Hoy regresamos con una nueva edición de El Rincón del Cronista, en donde, como ya sabéis, alternamos entre personajes, sucesos, lugares e instituciones del mundo creado por George R. R. Martin con la idea de presentar un espacio de discusión y debate en el que la acción está en los comentarios.
En esta ocasión, ponemos el ojo sobre tres ciudades cuya historia está tan entrelazada que no tendría mucho sentido hablar de una sin analizar las otras. Se trata de las que el Maestre Yandel denomina, con toda la razón, las Hijas Belicosas: se trata de Myr, Lys y Tyrosh.
Las «Hijas Belicosas»
Las tres ciudades se encuentran al sureste de las costas de Essos, bañadas tanto por el Mar Angosto como por el Mar del Verano. Tyrosh, se encuentra en el noreste de los Peldaños de Piedra; Myr está donde las carreteras valyrias se encuentran con el golfo del Mar Angosto denominado «Mar de la Alegría». Lys, la más meridional, se encuentra en pleno Mar del Verano, dominando un archipiélago paralelo a la costa de Essos.
Son ciudades costeras (de hecho su economía depende del mar), que reciben viajeros de todos los rincones del mundo, así como su influencia y su cultura, a la vez que sus comerciantes viajan por todo los mares. De hecho, poseen grandes flotas mercantes con las que proteger sus intereses y, habitualmente, es necesario protegerlos frente a las otras dos ciudades.
Al igual que las otras Ciudades Libres, las tres gozan de una cultura propia, cada una tiene elementos únicos que las distinguen del resto de las ciudades. Las gentes de Tyrosh demuestran su riqueza con su extravagancia en el vestir y en su apariencia, los myrienses pueden presumir de su artesanía y la calidad de sus vinos, mientras que Lys destaca por su clima cálido y agradable, sus poetas y la sangre valyria que corre aún por las venas.
Pero son más las cosas que las unen que las que las diferencian: las tres, al igual que todas las Ciudades Libres, se dedican al comercio y la industria; al contrario que en Poniente, la profesión de comerciante es mucho más digna y virtuosa que dedicarse a las armas. En ellas se hablan un dialecto del valyrio, distinto y a la vez semejante al del resto. Aunque en ninguna se puede encontrar una religión oficial, en cada una de ellas pueden rastrear dioses propios (por ejemplo, el Dios Borracho en Tyrosh o la diosa del amor y la belleza oriunda de Lys), aunque la fe de Rhllor es sin duda la que más adeptos y más poder tiene en cada una de las ciudades.
En cuanto a su gobierno, Myr y Lys son gobernadas por un Cónclave, cuyos miembros son elegidos democráticamente entre las personas nobles y las más acaudaladas de cada ciudad, mientras que Tyrosh la rige el Arconte, un miembro del cónclave elegido por sus miembros como gobernante (aunque no sabemos si gobierna de por vida o si su mandato está limitado en el tiempo).
No terminan ahí las similitudes: no todo en estas ciudades es bueno. Las tres están envueltas en el comercio de esclavos (de hecho, Lys es enormemente famosa por sus casas de placer, donde los esclavos y esclavas satisfacen a todo el que pueda pagar). Destaca la agresividad de los esclavistas tyroshis, que son capaces de acudir hasta las recónditas tierras de más allá del Muro en busca de nuevas personas que esclavizar. Tampoco se quedan atrás los lysenos: son famosamente voraces en su búsqueda por chicos jóvenes y doncellas para las famosas casas de placer de la ciudad.
Pero para comprender bien a Lys, Tyrosh y Myr, deberemos remontarnos a sus orígenes.
Nacimiento y desarrollo
Las tres ciudades son «hijas» del Feudo Franco de Valyria y de su expansión por el continente de Essos. Mientras que otras ciudades (como Lorath, Qohor y Norvos) fueron fundadas por los disidentes religiosos al Feudo Franco (lo cual para mí es una gran ironía), desde el comienzo, Tyrosh Myr y Lys se dedicaron al comercio de sus productos y recursos, aun cuando no fue su objetivo original.
Tyrosh fue fundada como un sencillo puesto de avanzada militar del Feudo Franco con el fin de controlar los Peldaños de Piedra. Pronto se descubrieron en sus inmediaciones una extraña especie de caracoles marinos, que segregaban una sustancia con la que podían teñirse prendas y telas de todos los colores.
Los grandes señores y príncipes de todos los rincones podían presumir de que su vestimenta había sido tratada por los tintoreros tyroshis, por lo que lo que comenzó siendo un mero fortín creció terminó convirtiéndose en una acaudalada y bulliciosa ciudad, que pronto gano fama también por la extravagancia de sus habitantes: es extraño conocer a un tyroshi que no use el conocido tinte para teñir su cabello o sus barbas de mil colores.
La historia de los Siete Reinos se ha visto extraña y desafortunadamente vinculada a la de Tyrosh: gracias a su matrimonio con Lady Rohanne, la hija del Arconte, la descendencia de Daemon Fuegoscuro pudo huir a Tyrosh junto a sus aliados, liderados por Aegor Ríos Aceroamargo, y desde allí perpetraron las rebeliones que sacudieron el reino durante seis décadas.
Lys, conocida como la más bella de todas las Ciudades Libres, en cambio, tuvo unos inicios opuestos a los de Tyrosh. Mientras que esta nació con un propósito militar, Lys fue fundada por los señores de Valyria como un lugar de descanso, aprovechando su maravilloso clima cálido y su fertilidad tanto en tierra como en los mares. Los señores dragón acudían a Lys a embelesarse con sus vinos, su música, sus delicias y las doncellas (y esclavas) lysenas. De hecho, la fama de Lys como sinónimo de belleza y «deleite para los sentidos y un placer para el alma» ha continuado en el tiempo, sus casas de placer continúan siendo conocidas en todo el mundo, y se dice que en Lys los atardeceres son más hermosos que en ningún otro lugar.
También se conoce a los lysenos como grandes criadores de esclavos, juntando belleza con belleza con la esperanza de producir cortesanos y esclavos de placer aún más bellos y encantadores. Lys también es famosa por ser la ciudad donde más se ha preservado la antigua sangre valyria, tanto en las familias nobles como en las más humildes. En ocasiones incluso los antiguos reyes y príncipes Targaryen buscaban en Lys esposas (como Lord Steffon Baratheon, para el príncipe Rhaegar) y amantes (en el caso de Aegon IV), tanto por su sangre pura como por su belleza.
Finalmente, los orígenes de Myr son más oscuros. Algunos Maestres opinan que los myrienses descienden de los antiguos rhoynar, con quienes comparten rasgos como su piel de color olivácea y el cabello oscuro; otros opinan que donde ahora se encuentra habitó una ciudad de un pueblo ya extinguido. De lo que no hay duda es de que la ciudad de Myr fue fundada por comerciantes valyrios, donde se encontraba una ciudad ándala (aunque antes tuvieron que masacrar y esclavizar a sus habitantes).
Desde entonces, Myr ha ganado relevancia y poder entre el resto de Ciudades Libres, y sus barcos han circulado por el Mar Angosto durante siglos. La fama de Myr viene por sus vinos veraniegos, sus ballesteros mercenarios (que casi llegan a intervenir en la batalla del Prado Hierbarroja, que decidió el futuro de dos dinastías ponientis), pero sobre todo por sus artesanos: los tapices myrienses (elaborados en su mayoría por esclavos) son conocidos a lo largo y ancho de Essos, así como por su exquisito trabajo del vidrio. Ambos productos valen su peso en oro y en especias.
Guerra y paz
Parece que todas estas cosas en común significan poco para estas ciudades. Las rivalidades entre ellas son antiguas, y han dado lugar a profundas enemistados que las han tenido divididas, y con frecuencia en guerra una con otra por siglos. Tyrosh, Myr y Lys están acostumbradas a librar guerras entre ellas sin más motivo que obtener ventajas comerciales. No es algo extraño que dos de ellas se alíen contra la otra («el enemigo de mi enemigo es mi amigo…y mañana será el mío»).De hecho, en el año 300 D.C., Tyrosh y Lys se encontraban a punto de entrar en guerra y ambas intentaron que Myr se uniera a una de ellas contra su enemiga. Al poco tiempo, Lys y Tyrosh se habían convertido en aliadas y declararon la guerra con Myr.
La inestabilidad que reina en las relaciones entre estas ciudades algo que han de agradecer los reyes y señores de Poniente. En el poco probable caso de que consiguieran unificarse estas ciudades, serían una fuerza a tener en cuenta, tanto para el resto de Ciudades Libres como para los mismos Siete Reinos.
De hecho, esa hipótesis ya ha podido comprobarse: Myr, Lys y Tyrosh demostraron su fuerza cuando se unieron, aunque brevemente, a raíz de su victoria sobre Volantis en la Batalla de la Frontera. Se prometieron amistad eterna una a la otra, y en el 96 DC las tres ciudades conformaron «la Triarquía», aunque en Poniente se la recuerda como «el reino de las Tres Hijas» (también conocido como «el reino de las Tres Putas»). El gobierno del «reino» se encomendó al Alto Consejo de la Triarquía, un consejo de treinta y tres magísteres (sin rey que justificase esa denominación), que representaba a las tres ciudades y sus intereses.
La Triarquía comenzó declarando como objetivo principal la nada sencilla tarea de liberar los Peldaños de Piedra de la plaga de piratas y corsarios que la pueblan. Esto fue bien recibido —en un principio— en los Siete Reinos así como en otros lugares, ya que los piratas interrumpían el comercio marítimo en gran medida.
Sin embargo, la misma idea que tuvo la Triarquía pueden tenerla otros: Lord Corlys Velaryon y Daemon Targaryen, se aliaron con el fín de expulsarles de los Peldaños de Piedra. Daemon buscaba un reino, y Lord Corlys recuperar la fortuna e influencia perdida. Aunque ambos consiguieron sus objetivos, pronto las Tres Hijas (aliadas con Dorne, cuando aun era independiente del Trono de Hierro) recuperaron los Peldaños.
Sin embargo, su triunfo duró poco: pronto surgieron conflictos internos tras el asesinato de un almirante Lyseno por un rival por el afecto de la famosa cortesana llamada el Cisne Negro (Lady Johanna, la sobrina de Lord Swann, quien más tarde logró gobernar de facto Lys). No obstante, esos conflictos no solo no terminaron con el reino de las Tres Hijas, sino que aun pudo recobrar su poder e influencia.
No solo eso, sino que incluso pasó a intervenir en los Siete Reinos: durante la guerra civil conocida como la «Danza de los dragones», el bando de los Verdes consiguió que la Triarquía se aliase con ellos contra los partidarios de Rhaenyra Targaryen. Su flota se enfrentó con la de la Casa Velaryon, apoyada por los dragones de los Negros en la que se conoció como «la batalla del Gaznate». Esta batalla es recordada como la batalla naval más sangrienta de la historia, y terminó tanto con la flota con el poder que la Triarquía había recuperado. Un año más tarde, la «amistad eterna» entre las tres ciudades dejó paso a la discordia entre ellas. Podemos suponer que, una vez debilitada el poder de la alianza, una de las ciudades intentó dominar a las otras dos, retornando al eterno enfrentamiento anterior.
Lys, Tyrosh y Myr volvieron a perderse en guerras sus comerciales, impidiendo cualquier unión que incrementase su poder. Esas guerras comerciales, en su mayoría se desarrollan en el mar, otorgando a toda nave dispuesta a ello, un permiso especial para atacar a las de sus enemigos. De esta forma, solo las tripulaciones de estas naves y no los ciudadanos de las ciudades se enfrentan al riesgo de caer en combate.
Que la mayoría de las guerras comerciales se libren en el mar no quiere decir que no luchen en tierra: aunque menos frecuentes (pero mucho más sangrientas), fueron las guerras territoriales que han tenido lugar en las Tierras de la Discordia, el territorio que sirve de frontera entre las tres belicosas ciudades.Aunque antiguamente fue una región rica y prospera, desgraciadamente fue devastada durante los Años Sangrientos que siguieron a la Maldición de Valyria. Después de aquello y hasta el día de hoy es una tierra árida, poblada solo por huesos y cenizas. Incluso en estos conflictos, Tyrosh, Myr y Lys raramente arriesgaban las vidas de sus propios ciudadanos (como ya se ha dicho, más allá del mar se prefiere la profesión del comercio antes de la vida de las armas). En su lugar, cada una de las ciudades opta por contratar mercenarios para que luchen en su lugar.
No es casualidad que las Tierras de la Discordia hayan visto nacer a muchas de las llamadas Compañías Libres, que comenzaron durante los Años Sangrientos. Al día de hoy existen cuarenta compañías libres; cuando no son contratados por las «hijas belicosas», los mercenarios buscan realizar sus propias conquistas. Tenemos el caso de «los reyes Nuevepeniques», que incluso llegaron a apoderarse de la ciudad de Tyrosh, proclamando al tirano Alequo Aldarys como arconte hasta su muerte.
No solo se han creado ejércitos mercenarios, sino que esa costumbre también se lleva al mar: no es extraño que flotas piratas y mercenarios marinos ofrezcan sus barcos y sus espadas a aquel que les pague sus servicios (ya sea una ciudad como un noble o comerciante acaudalo). Estas flotas adoptaron la práctica de refugiarse en los Peldaños de Piedra, amenazando el tráfico comercial del Mar Angosto. Llama la atención la ironía de que Myr, Tyrosh y Lys se unieran para erradicar la piratería en el Mar Angosto, y sea su continua lucha lo que ha provocado su retorno. Cuando estos piratas crecen en número y poder (es decir, cuando dejan de ser un aliado y se convierten en una amenaza), son barridos por las flotas de los Arcontes de Tyrosh o los Triarcas de Volantis, incluso los Señores del Mar de Braavos han llegado a intervenir, y eventualmente la flota de los Siete Reinos. Pero gracias a la enquistada inestabilidad, siempre encuentran la manera de regresar.
Y ahora es vuestro turno: ¿Que os parece la situación de Myr, Lys y Tyrosh? ¿Qué creéis que podría asegurar la paz que tanto necesitan? ¿Creéis que tal y como está Ponente, podríamos ver una intervención de alguna ciudad como ocurrió durante la Danza? Y lo más interesante: si fuerais elegidos como Arconte de Tyrosh, ¿intentaríais aliaros con Myr y Lys o, en sentido contrario, preferiríais enfrentaros a ellas si tuvierais la oportunidad?
Debe estar conectado para enviar un comentario.