visible para todos.

Pero llegan las primeras palabras afortunadas de boca de Jaime. «Prometí luchar por los vivos. Pienso cumplir mi promesa«. De repente, todo parece cambiar en el ambiente, y las simpatías empiezan a decantarse. Jaime dice algo muy cierto cuando vuelven a preguntarle: «Esto trasciende la lealtad. Esto es supervivencia» (algo de lo que, por cierto, la imbécil de su hermana ha sido incapaz de percatarse).

Hay tensión en el ambiente. Brienne da muestras de su legendario valor y no duda en defenderle. Y aquí llega un momento que da la vuelta a la tortilla por completo: Sansa, tras ver que Brienne da la cara por Jaime y que lucharía a su lado, decide tomar partido: «Os confiaría mi propia vida«, le dice, dando muestras de una confianza ciega en su guerrera. Jon va a lo práctico, alegando que nunca sobra otro hombre en la lucha. Daenerys se queda sola.

¿Qué esperaba la rubia?

¿Acaso cree que alguien en esa sala sintió algo de pena por la muerte de Aerys? ¿O que alguien la ve con buenos ojos? Lástima que nadie le haya echado en cara a la reina que su querido papá estaba a punto de quemar a toda una ciudad con sus ciudadanos dentro, cuando fue muerto.

Sin duda los norteños no sienten simpatía por Lannisters o Targaryen, pero sí por su señora Sansa, que acaba de mostrar confianza hacia el recién llegado. Se acabó la discusión.

Al acabar la vista, vemos la primera huida de Jon que no quiere hablar con su moza, ya de por sí contrariada.

El humor de Daenerys no es muy bueno al acabar. Gruñe, repartiendo culpas y amenazas especialmente hacia Tyrion, porque Cersei sigue en el trono. Esta mujer sigue obsesionada con el tema y da muestras de que no le importa nada más. A ver… está a punto de llegar un ejército de muertos. Quién sabe quién sobrevivirá. Pero ella, dale que te pego, sin pensar en nada más.

En la forja de vidriagón (cómo duele decir algo así…)

Arya llega con intenciones de recoger su arma, que no está ni empezada. Llega a la conclusión de que su gallardo mozo, necesita una demostración práctica de lo que urge que la construya, mostrando su puntería. Ella va a luchar y tiene cualidades. No es una niña indefensa y asustada.

Decir «Conozco a la muerte. Tiene muchos rostros» mientras lanzas puntas de obsidiana a la pared, son las palabras adecuadas para poner a cualquier chaval a tus pies. Y como sonríe Gendry…

Visita en el Bosque de Dioses

Bran sigue viviendo su contemplativa vida, con su sempiterna pose lejana y siniestra, cuando Ser Jaime osa acercarse a él. El joven no duda en hacerse más repelente, diciendo que ahora ya no es Bran Stark, sino otra cosa. Con lo fácil que es disimular y decir «te perdono», para quitar hierro al asunto.

Cierto es que el pasado, por malo que sea, determina lo que somos ahora. Sin esa caída nada habría sido igual, aunque nadie puede saber si la alternativa habría sido mejor o peor. En este caso, parece que el destino jugó con ellos para que esa caída acaecida tanto tiempo atrás, determinara que pueda existir algún futuro para la humanidad. Ya veremos. Tal como dice el Cuervo de Tres Ojos a Ser Jaime: «¿Cómo podéis saber que habrá un después?«.

Qué agradable el chico, sí señor… A eso se le llama dar ánimos

En las murallas de Invernalia

Tal como hacían antaño, Jaime y Tyrion conversan. Los norteños no les brindan sus mejores sonrisas, sin duda, y Tyrion comenta lo ocurrido la última vez que llevaron dragones al norte, y habla de lo diferente que es su reina.

«¿Los es?» pregunta Jaime, inteligentemente. Tyrion, cuyo coeficiente intelectual se ha ido diluyendo con el tiempo a medida que le salía esa espesa barba, dice que sí (aish…) Si él mismo reconoce que un error común de la gente inteligente es el de subestimar a su oponente (y a su reina Targaryen también, por lo que veo).

Preparativos de batalla

Vemos que Podrick se defiende mucho mejor que tiempo atrás con la espada, mientras Jaime se acerca a su admirada Brienne. Ella se muestra a la defensiva, y a la vez halagada por las palabras del Lannister. Por supuesto, se hace la dura cuando él solicita luchar a su lado, alegando que lo pensará, pero por dentro empieza a ser algo más feliz.

Consejos a la reina

Yo lo primero que veo es la cara de asco de Daenerys. ¿Será algo subjetivo porque cada vez la soporto menos? Es posible y pido disculpas si es así.

Por algún motivo desconocido, Jorah decide hacer de consejero, hablando en favor de Tyrion y algo más, probablemente relacionado con Lady Sansa. Y la reina le hace caso. Vaya…

Sansa no se deja camelar

La reina quiere hablar con ella, en plan amiguitas, y Sansa accede. La señora de Invernalia se siente benevolente, y curiosamente, defiende a Tyrion, reconociendo por fin que siempre fue respetuoso con ella. Por supuesto, Daenerys ha de echarle la culpa de algo, diciendo que no debió confiar en Cersei. «Vos tampoco debisteis«. Un zasca de Sansa suavecito para ir entrando en situación.

Daenerys se muestra amable y pone carita de cachorrito. ¡Hasta le da la mano a Sansa! Hablan de manipulación, y la reina se hace la buena, casi dando a entender que fue Jon quien la manipuló a ella para que acudiera en su ayuda. Pero bueno… Lo que no dice es que ella le exigió que renunciara a ser el Rey en el Norte y se postrara ante ella o no iría con él. Lo que no dice es que poco reino le quedaría para gobernar si dejaban el norte a su suerte y los muertos avanzaban hacia el sur.

Parece que la joven Stark cae presa de sus encantos, y se muestra simpática, mirándola fijamente todo el tiempo. Aparentemente, Sansa está dejando que Daenerys se sienta como miembro de la cuchipandi, pero algo subyace bajo esa sonrisa. Está esperando a tirarse a su yugular:

¿Qué pasa con el Norte, tía?

«¿Qué pasará después?, ¿Qué hay del Norte? Se nos arrebató y lo recobramos, y dijimos que jamás nos postraríamos ante nadie«, declara entonces Sansa, serenamente y con firmeza. Con qué sutileza Daenerys aparta la mano. Resulta que Sansa no busca nuevas amiguitas.

Los hombres del hierro

Salvando la situación, anuncian una llegada a Sansa. Ahí está Theon, que saluda correctamente a la reina, pero que anuncia que él viene a luchar por Invernalia. No hacen falta más palabras. Sansa se lanza a sus brazos, agradecida, y ambos parecen olvidar que Daenerys está allí. La reina no parece agradablemente sorprendida. Después de tantas personas postrándose ante ella, no está acostumbrada a que pasen soberanamente de su presencia.

En este episodio me está gustando Sansa. Se muestra firme ante la rubia, y agradecida con quienes le han salvado en el pasado. El abrazo a Theon así lo demuestra. La muestra de cariño más vehemente en lo que llevamos de temporada.

Caldo de cebolla

Davos ayuda en lo que puede, repartiendo el rancho y animando a la gente. Ahí es cuando aparece esa adorable niñita con la cara marcada, alegando que ella quiere luchar porque sus hermanos fueron soldados. El corazón de nuestro caballero de la cebolla se enternece, viendo en esa niña a su adorada Shereen, su inteligente y valiente pequeña Baratheon. Un cariñoso homenaje. Pero ¿Por qué no aparece ningún aguerrido joven que le recuerde a sus hijos difuntos? Ay, ay, ay… guionistas.

Antes de que caigan las lagrimitas, aparecen los pocos supervivientes de la Guardia guiados por Edd el penas, y con ellos Tormund y Beric. El placaje que le hace nuestro pelirrojo grandullón a Jon me encanta. Y vemos de inmediato que no se ha olvidado de Brienne. Pero entre la alegría del reencuentro, aparece esa frase tan deprimente: «Quien no esté aquí ya, está con ellos«.

Planificando la guerra

Planificando la guerra

Ahí están todos, mirándose las caras, sabiendo que tal vez sea la última vez que se vean con vida, y preguntándose cómo enfrentarse a un ejército tan colosal. Tal vez sea el momento de llamar a Tom Cruise de Misión Imposible, cuando resuelven que hay que atraer al Rey de la Noche al Bosque de Dioses, y usarán a Bran de cebo, con Theon de protector (el pobre Greyjoy ya está en la porra de los probables difuntos. ¿Lo veremos con ojos azules?).

Ah, sí. Interesante. Después de tanto rollo con los dragones, resulta que ni siquiera el todopoderoso Bran sabe si serán efectivos contra los Caminantes. ¡Me cago en la leche! Ahora para que no sirvieran para nada. Sería la repanocha…

Y aquí podemos disfrutar de la segunda huida de Jon ante Daenerys. ¿Está evitando a su reina porque es incapaz de hablar con ella sin decirle la verdad?, ¿O porque le produce cierto asquito pensar que se ha estado tirando a su tía?

Naath

Gusano Gris y Missandei haciendo planes de futuro. Que negro lo veo, pobres…

Los tres mosqueteros

Los tres compañeros de penas se reúnen de nuevo en la última noche. Lo más destacable: ¡EL RETORNO DE FANTASMA! Un huargo reducido a la mitad, o sustituido por un perrito esperando que Jon no se diera cuenta del cambiazo.

Es divertido escuchar el historial delictivo de Sam, tratando de convencerles de que puede luchar. ¡Robó libros de la Ciudadela! Uuuuuhhh. Que majo él.

Ah, y por supuesto. El pacto entre caballeros: el último que quede en pie, que queme a los demás.

¡El retorno de Fantasma!

Una hoguera en Invernalia

Tyrion y Jaime hablan de lo que les gustaría que su padre estuviera allí para verles… Esto, ver como sus dos hijos están dispuestos a morir defendiendo Invernalia. Va llegando el resto de la pandilla en la que promete ser una noche inolvidable (si es que queda alguien vivo para recordarla, claro). Por de pronto, yo jamás olvidaré esa imagen grabada en mi cerebro de una giganta amamantando a un pequeño Tormund, y a este bebiendo mientras toda la bebida se desparrama sobre él.

En las murallas de Invernalia 2

Triste reunión del Perro con Arya y Beric. Cabe destacar las pocas ganas que tiene Sandor Clegane a oír sermones, cuando amenaza a Beric con lanzarlo muralla abajo. Sí, señor. Eso es ser directo. Es curioso ver cómo un enemigo común, feo, muerto y terrible, es capaz de unir a adversarios del pasado (excepto a Cersei, claro).

Pasión en Invernalia

No hay muchas palabras que decir sobre esta escena excepto, quizás, ¡por fin! Arya decide que quiere saber lo que es el amor carnal, compartir una noche con alguien sin matarlo, y qué mejor para eso que su Gendry.

Una hoguera en Invernalia 2

Hallamos a nuestros amigos frente al calor del fuego, esta vez dándose ánimos sobre sus posibilidades de sobrevivir, haciendo un recuento de las batallas a las que han sobrevivido. Y tras referirse a Brienne (por error) como Ser, Tormund desea saber por qué ella no es caballero. Ay, la tradición. Y nuestro simpático salvaje pelirrojo declarando: «No soy rey, pero de serlo, os armaría caballero diez veces«. Qué romántico.

Y llegamos a ese momento de felicidad suprema para la buena de Brienne. Ese en que un caballero puede armar a otro. Me gusta ese cruce de miradas entre Brienne y Podrick, y cómo se entienden. Ella oye el ofrecimiento de Jaime, y anhela que sea verdad, pero recela porque han sido tantas las veces que se han burlado de ella

Pero ahí llegan las palabras: Por el Guerrero, por el Padre, por la Madre… Ser valiente, ser justa y defender al inocente. Ser Brienne de Tarth es declarada Caballero de los Siete Reinos en la ceremonia más humilde y bonita que podía imaginar. ¡Y qué sonrisa la de ella!

Por el Guerrero, por el Padre, por la Madre

En las murallas de Invernalia 3

Esta vez encontramos a los Mormont hablando con vehemencia, especialmente Lady Osita, sobre las promesas que deben cumplirse. La niña, obstinada y valerosa, que cuando da su palabra, la cumple, y que decide enfrentarse al ejército de los muertos a pesar de todo. También se muestra benévola al desear buena suerte a su primo. Me ha gustado, porque no es de las que hablan por hipocresía.

Y Sam, por algún ataque de inspiración, decide entregar su espada de acero valyrio a Jorah Mormont. «Nos veremos cuando acabe. Espero vencer«. ¿Por qué será que cada vez que algún personaje dice algo así, lo veo muerto y con ojos azules?

Una hoguera en Invernalia 3

La noche decae, y los presentes cada vez ven más cerca el momento que podría preceder a sus últimos segundos de vida. La batalla es inminente y el amanecer se aproxima. Nadie quiere cantar y dar calor a esas últimos momentos. Nadie, excepto Podrick, que con dulce voz de tenor nos canta la canción de Jenny de Piedrasviejas. Bonita, conmovedora, nos deja ver cómo están compartiendo nuestros personajes su última noche juntos: Sam con su familia tumbado; Sansa comiendo algo junto a Theon, mirándose con cariño y probablemente, también, miedo; Arya despierta en el lecho junto a Gendry; el beso de ¿despedida? de Gusano Gris y Missandei; Jon y Daenerys en las Criptas…

Ante la tumba de Lyanna Stark

Ante la tumba de Lyanna Stark

Este es el momento de una nueva revelación, esta vez para Daenerys: que su hermano Raeghar, el amable y músico, no era un violador como le habían hecho creer toda su vida. ¡Regocíjate, Daenerys! Pero no. A la mierda el honor de Raeghar. Lo único importante es que si la historia que le cuenta Jon, según la cual él es hijo de su hermano, es verdad, él tendría derecho al Trono de Hierro antes que ella. Estoy viendo que, a pesar de sus palabras melosas hacia Sansa y los demás, lo único que parece importarle a Daenerys, es conquistar el Trono de Hierro. En cuanto ha detectado un estorbo en la persona de Jon, le ha cambiado la cara.

Ay, por Dios. Ojalá la palme la rubia ante el ejército de los muertos y no vea el Trono de Hierro ni de lejos. Qué obsesa.

Invernalia a la vista

Y esa escena final: Las murallas a lo lejos, las luces en las almenas. Los muertos llegan. La Larga Noche amenaza con quedarse para siempre.

Se acabó la calma. El preludio de la batalla está llegando a su fin, y la angustia de la espera finaliza. Llega la guerra. Llega la pesadilla.

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