Hoy, después de siete semanas de valoraciones y análisis, ha llegado el momento de poner punto y final a las reseñas de la séptima temporada de Game of Thrones. Aunque las críticas de los Escribas Leales y el Sacerdote Ahogado al Habla nos han acompañado a lo largo de este periodo, qué mejor modo de darlo por finalizado que con una última review: el repaso global de la temporada de la mano del leal @Diego Targaryen.

No obstante, el camino de la serie no termina aquí para los leales, no. A lo largo de esta semana tendrá lugar en la Compañía la primera edición de nominaciones y posterior entrega de premios de la séptima temporada de Game of Thrones, así que permaneced atentos a vuestros cuervos y acudid con presteza a la llamada del titán de Braavos. ¡Os esperamos!


Reseña global de la séptima temporada

—Diego Targaryen—


Qué decir sobre el honor de que todos vosotros estéis leyendo estas palabras. No sabría por quién empezar los agradecimientos, hay tantos nombres en mi lista que ni Arya Stark podría tacharlos todos. Para no irme por las ramas, daré mi agradecimiento más grande a los responsables de La Compañía Libre de Braavos, “Leal con los leales” amigos míos, y el resto de mi gratitud os lo debo a vosotros, comunidad fantástica y única de Disqus.

Analizar una temporada no es tarea fácil, y desde luego cuando se trata de Juego de Tronos la cosa no mejora; he de tratar de contentaros a todos, haters y lovers; y al mismo tiempo tengo que ser sincero conmigo mismo y mi opinión. Intentaré ser lo menos mordaz que me permita mi lengua, pues quiero poder presumir de que he sido serio y objetivo, aunque ya sabéis lo que se dice de los Targaryen: “lanzas una moneda al aire y…”. Bien, por último quiero agradecer a mis predecesores, tanto al Sacerdote Ahogado como a los Escribas Leales, el hecho de que me acepten como uno más de los suyos, y poner punto final a esta nuestra obra.

Dicho esto, entremos en materia: el análisis estará dividido en 4 aspectos: Trama, Estado actual y futuro de Poniente, Comparativa con la obra original y Conclusión. También tendréis que entender que, dada la movilidad de muchos personajes, tendré que concentrar y separar algunas localizaciones dentro o fuera de sus tramas originales —véase por ejemplo Roca Casterly, que pertenece a la vez a Desembarco del Rey y a Rocadragón, pero por comodidad la he dejado dentro de la primera. Bueno, vamos al lío.

Desembarco del Rey

Una de las tres tramas más aburridas de la temporada, pero no la peor. Sí, ocurren pocas cosas, pero al menos algo ocurre. Empezó con cierto poder: Euron visita la capital, Cersei ha consolidado sin esfuerzo su posición y poder y Jaime sigue ciego —y seguirá, por desgracia.

Euron ante la reina Cersei Lannister

¿Qué esperar cuando no esperas nada? La respuesta es Euron Greyjoy: un personaje medio vacío y sin afán mayor que casarse con Cersei, pues ser rey de todo es al parecer su mayor deseo. La Reina claramente pone en duda su valía como peón que utilizar en el juego de tronos, pero tras un magistral —y realmente inverosímil— ataque en mitad de la noche interceptando toda la flota de la Reina Dragón, se hace con un puesto dentro del Consejo de la Reina con la absoluta desaprobación de Jaime Lannister. Mención especial al rapto de Yara Greyjoy, con salto olímpico de Hediondo incluido; además, por fin se han acabado las famosas Serpientes de Arena, con una interpretación fantástica por parte de Lena Headey e Indira Varma.

Con una flota gobernada por un salido demente, un ejército dirigido por un controlado y celoso comandante y un mago-maestre-ingeniero que le construye ballestas antidragones, Cersei Lannister, Reina de los Siete Reinos y todo lo demás, está preparada para ir a la guerra. Pero ¡oh, dramático giro de los acontecimientos!, el Banco de Hierro de Braavos no quiere perder la oportunidad de recuperar todo el oro que le deben los Lannister, dado que son los actuales regentes y la deuda es de la Corona, y volver a perderlo apoyando al único bando de la guerra que no tiene dragones. Desde luego, no sé cómo se hicieron ricos los de este banco; pero sí sé que a diferencia de lo que ellos afirman, les encanta apostar. Así que Cersei “Tywin con Tetas” Lannister decide elucubrar el plan más sagaz de toda la guerra: atacar Altojardín con los ejércitos conjuntos Lannister y vasallos de los Tyrell; y sí, dejando Roca Casterly desprovista de toda protección para conseguir el oro con el que pagar al Banco de Hierro. Pero claro, como la Reina debe tener una bola de cristal o velas negras de obsidiana, prevé que su hermano Tyrion quería atacar la Roca con un ejército de Inmaculados. Así que envía prestamente a su nuevo juguete, Euron, con la Flota de Hierro —hay que ver cómo le gusta el hierro a este bando— a hundir la flota de los Inmaculados, dejándolos tirados en la otra punta del continente; y dejando el hogar que representa a la Corona invadido: la reputación y el honor familiar ya no significan nada. Excepto quizá para Olenna Tyrell, que antes de unirse a los Siete le hace un último corte de mangas a la familia Lannister desvelando quién fue la asesina de su monstruoso Joffrey. Un brindis por ella, compañeros.

Por ahora tenemos que la velocidad de los barcos en esta temporada ha aumentado considerablemente, o bien Poniente ha encogido. Me parece prácticamente imposible que, teniendo en cuenta el tamaño de las flotas y los tiempos de ataque, desembarco y vuelta a atacar de Euron y los Hijos del Hierro, se pudiera dar la situación de atrapar a los Inmaculados en Roca Casterly. De todos modos, dejamos a los Lannister transportando su oro hacia Desembarco en el momento previo a la batalla de Los Campos de Fuego Vol. 2. Hablemos de dragones.

Rocadragón

Mientras Daenerys Targaryen recorre su nuevo hogar y decide cómo amueblarlo, su Consejo se reúne para decidir qué hacer. No me voy a repetir, así que mencionando rápidamente lo divididas que están las opiniones de sus consejeros, la poca moralidad y mal renombre que supondría arrasar Desembarco y ganar la guerra ya, la llegada de Melisandre para darle una lección de Alto Valyrio a la Targaryen y “unir el fuego y el hielo” —ay madre lo que se viene—, además de advertir de su muerte a Varys; vamos directos a la llamada del que ella pretende hacer su vasallo más leal y el primero con el que empezar a reconstruir Poniente: Jon Nieve. Éste acude raudo y veloz, pues no hay nada que le guste más a un Stark que bajar a ver reyes al Sur y luego morir. Pero amigo, Nieve no es Stark, así que su vida no corre peligro. Tiempo de reencuentros, de chistes y buen rollo, pues Melisandre se va antes de cruzarse con lord Davos. Y este es el que más carisma aporta a esta trama, diría yo, pues sino es la alcahueta personal del Rey Nieve, es un “piropeador” nato — preguntad a Missandei.

Tras debates y un primer encuentro rozado por el orgullo y la cabezonería, Daenerys y Jon van entrando en razón y gracias a Tyrion encuentran la solución: dadle al rey lo que pide, que no son más que piedras, y luego tú le reclamas todo el Norte a cambio. Pero claro, Jon Nieve quiere esas piedras para combatir espectros y Caminantes Blancos; y no las quiere sin recibir también la ayuda de la Reina Dragón y sus hijos. Así que vuelta a empezar con el debate.

Daenerys y Jon en Rocadragón

De todos modos, pican piedra y encuentran lo que parecen ser dibujos de tiempos pasados donde Hijos del Bosque y Primeros Hombres luchaban juntos contra los Otros. Eso sí convence a Daenerys Targaryen, quien muy contenta sale de la cueva con Jon — ay bribón, cómo sabes llevarlas a tu terreno— hasta que le llega la noticia de que no tiene flota y que su ejército de Inmaculados está atrapado al otro lado de Poniente. Es el momento de ponerse serios, así que, en contra de todo su consejo y su invitado de honor, monta a su dragón y dirige a su khalasar a través de Poniente hacia el Dominio. No termino de entender por qué decide hacer eso, cómo sabe que ese ejército se encuentra ahí, ni cómo llega ella con sus dothraki hasta allí; pero hace ya tiempo que esas preguntas es mejor no formularlas, pues su respuesta depende de cada espectador y los showrunners tampoco se preocupan demasiado por esos “pequeños” detalles. Total, solo aportan coherencia y ayudan al espectador a entender mejor el tamaño del conflicto y la situación de los personajes. Pero para tamaño del conflicto ya tenemos a Drogon. Con un CGI de espectacular calidad entramos en lo que considero que es el mejor momento de toda la temporada: la batalla de Los Campos de Fuego Vol. 2.

Con una calidad técnica impecable y un buen ritmo, vemos una de las mejores batallas de la pequeña pantalla de los últimos tiempos. Con Bronn como protagonista, y luego Jaime para el cliffhanger final, tenemos un escenario de caos, sangre y fuego. La pena es que al inicio del siguiente episodio Bronn del Aguasnegras y Jaime Lannnister se escaparan mediante un deus ex machina como la copa de un pino. Lo siento, pero no puedo creer que el mercenario sacara al manco del río con toda su armadura puesta y luego lo cruzaran hasta la otra orilla. Es justo ahora cuando viene otro de esos puntos que no quedan claros: Daenerys quemó los carros de oro, lo he visto ya dos veces, pero luego Cersei asegura a su hermano poder pagar al Banco de Hierro y contar con su apoyo… ¿Cómo? Nadie lo sabe.

De dragón a dragón

Volviendo al lío, Dany vuelve a su roca y tenemos el primer contacto de Jon con un dragón, mientras la reina observa embelesada. Pero vuelven las prisas, ya que el Cuervo de Tres Ojos, Bran Stark, les ha enviado un mensaje claro: el Ejército de los Muertos atacará Guardaoriente del Mar. Es aquí cuando quiero remarcar que en esta temporada el efecto que más se ha notado a nivel de guión es el llamado “pisar el acelerador”, pues no ha habido ningún respiro para los personajes entre salto y salto, cuervos volando a velocidades imposibles, barcos que parece que vayan a motor y planes tan estúpidos y alocados como el siguiente: capturar un espectro de más allá del Muro para llevárselo a la reina Cersei y que se pueda firmar un alto en la guerra. Seamos sinceros: ni pies ni cabeza, un grupo de héroes de esos que le gustan a Daenerys van a arriesgar sus vidas por intentar convencer a la reina que podrían haber derrotado desde el primer minuto de esta temporada. Y todo esto queda perfectamente concertado con la reina Lannister tras una reunión de los hermanos de la regente, Jaime y Tyrion, concertada por Bronn —menudo trío calavera—; añadir también que mientras Davos rescata al mejor remero de los Siete Reinos, Gendry, aprovechan para meter un guiño con forma de martillo y otro con forma de chiste hacia los que aún creíamos a Gendry remando.

Yo veo el retraso del derrocamiento de Cersei como algo forzado, habiendo querido centrar toda la trama de esta temporada no en la guerra y conquista de Poniente sino en el Jonerys. Es algo que me disgusta y me decepciona por partes iguales.

Hablemos del Norte.

Norte e Invernalia

Tampoco me entretendré demasiado con esta trama, pues es la segunda peor de toda la temporada, y sinceramente, no ocurre nada especial hasta el final. Comenzó muy bien: extinguimos una familia más —Frey—, Arya y su loba se despiden, Sandor Clegane encuentra su lugar en el mundo junto a la Hermandad sin Estandartes —o lo que queda de ella—, y ponen rumbo allende el Muro. Después, por desgracia, desaparecen hasta la recta final de la temporada. Mientras tanto, Bran Stark desciende hacia casa y Arya asciende hacia la misma. Sansa gobierna, y muy bien, como regente ante la ausencia de Jon, y con la lengua envenenada de Meñique susurrándole al oído. Los reencuentros entre los Stark son cada uno más frío que el anterior: Bran, además de las piernas, ha perdido la sensibilidad, y las hermanas actúan como si una se hubiera ido de Erasmus y la otra de vacaciones, comparando cuál lo ha pasado peor en vez de mejor. Hubo emociones, pero no suficientes; y sí, podría haber sido peor, pero también mejor, así que lo dejaremos en que no ha estado mal.

Mi problema con esta trama, y con toda la temporada prácticamente, es que todo empieza bien, pero de repente se para, dejan de ocurrir cosas, solo para que otras tramas peguen un acelerón. Yo a eso lo llamo ir a trompicones, y no es algo que en Juego de Tronos debiera estar permitido.

La manada está unida

Tras el inicio, todo se resume en escenas tan insustanciales como la pelea entre Brienne de Tarth y Arya Stark o los continuos susurros de lord Baelish. Tan si quiera Bran le da vida al asunto con sus visiones. Y lo peor de todo es que en los dos últimos capítulos tratan de generar en el espectador tensión con una de las tramas más inverosímiles de la serie: la disputa por el gobierno de Invernalia entre las dos Stark. No puedo creer que considerasen la posibilidad de hacernos creer que Arya quería matar a su hermana por estar gobernando en ausencia del rey Nieve, no sería creíble ni siquiera por el hecho de no defenderlo ante sus vasallos, porque realmente es indefendible lo que su rey ha hecho, ya que ni Arya quiere Invernalia ni Sansa está planeando usurparla. Solo tenemos que Meñique le insinúa posibilidades a la regente en el Norte tratando de enfrentarla a su hermana pequeña. Todo esto desemboca en un final previsible y sin sorpresa ninguna: el degollamiento de Petyr Baelish. Hace dos temporadas que Meñique no es lo que nos pensábamos todos, su muerte podría —debería, más bien— haber sucedido mucho antes, pues no ha servido de nada posponerla.

Petyr Baelish en su última súplica

De todos modos, me gustaría destacar tres cosas de esta escena: la primera es la grandiosa interpretación de Aidan Gillen, que a pesar de todo ha conseguido mantener el personaje a flote y darle un final digno de un premio; la segunda es que vemos que los lobos no cazan solos, sino en manada, y así entre los tres Stark ponen fin al enemigo que tienen más cerca; la tercera no es más que un detalle curioso: Petyr Baelish muere igual que su primer amor Catelyn Stark.

Antigua

Rápidamente bajemos al Sur, donde liquidaré en pocas palabras la peor de todas las tramas de esta temporada: Sam y sus aventuras en la Ciudadela. Y no es la peor por las interpretaciones, ni porque los personajes no hayan estado a la altura de las expectativas; sino porque es corta y no ocurre nada excepto tres cosas. La primera es salvar a Jorah Mormont de la psoriagrís, enfermedad terriblemente mortal en hombres adultos cuya cura es casi cosa de magia. Creía que estábamos en la Ciudadela, no en Hogwarts. La segunda es descubrir para Jon un dato que resulta muy curioso, pues su consejero más fiel, Davos Seaworth, ya era conocedor de él: en Rocadragón hay inmensos depósitos de obsidiana. Vaya, vaya, resulta que Davos ha tenido algún problema con la memoria, o, mejor dicho, los showrunners han vuelto a meter la pata. Quizá sea demasiado quisquilloso, pero a mí estas faltas me resultan de lo más molestas.

Sam y el archimaestre Ebrose en la biblioteca de la Ciudadela

Por último, y me parece realmente decepcionante, es que Sam está en la Ciudadela no para salvar a Jorah, no para conseguir saber dónde hay obsidiana y, desde luego, no para encontrar debilidades en los Otros, sino para descubrir en un diario secreto de un septón supremo que Rhaegar Targaryen y su esposa Elia Martell se divorciaron, o como se dice en Poniente, anularon su matrimonio, para luego casarse éste con Lyanna Stark en una ceremonia secreta. Tras este descubrimiento, aunque no por él, Sam abandona la Ciudadela tras recibir una llamada de heroísmo: siente que su estancia en la Antigua es inútil y quiere ayudar combatiendo. Pues qué decir: sí, ha sido completamente inútil esa trama, no ha conseguido su objetivo principal y encima al hombre más cobarde de Poniente le entran ganas de ir a matar espectros y Caminantes Blancos. Espectacular la coherencia y espectacular el engaño de los creadores, pues nos han tenido de un lado a otro en la Ciudadela para nada. O casi nada.

Al menos los actores han seguido en su línea y no han decepcionado; John Bradley sigue convenciéndome de que es Samwell Tarly y Jim Broadbent nos ha brindado una de las mejores actuaciones de la temporada. Hannah Murray correcta como siempre.

El Muro y más allá

Volvamos con nuestro héroe y su equipo de expedición. Tras llegar a Guardaoriente, Jon Nieve cambia a Davos por lo que queda de la Hermandad sin Estandartes: Thoros de Myr, Beric Dondarrion y Sandor Clegane. Junto a Gendry, Tormund y algún extra se disponen a atravesar el gélido Norte, el Norte auténtico, en busca de un ejército de millares de hombres muertos, tan solo para cazar a uno de ellos… Yo sigo fascinado con este plan. Momento de conversaciones y reencuentros, en los que saltan los roces entre Gendry y la Hermandad y los chistes entre Tormund y Sandor sobre Brienne de Tarth. Un momento realmente notable pertenece a Jon y Jorah, con su conversación sobre Garra; me emocionó que no se olvidaran de la espada de la familia Mormont y su heredero legítimo.

Tras emboscar a un Caminante y a un séquito de muertos levantados por él, descubren que estos caen de golpe si matas al Otro primero. Parece hasta sencillo derrotarlos ahora, pero es entonces cuando el espectro que estaban raptando emite un chillido que atrae a todo el Ejército de los Muertos a nuestros campeones; prestamente, lo cogen y huyen a una roca en mitad de un lago congelado que convenientemente se rompe separándolos del ejército. Mientras, Gendry corre en dirección opuesta hacia Guardaoriente del Mar, dispuesto a avisar a Daenerys Targaryen de que su rey en el Norte está a punto de ser destrozado a manos de muertos vivientes. Cual Filípides en la batalla de Maratón, el chico corre hasta casi morir, pero llega al Muro y consigue dar la orden de mandar un cuervo a Rocadragón. Aquí he de parar porque esto ya si que me parece digno de analizar: el cuervo llega hasta Rocadragón por lo menos… En un día y medio en el mejor de los casos, me atrevería a decir, y hasta que Daenerys llega al rescate debe de pasar por lo menos casi un día más, entre que se prepara con ese vestido blanco tan adecuado para la batalla y escucha a sus consejeros. Pues nuestros campeones norteños y sureños no solo aguantan sin víveres y calor, sino que encima son capaces de aguantar varias oleadas de muertos atacándoles sin decaer ante el frío y el cansancio. Lo siento, pero no, me niego a dejar que eso quede impune de crítica: es una auténtica desfachatez y una fantochada por parte de los guionistas, que creen que ya nos conformamos con cualquier cosa y, como esto es fantasía épica, no importan las imposibilidades.

Bien, no contentos con esto, llega Daenerys cual caballería del Valle con sus tres dragones, y el Rey de la Noche, haciendo gala de sus capacidades olímpicas, tumba al pobre Viserion con una lanza helada desde más de 100 metros de distancia. Buen detalle el de la carne hecha fuego, pues al rajar la lanza al dragón, este estalla primero en llamas y luego cae en picado desangrándose. Todo esto debería suponer una carga dramática considerable, y para mí lo fue, pero por el aprecio que le tengo a los hijos de la Reina Dragón, no por la interpretación de Emilia Clarke; ella misma mostró más pena cuando tuvo que encerrar a sus hijos en Meereen. No sé si es cosa del guión o de la actriz, pero esa especie de estado de shock no me pareció ni adecuado ni real. Bien, después de eso abandona a Jon, con cierto regusto a venganza pues parte de culpa tiene el joven Nieve que en vez de huir se queda a matar unos cuantos espectros más.

La caída de Viserion

Jon cae al agua helada, pero como está bendecido por todos los Dioses existentes, el Desconocido tendrá que esperar para llevarlo consigo. No solo escapa del agua, sino que su tío Benjen entra al rescate con una aparición espectacular, dando vueltas a su bola de metal y fuego para acabar con todos los espectros que pueda antes de darle su caballo a Jon y despedirse de él una vez más. Benjen se muere como lo que fue en vida y no-muerte: un héroe.

Vuelta a casa en barco, Dany y Jon tienen una conversación de lo menos emotiva, con perdones y confesiones de por medio, solo intentos vacíos de acercar a dos personajes a un punto al que no nos consiguen hacer llegar: enamoramiento. Al final el Norte se somete a Daenerys Targaryen, aunque todavía no lo sepan sus habitantes. Concluyamos esto de una vez por todas.

Final de Temporada

He decidido tratar en este punto cuatro aspectos: la reunión total de los personajes principales en Desembarco del Rey, la culminación de la relación entre Jon Nieve y Daenerys Targaryen, el descubrimiento de la identidad real del rey en el Norte y la caída del Muro.

Cersei escucha a sus invitados ante la atenta mirada de su hermano y amante

Era de esperar que, con tantos personajes, las interacciones se redujeran a tan pocas. Al menos los hermanos Clegane tuvieron su momento, hasta Podrick y Bronn pudieron tener unas palabras; pero, desde luego, la escena a destacar es entre Lena Headey y Peter Dinklage. Tras una reunión que acaba realmente mal, pero en la que al menos se prescinde de Euron Greyjoy y su flota (no sin antes hacer sus chistes sobre eunucos y enanos, demasiados de los primeros han habido en esta temporada, por cierto), Jon y Daenerys se quedan hablando sobre lo estúpido que es él por seguir siendo fiel a sus ideales y palabra, y Tyrion se dispone a jugarse el cuello hablando con su hermana. Qué escena más brillante nos han regalado, qué poder interpretativo y qué jugada maestra por parte de Tyrion al percatarse de la única debilidad de su hermana: su hijo no nato. Con esto el pequeño de los Lannister salva el día, y cree convencer a su hermana de prestar su fuerza para frenar el avance de la muerte. Lo que el enano no sabe es que Cersei planea algo muy diferente: reclutar una compañía de mercenarios, la Compañía Dorada, para rematar a los vencedores de la Gran Guerra. Reclutados con el oro de Braavos, transportados por Euron Greyjoy y sin el consejo o aprobación del general de sus ejércitos, Jaime, Cersei ha planeado su jaque mate. Con esto no solo consigue que todos pensemos que está loca de remate, o simplemente es imbécil, sino que consigue, por fin, abrirle los ojos a Jaime, quien enfurecido e indignado abandona a su hermana en pos de la redención: comienza su viaje al Norte.

Quien avisa no es traidor, y mientras Targaryen y Nieve suben al Norte, presenciamos una de las peores escenas de sexo que se han hecho no solo en Juego de Tronos, sino en la televisión. Se nos desvela que Jon Nieve no es quién cree ser, sino que es hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark, pero, por si fuera poco, ¡es legítimo! Y qué manera de mostrarnos cómo: una boda secreta en Dorne con un muy acertado Rhaegar y la Lyanna que todos conocemos. Y mientras Bran narra a Sam cómo Jon ya no es Jon, y no es Nieve, ni Arena, sino Aegon Targaryen, legítimo heredero del Trono de Hierro y Rey de los Siete Reinos, tía y sobrino se acuestan en una escena con cero tensión sexual entre ambos actores, con caras de disgusto y esfuerzo. Hago una pausa para comentar que yo siempre he sido un defensor de Kit Harington y de Emilia Clarke, que no son malos actores, solo jóvenes y mal guiados por los guionistas. Bien, pues hoy cambio de parecer, pues lo que me han hecho presenciar es una actuación terrible, forzada, mala. Y os adjunto un vídeo en el que Isaac Hempstead-Wright, Peter Dinklage, Kit Harington y Emilia Clarke hablan sobre esa escena, pero en resumidas cuentas lo que dicen es que no estaban cómodos con la idea de realizar esa toma sabiendo que eran familia los personajes, que se sentían raros. El hecho de que sean incapaces de abstraerse de esa relación para esa escena no los convierte en malos actores de por vida, pero deja en evidencia el nivel que tienen y el que se espera de ellos.

Emlia Clarke durante la entrevista sobre la escena de sexo

Por último, solo queda comentar la caída del Muro, una escena previsible y que solo abre las puertas a la temporada 8. Viserion resucitado sin gloria ni sentido, derriba a base de… ¿Fuego? el Muro. Eso sí, se salvan Tormund y Beric Dondarrion. Vemos cómo el ejército de muertos pasa por primera vez desde hace milenios al Sur del Muro, comandado por el Rey de la Noche a lomos de un Viserion más blanco que nunca.

Un Poniente más muerto que nunca

Y ojalá fuera así, pues muertos es una cosa que me ha faltado en esta temporada. Jon sigue siendo el intocable del grupo protagonista, pero unos cuantos se suman a las salvadas de Benioff y Weiss: Bronn, Jaime Lannister, Tormund, Beric Dondarrion… Haciendo recuento, solo han caído Olenna Tyrell, las Serpientes de Arena, Thoros de Myr y Meñique. Escueto número para tratarse de la penúltima temporada de la serie que se atribuye la osadía de matar a muchos personajes sin importar los sentimientos del público.

Algunos os preguntaréis por qué he obviado la escena final de Theon; bueno, pues os dejo aquí un comentario rápido para que no os quedéis con ganas: es una escena que no merece más que una frase, es larga para lo que nos quiere contar, inverosímil y casi intrascendente; Theon va a ir al rescate de su hermana, que ni sabe dónde se encuentra, con un barco o dos. Bueno, decidme vosotros si merecía la pena comentarla o no.

En aspectos generales, esta séptima temporada ha sido decepcionante. Una calidad técnica increíble, una música como siempre a la altura, unos efectos visuales espectaculares y un ritmo en la batalla que no envidia a grandes blockbusteres. Pero el guión… el guión es un tema aparte. Tantas incoherencias, tantas prisas, y todo para tan poco. Decidme vosotros, lectores, ¿Qué sentido tiene que Jon se llame Aegon? ¿Qué sentido tiene que Cersei quiera cometer traición? ¿O qué sentido tiene que Arya y Sansa se quisieran matar? Y así con muchas más preguntas. Pisar el acelerador nunca es bueno, y esta vez se ha notado en demasía. No han ganado nada, han chafado tramas y personajes solo para juntar a Jon y Daenerys, y tan siquiera han sabido hacerlo correctamente. El tiempo es algo que escasea, pero la capacidad de gestionarlo no, y Benioff y Weiss están demostrando que están cansados de su empresa, la cual ya no es arte sino dinero, y quieren que sea dinero rápido.

Es una pena que la obra de George R. R. Martin sea tergiversada y maltratada de este modo, pero gracias a R’hllor, esta vez no sabremos qué cosas son canon y cuáles no, pues este fan fiction —fan service mejor dicho— que nos ofrece la HBO no nos servirá de referencia más allá que para apostar por unas teorías u otras.

Bien, aquí lo dejo, lectores. Sé que me habré saltado alguna cosa, y que no todo está analizado al dedillo, pero espero que, a pesar del tono mayoritariamente serio de la reseña, os haya causado alguna sonrisa; y ,por qué no, algún ceño fruncido. Ahora es vuestro momento: ¡a debatir, leales!

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