Regresamos una semana más con otro ensayo de Canción de Hielo y Fuego. En esta ocasión, se trata de una modalidad especial de ensayo que la leal @EvaJoelMortmont ha querido traernos para expresar de un modo diferente sus pensamientos e inquietudes sobre hechos que son cruciales en la historia de la Casa Mormont. De este modo, a través de la narración, dando voz y sentimientos a algunos personajes de la saga, nos presentará una serie de ensayos sobre este casa norteña que tantos misterios esconde.
Un cuervo en la noche
— EvaJoel Mormont —
La tormenta de nieve llegó a su fin después de tres semanas, el aire ya no silbaba entre los porticones de madera, hoy vimos el sol por primera vez en meses, pero las noches seguían siendo muy frías. El peor invierno que yo recordaba nos estaba azotando con fuerza. La Bahía seguía helada hasta Punta Dragón Marino. Mientras siguiera helada los salvajes hambrientos no pararían de intentar cruzar al sur. Mi hermana hoy había perdido a dos hombres; los grupos cada vez eran más numerosos, ya no hay niños entre ellos.
El chirrido de la puerta me hizo despertar de mi letargo ante la gran chimenea. No sabía cuánto tiempo llevaba allí sentado. Levanté con pesadez mi cabeza y ahí estaba aquel pequeño hombre, temblando con su túnica gris cubierto por una capa y su mísera cadena de eslabones al cuello.
—Un cuervo, mi-mi señor… de Invernalia —dijo el hombrecillo.
Sus manos temblorosas le entregaron el pequeño pergamino. Era su primer invierno y probablemente el último. Los maestres no sobrevivían lo suficiente para ver una primavera en la Isla del Oso. Detrás de él, apareció mi enorme hermana envuelta en su piel de oso, miró al maestre con su furia habitual. Algo iba mal, su rostro no traía buenas noticias.
—¿Es-espero re-respuesta, mi señor? —volvió a temblar todo él.
—No esta noche. ¡Dejadnos!
Maege se sirvió una copa de vino especiado caliente, se quitó su piel y sentó sus enormes posaderas a su lado. La miré inquieto, ella miró su copa y tomó un buen trago.
—Volvió a perderlo otra vez —me quedé sin aliento.
—Estaba tan avanzado que pensé que esta vez…
—Era un varón, Jeor —Suspiré profundamente, sus ojos siempre fríos se encontraron, ahora cálidos, llenos de dolor con los míos—. El muchacho está destrozado.
—Jorah ya no es un muchacho, mujer. ¡Es fuerte! Es mi heredero, necesito… ¡Ha de serlo!
—Lo crie yo cuando tu mujer murió, ¿recuerdas? —tomó otro sorbo de su copa—. Esta vez estaba presente —suspiró—. Los hombres sois capaces de rebanar un vientre y esparcir las tripas del desgraciado, pero no estáis preparados para ver un hijo morir en vuestras manos. La Glover apenas sobrevivió a éste… en sus manos —me quedé sin aliento otra vez.
—¡No seas arpía! ¡Estas cosas pasan en las mejores familias!
—Acaso crees que deseo algún mal a tu hijo, a mi sobrino, a la sangre de mi sangre. Que los Dioses te respondan, Jeor.
—Te opusiste a esta unión desde el principio, pero no tuvimos opción.
El silencio entre los dos fue lo mejor. Siempre acabábamos discutiendo, desde siempre había sido así, desde que nuestros padres murieran nunca supe cómo tratarla. Qué sabe un hombre de criar a una niña, y los años no hacían más que empeorar nuestra relación.
—Es cierto, hermano, no podías negarte a los deseos de Lord Rickard.
—Esta unión nos dio más fuerza para luchar contra los hombres del hierro. Stark sabía bien lo que hacía. Uniendo nuestras casas, nuestros recursos, las aldeas de la costa de la Bahía están mejor protegidas.
—¿Vas a abrir el mensaje?
Miré mi puño, que todavía mantenía fuertemente apretado. Al abrirlo, ahí estaba arrugado el pequeño pergamino, me había olvidado de él.
—Los del sur anuncian el fin del invierno.
—¡Ja! Qué sabrán esos sureños del invierno. La cascada sigue congelada y sabes bien qué significa.
—Un año más de frio. Hay algo más. Stark me convoca en Invernalia —estaba escrito de su puño y letra.
—Ummm… ¿nada más?
—No —su media sonrisa la delataba, sabia algo más. Ella siempre sabía más.
—Llévate a Jorah, le vendrá bien la distracción.
—¿Qué sabes? –¿por qué quiere que me lleve a Jorah?
—Que todos no han sido invitados —la miré con sorpresa e interés—. Lord Dustin también y con los Osos incluyen al joven Lord Glover. Las razones tendrás que sopesarlas, ¡no sé más! —la miré con incredulidad—. Es cierto. No puedo contarte más.
—¡Mientes! —dudó por un momento y se erigió de su asiento.
—Pronto se anunciarán dos compromisos.
Arrugué la frente y miré mi copa vacía, no eran buenas noticias. Me levanté y volví a servir ambas copas. Ahora su mirada era una súplica
—Dale tiempo; él pronto la conocerá. La semilla, hermano, está plantada; las raíces son fuertes, pronto brotará. Está preparada; la he enseñado bien, ha sido bendecida con el don.
—Está bien —suspiré—. Si tienes razón nuestros problemas tendrán solución— ¿Te quedarás?
—¡Claro! Pospondré mi viaje al norte hasta que volváis —la miré con preocupación.
—Te prometo que ésta vez no voy a ser yo quien mate al Maestre. Ese desgraciado me tendría que agradecer que hoy le salvara la vida de las garras de Jorah, aunque con el hielo tan resbaladizo podría tener un accidente y partirse el cuello, ¿no crees?
—¡No sería la primera vez! —los dos sonreímos burlones.
—¡Nos espían! ¡Me espía! ¡Y lo sabes! Quieren destruir a nuestros Dioses, nuestras costumbres antiguas. Si no me hubieras prohibido el sacrificio, ahora tendrías un heredero.
—Aprecio mi cuello y están… ¡prohibidos! Todavía no ha llegado el momento de dejar estas tierras y tú tendrías que ocultar tus costumbres. ¡Todas ellas! ¿Acaso pretendes que le diga a Stark que su maestre es un espía? —de repente su mirada se perdió y sus ojos fríos volvieron.
—Guárdate de él, Jeor. Los susurros de esa rata sureña envenenan a tu señor —me miraba pero no estaba aquí—. El cometido que te ordene Lord Stark será un gran honor, pero también nuestra peor desgracia.
He aquí una propuesta divertida para describir pensamientos y teorías. Los relatos Mormont que os propongo os llevarán veinte años atrás y veremos la relación entre los osos y los lobos y la lealtad que les profesan. Una lectura ligera para dejar fluir la imaginación, para dar voz y sentimientos a aquellos que ya no están, y dar respuestas a los acontecimientos que están por venir. No solo tratan del Viejo Oso; vamos a ver al Oso Negro y también a las Osas, porque la historia no solo la escriben los hombres sino las mujeres, y ésta trata especialmente de mujeres.
Así que abrid vuestro tercer ojo y sobre todo… disfrutad o reíros de los cuentos de esta vieja osa.
Los Mormont de la Isla del Oso, una casa antigua noble norteña, pobre pero orgullosa, y honorable que hasta su miembro más pequeño lleva grabado a fuego en sus huesos la lealtad a la casa Stark, el Norte y los Antiguos Dioses.
Hay algo más que parece que tienen en común todos los Osos: son protectores y guardianes férreos. No solo son guías del camino de aquellos que han decido proteger, sino también de las antiguas creencias. Creen firmemente en ellas y el camino que seguirán estará marcado por los Antiguos Dioses.
—No sois tan tonto como para creeros eso, mi señor. Los días ya se acortan. No cabe duda, Aemon ha recibido cartas de la Ciudadela que concuerdan con sus datos. Estamos viviendo el final del
verano. —Mormont agarró con fuerza la mano de Tyrion—. Tenéis que conseguir que lo comprendan. La oscuridad está cerca, mi señor. En los bosques hay seres salvajes, lobos huargo, mamuts y osos de las nieves grandes como uros; y en mis sueños he visto cosas aún más oscuras.
—En vuestros sueños —repitió Tyrion, que cada vez necesitaba más otra copa.
—Los pescadores que faenan cerca de Guardiaoriente han divisado caminantes blancos en la orilla —dijo Mormont haciendo caso omiso de su tono de voz.
—Los pescadores que faenan cerca de Lannisport divisan sirenas. —Esta vez Tyrion ya no pudo contenerse.
—Denys Mallister nos ha escrito que los montañeses se trasladan hacia el sur, más allá de la Torre Sombría; es una migración como jamás había visto. Huyen, mi señor, pero… ¿de qué? —
Lord Mormont se dirigió hacia la ventana y escudriñó la noche—. Mis huesos son viejos, Lannister, y aun así nunca habían sentido un frío como éste. Os lo suplico, decídselo al rey. Se acerca el invierno, y cuando caiga la Larga Noche lo único que se interpondrá entre el reino y la oscuridad que llega del norte será la Guardia de la Noche. Si no estamos preparados, que los dioses se apiaden de nosotros.
juego de tronos, tyrion iii
No hay duda de que Jeor es un hombre comprometido con su deber de guardián y que es el mejor para entender lo que está por venir, pero también sabe que necesita otro aliado a su lado, alguien con poder en su sangre.
—Sólo sé que la sangre de los primeros hombres corre por las venas de los Stark. Los primeros hombres construyeron el Muro, y se dice que recuerdan cosas que los demás han olvidado. Además, tu lobo… ese animal nos llevó hasta las criaturas sobrenaturales, te alertó sobre el hombre muerto de las escaleras. Sin duda Ser Jaremy diría que fue una casualidad, pero Ser Jaremy está muerto, y yo no. —Lord Mormont pinchó un trozo de jamón con la punta de la daga—. Creo que tu destino era estar aquí, y quiero que tú y tu lobo nos acompañéis cuando vayamos más allá del Muro.
juego de tronos, jon xi
Hablaré ahora de la relación entre los Viejos Osos y lo poco que sabemos de ello.
—No eres el único afectado por esta guerra —dijo—. Mi hermana cabalga con el ejército de tu hermano, junto con esas hijas suyas que visten armaduras de hombres. Maege es un tiburente viejo, testarudo y malhumorado. La verdad, no soporto estar a su lado, pero no por eso la quiero menos que tú a tus medio hermanas. —Mormont frunció el ceño, cogió el último huevo y lo apretó en el puño hasta que la cascara crujió—. O quizá sí. Sea como sea, si la mataran, me dolería, pero a mí no me verás escapar de aquí. Pronuncié el juramento, igual que tú. Mi lugar está aquí… ¿y el tuyo, muchacho?
juego de tronos, jon xi
Parece que Jeor sí aprecia a su hermana, la sangre es la sangre, pero si ese huevo hubiera sido su cuello… y después de dieciocho años sin verse, me hace pensar en un rencor lejano que no puede olvidar.
Compara a Maege con un tiburiente, que es el término utilizado para los monstruos en los cuentos infantiles para asustar a los niños norteños. Un término antiguo de ser fabuloso con rasgos humanos y de animales y que podríamos relacionarlo con los cambiapieles. Un término infantil poco creíble para esconder la verdadera naturaleza de su hermana.
En los Siete Reinos hay un desprecio claro a las antiguas creencias y hasta se dice que la Fe de los Siete ha perseguido a los cambiapieles durante años para matarlos. Sabemos que se ha ido infiltrando poco a poco en los castillos norteños, pero no solo la Fe va detrás de ellos… Los maestres también, no todos ellos, pero sí un gran número reniegan de todo aquello que proceda de un mundo oscuro o inexplicable y, por tanto, lo han estado erradicando.
—Si te lo digo, tal vez tengan que matarte a ti también. —Marwyn le dedicó una sonrisa espantosa; los jugos de la hojamarga le corrían entre los dientes—. ¿Quién crees que mató a todos los dragones la última vez? ¿Galantes matadragones con sus espadas? —Escupió—. En el mundo que está construyendo la Ciudadela no hay lugar para la hechicería, las profecías ni las velas de cristal, y mucho menos para los dragones. ¿No te preguntas por qué se permitió que Aemon Targaryen desperdiciara su vida en el Muro, cuando tendría que haber sido archimaestre por derecho? Por su sangre. No se podía confiar en él. Ni en mí.
festín de cuervos, samwell iv
¿Creéis que la familia Mormont tiene el don de la Vista Verde? ¿Podría Jeor utilizar el término tiburiente para referirse a Maege como cambiapieles? ¿Conoce Jeor el potencial oculto de Jon y Fantasma en su sangre?
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