Análisis de la sexta temporada de Juego de Tronos.

Ya en las postrimerías del verano, los leales aún continuamos por nuestra particular travesía por los mares de Game of Thrones, la serie que durante tanto tiempo nos ha acompañado. Aunque ya haya finalizado su emisión, creemos que resulta particularmente interesante echar la vista atrás y valorar la serie de HBO desde sus inicios y en su conjunto. Por este motivo, el Titán lanzó un llamamiento hace unas semanas para reclutar a nuevos Escribas Leales, que se ofrecieron voluntarios para tan ardua tarea (especialmente aquellos que les toque analizar según qué temporadas… nuestros pensamientos están con vosotros) y que, de forma periódica, analizarán una temporada de la serie. Sigue el calendario de publicaciones en esta entrada.

En esta edición, contamos con el análisis del leal @Fernando, que por primera vez ha decidido lanzarse a la aventura alistándose en esta misión especial de la Compañía. Después de una quinta temporada para el olvido, llegó la sexta para revelar momentos muy esperados (e inesperados) por el fandom. Así pues, en esta travesía por sueños proféticos, resurrecciones, viajes en el tiempo y demás, nos retrotraemos al año 2016 para visualizar la sexta y última temporada con diez capítulos, encaminándonos ya hacia la recta final de la serie.


Juego de Tronos: Temporada 6

— Fernando —


Lo que pudo haber sido y no fue

Prólogo

Después de ver el espectáculo ofrecido por esa suerte de incoherentes trailers versión mega extendida que son las temporadas séptima y octava, casi llegué a pensar, al revisionar ahora la sexta para realizar su crítica, estar viendo una verdadera obra de arte. Pero eso no sería justo. El hecho de que lo que viniera después fuera muchísimo más malo, no significa que esta temporada no fuera mala con avaricia pese a que, por paradójico que resulte decirlo, considero que contiene algunas de las escenas más emocionantes y memorables de la serie.

La sexta es la última de las temporadas de la serie narrada sin la perentoria necesidad de sus directores por cerrarlo todo deprisa y corriendo, a tijeretazo limpio. En este sentido, casi siempre nos permite tomarnos el debido tiempo para saborear y disfrutar de aquellas escenas o partes de las tramas cuyos guiones y puestas en escena son buenos o aceptables. El problema de esta temporada reside en que la resolución de los principales acontecimientos que tienen lugar en ella, se apoya casi siempre en lo absurdo o inverosímil. De no ser por esto, ésta pudiera haber sido, en lugar de una intermitente tomadura de pelo, una buena o incluso muy buena temporada.

El Castillo Negro

La temporada comienza en el Castillo Negro con el descubrimiento del cadáver de Jon por parte de Davos, y con los sucesos que desembocarán en su resurrección. Al forzar D&D el encuentro de Melisandre con Thoros de Myr y Beric Dondarrion (porque este encuentro no se produce en las novelas), entendí que estaban preparando el camino para justificar de un modo lógico la futura resurrección de Jon. No obstante, llegado el momento de la verdad, lo tiran todo por la borda porque no es Melisandre la que expone la posibilidad de resucitarlo cuando es llevada frente al cadáver de Jon. Sería Davos quién, posteriormente, no se sabe a santo de qué, le pregunta a Melisandre si por casualidad no conocerá algún hechizo favorable para tal propósito. Todo esto tras haber arriesgado su vida custodiando un cadáver que debiera haber quemado. Quemarlo hubiera sido lo lógico, ya que con el silencio de Melisandre se carecían de argumentos para pensar que pudiera ser resucitado. Con lo fácil que hubiese sido que directamente la propia Melisandre hiciera la propuesta…

Y nunca más se supo de él…

Las escenas que siguen a su resurrección son bastante buenas y, al igual que las anteriores, están muy bien ambientadas. Una verdadera pena que la trama comenzase con la referida falta de lógica.

Los argumentos de Jon para abandonar la Guardia de la Noche porque ha muerto (pese a haber sido resucitado apenas unas horas más tarde) o porque han sido sus propios hermanos (a los que ya habría ejecutado) los que lo asesinaron, carecen de fundamento. Resulta fácil presumir que en la novela pasará mucho más tiempo “muerto” o compartiendo consciencia con Fantasma, y que su decisión de abandonar la Guardia de la Noche al ser “resucitado” tendrá mucho más sentido.

Sansa

El rescate de Sansa a manos de Brienne y la emocionante escena en la que la imponente guerrera le jura lealtad, quedan empañados por la no menos oportuna que misteriosa desaparición de los perros que llevaban consigo sus perseguidores. A día de hoy todavía se baraja la posibilidad de que fueran abducidos por una nave alienígena.

Sansa y Jon

La escena del reencuentro entre Sansa y Jon, es para mí la escena más bella de toda la serie y una de las dos más emocionantes. Cierto es que lo muy esperado de un reencuentro entre medio hermanos (o primos) Stark, ayudaba a ello; pero también lo hizo la puesta en escena, el guión e incluso los propios actores, pese a estar kit Harington directamente involucrado en ello. Cada vez que veo esta escena rompo a llorar de emoción. La conversación entre ambos que sigue a esta escena también es brutal y muy emocionante. Los guionistas estuvieron de sobresaliente. Fue este reencuentro el que me instigó a pensar en la posibilidad (e incluso desearla) de un romance final entre Sansa y Jon.

Reencuentro entre Jon y Sansa

Después de la Batalla de los Bastardos, de la que más tarde hablaremos, ambos tienen otra hermosa escena justo después de que Jon mandara al exilio a Melisandre por haber instigado a Stannis a quemar a Shireen. Esta escena se carga de una poderosa emotividad cuando Sansa le dice a Jon que ha llegado un cuervo de La Ciudadela, un cuervo blanco, anunciando que el invierno ha llegado. Entonces suena la música y Jon, tras sonreír a su medio hermana, alza la vista al cielo evocando a Ned. “Papá siempre lo prometió, ¿no?”. También en esta escena se me encharcan siempre los ojos de lágrimas…

Martell

El asesinato de Doran Martell y Areo Hotah me dejó atónito. Y no precisamente porque este colosal giro fuese una invención de los guionistas. A los guionistas les bastó con soltar por boca de Ellaria Arena eso de “Tú no conoces a tu pueblo; su disgusto por ti” para justificar que la guardia no moviera un dedo para ayudar a su príncipe y, ya de paso, el resto del desaguisado (que no hay por dónde cogerlo, se mire por dónde se mire). Frasecita con la que se ahorraron un buen pedacito de trama por desarrollar ¡Primer gran tijeretazo de guion de la temporada!

Seguidamente, las dos Serpientes de Arena ausentes en la escena anterior, se teletransportan nadie sabe cómo hasta la embarcación de Trystane para arrancarle su último aliento, en el lejano Desembarco del Rey. Con este par de ofensas a la inteligencia de los televidentes finiquitaron por siempre la trama de los Martell.

Lo peor de todo: que la serie de asesinatos del tipo “vamos a quitarnos a éste de en medio en plan más cutre salchichero imposible”, no había hecho más que comenzar.

Arya

Arya cumple con su castigo por imponer su voluntad a las órdenes recibidas por parte de su mentor en Braavos. Y pese a que de las somantas de palos que recibe por parte de la Niña Abandonada, como poco se habría pasado el resto de su vida tomando sopitas y purecitos, consigue mantener su sonrisa profident en perfecto estado hasta que finalmente obtiene el perdón y recupera la vista. Pero la joven loba insistirá en continuar siendo ella misma en lugar de Nadie y será condenada a muerte.

Aunque nunca me han pegado dos mojás en el estómago como los que recibe Arya a manos de la Niña Abandonada, sé de buena tinta que en una situación de peligro extremo y en caliente, la adrenalina que nuestro cuerpo genera puede empujarnos a obrar verdaderas proezas; así que me abstendré de opinar si su posterior huida es más o menos verosímil. Pero de lo que sí estoy seguro es de que, ya en frío y con esas heridas recientemente cosidas, no hay bicho viviente que salga huyendo dando saltos por los balcones y corriendo por las calles de ciudad alguna tal y como lo hace Arya cuando la Niña Abandonada la encuentra nuevamente; en esta última ocasión en la casa de su protectora. En la obra de Arturo Pérez-Reverte, Gualterio Malatesta no movió un solo dedo para defenderse cuando el Capitán Alatriste lo encontró encamado en circunstancias semejantes. Eso sí fue realista. En un momento así, a lo único que uno puede agarrarse es a la estupidez, a la piedad, o al honor de su enemigo (dependiendo de las circunstancias).

El asesinato de Walder Frey por parte de Arya me parece correcto, además de muy satisfactorio. Todos anhelábamos venganza. Pero me sobra todo lo que se relaciona con la empanada hecha con sus hijos. Una cosa es que Arya, usando sus habilidades aprendidas como mujer sin rostro, encontrara el camino para asesinar al odiado Lord Frey; otra muy diferente es que, antes de eso, hubiese estado asesinando a sus hijos sin que nadie lo advirtiera y que, aun por encima, también hubiese tenido tiempo y ocasión para descuartizar sus cadáveres y hacer la dichosa empanada. A este respecto se pasaron tres pueblos.

Bolton

Nos encontramos aquí con otra de las escenas más rocambolescas, inverosímiles y peor desarrolladas de la temporada: el asesinato de Roose Bolton a manos de su hijo bastardo —pero ya legitimado— Ramsay Bolton.

Roose Bolton, uno de los personajes más inteligentes, maquiavélicos y desconfiados —como es lógico en aquel que no es de fiar— no vio venir lo que hasta el más corto de los espectadores sí vio venir: que Ramsay —como si no lo conociera—, temiendo que el nacimiento de su hijo legítimo le hiciera perder su posición como heredero primogénito, se la iba a jugar de un modo u otro. Además, el asesinato se produce al estilo Doran Martell. Ramsay lo asesina tan tranquilo delante del maestre de los Bolton y de Lord karstark, que sin explicación ni desarrollo alguno de la historia se muestra totalmente de acuerdo con que el bastardo asesine a su padre, al que además encubre descaradamente instigando al Maestre a difundir la absurda mentira de que Roose ha muerto envenenado por sus enemigos. Dando por otra parte a entender la estúpida idea de que Roose, ni más ni menos que el Lord de los Bolton y Guardian del Norte, no tenía ni tan siquiera hombres de confianza que se molestasen en investigar mínimamente lo acaecido para descubrir que su Señor ni siquiera había sido envenenado, sino apuñalado. Todo sea por ahorrarse trabajo. ¡Segundo gran tijeretazo de guion de la temporada!

Claro papi, ya sabes que yo también te quiero…

Tampoco me gustó cómo se quitarían de en medio a Osha. Pero al lado de lo de Roose Bolton es para oscarizar la escena. A la verdadera Osha le hubiese bastado un mero vistazo para saber que no debía tomar por idiota a Ramsay; pues, básicamente, es lo que hace y paga con la muerte.

Greyjoy

La limpieza de personajes en plan cutre salchichero continúa… Y lo hace en las Islas del Hierro.

Pareciera que en Poniente los Reyes y grandes Lores fuesen los personajes más accesibles y desprotegidos. Cualquiera puede meterse hasta la cocina de sus hogares para meterles una puñalada trapera o para, como en el caso que aquí nos ocupa, arrojarlos al vacío.

Cómo hace Euron Greyjoy (que no solo no vivía en Pyke, sino que ni siquiera era bienvenido allí) para plantarse en aquel puente flotante frente a su hermano Balon Greyjoy, es algo que los guionistas y directores de Juego de Tronos tampoco se molestaron en hacernos saber. ¡Tercer gran tijeretazo de la temporada! Y se quedaron más anchos que largos.

A rey muerto, rey puesto. La coronación de Euron Greyjoy como nuevo rey de las Islas de Hierro, sirve también como carta de presentación de la que, sin el más mínimo atisbo de duda, afirmo es la peor adaptación de un personaje de las novelas en la serie. Convierten al personaje más enigmático y atractivo en su maléfico modo se ser, en el nuevo payaso (no ya por contar chistes de vergas, que también, sino por cazurro y cantamañanas) de la serie. Si no recuerdo mal, este actor cuyo nombre me niego pronunciar, era quien dijo que nos haría olvidar a Ramsay como malo malísimo de Juego de Tronos. Al que sí hizo olvidar a los lectores es al personaje que debía interpretar. Le auguro que, de aquí en adelante, no lo van a contratar ni para hacer de Espinete, y eso que ni la jeta tendrían que verle.

Sam y Elí

James Faulkner es el actor perfecto para interpretar al estreñido y deleznable Randyll Tarly. Esa elección fue un verdadero acierto. La escena de la cena en Colina Cuerno es magnífica y cruel. Bien Sam por robarle Veneno de Corazón al hijo de remil putas de su padre. Le metió el palo de escoba aun más pa dentro por su arrogante culo.

La escena de la llegada de ambos a la biblioteca de Antigua tampoco tiene desperdicio. El actor que interpreta al bibliotecario, otro más con un palo de escoba metido en el culo, está sublime. La imagen de la biblioteca es grandiosa.

Antes de pasar a la siguiente trama, quiero hacer alusión a Hannah Murray, la actriz que interpreta a Elí, de la que nunca he escuchado especial mención por boca de nadie pese a hacerlo estupendamente.

Sandor Clegane

Al Perro, al que los no lectores e incluso algunos lectores creían muerto y enterrado, nos lo encontramos mellando hachas en una comuna más tirando a hippy que a religiosa. Digo yo que alguien podría haberle dado a Rory McCann alguna noción básica de cómo usar un hacha: golpeando con una trazada en diagonal, nunca vertical al tronco. Supongo que no se le pueden pedir peras al olmo… Lo más gracioso es que justo en ese momento aparece el Septón Meribald y le suelta: “Nunca vi a un hombre usar un hacha así”. Cuando lo escuché me partí el churro. Claro que él se refería a la ferocidad con la que lo manejaba, no a lo mal que lo hacía…

El Septón Meribald y Sandor Clegane

La escena posterior en la que Sandor y Meribald mantienen su conversación más profunda es realmente buena. “¿Por qué los Dioses no me han castigado?”, pregunta el Perro al final de la conversación, pensando inocentemente que su vida es un regalo y que la muerte hubiera sido su justo castigo. “Lo hicieron”, fue la sabia respuesta del Septón. A buen entendedor…

El proceso de redención del Perro caduca más rápido que una sandia abierta a horas de sol en pleno desierto de Dorne. La crueldad de Poniente regresa rápido a su encuentro para enviarlo, en busca de venganza, de vuelta a los brazos de La Hermandad Sin Estandartes, a la que en esta ocasión, entre gruñidos y vaciles (como no podía ser de otra manera), sí terminaría uniéndose por suerte para los televidentes, ya que la única escena buena que recuerdo de la séptima temporada es una en la que reaparece la sociedad Sandor Clegane, Thoros de Myr, Beric Dondarrion.

Tierras de los Ríos

Esta es la única trama de la temporada que ya había sido escrita por GRRM y, a juicio mío, es la mejor de la temporada (salvo por su desastroso final) junto a la de Sandor Clegane. Aunque también es cierto que fue breve (no tanto como la del Perro) y que todo se resuelve en un par de capítulos. D&D se tomaron la libertad de meter de por medio a Brienne de Tarth sin por ello, para sorpresa mía, causar ningún desaguisado. Salvando la intromisión de Brienne y la sustitución de Ilyn Payne por Bronn como compañero de viaje de Jaime, todo está fielmente adaptado hasta la rendición de Aguasdulces. Las escenas de los reencuentros de Jaime, con el Pez Negro primero y luego con Brienne, y de la conversación de este primero con Edmure en la que lo amenaza con lanzar a su hijo con la catapulta de no aceptar los términos de la rendición del castillo, son fantásticas. En mi opinión, de lo mejor de la temporada.

Jaime parlamenta con el Pez Negro

Una vez Edmure acepta los términos de la rendición que Jaime le ofrece, todo se tuerce. En primer lugar porque Edmure vende al Pez Negro a los Lannister. Dada la aparente indiferencia del Brynden Tully ante las amenazas Frey de ejecutar a Edmure, podría justificarse que este último la hubiese tomado con el primero. Pero a mí no me gustó esta decisión de D&D (en las novelas Edmure hace justo lo contrario a este respecto y ayuda a escapar a su tío) porque estaba claro que Brynden hizo lo que correspondía.

En segundo lugar sucede algo por completo inadmisible que echará al traste todo lo el buen trabajo anterior: el “suicidio” del Pez Negro. Entrecomillo suicidio porque en realidad muere a manos de los soldados Lannister pero… ¿¿¿Por qué??? ¡¡¡Si ya se había escapado!!! Solo tenía que subirse en la barca con Brienne y Pod y marcharse con ellos al Norte o a donde le saliera de sus santos cojones. Pero no, nadie sabe por qué —bueno, sí, porque a los directores les venía bien deshacerse de él en ese momento sin importar lo absurdo que resultase y sin ni tan siquiera molestarse en argumentar de algún modo semilógico su estúpida decisión— el Pez Negro dice: “¡Ya huí de la Boda Roja, no volveré a huir!”. Y se da la vuelta para dejarse matar sin ningún otro sentido u objetivo que el de no volver a huir… ¡Si me lo cuentan no me lo creo! La indignación y vergüenza ajena que sentí al ver esta escena se me quedaron grabadas en el corazón a fuego y sangre. Para mí es la muerte más absurda, gratuita y fuera de lugar de toda la serie ¡Que ya es decir! Destruyeron un personajazo, perfectamente adaptado e interpretado, en un abrir y cerrar de ojos. O sea que, el terco y feroz guerrero Brynden Tully, curtido en mil batallas que había aguantado todo el chaparrón del sitio en Aguasdulces, cuando tiene la oportunidad de escapar para buscar revancha, decide volver sobre sus propios pasos para ser asesinado gratuitamente… ¡Apaga y vámonos!

Meereen

Si no recuerdo mal, la ciudad de Meereen no era en aquellos tiempos un lugar seguro para los amigos y aliados de Daenerys. Pero esto no impide que Tyrion y Varys, principales consejeros de la Reina, se paseen por sus calles bromeando alegremente (vale decir, sin escolta) entre chistes de vergas y eunucos, a la espera de recibir noticias de la desaparecida Madre de Dragones, en cuya búsqueda se hallan involucrados Jorah Mormont y Daario Naharis.

Mientras tanto, el no menos cansino que prepotente recitar de títulos de Daenerys, solo sirve para que los líderes dothraki se echen algunas risas más a su costa y les entren todavía más ganas de sodomizarla… Hasta que descubren que Dany es la viuda del Khal Drogo y, muy a su pesar, se dan cuenta de que en lugar de practicar el medievo con su culo, lo que van a tener que hacer es enviarla a Vaes Dothrak.

En Vaes Dothrak, en una escena absolutamente absurda en muchos más aspectos de los que aquí mencionaré, Daenerys emularía a Lisbeth Salander como la chica que soñaba con un brasero y un puñado de tierra seca y apelmazada, que usaría para carbonizar a todos los Khals momentos antes de erigirse como la gran Khaleesi dothraki. Me pregunto, ¿tanto hubiese costado cubrir el suelo y el lugar con alfombras y telas de aspecto particularmente inflamable para haber hecho, aunque solo fuese un poquito, menos inverosímil la escenita de marras? Porque a ver qué genio de la física cuántica me explica cómo es posible que un montón de brasas prendieran la mera tierra firme tal como lo hubiera hecho una cerilla con un bidón de gasolina…

La quinta temporada fue horripilante en comparación con las anteriores, cierto; pero al menos por aquel entonces todavía se ahorraban este tipo de tomaduras de pelo. La indignación que fui sintiendo a lo largo de esta temporada solo podía ser superada viendo lo que harían en las siguientes. Parecía imposible superarse… ¡Pero lo hicieron! Y con creces…

De regreso a Meereen, la que sería la irreversible conversión de Tyrion en payaso de feria, seguía su curso. Entre nuevos chistes de vergas y eunucos y otras bobadas de lo más variopinto, decide liberar a los dragones ejerciendo el rol de Quentyn Martell en las novelas, saliendo bastante más airoso y menos chamuscado que el primogénito del príncipe Doran. Y cuando parecía que no, que D&D no querían destruir por completo al personaje ofreciéndole la oportunidad de gobernar sabiamente y hacer algo útil para la causa con sus negociaciones con los enemigos de la reina, resulta que tampoco. Nos hicieron creer que aun tenía mimbres de puto amo, cuando no había hecho sino que dejarse engañar por los esclavistas. Cuando parecía que estaba todo perdido, reaparece la verdadera puta ama de Juego de Tronos, Daenerys de la Tormenta, haciendo una entrada en plan Bruce Willis en la Jungla de Cristal 4. De pronto, la Madre de los Dragones que no le hacían ni puñetero caso, se ha convertido en la Madre que dirige a sus dragones vía control remoto, a los que usa para destruir a sus enemigos sin ni tan siquiera despeinarse, dando por zanjado de una vez por todas el nudo de Meereen. Dany por fin tiene vía libre para partir destino a Poniente en busca de su anhelado tesoro: “su preciso tesoro, solo suyo, el Trono de Hierro”. Si bien antes de ello, en una emotiva escena, decide nombrar a Tyrion Bufón del rey. What?? No, no, sorry, Mano de la Reina. ¿De dónde habré sacado esa idea?…

Saben aquel que diu…

Antes de pasar a la siguiente trama, cabe mencionar que en Meereen veremos por última vez al Varys que todos conocíamos en la escena que sonsaca a la prostituta para que le dé los nombres de los Hijos de la Arpía. Por cierto, la sacerdotisa Kinvara desvela un misterio acerca de la Araña del que nunca se volverá a saber. ¿Qué escucho Varys de las llamas la noche que el hechicero que le cortó la verga la arrojó al fuego?, ¿Cuál es el nombre de quién le habló?

Sansa, Jon y Ramsay

El penúltimo capítulo de la temporada nos trae la Batalla de los Bastardos, a la que ya en su día bauticé como la Batalla de los Tarados. También pude llamarla la batalla de los tarugos, pero lo cierto es que tarados rima mejor con bastardos.

El primer tarado resultó ser tarada: Sansa Stark. Solo los guionistas de la serie saben por qué Sansa decide ocultar a Jon y al resto de sus aliados la posibilidad de recibir ayuda de la Casa Arryn. ¡Casi na! Decisión la suya, además súper lógica (ironic mode) con la actitud de su personaje, que no paraba de recriminarle a Jon que debían de postergar el enfrentamiento con los Bolton porque carecían de suficientes tropas para enfrentarlos.

Como segundo tarado tenemos a Ramsay Bolton, que decide perder una colosal parte de su ventaja saliendo de Invernalia para enfrentar a sus enemigos. Los guionistas, que sabían que esa decisión carecía de otro sentido más que el de ajustarse a las exigencias del propio guion (que debía evitar a toda costa un sitio), nos lo argumentan por boca de Davos, dando éste a entender que, de no actuar Ramsay de esta forma, estaría mostrando una debilidad que luego jugaría en su contra de cara a los Señores del Norte. Apoyándose en semejante mamarrachada, siguieron adelante con el relato…

Luego Ramsay se la juega contra Rickon y Jon, el tercer gran tarado de la batalla, a ver quién es el más tarado de los tres. O él mismo, que decide jugar al corre que te pillo con un Rickon Stark, que solo tenía que ir trazando parábolas random para evitar que le acertara con su flecha; o este último, que solo tenía que haber actuado de la forma referida y no lo hizo; o el propio Jon, que decide meterse él solito en la boca de un lobo que, si no lo devoró de un solo bocado, fue tan solo por exigencias de un guion que lo necesitaba vivito y coleando. ¡Ridículo!

Viste, Sansa, como no solo no era tan listo, sino que en realidad es tonto del culo…

El resto de la batalla fue más de lo mismo: Davos tiene que frenar a sus arqueros para evitar que arrojen flechas contra los suyos; Ramsay, que no había ordenado a sus arqueros disparar contra sus enemigos mientras que estos cabalgan en solitario hacia ellos, decide hacerlo cuando ya se han mezclado con sus tropas; durante la batalla, no se sabe bajo qué suerte de efectos sobrenaturales, se forman montañas de cadáveres que son oportunamente aprovechadas por las tropas Bolton para acorralar a sus enemigos; ya en el interior de Invernalia, Ramsay prefiere disparar su flecha en el ojo de un moribundo Wun Wun en lugar de en el de Jon; y, para terminar, los arqueros norteños y salvajes, en vez de acribillar a flechas a Ramsay, permiten que éste se harte de disparar las suyas a Jon, que se marca un Capitán América y las para todas con su escudo.

En definitiva: que sí, que, técnicamente, muy bien rodada la famosa batallita pero, lo que allí ocurre… ¡No se lo cree ni Hodor!

Estoy cansado de escuchar que la victoria de la Batalla de los Bastardos se obtuvo gracias a Sansa. No entiendo esta afirmación. Más aun cuando hasta el propio Jon así lo afirma en el capítulo siguiente. Sucedió casi lo contrario: a punto estuvo de perderse gracias a ella, ya que carecía de razones para ocultar la posibilidad de ser reforzados con las tropas de la Casa Arryn. Semejante jugada estuvo a punto de costarle la derrota a sus tropas, la muerte a su mediohermano y, como guinda final al pastel, el regreso junto a su bien amado esposo y psicópata preferido.

Los dos la cagaron, cada uno a su manera, pero por no faltar a la verdad, ella antes que él y, lo que es mucho peor, con tiempo de sobra para pensarse bien la estupidez que estaba haciendo. Y así como Jon quedó como un soplagaitas, Sansa quedaría, además de como otra soplagaitas, como una mentirosa, mala persona y peor hermana (o mediohermana). Si bien lo cierto es que los personajes son esclavos del guion y, si los guionistas son unos papanatas, a los primeros no les queda otra que la de seguir los mismos derroteros. Pareciera que pretendieran que todos los personajes protagonistas (exceptuando a la puta ama Daenerys) parecieran unos inútiles (recuérdese también el caso Tyrion).

Desembarco del Rey

Tras el reencuentro de Jaime con Cersei al regresar éste de Dorne con el cadáver de Myrcella, nos encontramos con otra nueva inverosímil escena: vemos al Gorrión Supremo colarse con sus hombres como Pedro por su casa hasta nada más y nada menos que el Rey de Poniente, quien se encuentra junto a Jaime en el Septo de Baelor frente al cadáver de Myrcella, sin ni tan siquiera un mísero guardia custodiándolo. Para más inri, el implacable Gorrión Supremo no apresa a un indefenso Jaime tras confesarle este último pecados de mucho más peso que la homosexualidad de Loras Tyrell o el perjurio de Margaery Tyrell. Nueva serie de incongruencias que debemos comernos con patatas por capricho de D&D.

A partir de aquí todo mejora en Desembarco. El Gorrión Supremo se la juega a Cersei de la manera más dolorosa posible: usando su astucia para demostrar a su hijo, el Rey Tommen, que ni siquiera él puede fiarse de ella. Si bien, Cersei se cobraría holgada venganza del Gorrión Supremo y de todos sus enemigos haciendo volar por los aires el Septo de Baelor con todos ellos dentro. Aunque no le saldría gratuita la jugada; Tommen se suicidaría tras ver de qué era capaz su madre para salirse con la suya.

El Gorrión Supremo

La escena del Septo de Baelor es sublime en todos los sentidos, menos en uno. Resulta harto inverosímil que Lancel, al salir del Septo de Baelor en busca de Cersei, ignorase las órdenes recibidas para salir en persecución de ese niño que levanta sus sospechas tan solo por exigencias del guion. De acuerdo, los directores necesitaban a un personaje que siguiera a ese niño para hacer ver al espectador lo que sucedía en las catacumbas de Desembarco con el fuego valyrio… ¿Pero acaso no hubiese sido bastante más verosímil que Lancel hubiese enviado tras el niño a uno de sus gorriones? Qué difícil es que D&D hagan algo bien sin terminar cagándola de una u otra forma… Aunque en este caso la cagada no fuese tan descarada ni saltase a ojos vista como otras.

Por cierto, la adaptación de Qyburn, interpretado por Anton Lesser y descrito en las novelas como “un hombre de cabello gris y aspecto paternal”, es brutal. No podían haber elegido a nadie mejor para el papel. Lo mismo digo del Gorrión Supremo, interpretado por un impresionante y magnético Jonathan Price.

Bran

Tras su desaparición durante la quinta temporada, la trama de Bran regresa para darnos a entender que lleva largo tiempo viajando al pasado de la mano del Cuervo de Tres Ojos; huelga decir, vía arcianet. A lo largo de la temporada nos obsequian con tres viajes al pasado, el primero de ellos directo al corazón de Invenalia.

Durante la inverosímil escena de la huida de Meera y Bran del Rey de la Noche, descubriremos cómo en Poniente, a través de la conversión de Wylis en Hodor, presente, pasado y futuro se interrelacionan entre sí trascendiendo las líneas racionales del tiempo. No hay un antes y un después: pasado, presente y futuro se determinan unos a los otros a un mismo tiempo. Algo que prometía mucho pero que, al menos en la serie —entiendo que en las novelas será otro cantar— no tendría ninguna continuidad.

Su tercer viaje al pasado lo llevaría de regreso a la Torre de la Alegría. ¡El momento más esperado de la temporada! Y por fin tendríamos la confirmación del R+L=

El Rey en el Norte

Prométemelo, Ned

Este cambio de planos estuvo genial. No hizo falta mencionar su nombre y estoy seguro de que al igual que a mí, también a muchos otros se les puso la piel de gallina.

La escena de la coronación de Jon Nieve, el “Lobo Blanco”, como el Rey en el Norte tras la inolvidable intervención de Lyanna Mormont, poniendo a todos los nobles norteños en su lugar, es magnífica y muy emocionante. Lloré como un descosido durante la misma. Para mí la más emocionante de la serie junto a la del reencuentro de Sansa y Jon.

Lo que no me gusta de esta escena es su introducción. Me explico:

En primer lugar toma la palabra Lord Cerwyn diciendo que, ahora que han vencido a los Bolton, la guerra ha terminado y que ya se pueden ir todos a casa a enfrentar las tormentas del invierno. Esta intervención da a entender que ni él ni muchos otros de los allí presentes tienen constancia de la amenaza de los Caminantes Blancos. Por tanto la intervención posterior de Jon, “La guerra no terminó. Te prometo amigo que el enemigo real no espera a la tormenta; la trae consigo”, resulta ridícula y paupérrima como discurso para convencer a los nobles, no ya únicamente de la necesidad de enfrentar a los Caminantes, sino también de su mera existencia. Éste pudo haber sido el último gran tijeretzo de guion de la temporada. Digo “pudo” porque, si en lugar de pensar que hubo tal tijeretazo, debemos suponer que los Lores del norte ya habían sido informados con anterioridad de la amenaza de los Caminantes (y por ello justificaríamos el escueto “discurso” de Jon), entonces la intervención de Lord Cerwyn carecía de toda lógica. Por tanto, lo que es indiscutible es que aquí el guion hizo aguas nuevamente.

Después de esto fue cuando Lyanna Mormont tomó la palabra para propiciar el ya mencionado nombramiento de Jon como Rey en el Norte. Por cierto que, mucho Jon “Lobo Blanco” pero, del verdadero lobo blanco ya hacía mucho tiempo atrás que no se sabía nada de nada. Su desaparición de la serie fue otra vergüenza más que no quiero dejar de remarcar; los mequetrefes de D&D lo convirtieron en un verdadero Fantasma.

Meñique

La escena de Sansa con Meñique en Invernalia, en la que este último personaje es destruido sin miramiento alguno en aras de un guion que lo empujó a actuar de un modo a todas luces antagónico a su naturaleza, nos muestra también que no tuvo ningún sentido que, en la temporada anterior, él la vendiera a ella a los Bolton. Si aquello que más ambicionaba Petyr Baelish era reinar Poniente tomándola como reina y esposa… ¿Para qué carajo la obligó a contraer matrimonio con Ramsay? Tampoco quedó nunca claro qué ganaba él con ello. Lo único que quedó claro, es que el guion adjudicado para este personaje había perdido el rumbo mucho tiempo atrás; un rumbo que, a partir de aquí, iría de mal en mucho peor. D&D convertirían a todo un personajazo de las novelas en una triste caricatura de sí mismo; como ya habían hecho en la temporada anterior con Stannis, y en esta misma con Tyrion, El Pez Negro, Euron Greyjoy, Roose Bolton, Doran Martell…

Epílogo

¿Qué sucedería si preparásemos un plato con alimentos sabrosísimos y de primera calidad y además le añadiésemos un montón de alimentos podridos?

La sexta temporada nos brindó momentos muy esperados y tuvo escenas inolvidables y muy emocionantes que quedarían grabadas en nuestras retinas para siempre. Esto es absolutamente cierto. Pero cuando todo lo bueno llega acompañado de auténticas tomaduras de pelo y sin sentido que al espectador mínimamente cabal (y no cegado por el fanatismo) le instigan a sentirse profundamente ofendido en su inteligencia, el resultado deja un sabor de boca terrible. Así es cómo me sentí viendo la sexta temporada: indignado y desaborido a un mismo tiempo.

Si bien lo peor todavía estaba por llegar…


Hasta aquí la reseña de Fernando sobre la sexta temporada de Juego de Tronos. Ahora es vuestro turno, ¿echasteis en falta un mayor desarrollo en alguna trama?, ¿qué fue lo que más os gustó?, ¿y lo que menos? Y por último, os dejamos la encuesta de rigor para que votéis por vuestro capítulo favorito.

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