Sí, hoy es domingo. Sí, tocaba ensayo. Pero Martin ha hablado, dejándonos un pequeño pero interesante fragmento sobre el viaje de la Reina Alysanne, del cual sabremos más gracias a su nueva enciclopedia de la Casa Targaryen, Fuego y Sangre, que saldrá a la venta el próxima día 20 de noviembre. Por si acaso queda algún despistado que no sabe muy bien de qué estamos hablando, el propio escritor nos cuenta sobre qué trata esta nueva publicación.

Y aunque es verdad que muchos lectores están algo desilusionados con respecto a que Martin se haya metido de lleno en una nueva obra inacabada cuando Vientos de Invierno continúa todavía inacabado, lo cierto es que este pequeño extracto puede despertar cierto interés entre parte de sus seguidores.

Lo primero de todo es señalar cuándo ha publicado Martin el extracto, porque no tiene pinta de ser en absoluto casual. Lo hizo el día 27 de septiembre y, como es costumbre, en su Not a Blog. En la nota, y sin venir demasiado a cuento, nos habla de que regresó de la ceremonia de los Premios Emmy, celebrada el pasado día 17 de septiembre. La gala se saldó con la ficción de HBO llevándose dos estatuillas a mejor serie dramática y a mejor actor de reparto (Peter Dinklage).

Leyendo entre líneas, parece ser que Martin quiere captar la atención de sus lectores, y lo cierto es que lo logra con un pequeño extracto sobre el viaje de la Reina Alysanne. Si lo leéis hasta el final entenderéis a qué nos referimos. Incluso siendo conscientes de que se trata de una hábil maniobra para generar expectación de cara a la próxima publicación de Fuego y Sangre, visto el contexto en el que se encuentra Canción de Hielo y Fuego, con su adaptación televisiva por delante del canon original, el regusto que nos deja la noticia es sorprendentemente dulce.


Extracto de Fuego y Sangre

— El viaje de la Reina Alysanne —


Habían pasado varios años desde que el rey había hecho su último viaje real, por lo que se establecieron planes en 58 AC para que Jaehaerys y Alysanne realizaran su primera visita a Invernalia y el Norte. Sus dragones estarían con ellos, por supuesto, pero más allá de El Cuello las distancias eran grandes y los caminos pobres, y el rey se había cansado de volar por delante y esperar a que su escolta lo alcanzara. Esta vez, decretó que su Guardia Real, sus sirvientes y sus criados fueran delante de él, para preparar las cosas para su llegada. Y así fue como tres barcos zarparon desde Desembarco del Rey hacia Puerto Blanco, donde él y la reina debían hacer su primera parada.

Sin embargo, los dioses y las Ciudades Libres tenían otros planes. A pesar de que los barcos del rey avanzaban hacia el norte, los legados de Pentos y Tyrosh solicitaron una audiencia con Su Majestad en la Fortaleza Roja. Las dos ciudades habían estado en guerra durante tres años y ahora deseaban hacer la paz, pero no podían ponerse de acuerdo sobre dónde podrían reunirse para discutir los términos. El conflicto había causado serias interrupciones en el comercio del Mar Angosto, hasta el punto de que el rey Jaehaerys había ofrecido ayuda a ambas ciudades para poner fin a sus hostilidades. Después de una larga discusión, el Arconte de Tyrosh y el Príncipe de Pentos acordaron reunirse en Desembarco del Rey para resolver sus diferencias, siempre que Jaehaerys actuara como intermediario entre ellos y garantizara los términos de cualquier tratado resultante.

Era una propuesta que ni el rey ni su consejo sentían poder rechazar, pero aceptarla significaría posponer el avance planificado de Su Majestad hacia el norte, y había preocupación de que el notoriamente receloso Lord de Invernalia pudiera tomar eso por un desaire. La reina Alysanne proporcionó la solución. Ella seguiría adelante según lo planeado, sola, mientras el rey trataba con el Príncipe y el Arconte. Jaehaerys podría reunirse con ella en Invernalia tan pronto como la paz hubiera concluido. Y así se acordó.

El viaje de la Reina Alysanne comenzó en la ciudad de Puerto Blanco, donde decenas de miles de norteños acudieron a jalearla y a mirar a Ala de Plata boquiabiertos y con un poco de terror. Era la primera vez que veían un dragón. El tamaño de las multitudes sorprendió incluso a su señor. «No sabía que había tanto plebeyos en la ciudad», se dice que dijo Theomore Manderly, «¿de dónde han salido tantos?».

Los Manderly eran únicos entre las grandes casas del norte. Habiéndose originado en el Dominio siglos antes, habían encontrado refugio cerca de la boca del Cuchillo Blanco cuando sus enemigos los expulsaron de sus ricas tierras a lo largo del Mander. Aunque se mantenían ferozmente leales a los Starks de Invernalia, habían traído sus propios dioses desde el sur y aún adoraban a los Siete y mantenían las tradiciones de la caballería. Alysanne Targaryen, siempre deseosa de unir más estrechamente los Siete Reinos, vio una oportunidad en la numerosa familia de Lord Theomore, famosa por ello, y rápidamente se dispuso a concertar matrimonios. Cuando se despidió, dos de sus damas de honor habían sido prometidas a los hijos menores de su señoría y una tercera a un sobrino; mientras tanto, su hija mayor y sus tres sobrinas pasaron a formar parte de la propia corte de la reina, dando por hecho que viajarían al sur con ella y se comprometerían con los señores y caballeros de la corte del rey.

Lord Manderly agasajó a la reina generosamente. En el banquete de bienvenida se asó un uro entero, y su hija, Jessamyn, actuó como copera de la reina, llenando su jarra con una fuerte cerveza del norte que Su Majestad reconoció como más fina que cualquier otro vino que hubiera probado. Manderly también organizó un pequeño torneo en honor de la reina para mostrar la destreza de sus caballeros. Se reveló que uno de los combatientes (aunque no era caballero) era una mujer, una niña salvaje que había sido capturada por los guardias del norte del Muro y entregada a uno de los caballeros de la familia de Lord Manderly para que la criara. Encantada por la audacia de la niña, Alysanne convocó a su propia espada juramentada, Jonquil Darke, y la salvaje y la Sombra Escarlata se batieron en duelo con la espada mientras los hombres del norte rugían en señal de aprobación.

Unos días más tarde, la reina convocó a su corte de mujeres en el propio salón de Lord Manderly, algo hasta entonces desconocido en el Norte, y más de doscientas mujeres y niñas se reunieron para compartir sus pensamientos, preocupaciones y quejas con Su Majestad.

el viaje de la Reina Alysanne

Jaehaerys, Alysanne con su hijo Amenon, por Magaly Villenueve

Después de despedirse de Puerto Blanco, el séquito de la reina navegó por el Cuchillo Blanco hasta sus rápidos y luego avanzó por tierra hasta Invernalia, mientras la propia Alysanne los precedía volando en Ala de Plata. La calidez de su recepción en Puerto Blanco no se vio reproducida en la antigua sede de los Reyes en el Norte, donde solo Alaric Stark y sus hijos salieron a saludarla cuando su dragón aterrizó ante las puertas del castillo. Lord Alaric tenía una reputación complicada; decía la gente que era un hombre duro, severo e implacable, de puño cerrado, sin humor, sin alegría, frío. Incluso Theomore Manderly, quien era su banderizo, no habría estado en desacuerdo; «Stark era muy respetado en el Norte», dijo, «pero no amado». El bufón de lord Manderly lo había expresado de otra manera: «me parece que Lord Alaric no ha evacuado sus tripas desde que tenía doce años».

Su recepción en Invernalia no hizo nada para disuadir los temores de la reina en cuanto a lo que podría esperar de la Casa Stark. Incluso antes de desmontar para doblar la rodilla, Lord Alaric miró con recelo la ropa de Su Majestad y dijo: «Espero que haya traído algo más cálido que eso». Luego procedió a declarar que no quería a su dragón dentro de sus paredes. «No he visto Harrenhal, pero sé lo que sucedió allí». Recibiría a sus caballeros y damas cuando llegaran, «y al rey también, si puede encontrar el camino», pero no deberían quedarse más de lo esperado. “Esto es el norte, y se acerca el invierno. No podemos alimentar a mil hombres por mucho tiempo». Cuando la reina le aseguró que solo vendría una décima parte de ese número, Lord Alaric gruñó y dijo: «Eso es bueno. Menos sería aún mejor”. Como se había temido, estaba claramente descontento por que el rey Jaehaerys no se hubiera dignado a acompañarla, y confesó que no estaba seguro de cómo entretener a una reina. «Si espera banquetes, máscaras y bailes, ha venido al lugar equivocado».

Lord Alaric había perdido a su esposa tres años antes. Cuando la reina expresó su pesar por no haber tenido el placer de conocer a Lady Stark, el norteño dijo: «Ella era una Mormont de Isla del Oso, no lo que se entendería por una dama, pero tomó un hacha para enfrentarse a una manada de lobos cuando tenía doce años, mató a dos de ellos y se cosió una capa de sus pieles. También me dio dos hijos fuertes, y una hija tan dulce como cualquiera de sus damas sureñas».

Cuando Su Majestad sugirió que estaría complacida en ayudar a concertar matrimonios para sus hijos con las hijas de los grandes señores del sur, Lord Stark se negó bruscamente. «Mantenemos el culto a los antiguos dioses en el norte«, le dijo a la reina. «Cuando mis hijos tomen una esposa, se casarán ante un árbol corazón, no en un septo sureño».

Alysanne Targaryen no cedió fácilmente, sin embargo. Le dijo a Lord Alaric que los señores del sur honraban tanto a los dioses antiguos como a los nuevos; la mayoría de los castillos que ella conocía tenían un bosque de dioses y un septo. Y todavía había ciertas casas que nunca habían aceptado a los Siete, no más que los norteños, siendo los más conocidos los Blackwood de las Tierras de los Ríos, pero tal vez había hasta una docena más. Incluso un señor tan severo y huraño como Alaric Stark se encontraba indefenso ante el obstinado encanto de la reina Alysanne. Accedió a pensar en lo que la reina le dijo y a plantear el asunto a sus hijos.

Conforme más se alargaba la estancia de la reina, más cálido se mostraba con ella Lord Alaric y, con el tiempo, Alysanne se dio cuenta de que no todo lo que se decía de él era cierto. Era mirado con el dinero, pero no tacaño; no carecía de humor en absoluto, aunque su humor era afilado como un cuchillo; sus hijos y su hija y la gente de Invernalia parecían amarlo. Una vez que la escarcha inicial se había descongelado, su señoría se llevó a la reina a una cacería de alces y jabalí en el Bosque de Lobos, le mostró los huesos de un gigante y le permitió curiosear mientras le complaciera en su modesta biblioteca del castillo. Incluso se dignó acercarse a Ala de Plata, aunque con cautela. Las mujeres de Invernalia también fueron cautivadas por los encantos de la reina una vez que llegaron a conocerla y Su Majestad se hizo particularmente cercana a la hija de Lord Alaric, Alarra. Cuando el resto de la corte de la reina finalmente apareció en las puertas del castillo, después de luchar a través de los pantanos sin senderos y las nieves del verano, la carne y el aguamiel fluían libremente, a pesar de la ausencia del rey.

Sin embargo, las cosas no iban tan bien en Desembarco del Rey. Las conversaciones de paz se prolongaron mucho más de lo previsto, ya que la acritud entre las dos Ciudades Libres era más profunda de lo que Jaehaerys había supuesto. Cuando Su Majestad intentó lograr un acuerdo, ambas partes lo acusaron de favorecer al otro. Mientras el Príncipe y el Arconte discutían, las peleas comenzaron a surgir entre sus hombres por toda la ciudad, en posadas, burdeles y tabernas. Un guardia pentoshi fue atacado y asesinado, y tres noches después la galera del Arconte fue incendiada donde estaba atracada. La partida del rey se retrasó y se pospuso nuevamente.

En el norte, la reina Alysanne se inquietó por la espera y decidió despedirse de Invernalia por un tiempo y visitar a los hombres de la Guardia de la Noche en el Castillo Negro. La distancia no era desdeñable, incluso a vuelo de dragón; Su Majestad aterrizó en el Último Hogar y también se detuvo en varias fortalezas más pequeñas en su camino para sorpresa y deleite de sus señores, mientras una parte de su corte se arrastraba tras ella (el resto permaneció en Invernalia).

La reina, más tarde, le diría al rey que el primer vistazo que echó al Muro le quitó el aliento. Hubo cierta preocupación sobre cómo se podría recibir a la reina en el Castillo Negro, ya que muchos de los hermanos negros habían formado parte de los Clérigos Humildes y de los Hijos del Guerrero antes de que se abolieran ambas órdenes, pero Lord Stark envió cuervos para avisar de su llegada, y Lothor Burley, Lord Comandante de la Guardia de la Noche, reunió a ochocientos de sus mejores hombres para recibirla. Esa noche, los hermanos negros agasajaron a la reina con carne de mamut regada con aguamiel y fuerte cerveza negra.

viaje de la Reyna Alysanne

El Muro, desde el Sur

Al amanecer del día siguiente, Lord Burley llevó a Su Majestad a la cima del Muro. «Aquí termina el mundo», le dijo, señalando la vasta extensión verde del bosque encantado que se extendía más allá. Burley se disculpó por la calidad de la comida y la bebida presentadas a la reina, así como de los parcos alojamientos en el Castillo Negro. «Hacemos lo que podemos, Majestad«, explicó el Lord Comandante, «pero nuestras camas son duras, nuestros pasillos son fríos y nuestra comida…»

—Es nutritiva— zanjó la reina—. Y eso es todo lo que requiero. Me complacerá compartirla con vos.

Los hombres de la Guardia de la Noche estaban tan sorprendidos por el dragón de la reina como la gente de Puerto Blanco, aunque la propia reina notó que a Ala de Plata «no le gusta este Muro». Aunque era verano y el Muro lloraba, el frío del hielo aún se podía sentir cada vez que soplaba el viento, y cada ráfaga hacía que el dragón silbara y chasqueara. «Tres veces volé en Ala de Plata por encima del Castillo Negro, y tres veces intenté llevarla al norte, más allá del Muro», le escribió Alysanne a Jaehaerys, «pero cada vez que lo intentaba viraba hacia el sur de nuevo y se negaba a ir. Nunca antes se había negado a llevarme adonde yo quería ir. Me reí de eso cuando volví a bajar, para que así los hermanos negros no se dieran cuenta de que algo estaba mal, pero me preocupó entonces y todavía me preocupa«.

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Como diría Martin, y ello a pesar de que Game of Thrones se adentra ya en su propia resolución argumental, la serie es la serie y los libros son los libros. Y este fragmento sobre el viaje de la Reina Alysanne, con una inocente sugerencia sobre la relación entre los dragones y el Muro, sin duda está elegido a conciencia para subrayarlo. Como ya hiciera El Mundo de Hielo y Fuego, todo parece apuntar a que Martin va a conseguir seguir generando expectación y dudas sobre su obra magna con Fuego y Sangre.

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