«Con horror, contemplé como por el suelo del callejón se habían desparramado pergaminos sueltos del libro. “Mierda, ahora sí que estoy muerto”. Empecé a recoger rápidamente las páginas sueltas cuando leí el título de una de ellas. “La verdadera historia de los hijos del Conciliador”, por Alicent Hightower. “¿¡PERO QUÉ DEMONIOS!?”

Se trataba de un pergamino sucio, más que una crónica limpia de las que poblaban por cientos la biblioteca de la Ciudadela parecían las notas tomadas a toda prisa por un escriba. Aún así, la letra era bastante clara y el pergamino, a pesar de los años que podía tener, estaba en buen estado. Esperé a llegar a mi catre para poderlo leer con calma y a la luz de una buena vela. Esto podía ser una de las fuentes de Gyldayn para su libro. De ser así, y de ser su autora realmente quien decía ser, se trataba de un documento histórico. No podía esperar, tenía que leerlo ya.


La verdadera historia de los hijos del Conciliador

— Alicent Hightower —


No omitas nada chico. Le he pedido al Gran Maestre Munkun que me mandara un escriba porque este confinamiento es horroroso. Últimamente paso mis días llorando a mis hijos y sólo encuentro consuelo en mis recuerdos. Un hijo es una bendición de los Dioses. Lo sabe el pueblo llano y lo saben los Reyes. En ellos ponemos nuestras esperanzas y deseos. Mi nieta necesita saber a qué se enfrenta…

Estos días estoy oyendo muchas tonterías a mi alrededor: las criadas que me traen la comida y me visten comentan lo buena que será la regencia de siete ilusos que han preparado para el marido de mi nieta. Algunas incluso dicen que el reino volverá a la bonanza vivida en los años del Viejo Rey. Algún día, el hijo de Rhaenyra dejará preñada a mi Jaehaera y sólo espero, que como padre, no se parezca ni una pizca a Jaehaerys. El Viejo Rey fue muchas cosas: conciliador, sabio, reformista, guerrero… pero como padre dejaba mucho que desear.

Necesidad de herederos

Contaba de 18 años cuando su hermana esposa quedó grávida por primera vez. Después de sufrir un atentado contra su vida por parte de unas septas fanáticas, la reina dio a luz de forma prematura a un niño al que llamaron Aegon (otro más), pero el niño era débil y al cabo de tres días murió. Eso es lo que llamo yo un augurio más grande que Torrealta.

Cuando por fin Alysanne dió a luz a un hijo sano y fuerte resultó que los dioses bendijeron al matrimonio con una hija a la que llamaron Daenerys. Nadie osó jamás cuestionar que Jaehaerys adoraba a su primogénita pero a nadie se le escapó, y especialmente a su esposa, que el Rey deseaba haber engendrado a un varón para que fuera su heredero en el Trono de Hierro. Que no te engañen chico, cualquier hombre, y especialmente un rey, podrá amar a todas sus hijas pero nunca las verá como nada más que ganado que vender a un buen partido para ganar algo a cambio. Y Jaehaerys no era una excepción, hecho que provocó una primera fisura en el matrimonio idílico con la Bondadosa.

A pesar de todo esto la niña resultó ser lista, curiosa e intrépida. La Reina se regocijaba con ella y constantemente hacía referencias a lo buena reina que sería algún día. Claro que sí. El carácter de la niña fue bastante útil para la pareja para afrontar lo que aconteció poco después de su nacimiento: su madre, ilusa y estúpidamente, murió intentando parir a una hija cuando Alyssa era ya una vieja. A su vez, el cuñado descerebrado de los reyes, Androw Farman, enloqueció ante los desplantes de su esposa Rhaena y asesinó a un montón de niñas porque no soportaba que tan inocentes criaturitas calentaran mejor que él la cama de su mujer.

Para dicha del Rey, un año tan lleno de desgracias fue seguido por otro en el que por fin su esposa parió a un varón, Aemon. Fue un bebé delgado y pálido y a diferencia de su hermana y carácter divertido, este niño nació ya viejo: era serio, obediente y cuidadoso. Supongo que para remarcar la diferencia en su dicha que supuso el nacimiento de un Príncipe, el Rey depositó en su cuna un huevo de dragón y desde su nacimiento empezó a considerarlo su heredero.

La estúpida de su esposa le recordaba que la primogénita era la princesa pero Jaehaerys, a pesar que el mismo se creyera un santo, no concebía que su heredero no tuviera polla. Y nadie del reino ya puestos. Consolaba a su esposa diciéndole que ambos niños reinarían cuando se casaran y no sabemos si eso consolaba a la santa de Alysanne. Muchos te dirán que no ha habido reina más influyente en Los Siete Reinos pero si me preguntas a mi, poco más hizo que abrirse de piernas para parir hijos y ni tan siquiera entonces su marido atendió a sus deseos.

el viaje de la Reina Alysanne

Jaehaerys, Alysanne con su hijo Aemon, por Magaly Villenueve

Los dioses, siempre con su humor, parecieron darle la razón al rey y otro niño nació al poco, Baelon. «El Príncipe de la Primavera» le apodaron. Siempre me ha parecido curioso como el pueblo encuentra apodos tan rápidos para los príncipes: para algunos como mi Daeron, su apodo es algo digno de leyenda, “El Osado”. Otros en cambio son apodados con sorna como Aemond «el Tuerto» o Rhaenyra “la delicia del reino”. Me pregunto con qué ocurrencia me apodaran a mi cuando ya no esté.

En todo caso, la dicha fue breve. Por muy cautivadora que fuera su princesita, Jaehaerys y Alysanne vieron como el encanto de la niña no la salvó de morir como cualquier hija de tabernero, llevada por una fiebre invernal. Se dice que horas antes que la pequeña muriese el Rey se dio cuenta que la niña necesitaba un dragón, pero la cría no llegó a tiempo. Si tan solo hubiera nacido varón, la princesita que contaba de seis años cuando murió, puede que ya tuviera a un dragón consigo cuando enfermó. Qué triste destino para la chiquilla el haber nacido sin polla.

Los que salieron bien

Pero la muerta al hoyo y Alysanne a abrirse de piernas. Ni tres lunas habían pasado desde la muerte de su hija que la Reina volvía a estar grávida. Ya provisto de dos herederos, Jaehaerys pareció recibir con más amor a su segunda hija, Alyssa, aunque la niña tenía de femenina lo que yo de septa. De nariz torcida, la princesa seguía a sus hermanos a todos lados, se vestía como ellos, rehuía la compañía de las niñas y prefería montar a caballo, trepar y batirse en duelo con espadas de madera a coser, leer y cantar. Mucho iba a costar encontrar un buen partido para una niña así…qué pena que Laenor Velaryon no hubiera nacido antes… pero desde su juventud se prometió a Alyssa con su hermano Baelon así que a pesar de sus extravagancias, la muchacha consiguió un partido inmejorable.

Los tres hermanos crecieron muy unidos: se entrenaban juntos y asistían a torneos. Eran la delicia de la plebe que veía asegurada la dinastía. Poco podían imaginarse que ninguno de ellos sobreviviría al Rey.

Aemon fue reconocido con el título de Príncipe de Rocadragón y en el banquete de celebración que se celebró a continuación quedó patente la afinidad que existía entre el príncipe y su prima, Jocelyn Baratheon. La joven era un año mayor que el príncipe pero se entendían tan bien que pronto quedó claro que el heredero no se casaría con ninguna de sus hermanas. Y así fue. A sus quince años, el joven príncipe desposó su prima, que se había convertido en una gran belleza morena de abultados pechos y más alta que muchos caballeros. Me recuerda terriblemente a mí a su edad. Su boda superó a cualquiera de las celebradas anteriormente y el pueblo creyó estar presenciando los esponsales de los futuros reyes. Cuánto se equivocaban.

Después de armarse caballero, el Príncipe Aemon reclamó una montura y su dragón fue Caraxes, el Guiverno Sanguínio. Junto a su padre y su hermano Baelon, lucharon en la Cuarta Guerra Dorniense y su victoria aplastante hizo creer a todos que el reino quedaría en buenas manos cuando Jaehaerys faltara.

Aemon y Jocelyn tuvieron tan sólo una hija, oh vaya, pobre Conciliador. Su heredero había sido un hombre pero la heredera de éste, sería mujer. La Reina Alysanne, estúpidamente como siempre, empezó a referirse a la niña, que llamaron Rhaenys, como “nuestra futura reina”. Sigue esperando bonita.

Con el tiempo, el heredero fue ganando peso en la corte hasta ocupar distintas posiciones en el Consejo Privado del Rey. Rhaenys se casó con Lord Corlys Velaryon y al poco quedó encinta. Poco se imaginaba Aemon que el Desconocido se lo llevaría antes de poder ver nacer a su nieto. El valeroso príncipe ya era un hombre hecho y derecho pero su muerte fue tan sorprendente que el reino quedó desconcertado durante un largo tiempo. Un grupo de myrienses (o puede que tyroshis) invadieron las costas de Tarth y el Príncipe de Rocadragón se encargó de liderar la defensa. Paseando por ahí, una flecha le cruzó el cuello y murió ahogado en su sangre. Adiós al heredero. Su muerte fue vengada por Baelon a quien su padre nombró heredero saltándose a Rhaenys.

Baelon había crecido a la sombra de su hermano pero siempre se esforzó en seguirle e igualarle constantemente. De pequeño había golpeado con un palo el morro de Balerion hecho que le ganó otro mote, Baelon «el Valeroso». Si Aemon saltaba, Baelon lo hacía y todavía más lejos. Si uno había sido nombrado caballero a los 17 el otro lo conseguiría con 16 y reclamó a Vhagar, que desde Visenya, no había sido montado.

Se casó con su hermana Alyssa y aún son legendarios los gritos de placer que la muchacha profirió en su encamamiento. Aquel mismo año, la moza reclamó para sí a Meleys, una dragona muy rápida, y solía salir a volar con sus hermanos. Baelon y Alyssa se pasaban el día o montando a sus dragones o montándose mutuamente y pronto la princesa dio a luz a un hijo, un varón deseadísimo por su abuelo y el reino entero, Viserys. Su madre se lo llevó a volar a los pocos días de nacer y dijo que en el trayecto el niño no paró de reír.

En vez de ocupar un asiento en el consejo como su hermano mayor, Baelon se centró en producir príncipes y poco después a Viserys le siguió Daemon quien también montó un dragón en brazos de su madre. Quizás estos vuelos ayudaran a despertar en ellos su espíritu de jinetes de dragón: mientras que Daemon montó a Caraxes, Viserys fue el último jinete de Balerion el Terror Negro.

Pocos recuerdan que la princesa Alyssa tuvo un tercer hijo. Fue un parto complicado pero la princesa demostró ser una máquina de hacer herederos Targaryen con su tercer retoño al que llamaron, oh sorpresa, Aegon. Ni el hijo ni la madre vivieron mucho tiempo más y Baelon quedó destrozado por la muerte de su princesa fea y masculina. Misterios de la vida.

Cuando su hermano murió en Tarth, Baelon provocó una matanza para vengar su memoria. A la vuelta a Desembarco del Rey el pueblo lo recibió con laureles y su padre le nombró Príncipe de Rocadragón. Después ocupó por fin un puesto de importancia en la administración de su padre actuando como Mano del Rey. Su muerte fue aún más sorprendente que la de su hermano. En una partida de caza sufrió una herida en el costado. Pocos días después, fallecía entre dolores en la Torre de la Mano. No imagino una muerte más estúpida para alguien que aspira a reinar.

La llegada de Baelon a Desembarco del Rey tras la victoria en Tarth, por Doug Whitley

Estos fueron los pocos hijos que les salieron bien a los reyes. Quizás por esto sus hazañas nos resultan ya conocidas y sin ningún tipo de gracia. Pero no te he llamado por esto. Quiero que Jaehaera sepa que por muy glorioso que sea un rey, seguirá siendo el padre de alguien y la mayoría de las veces, será un padre mediocre.

Los que salieron mal

Dicen que Jaehaerys nunca tomó amantes mientras Alysanne vivió, aunque seguro que la reina hubiera preferido un respiro y no estar pariendo como una vulgar coneja durante toda su vida. Con ya cinco partos a sus espaldas una vez nacida Alyssa, en menos de nueve años Alysanne parió a cinco vástagos más: Maegelle, Vaegon, Daella, Saera y Viserra. Aunque a juzgar por el carácter de estos, se diría que los dioses se reían de los monarcas brindándoles con cada nuevo parto a un nuevo inútil.

La quinta en nacer fue Maegelle. Se decía en la Fortaleza Roja que la niña era dulce y dócil. Distinta debió ser la opinión de sus padres ya que desde bien joven decidieron consagrar a la niña a la Fe antes de cumplir los 10 años. Chico te lo aseguro, no entiendo el apodo de «Bondadosa»: si mi madre decidiera que debía pasar el resto de mis días en silencio, con baños fríos, vestida con harapos y sin poder comer carne, habría hundido un cuchillo en lo más profundo de sus entrañas. Aún así, parecía que la niña estaba deseosa de pronunciar los votos así que sin duda podemos afirmar que la estupidez de la madre la heredó la hija.

Pasó el resto de sus días en Antigua como septa y sólo salió del Septo Estrellado en contadas ocasiones y todas ellas para mediar en el matrimonio de sus padres. Jaehaerys era el Conciliador pero necesitaba de una hija medio tonta y fanática religiosa para arreglar sus problemas de alcoba. Recuerdo que de joven mi septa me decía que debía ser más como Maegelle y leer cada noche La Estrella de Siete Puntas antes de dormir para que los dioses me colmaran de bendiciones. Pues bien, a la piadosa princesa los dioses le compensaron una vida de sacrificio y oración con un brote de psoriagrís que le petrificó brazos y piernas hasta que murió entre dolores y llantos. La misericordia de la Madre lo llaman. Estúpidos.

Un año después de Maegelle nació el príncipe Vaegon. Ah, puedo imaginarme el orgullo del Rey ante otro varón pero poco imaginaba que el único placer que hallaría su hijo no saldría de su polla sino de los libros. Jamás le gustó entrenar ni demostró interés alguno por el arte de la caballería. Siendo un tercer hijo, lo lógico hubiera sido convertirse en el más glorioso caballero e ingresar algún día en la Guardia Real pero el príncipe sieso rehuía el patio de entrenamiento y no salía de la biblioteca de la Fortaleza Roja.

A los diez años sus padres planeaban su casamiento con su hermana menor pero el príncipe, en su arrogancia, repudió a su hermana insultando su inteligencia. No le faltaba razón al mozo pero del cerebro de corcho de su hermana Daella hablaré después. Vaegon siguió creciendo sin demostrar interés alguno por las mujeres. Creo que incluso el Rey habría hallado consuelo en el hecho que su hijo prefiriera la compañía masculina ya que siempre toleró las inclinaciones poco naturales de su hermana Rhaena. Pero no fue así.

El muchacho jamás levantó la vista de los pergaminos y no advirtió de las jóvenes damas que se pavoneaban delante de él para ganar su favor. Cansado de su actitud, el Rey obligó al joven a entrenarse con más ahínco e incluso llegó al extremo de vestir a Alyssa con cota de malla y dejar que la princesa le humillara delante de todos los criados. Las risas podían oírse desde cualquier rincón de la Fortaleza. El niño humillado jamás pisó otra vez el patio. Qué gran padre, ¿verdad?

Después de un intento frustrado de regalarle libros con pornografía al muchacho para que espabilara, el Rey, desoyendo las objeciones que el Gran Maestre Elysar profirió, decidió que lo mejor era entregar a otro de sus hijos a Antigua. Esta vez, en vez de la Fe, la Ciudadela acogería a un Príncipe Targaryen. Cuando se lo comunicaron el niño, como siempre, mantuvo su semblante serio y amargado pero el Rey luego afirmó que el muy idiota sonrío al oír que le condenaban a una vida de servidumbre. En la Ciudadela el muchacho floreció y llegó a ser Archimaestre llevando el anillo, el báculo y la máscara de oro amarillo. Jamás reapareció en la corte y nadie se acordó nunca más de su existencia.

Con el problema de la sucesión de Jaehaerys jamás se le consideró candidato, aunque su padre si le consultó cómo debía proceder. Suya fue la idea de convocar el Gran Concilio, así que, aunque me avergonzaría que uno de mis hijos hubiera compartido sus inclinaciones, le debo por siempre gratitud por esa idea que llevó a Viserys al trono. Bebería a su salud pero no bebo el vino que me sirven los guardias del hijo de la zorra de Rhaenyra. Desean mi muerte los muy desgraciados pero no les daré tal gusto. Almenos aún no.

¿Por dónde iba? Ah sí, Vaegon. Nunca más nadie se acordó de él y desconozco sinceramente cuándo ni cómo murió. Por lo que yo sé, se le cayó un libro en las pelotas y como no las había vaciado jamás, éstas explotaron.

La siguiente hija de la colección de despropósitos fue Daella. Ah, podría ser mi favorita si no fuera por la puta de su hermana. Daella es el ser más estúpido que ha pisado la Fortaleza Roja y eso que su hermana Gael era oficialmente retrasada.

Sus nodrizas la consideraban delicada y tímida aunque algo asustadiza. La verdad es que la niña se asustaba con ver su sombra, lloraba si alguien le dirigía la palabra, temía a los dragones y a los gatos por igual y afirmaba que le daban miedo los jardines porque una vez una abeja le había picado mientras observaba las flores. Tal era el despropósito mental de la muchacha, que una vez la niña vio a un Príncipe de las Islas del Verano y creyó que su piel negra era una prueba fidedigna de que se trataba de un demonio. Además, era tan menuda, que si almenos hubiera aprendido a justar sobre cerdos, sus padres habrían conseguido algo provechoso de ella. Mejor una hija bufón que una imbécil. 

Cuando llegó el momento de casarla sus padres vivieron un infierno. El soltero que más cerca estuvo de conseguir la mano de la princesita fue un hijo de Lord Blackwood que parecía realmente encariñado con Daella pero, cuando la imbécil descubrió que en Árbol de los Cuervos se adoraba a los Antiguos Dioses, plantó al mozo por miedo a que su herejía la condenara al infierno. Por desgracia la Fe no era una opción ya que la muchacha era demasiado estúpida para saber leer bien o memorizar rezos. Deberían haberla amamantado con lágrimas de Lys y ahorrarse tales sufrimientos.

El Valle de Arryn, por Ted Nasmith

Al final, Jaehaerys cansado de buscar pretendientes y negándose a que su hija muriera soltera (cabe remarcar que la muchacha apenas había vivido 17 días del nombre hasta ese momento), la forzó a escoger un pretendiente: lord Baratheon, su primo, Lord Lannister, quien no podía contener la polla donde debía, o Rodrik Arryn, un viejo viudo que servía al Rey como Justicia Mayor. En el Valle era muy amado, seguramente porque llevaba 10 años sin pisarlo, pero su sensatez y buen humor hacían que fuera muy apreciado en la corte.

Ese fue el escogido por la princesa: Daella argumentó que su bondad y sabiduría le recordaban a su padre y que el hecho de que tuviera 4 hijos de un matrimonio anterior la convertirían en madre. No soy nadie para juzgar el encamarse con ancianos pero que no te engañen chico, cuando una joven se mete en la cama de un viejo es para conseguir algo de él y que con suerte, el Desconocido se lo lleve más pronto que tarde.

El compromiso fue breve por orden expresa del Rey que quería tener casada a la Princesa antes que acabara el año y un puñado de conocidos fueron testigos de las nupcias ya que Daella también temía a las multitudes. Sus hijastros la recibieron bien en el Nido excepto la hija mayor de lord Arryn, quien no veía con buenos ojos que su nueva madrastra fuera más joven que ella.

Un año más tarde Daella quedó grávida y escribió a su madre aterrada. Teniendo en cuenta que Alysanne se pasó la vida pariendo, una creería que la niña habría aprendido que eso es lo que pasa cuando te acuestas con tu marido. Su madre voló en dragón para socorrerla. El parto fue, como el de tantas otras, largo y penoso y dio a luz a una niña, Aemma. La fiebre la atacó poco después y los maestres le prohibieron tener en brazos a su hija. Para variar, la princesa sollozó y pateó hasta que la fiebre se la llevó esa misma noche. Su hija crecería para casarse con mi marido y morir de parto como su madre, eso sí después de traer al mundo a la puta de Rhaenyra. Pero esto es otra historia. Aunque, hablando de putas…

Saera nació dos años después de su hermana Daella y, como su hermana, fue un castigo desde que nació, aunque por un motivo distinto. Era furiosa, exigente y desobediente. Rabiaba y chillaba si no se hacía su voluntad y Alysanne creía que era una Aerea renacida pero con peor carácter. Gozaba siendo el centro de atención y se decía que lo que quería, debía conseguirlo, y rápido. Muchas fueron sus travesuras de pequeña pero no estoy aquí para criticar chiquilladas que sólo escandalizan a septas y a idiotas. Lo que sí me parece remarcable era su habilidad para salir airosa de todas ellas.

Cuando floreció, su ego también creció y no era raro verla acompañada de múltiples caballeros y damas que reclamaban de su favor constantemente. Su encanto hacía que tanto sus hermanos mayores como sus padres le rieran las gracias y alimentaran sus ganas de continuar con sus fechorías. Sus hermanas y su madre eran de otro parecer pero ya he recalcado lo poco que prestaba atención Jaehaerys a los miembros femeninos de su familia. El Rey solo abrió los ojos cuando ya fue demasiado tarde.

Después de un incidente en un burdel con el bufón real, los monarcas descubrieron que dos de las damas de compañía de su hija hacían algo más que compartir rezos con la princesa. Muchas jóvenes juegan al juego de los besos antes de casarse, no tiene nada de malo. Ahora bien, distinto es cuando estos juegos se comparten con tres caballeros y una de tus damas acaba preñada. Los Reyes no daban crédito a lo que confesaron las muchachas. Aparentemente, Saera las había retado a que sedujeran a tres caballeros: Roy Connington, Jonah Mooton y un hijo de Lord Beesbury, de mala reputación, apodado Aguijón. El juego de los besos les quedó corto y pronto se encamaron con todos ellos quedando Alys Turnberry embarazada sin saber quién era el padre.

Dicen que cuando Saera acudió a la sala del trono lo hizo altiva como siempre, pero pronto, al ver que sus padres no compraban sus mentiras, finalmente confesó: había entregado su virtud a los tres caballeros y como no sabía por cual decantarse,  pretendía esposarse con los tres como antes habían hecho Aegon I o Maegor al tomar más de una esposa. Ah. Me encanta esta muchacha. Tan lista y con una habilidad de cavar su propia tumba sorprendente.

Al saber la verdad, su padre la confinó a sus aposentos pero la princesa intentó escapar disfrazada de lavandera para llegar a Pozo Dragón y robar una montura, dictando así su destino y el de sus cómplices. Lady Perianne y Jonah Mooton se casaron, Alys Turnbeck parió a una bastarda peliroja en el Valle y Roy Connington fue condenado al exilio para evitar el Muro. El caballero al que llamaban Aguijón fue más necio y retó a un juicio por combate al Rey, en el que murió. La Princesa en cambio fue entregada a las Hermanas Silenciosas.

Después de un año de reclusión con esas viejas andrajosas, Saera huyó a los muelles de Antigua y abriéndose de piernas, pagó un pasaje a Lys. Allí se convirtió en una puta, una puta muy codiciada eso sí: cualquier burdel pagaría por una jovencita vestida de novicia que mantenía su aura de inocencia y virginidad mientras le chupaba la polla a cualquiera. Además, no quiero ni imaginar las cantidades desorbitadas que se pagarían para acostarse con una princesa de la Sangre del Dragón. Los hombres que sirven a un Rey se jactan de que morirían por sus monarcas pero dada la oportunidad, violarían sin dudar a sus hijas y esposas para sentirse por encima de ellos. Mi pobre Helaena… no, no hablemos de eso.

Se dijo que al conocer el destino de su hija, la reina Alysanne lloró por su hija pero que el rey se mantuvo frío, afirmando que su hija siempre había sido una puta y que no movería un dedo para ayudarla. Almenos en dos ocasiones su esposa suplicó su perdón pero para el Rey su hija había muerto. Eso sí, debo confesar que siempre me ha parecido curioso que cuando mi padre me obligaba a “leerle” al Viejo Rey cuando me trajo con 15 años a la Corte, el viejo siempre me llamara “Saera”. Mira chico, no tengo pruebas pero quizás el Rey conocía de primera mano la naturaleza de puta de su hija.

Casa de Placer de Lys, por HBO

Después de Lys, la princesa puta se mudó a Volantis. La última vez que se supo de ella fue cuando mandó a tres de sus bastardos a ostentar una candidatura en el Gran Concilio. Se dice que uno de ellos era la viva imagen del viejo Rey en su juventud y que otro era hijo del Triarca de Volantis. Pero su candidatura no se tuvo en cuenta: no iba a tolerarse que un hijo de puta se sentara en el trono, por muy princesa que fuera su madre. Aunque luego no tuvieron inconveniente alguno al coronar a Aegon III.

Viserra tomó cualidades de todos sus hermanas pero también todos sus defectos. Era vanidosa como Saera, de carácter calmado de Maegelle y con la estupidez de Daella. Con su floración, fue abandonado su carácter taimado y empezó a demostrar una ambición y un afán por jugar con el corazón de todos los mozos que la cortejaban. Sí, lo admito, no considero que esto sea un defecto en si, siempre que no acabes muriendo estúpidamente. Pero me estoy adelantando. De joven se dice que Viserra retaba a señores, escuderos y jóvenes a probar su amor por ella poniendo en riesgo su vida. Y todos picaban. A diferencia de la puta de su hermana, no parecía que la joven princesa tuviera inclinación alguna por entregar su virginidad a ningún pretendiente: eran su juguete y dar su virtud a cualquiera de ellos habría frustrado sus planes de grandeza.

Quizás temiendo que al final claudicara, su madre arregló su matrimonio con Theomore Manderly, un viejo norteño, cuando la princesa a penas contaba con 15 años. Repito: «La Bondadosa». La niña se opuso y dijo que prefería casarse con su recién enviudado hermano Baelon ya que, sin que le faltara razón, su belleza era muy superior a la de su masculina hermana Alyssa; pero su madre se negó y su padre le recordó que los compromisos matrimoniales eran dominio de Alysanne. Qué generoso por su parte. Aún así la princesa no se rindió. Si sus padres no la salvaban, puede que lo hiciera Baelon. Esa noche se emborrachó y coló en los aposentos de su hermano y lo esperó desnuda en la cama esperándole para entregarle su virtud. Baelon al hallarla la echó del lecho y la mandó a su habitación.

Pocos días después, la muchacha se disfrazó de doncella y escapó de la Fortaleza Roja con un grupo de amigos para beber y festejar su último instante de felicidad antes de ser vendida al anciano con quien su madre había decidido casarla. Borrachos, decidieron volver a la Fortaleza haciendo una carrera. Dicen que el caballo de la princesa chocó con el de alguno de sus compañeros y salió disparada de su silla para aterrizar contra un muro y partirse el cuello. Viserra era bella, Viserra era astuta, pero Viserra protagonizó la muerte más estúpida que jamás ha oído esta vieja Reina.

Los que no deberían haber salido

No te preocupes, ya voy terminando. Muchas veces se alaba la inteligencia de la reina Alysanne pero si juzgamos por sus decisiones, la reina compartía muchas de las carencias de sus hijos más idiotas. A pesar de ver como su madre moría intentando parir hijos a edad avanzada, cuando Alysanne ya sobrepasaba los 40 años no se decidió aún a cerrar sus piernas. No quiero ni imaginar como quedaron sus partes nobles después de tantos alumbramientos pero seguramente hay guaridas en Pozo Dragón más estrechas que el coño de la Bondadosa.

El primero de estos hijos nacidos ya cuando hasta los dioses les parecería bien que la Reina se centrara en su papel de abuela, fue Gaemon. Le llamaron como al más célebre de los señores Targaryen que habían reinado en Rocadragón antes de la conquista. Después de casi matar a su madre en un parto prematuro, el niño no compartió la grandeza de su tocayo y murió con apenas meses de vida.

Similar fue el caso del siguiente hijo, esta vez llamado Valerion. Después del alumbramiento, la reina tuvo que estar encamada durante medio año y el niño resultó aún más enfermizo que su hermano. Aún así, vivió casi un año pero acabó compartiendo el mismo destino que Gaemon.

Finalmente, Alysanne fue “bendecida” con una niña llamada Gael. La llamaron «la Hija del Invierno» aunque me gusta más su apodo extraoficial de la Princesa Retrasada. Era pequeña y frágil pero los maestres se desvivieron para que la niña sobreviviera. Su mente resultó aún más débil que su cuerpo aunque a decir verdad, la niña dulce ayudó a su madre a soportar las continuas muertes de sus hijos que la azotarían en los últimos años de su vida. El destino de la niña fue igual de trágico que el de sus hermanas. La versión oficial reza que la niña murió de una fiebre de verano. La realidad es que se dejó preñar por un juglar andante que la abandonó y dio a luz a un hijo muerto. Abrumada por el dolor, la Princesa se adentró en el Agusanegras para ahogarse allí.

 

Aquí acaba mi relato sobre la verdadera historia de los hijos del conciliador. Me parece insultante que la mayoría de maestres obvian esta parte en sus crónicas. Seguramente lo hacen para engloriar a un Jaehaerys que podía ser Conciliador con sus señores pero que, cuando de sus hijos se trataba, no era más que otro hombre débil, cobarde e inseguro.

Pásalo a limpio y tenlo terminado para el décimo día del nombre de mi nieta. Será reina de Los Siete Reinos y espero que reine más sabiamente que ninguno de los inútiles protagonistas de esta crónica. Ahora, sal ahí y dile a las criadas que me traigan más mantas. Este invierno está siendo muy frío y no me encuentro demasiado bien.

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