Bienvenidos a una nueva edición de nuestro Rincón del Cronista. Como ya sabéis, alternamos entre personajes, sucesos, lugares y organizaciones del mundo creado por George R. R. Martin con el fin de presentar un espacio de reflexión y discusión. Y esta semana nos vestimos de pajaritos y volamos en torno al secretismo y espionaje del Consejero de los Rumores, Lord Varys. Y vosotros, ¿os atrevéis a visitar la telaraña del eunuco?
Lord Varys
También conocido como la Araña, Lord Varys nació en la ciudad libre de Lys como un niño esclavo. Es descrito como un hombre regordete, que viste habitualmente túnicas de seda, sandalias y utiliza abundantes polvos. Fue vendido primero a una compañía de cómicos y luego a un hombre de Myr, que lo castró para utilizar su virilidad en un ritual de magia. Pese a ello, Varys continuó luchando. Se asoció con Illyrio Mopatis y, poco a poco, fue creciendo en riqueza e influencia. Tras llegar a un alto grado de notoriedad, fue convocado por el rey Aerys II Targaryen para ocupar el cargo de Consejero de los Rumores en el Consejo Privado. Sirvió también en la misma posición al rey Robert Baratheon y más adelante al rey Joffrey.
Silencioso, camaleónico y despierto, Varys participó durante largas décadas en los entresijos y maquinaciones que se urdían en Desembarco del Rey, llegando a jugar un papel clave en la liberación de Tyrion Lannister durante Tormenta de Espadas, así como en el asesinato de Lord Tywin Lannister. Se trata sin duda de uno de los jugadores más hábiles y poderosos del juego de tronos.
Primeros años
Habiendo nacido como esclavo, el niño Varys no tuvo más opciones que aceptar su destino. Fue vendido a una compañía de cómicos. Allí se desempeñó durante un tiempo en el que actuó en distintas ciudades como Antigua o Desembarco del Rey. Pudiera ser que esta experiencia revelara un origen para el talento innato que Varys demostraría más adelante para los disfraces. Pero su epopeya artística se vio abruptamente interrumpida al momento en que se interesó por él un hombre de Myr. Podemos observar su trágica experiencia de palabras del propio Varys:
»Un día, cuando estábamos en Myr, cierto hombre vino a ver a nuestra compañía. Después de la actuación hizo a mi amo una oferta por mí, y por lo visto fue demasiado tentadora para rechazarla. Yo estaba aterrado. Temía que aquel hombre quisiera usarme como había oído que hacían algunos hombres con los niños, pero en realidad lo único que quería de mí era mi miembro. Me dio una pócima que me dejó inmovilizado y sin voz, pero que no aturdió mis sentidos. Cogió una navaja larga y curva, y me lo cortó de raíz mientras entonaba un cántico. Lo vi quemar mis partes en un brasero. Las llamas se tornaron azules, y una voz respondió a su llamada, aunque no entendí las palabras que dijo.
»Cuando hubo terminado conmigo, los comediantes ya se habían marchado. Aquel hombre no tenía ningún interés en mí, ya había servido a sus propósitos, de modo que me echó. Le pregunté qué debía hacer, y me dijo que morirme. Por llevarle la contraria, decidí vivir. Mendigué, robé y vendí las partes de mi cuerpo que aún conservaba.
Pronto fui el mejor ladrón de todo Myr, y cuando crecí me di cuenta de que a menudo el contenido de la carta que escribe un hombre puede ser más valioso que el contenido de su monedero.
Choque de Reyes, Tyrion X
Es así que Varys fue utilizado para un ritual oscuro y luego fue desechado. Sin embargo, pese a ser un niño solo en una ciudad extraña, hambriento y mutilado, su determinación se mantuvo. Varys decidió vivir y seguir dando guerra. En vez de hacer caso al hombre que lo había transformado en eunuco, la Araña robó, se prostituyó y mendigó hasta salir adelante. Se convirtió rápidamente en un ladrón excepcional. Conoció a un mercenario pobre de nombre Illyrio Mopatis y se asoció con él.
Pronto perfeccionarían un modelo de negocios según el cual Varys robaría diversos objetos y mercancías a los comerciantes y ladrones de poca monta de la ciudad. Al mismo tiempo, Illyrio les vendería nuevamente los artículos que habían perdido, cobrándoles un pequeño impuesto. Rápidamente, tanto Varys como Illyrio se transformarían en dos de los hombres más ricos de la zona. Aquellos que se enfrentaban a ellos no tardaban en perecer. Los otros sabían de antemano a quién debían recurrir para recuperar sus posesiones.
Tras el éxito de su empresa, Varys tuvo una revelación que resultaría crucial en su desarrollo personal: la información vale más que el oro. El contenido de una carta puede llegar a ser más preciado que aquello que pudiera ser robado a su portador. Así, Varys comenzó a entrenar a niños a los que llamaría «ratoncitos». Se trataba de jóvenes a los que compraba, enseñaba a leer, a escuchar, a pasar desapercibidos. También les cortaba la lengua y los instruía en un sistema de señas para comunicarse. Es curioso que la propia Araña, quien había sido castrado de joven, sea el responsable de la mutilación de decenas, sino cientos, de niños de las Ciudades Libres. En cualquier caso, pronto Varys e Illyrio gestaron una red de espionaje que se consolidó con el paso de los años. Su fama se extendió al otro lado del Mar Angosto, donde cierto rey loco hundido en la paranoia lo mandó llamar.
La araña y el dragón
Para entender la llegada del misterioso Varys al Consejo Privado del rey Aerys II Targaryen hay que comprender la situación del reino y de su gobernante. Poniente experimentaba una época de transición. Había ocurrido el episodio conocido como la Resistencia de Valle Oscuro, en la cual Aerys había sido tomado como rehén. Con un ejército sitiando la ciudad, Tywin Lannister amenazó con pasar a los rebeldes por la espada, aún a costa de la vida del rey. Sólo la valentía de ser Barristan Selmy impidió la matanza.
El rey loco estaba sumido en un espiral de miedos y maquinaciones que lo llevaría a recluirse en la Fortaleza Roja. Su Alteza veía enemigos en cada sombra: su esposa, su hijo Rhaegar, sus consejeros… Todos estaban en su contra. Todos conspiraban intentando deponerlo. Por ello se dedicó a mirar más allá del Mar Angosto para buscarle una esposa a su hijo. También por eso decidió traer desde las ciudades libres a un eunuco famoso por ser un gran espía.
Ya en su posición como Consejero de los Rumores, Varys se dedicó a ganarse la confianza del rey por medio de averiguaciones y secretos. La paranoia de Aerys no hizo sino empeorar, pero sin dudas el papel del eunuco agradaba sobremanera al rey. Es posible que haya sido el propio Aerys quien mostrara a la Araña los pasadizos secretos que antaño Maegor el Cruel hubiera dispuesto para la Fortaleza Roja. Y el propio Varys se encargaría más adelante de mostrárselo a sus, ya en Poniente, «pajaritos». Dicho conocimiento resultaría vital para su efectividad en el cargo.
Tras conocerse la noticia de que se celebraría un torneo en Harrenhal al que asistiría gran parte de la nobleza ponienti, el rey decidió asistir. Fue Varys quien le aconsejó que así lo hiciera. Es posible que la Araña sugiriera sobre un supuesto complot que iba a producirse en Harrenhal. Es así que su Alteza abandonó la Fortaleza Roja por primera vez en largos años. Más adelante, tras la muerte del Príncipe Dragón a manos de Robert Baratheon en el Tridente, Lord Tywin Lannister llegó con su ejército a las puertas de la capital. El Gran Maestre Pycelle adujo que el Guardián de Occidente venía a auxiliar al rey; mientras que, por el contrario, Varys aconsejó a su Alteza dejar las puertas cerradas. El rey loco le hizo caso a Pycelle, el ejército Lannister ingresó a la ciudad y el resto es la historia que conocemos. Los leones saquearon la ciudad, mataron a los hijos y esposa de Rhaegar y Jaime Lannister se ganó de por vida el sobrenombre de Matarreyes al rajar con su espada la garganta de su rey. No hubo nada que la Araña hubiera podido hacer, excepto sobrevivir.
El reinado de Robert Baratheon
Tras su llegada a la capital para sentarse en el Trono de Hierro, hubo tres personas que recibieron el perdón real antes que cualquier otro: ser Barristan Selmy, Jaime Lannister y Lord Varys. Selmy fue nombrado Lord Comandante de la Guardia Real, mientras que Jaime y Varys fueron mantenidos en sus puestos. Hay teorías que señalan que Varys salvó su vida tras ser él quien revelara el paradero de Lyanna Stark. Sin embargo, esto no está ni mucho menos comprobado y no deja de ser tan sólo una posibilidad interesante de cara al desarrollo de la historia.
A través de los años, Varys consolidó su poder e influencia. Todo hombre y mujer de Poniente conocía a la Araña. Se valió del oro de la corona para ofrecer cuantiosas recompensas a cambio de información. De esta manera, además de sus pajaritos, el Consejero de los Rumores contaba con el apoyo de varios sectores del pueblo, la milicia y la corte, que acudían a él para vender aquello que sabían. Más temido que respetado, Varys continuó sirviendo al rey Robert. Podemos especular que desde su posición tenía ojos y oídos para observar y comprender los movimientos políticos que pudieran presentarse en el reino. Sin duda alguna llegó a comprender el origen incestuoso de los hijos del rey, pero decidió callarlo. Más adelante descubriríamos con mayor certeza sus verdaderos planes, su agenda secreta y el por qué prefería que el reino se mantuviera en calma.
Tras los sucesos al comienzo de Juego de Tronos, la Araña se nos presentó como un misterioso miembro del Consejo Privado al que no convenía depositar demasiada confianza. Buscó relacionarse con la nueva Mano del Rey, Eddard Stark, guiándolo con sutileza hacia la verdad que había descubierto Jon Arryn. A su vez, fue el encargado de contratar los servicios de Jorah Mormont como informante sobre los pasos de Daenerys Targaryen, bajo la promesa de un futuro perdón real. Es durante este período que la joven Arya Stark escucha por accidente una reveladora conversación entre Varys e Illyrio Mopatis:
—… ha encontrado a uno de los bastardos —decía uno—. El resto no tardarán en llegar. Un día, dos, un par de semanas…
—Y cuando lo descubra, ¿qué hará? —preguntó una segunda voz, con el acento suave de las Ciudades Libres.
—Sólo los dioses lo saben —replicó la primera voz. Arya alcanzó a divisar un jirón de humo gris, procedente de la antorcha, que se retorcía como una serpiente en su ascenso—. Los muy imbéciles intentaron matar a su hijo, y lo que es peor, fueron unos chapuceros. No es el tipo de hombre que olvida esas cosas. Te lo aseguro, tanto si nos gusta como si no, el lobo y el león se van a enfrentar muy pronto.
—Demasiado pronto, demasiado pronto —se quejó la voz con acento—. ¿De qué nos sirve una guerra ahora? No estamos preparados. Retrásalo.
—Es como si me pidieras que detuviera el tiempo. ¿Me has tomado por un mago?
—Ni más ni menos —contestó el otro dejando escapar una risita.
Las llamas lamieron el aire frío. Las sombras altas estaban casi a su nivel. Un instante más tarde, pudo ver al hombre que llevaba la antorcha, seguido por su acompañante. Arya se alejó silenciosamente del pozo, se dejó caer de bruces y se pegó todo lo posible a la pared. Contuvo la respiración.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó el que llevaba la antorcha, un hombre gordo que vestía una capa corta de cuero. Incluso con las pesadas botas, parecía que se deslizaba por el suelo sin hacer el menor ruido. Bajo el casco de acero se divisaba un rostro redondo con cicatrices y la sombra de una barba negra, llevaba una cota de mallas sobre las ropas de cuero, y del cinturón le colgaban una daga y una espada corta. A Arya le resultaba extrañamente familiar.
—Si una Mano puede morir, ¿por qué no otra? —replicó el hombre que hablaba con acento; lucía una barbita amarilla de dos puntas—. Ese baile ya lo has bailado, amigo mío.
Arya no lo había visto jamás, de eso estaba convencida. Era obeso hasta límites repugnantes, pero caminaba con paso ligero y apoyaba su peso en las puntas de los pies, como haría un danzarín del agua. Los anillos que lucía brillaban a la luz de la antorcha, eran de oro rojo y plata blanca, con incrustaciones de rubíes, zafiros y ojos de tigre. Tenía al menos un anillo en cada dedo, en algunos dos.
—Aquello fue entonces, y esto es ahora. Y esta Mano no es igual que la otra —dijo el hombre de la cara marcada mientras se dirigían hacia el pasillo.
«Inmóvil como una piedra —se dijo Arya—, silenciosa como una sombra.» Los hombres, deslumbrados por el resplandor de su antorcha, no la vieron pese a la escasa distancia.
—Es posible —dijo el de la barba de dos puntas, que se había detenido para recuperar el aliento tras el largo ascenso—. Pero, sea como sea, necesitamos tiempo. La princesa está preñada. El khal no hará nada antes de que nazca su hijo. Ya sabes cómo son estos salvajes.
El hombre de la antorcha empujó algo. Arya oyó una especie de retumbar. Desde el techo se deslizó una enorme losa de roca que a la luz de la antorcha parecía de color rojo. El estrépito estuvo a punto de hacerla gritar. Donde antes había estado la boca del pozo, sólo se veía piedra maciza.
—Pues si no hace algo pronto, será demasiado tarde —replicó el hombre gordo del casco de acero—. Esto ya no es un juego para dos jugadores, si es que lo fue alguna vez. Stannis Baratheon y Lysa Arryn han escapado de mi alcance, y los rumores dicen que están reuniendo ejércitos. El Caballero de las Flores ha escrito a Altojardín para apremiar a su padre para que envíe a la corte a su hermana. La niña es una doncella de catorce años, dulce, hermosa y manipulable. Lord Renly y Ser Loras quieren que Robert se acueste con ella, la despose y la nombre reina. En cuanto a Meñique… las intenciones de Meñique sólo las conocen los dioses. Pero el que me quita el sueño es Lord Stark. Ya tiene al bastardo, ya tiene el libro, dentro de poco tendrá la verdad en sus manos. Y ahora, gracias a la intromisión de Meñique, su esposa ha secuestrado a Tyrion Lannister. Lord Tywin lo considerará un insulto, y Jaime siente un extraño afecto por el Gnomo. Si los Lannister van al norte, los Tully harán lo mismo. Tú dices que debemos demorarlo todo. Yo digo que todo lo contrario. Ni el mejor malabarista puede mantener en el aire cien pelotas a la vez durante mucho tiempo.
—Tú eres mucho más que un malabarista, amigo mío. Eres un verdadero mago. Sólo te pido que sigas ejerciendo tu magia un poco más de tiempo. —Echaron a andar por el pasillo por el que había llegado Arya, hacia la habitación de los monstruos.
—Haré lo que pueda —dijo en voz baja el que llevaba la antorcha—. Necesito oro y otros cincuenta pájaros.
La niña dejó que se adelantaran, y caminó a hurtadillas tras ellos. «Silenciosa como una sombra.»
—¿Tantos? —Las voces eran más tenues a medida que la luz se alejaba de ella—. Los que quieres tú no son tan fáciles de encontrar… Demasiado jóvenes para saber las palabras… quizá un poco mayores… no se morirían tan a menudo…
—No… más jóvenes son más seguros… trátalos bien…
—… si conservan las lenguas…
—-.. es un riesgo…
Juego de Tronos, Arya III
Si bien las piezas del rompecabezas que revela el fragmento anterior tardarían varias entregas de la saga en encajar del todo, podemos comprender mucho de la situación de Varys e Illyrio a través de ello. La Araña y el Magíster seguían asociados, urdiendo planes. Sabían de la guerra que se avecinaba entre las casas Stark y Lannister. También sabían sobre la intromisión de Meñique y su necesaria participación para envenenar la relación entre ambas familias. Conocían los planes de Renly y Loras para casar a la joven Margaery con el rey, e incluso podían anticipar cómo reaccionarían Jaime y Lord Tywin frente al secuestro de Tyrion. Ante todo, la capacidad de análisis de estos dos jugadores del juego de tronos resulta excepcional.
Y, ante todo, podemos señalar que, para los planes de Varys e Illyrio, era fundamental contener el conflicto e intentar retrasarlo dentro de lo posible. Quizá sea por eso que, tras la muerte del rey Robert y encarcelamiento de Eddard Stark bajo el cargo de traición a la corona, Lord Varys haya decidido intervenir. Disfrazado de Rugen, el carcelero encargado del tercer nivel de las mazmorras, la Araña acudió a la celda donde tenían a Lord Eddard y le aconsejó que se declarase culpable y aceptara vestir el negro. Cuando Ned apeló a su honor, Varys le recordó que la vida de sus hijas estaba en riesgo y Eddard no pudo más que acceder.
Sin duda, la historia hubiera sido distinta si Joffrey hubiera permitido a Ned unirse a la Guardia de la Noche en vez de ejecutarlo. El Norte no hubiera movilizado sus tropas y la guerra en la Tierra de los Ríos probablemente se hubiera apaciguado. Y Varys e Illyrio hubieran ganado más tiempo para que sus planes madurasen. Por eso es entendible la agitación y desesperación que colman al eunuco cuando el rey Joffrey pide la cabeza de Ned. La guerra de los cinco reyes que se avecinaba era ya un hecho irreparable. Cabe destacar que, tras estos sucesos, fue Varys quien envió a Gendry junto con Yoren, en un intento de salvarlo de la masacre que se avecinaba sobre los bastardos del rey.
Allí donde reside el poder
En Choque de Reyes, Tyrion Lannister llega a la capital para ocupar el cargo de la Mano del Rey en nombre de su padre. Durante toda esta entrega podemos observar una danza incesante entre el Gnomo y el eunuco; probándose, midiéndose y colaborando entre sí sin terminar de confiar nunca el uno en el otro. Pero, en definitiva, podemos establecer que Varys fue el principal aliado de Tyrion durante su estadía en Desembarco del Rey. Rápido y certero, el eunuco prontamente demostró su capacidad al dejar en claro que conocía el origen y vivienda de Shae. También colaboró con Tyrion a la hora de informar sobre los movimientos de Cersei, los capas Doradas, las fuerzas Lannister y demás miembros de la corte. Es por medio de la Araña que Tyrion utiliza el pasadizo secreto que lo llevará al burdel de Chataya.
Podemos especular que Varys vio en Tyrion un gobernante apto para sostener, aún en plena guerra, cierta estabilidad en el reino y en la capital. Además, probablemente confiaba en que pudiera defender la ciudad ante un ataque inminente de algún ejército rebelde, ya sea de la mano de Robb Stark, Renly o Stannis Baratheon. La relación entre Varys y Tyrion es un ida y vuelta sumamente placentero para los lectores y forma parte del núcleo absoluto de aquello que conocemos como el juego de tronos.
Sea como fuere, la Araña una vez más acertó en su análisis. Stannis Baratheon atacó la ciudad y la Batalla del Aguasnegras dio como vencedor a los realistas. Tyrion Lannister y las fuerzas de su padre Lord Tywin y Altojardín derrotaron a Stannis. La alianza entre la rosa y el león le dio una aparente estabilidad al reino. Y, mientras tanto, Lord Varys siguió ejerciendo su magia. Prontamente se dedicó a adular e informar a la nueva Mano del Rey, así como de seguir participando activamente del Consejo Privado. Para sostenerse en el cargo, para sobrevivir, Varys tenía que resultar útil para los gobernantes. La Araña tejía cuidadosamente, expectante.
Prueba de su pragmatismo resulta su participación durante el juicio a Tyrion Lannister bajo el cargo de regicidio tras la muerte del rey Joffrey Baratheon. Lord Varys fue uno de los testigos. Sin pelos en la lengua, contando con diversos pergaminos y documentos como fundamento, la Araña declaró sobre las idas y vueltas de Tyrion en la ciudad. Los comentarios entre Tyrion y Bronn sobre las ventajas de que Tommen fuera el rey, la visita de Tyrion a las habitaciones del Gran Maestre Pycelle, el robo de las pócimas y las amenazas proferidas a Cersei fueron confirmados por Varys, entre varios otros detalles.
Sin embargo, el destino se impuso una vez más y decidió poner un punto final a las labores de Varys como Consejero de los Rumores tras dos décadas en el cargo. Urgido por la necesidad de impedir que Tyrion fuera ejecutado, ser Jaime Lannister sorprendió al eunuco en sus habitaciones y lo obligó a procurar que el Gnomo pudiera ser liberado, poniéndole un cuchillo en el cuello. De esta manera, Varys proveyó a Jaime de la llave de la celda donde se encontraba su hermano.
Más adelante, acompañó a Tyrion por entre los pasillos secretos dentro de la Fortaleza Roja rumbo a los puertos, donde se encargaría de que el Gnomo pudiera escapar en un barco rumbo a las ciudades libres, llegando a Pentos finalmente. Pero antes de separarse, Tyrion decide hacer un desvío. Se introduce en las habitaciones de su padre y asesina tanto a Shae como a Lord Tywin Lannister. Es curiosa la manera en que la Araña parece preocupado y horrorizado frente a las intenciones de Tyrion, pero a su vez parece incitarlo a llevarlas a cabo. Más que eso: le da instrucciones precisas de cómo acceder a hacerlo. Es válido plantear que el tiempo de paz había terminado y que, al desaparecer de escena, Varys procura terminar con la estabilidad que la alianza Lannister-Tyrell había forjado. Sin dudas, la Araña sabía perfectamente que Cersei Lannister sería una pésima gobernante que pronto llevaría a la corona a una situación de crisis social, económica e institucional.
El príncipe perfecto
Luego del asesinato de Lord Tywin Lannister y la fuga de Tyrion, Varys ve oportuno desaparecer de la capital. Los lectores le perdemos la pista durante gran parte del resto de la saga, hasta llegar al epílogo de Danza de Dragones. Sólo podemos especular qué hizo el eunuco durante este lapso de tiempo. Algunos sostienen que decidió instigar y promulgar la inestabilidad en el gobierno de Cersei Lannister. Algunas teorías apuntan a que fue él quien dejó la moneda de Altojardín acuñada antes de la Conquista bajo el orinal del carcelero Rugen, quien no era otro sino él mismo. Dicha moneda fue un catalizador para que la reina regente comenzara a sospechar de la casa Tyrell, además de ir rompiendo poco a poco la alianza que su padre había labrado. También se dice que Taena Merryweather, quien se convirtió en confidente y gran influencia de Cersei durante Festín de Cuervos, actuaba bajo sus órdenes. Todas estas no son más que teorías que no están confirmadas, pero podrían llegar a explicar el papel que llevó a cabo Varys durante su aparente ausencia.
Pese a todo, su reaparición durante dicho epílogo fue lo suficientemente reveladora como para echar luz sobre su verdadera agenda. Con la llegada del Invierno y tras el nombramiento de ser Kevan Lannister como regente, Varys orquestó el asesinato del Gran Maestre Pycelle. A continuación mató a ser Kevan, no sin antes hacerlo partícipe de algunos de sus planes:
–Su sobrina creerá que los Tyrells le han asesinado, quizás con el beneplácito del Gnomo. Los Tyrells sospecharan de ella. Alguien en algún sitio hallará un modo de culpar a los Dornienses. Duda, división, y desconfianza devoraran todo el suelo bajo su rey niño, mientras Aegon alzara su estandarte sobre Bastión de Tormentas y los señores del reino se reunirán en torno a él.
–¿Aegon? – Por un momento no entendió. Entonces recordó. Un bebe envuelto en un manto carmesí, la tela manchada con su sangre y sesos. – Muerto. Él esta muerto.
–No. La voz del eunuco parecía más profunda. – Él esta aquí. Aegon ha sido formado desde antes de que pudiera caminar. Ha sido entrenado en armas, como corresponde a un caballero, pero ese no ha sido el final de su educación. Sabe leer y escribir, habla varios idiomas, ha estudiado historia y leyes y poesía. Una septa le ha instruido en los misterios de la Fe desde que tuvo edad suficiente pare entenderles. Ha vivido con pescadores, trabajó con sus manos, nadando en los ríos y zurciendo redes y aprendiendo a limpiar su propia ropa si fuera necesario. Puede pescar y cocinar y vendar una herida, sabe lo que es tener hambre, ser cazado, sentir miedo. A Tommen le han enseñado que la realeza es un derecho. Aegon sabe que la realeza es un deber, que un rey debe anteponer a su pueblo primero, y vivir y gobernar por ellos.
Danza de Dragones, Epílogo
Es aquí cuando podemos encajar definitivamente las piezas del rompecabezas. Y aunque la legitimidad de la identidad de Aegon VI sea motivo de debate, el resultado es el mismo. El poder reside donde los hombres creen que reside. No es más que una sombra en la pared. Sabemos que desde el principio Varys ha estado conspirando con Illyrio Mopatis para sentar en el Trono de Hierro al joven Aegon. También sabemos que Aegon ha sido educado y moldeado a lo largo de los años para convertirse en rey. No en cualquier rey, sino en el príncipe perfecto que llegaría a un Poniente devastado por la guerra para salvar el reino. Un monarca prodigioso, culto, piadoso, educado, con la Compañía Dorada defendiendo su causa. Un príncipe que sabría que gobernar es un deber y que la defensa del pueblo debe anteponerse a cualquier otra ocupación.
Por ello, el tiempo de paz ha de terminar. Es necesario instigar la relación entre el león y la rosa. Es importante deshacerse de un hombre sensato como ser Kevan Lannister, así como eliminar al Gran Maestre Pycelle. El desembarco de Aegon VI en Poniente, que irónicamente es responsabilidad de Tyrion, implica acelerar aún más el proceso. Sólo el príncipe perfecto podrá salvar al reino. Y allí estará la Araña, esperando su llegada, preparando el terreno y presto a aconsejarlo una vez pueda sentarse en el Trono de Hierro.
Teorías y posibilidades
La más trascendente de las teorías que conciernen a Lord Varys quizá sea aquella que señala que la Araña pudiera ser de linaje Fuegoscuro por su rama femenina. Según esta posibilidad, el eunuco se afeitaría el cabello para ocultar el color plateado característico de aquella casa. Esto explicaría por qué la Compañía Dorada, que nunca antes había roto un contrato, decide abandonar su participación en las Tierras de la Discordia y unirse a la causa del redivivo Aegon VI.
También hay teorías que especulan que en realidad Aegon es hijo de Illyrio Mopatis y Serra, una prostituta de una casa de placer de Lys a quien el Magíster hizo su esposa y de la que se dice pudiera ser también del linaje de la casa Fuegoscuro. El mismo Illyrio parece sugerirlo durante su conversación con Tyrion Lannister, al principio de Danza de Dragones. Dudosa e inverosímil resulta cualquier declaración de Illyrio, aunque las teorías permanecen.
Otras especulaciones señalan que Varys pudiera ser el senescal perfumado sobre la llegada del cual Quaithe advierte a Daenerys Targaryen. En cuanto a esta «profecía», Varys encajaría también como el titiritero que maneja al dragón. Sin embargo, son pocas las pruebas que avalen que él sea dicho senescal perfumado, más allá de su costumbre de utilizar aromas y fragancias y su condición de consejero.
Finalmente, existen las hipótesis que aventuran que Varys logrará con éxito sentar a Aegon VI en el Trono de Hierro durante un corto período. Derrotando a las fuerzas Lannister, Aegon y su gente se harían con Desembarco del Rey sólo para ser sorprendidos por la llegada de Daenerys Targaryen, la exterminadora de mentiras, a ocuparse del dragón del titiritero. Así, el final de tantos años de intrigas y maquinaciones para la Araña sería en la forma de fuego y sangre.
Sea cual fuere el caso, Lord Varys resulta sin duda alguna uno de los personajes más fascinantes y enigmáticos de Canción de Hielo y Fuego. Astuto, maestro del disfraz, locuaz y sumamente inteligente, la Araña conforma uno de los personajes más preparados e influyentes del juego de tronos. Sólo el futuro podrá determinar cuál será su destino y que ocurrirá con su plan de llevar a Poniente al príncipe perfecto por el bienestar del reino. Y por los niños.
Y ahora, vuestro turno:
¿Qué opináis sobre Lord Varys? ¿Creéis que pudo haber instigado al Rey Loco en contra de Rhaegar Targaryen? ¿Pensáis que influyó en que Tyrion tomara la decisión de asesinar a su padre? ¿Es posible que Taena Merryweather trabajase para él? ¿Tomáis como verdaderas sus palabras acerca de que Aegon VI sobrevivió? ¿Creéis que tendrá éxito en su conspiración para llevarlo al poder? ¿Pensáis que es posible que el mismo Varys sea un descendiente de la casa Fuegoscuro? ¿Cómo creéis que acabará en la saga?
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