Análisis de Catelyn VII con su conversación con Jaime y encuesta de Davos
Volvemos una semana más con otra edición de El Campeón del Torneo. Una vez que los leales habéis elegido cuál es el mejor capítulo de Catelyn en Choque de Reyes, hoy es el momento de elegir el de uno de los pocos personajes que nos mostrará una visión distinta de Poniente: Davos Seaworth. Si bien los leales asiduos ya conocéis el funcionamiento de esta sección, recordamos a los leales recién incorporados que la finalidad es encontrar el capítulo más valorado de Canción de Hielo y Fuego por esta comunidad de Disqus.
Catelyn VII, Choque de Reyes
Como viene siendo costumbre en este torneo de Choque de Reyes, otra vez el capítulo ganador es el séptimo y, cómo no, ha ganado con una mayoría holgada. De este modo, Catelyn VII se ha impuesto al resto de contendientes con casi la mitad de los votos a su favor (un 49%). Por otro lado, otro torneo de esta segunda entrega de Canción de Hielo y Fuego ha conseguido una gran afluencia de visitantes, así que solo podemos daros las gracias por vuestra colaboración en esta sección. Como siempre, la primera parte de la entrada se centrará en el análisis del capítulo ganador y después tendrá lugar el siguiente torneo de esta segunda entrega de la saga.
El capítulo comienza en Aguasdulces, el castillo de Lord Hoster Tully. “Alas negras, palabras negras” suele decir Catelyn Stark y con razón el refranero ponienti es certero. Mientras ella y Brienne cenan en la penumbra de la sala principal, en los exteriores de la sala reina el jolgorio: Robb ha obtenido una gran victoria en el Risco y Edmure pronto regresaría a casa victorioso. Sin embargo, las noticias provenientes del Norte sobre la muerte de sus dos hijos pequeños, Bran y Rickon, enturbian los pensamiento de Catelyn. Solo el maestre Vyman y ella conocen la noticia, pero al final decide compartirla con Brienne como un acto de superación, ya que sus muertes no serán menos ciertas por mucho que se lo guarde para sí. Aunque Brienne intenta consolarla como puede, Catelyn está completamente hundida y comienza a relatarle cómo eran todos y cada uno de sus hijos.
Catelyn confiesa que quiere ver muertos a todos los que han hecho daño a su familia; pero, a pesar de su determinación, sabe que poco puede (y debe) hacer si todavía quiere recuperar vivas a sus dos hijas prisioneras. Usando la misma estratagema que con Cleos Frey, Catelyn envía una frasca de vino a Jaime para intentar emborracharlo y sonsacarle mejor la información. Le pide a Brienne que, a media noche, la acompañe a las mazmorras, donde el Materreyes se encuentra prisionero después de su intento de fuga fallido. Pero, entretanto, Catelyn visita a su padre moribundo para, en cierto modo, buscar su aprobación para lo que pretende hacer, aunque no pueda oírla. No le importa: está decidida a recuperar a sus hijas.
Cuando llega la medianoche, Brienne y Catelyn van a las mazmorras y, tras convencer al carcelero, consiguen un encuentro con el Materreyes, que está encadenado de pies y manos. Mientras Brienne custodia la entrada, Catelyn accede al interior de la fétida celda y observa que la frasca de vino permanece intacta junto a un cubo lleno de excrementos. En aquella penumbra llena de humedad se encuentra Jaime y, después de lanzarse reprimendas, comienzan a conversar; pero, al poco tiempo, el Lannister de Roca Casterly empieza a proferir amenazas, haciendo gala de su impulsivo talante. Catelyn, que busca respuestas, no tarda en entender que no podrá contar con él para nada.
—¿Por qué voy a deciros nada?
—Para salvar la vida.
—¿Creéis que temo a la muerte? —La noción por lo visto le resultaba muy divertida.
—Deberíais temerla. Si los dioses son justos, vuestros crímenes os han ganado un lugar de tormento en el más profundo de los siete infiernos.
—¿A qué dioses os referís, Lady Catelyn? ¿Los árboles a los que rezaba vuestro esposo? ¿De qué le sirvieron, cuando mi hermana le cortó la cabeza? —Jaime dejó escapar una risita—. Si hay dioses, ¿por qué el mundo está tan lleno de dolor e injusticia?
—Por culpa de los hombres como vos.
—No hay hombres como yo. Soy único.
«No tiene nada dentro, sólo orgullo, arrogancia y el valor ciego de un demente. Estoy malgastando la saliva. Si alguna vez tuvo una pizca de honor, hace tiempo que lo perdió.»
—Si no queréis hablar conmigo, sea. Bebeos el vino o mead en él, a mí me da igual.
Choque de Reyes, Catelyn VII
Pero Jaime demuestra ser más humano de lo que aparenta y, a cambio de información sobre su familia, cede ante la pretensión de Catelyn. Ella le acerca el vino y comienzan a decirse verdades a la cara. Desde que es padre de los hijos de Cersei hasta que él fue el causante de la caída de Bran, Jaime admite haber cometido todos esos crímenes, pero niega rotundamente haber enviado a un sicario para rematar al mediano de los Stark. Menos aún que la daga utilizada en el intento de asesinato de Bran fuera suya o de Tyrion, desmintiendo todo lo que Petyr había contado. Luego Jaime pregunta sobre el estado de su familia y si los hermanos de Robert se han alzado en armas contra Joffrey, a lo que ella responde como habían acordado. Sin embargo, la conversación llega a un punto en que se recriminan actos del pasado.
—¿Cómo es posible que os sigáis considerando un caballero, después de haber violado todos los votos y juramentos?
—Tantos votos… —Jaime cogió la jarra para volver a llenarse la copa—. Te obligan a jurar, y a jurar… Defenderás al rey. Obedecerás al rey. Guardarás los secretos del rey. Harás su voluntad. Darás la vida por él. Pero obedecerás a tu padre. Amarás a tu hermana. Protegerás al inocente. Defenderás al débil. Respetarás a los dioses. Obedecerás las leyes. Es demasiado. No importa qué se haga, siempre se viola un juramento u otro. —Bebió un buen trago de vino y cerró los ojos un instante, con la cabeza apoyada en la pared, sobre una mancha de salitre—. Fui el más joven en vestir la capa blanca.
—Y el más joven en traicionar todo lo que significaba, Matarreyes.
—Matarreyes —pronunció él con deleite—. ¡Y menudo era el rey que maté! —Alzó la copa—. Por Aerys Targaryen, el segundo de su nombre, señor de los Siete Reinos y «protector» del reino. Y por la espada que le abrió la garganta. Una espada dorada, por cierto, hasta que su sangre tiñó de rojo la hoja. Ésos son los colores de los Lannister, el rojo y el oro.
Se echó a reír, y Catelyn comprendió que el vino había surtido efecto; Jaime se había bebido la mayor parte de la jarra, y estaba borracho.
Choque de Reyes, Catelyn VII
Aquí el lector comienza a entender que Jaime no es el típico personaje que todos pensábamos que era; no es el hombre sin escrúpulos que “conocimos” en Juego de Tronos cuando lanzó a un crío por la ventana de una torre. La profundidad del personaje crece aún más con cada palabra que pronuncia, llegando a revelar parte de una historia que tanto el lector como Catelyn desconocen.
—Sí que hubo juicios, aunque no de los tradicionales. Lord Rickard exigió un juicio por combate, y el rey accedió a su petición. Stark se armó para la batalla pensando que se enfrentaría a un miembro de la Guardia Real. Tal vez a mí. En lugar de eso, lo llevaron a la sala del trono y lo suspendieron de las vigas mientras dos de los piromantes de Aerys atizaban una hoguera debajo de él. El rey le dijo que el campeón de la Casa Targaryen era el fuego. Así que lo único que tenía que hacer Lord Rickard para demostrar que era inocente del cargo de traición era… no quemarse.
»Cuando el fuego estuvo en su apogeo hicieron entrar a Brandon. Tenía las manos encadenadas a la espalda, y en torno al cuello una tira de cuero húmedo, atada a un dispositivo que el rey había traído de Tyrosh. Pero le dejaron libres las piernas, y le pusieron la espada en el suelo, justo fuera de su alcance.
»Los piromantes asaron a Lord Rickard a fuego lento, atizaban el fuego y lo aventaban para que el calor fuera homogéneo. Lo primero que prendió fue la capa, luego el jubón y pronto no vistió nada más que metal y cenizas. A continuación empezaría a cocerse, dijo Aerys… a menos que su hijo pudiera liberarlo. Brandon lo intentó, pero cuanto más se debatía, más le apretaba la tira la garganta. Al final, se estranguló solo.
»En cuanto a Lord Rickard, el acero de su coraza se puso de color rojo cereza al final y el oro de las espuelas se fundió y cayó goteando al fuego. Yo estuve todo el tiempo al pie del Trono de Hierro, con mi armadura blanca y mi capa blanca, pensando en Cersei. Cuando todo terminó, Gerold Hightower me llevó aparte y me dijo que mi juramento era proteger al rey, no juzgarlo. Sí, eso fue lo que me dijo el Toro Blanco, leal hasta el último momento y, según todo el mundo, mucho mejor hombre que yo.
Choque de Reyes, Catelyn VII
Hasta entonces pocas veces se había descrito con tanto detalle lo que realmente sucedió en la corte del Rey Loco durante la Rebelión de Robert. Jaime es, junto a ser Barristan, uno de los pocos testigos que conoce de primera mano los delitos que cometió el rey que juró proteger. Catelyn parece entender que lo único que pretendía Jaime asesinando a Aerys era vengar la muerte de los Stark, pero no es así: solo quiere demostrar que romper el juramento fue lo mejor que había hecho en su vida. Hasta Tormenta de Espadas nosotros todavía no sabríamos hasta qué punto esto era así, pero con este relato alcanzamos a vislumbrar que no todo lo sucedido es tal y como nos lo han contado. Finalmente, cuando Jaime saca a colación el hijo bastardo que tuvo Ned Stark, Catelyn llama a Brienne y, llevada por la locura que solo una madre puede sentir, solicita su espada. El capítulo acaba con un cliffhanger memorable, pero el camino redentor de Jaime tan solo acaba de comenzar.
—¡Brienne! —llamó Catelyn retrocediendo un paso.
—No, no, no era así. —Jaime Lannister se llevó la jarra a la boca. Un reguerillo de vino, brillante como la sangre, le corrió por la cara—. Nieve, se llamaba Nieve. Qué nombre tan blanco… como esas capas tan bonitas que nos dan en la Guardia Real, cuando hacemos esos juramentos tan bonitos.
Brienne abrió la puerta y entró en la celda.
—¿Me habéis llamado, mi señora? Catelyn tendió la mano.
—Dadme vuestra espada.
Choque de Reyes, Jon VII
Davos, Choque de Reyes
El título de este libro hace alusión a varios reyes y los puntos de vista de los personajes, que son nuestros ojos, nos llevan hasta todos ellos. Tenemos a Joffrey en Desembarco del Rey, de quien sabemos a través de Sansa y Tyrion. Gracias a Catelyn, somos testigos de los progresos de Robb en la Tierra de los Ríos y en el Occidente y también hacemos una incursión en el bando de Renly en el Dominio y en las Tierras de la Tormenta. Próximamente veremos a dónde nos lleva un nuevo punto de vista, el de Theon. Pues bien, los capítulos de Davos nos abren la puerta al mediano de los Baratheon, quien para Ned Stark era el legítimo rey de Poniente. En Juego de Tronos poco se habla de Stannis y en muchas ocasiones el tono con el que se le menciona sin estar presente es de burla. Aunque ya lo intuíamos, en esta novela confirmamos que Stannis no se parece en nada a Robert. De modo que, en estos tres capítulos, somos partícipes de sus planes para hacerse con el trono que le pertenece por derecho.
Este es el primer PdV (sin contar con los prólogos) en el que vemos lo que piensa alguien que no es noble o que no pertenece a una gran casa —¿se le podría llamar la voz del pueblo?—. Davos se enorgullece de su origen humilde y es algo que intenta inculcar a sus siete hijos; por lo tanto, ¿qué mejor emblema podría representarlo que una humilde y modesta cebolla?
Davos es el ejemplo perfecto del «sueño americano ponientí». Nacido y criado en Lecho de Pulgas, su futuro no se presentaba muy halagüeño. Poniéndose primero a trabajar a las órdenes de un pirata tyroshi, aprendió el oficio de contrabandista hasta que se lo pudo montar por su cuenta. Su gran hazaña se produjo cuando el ejército de Mace Tyrell tenía sitiado a Stannis y sus gentes en Bastión de Tormentas durante la Rebelión de Robert. Gracias a sus años de experiencia, al sigilo y al color de las velas de su barco —negras como la noche—, consiguió llegar a la fortaleza provisto de pescado en salazón y cebollas. Esta gesta permitió que la fortaleza ancestral de los Baratheon resistiera hasta que Eddard Stark llegase para romper el asedio por tierra. Se produjo entonces uno de los ejemplos más claros de lo que significaba la justicia para Stannis Baratheon. Convirtió a Davos en caballero y le concedió tierras; pero, al mismo tiempo, le impuso una pena por practicar el contrabando: él mismo le cortó las últimas falanges de los dedos de su mano izquierda, a excepción del pulgar.
Tras ese punto de inflexión, Davos desarrolla un sentimiento de profunda lealtad hacia Stannis. En esta nueva coyuntura se convierte en su Pepito Grillo y en la voz de la cordura. No le baila el agua como el resto de aduladores de noble cuna que rodean al mediano de los Baratheon. Davos estudió en la «universidad de la vida» y no tuvo un maestre o maestro de armas que lo instruyera. Stannis, que es muy inteligente, no ignora esto y por eso valora su intuición y lo mantiene a su lado como consejero. Sin embargo, la admiración por Stannis y su justicia ahora se ve ennegrecida por la influencia que ejerce una sacerdotisa roja, Melisandre de Asshai. Davos puede ver cómo ella le está cambiando, pero aún así su lealtad permanece inquebrantable.
La religión, en este caso la del dios rojo R’hllor, es otra de las protagonistas en estos capítulos. Melisandre la llevó hasta Rocadragón y logró convertir a la esposa de Stannis en su más fervorosa seguidora. Poco a poco se va granjeando la confianza del rey quien, con sus propios ojos, ha comprobado que el poder del Señor de la Luz es real y puede usarlo a su favor. Gracias a la sacerdotisa, logra deshacerse del falso rey Renly y recuperar la fortaleza familiar, Bastión de Tormentas, para estupor de Davos, que presenció sus malas artes en primera persona. A pesar de no conseguir para su bando todas las huestes que apoyaban a su hermano menor, su ejército es ahora mucho más numeroso y emprende la marcha hacia la capital del Reino. Gracias a Davos allí viviremos la gran batalla del Aguasnegras desde una perspectiva naval.
Como siempre, os facilitamos unos breves resúmenes de los tres capítulos del Caballero de la Cebolla que podéis completar con la Wiki de Hielo y Fuego. Sin embargo, al ser un número tan pequeño, la recomendación de la Compañía es que aprovechéis para releerlos.
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Davos I: Davos observa como, en una especie de ritual, Melisandre hace arder las estatuas de Los Siete. Entretanto, se mata o apresa a todo aquel que se interpone. La sacerdotisa le da una espada en llamas a Stannis y le proclama como Azor Ahai redivivo. Posteriormente, Salladhor Saan le cuenta a Davos la leyenda sobre cómo se forjó esa supuesta espada. Stannis ordena a Davos y sus hijos que entreguen unas misivas para los señores de Poniente. Se indica en ellas que Joffrey y sus hermanos son bastardos y que él es el legítimo heredero al trono. Davos le recomienda que elimine la alusión de las cartas al Dios de la Luz. Stannis se niega y le dice que ahora profesa esa Fe ya que Melisandre ha demostrado que tiene poder.
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Davos II: Tras la muerte de Renly, varios señores que lo apoyaban se han cambiado al bando de Stannis. Ahora esos señores lo acompañan hasta Bastión de Tormentas para reclamarlo. El castellano al cargo del castillo, ser Cortnay Pentrose, se niega a rendirlo o a entregar al bastardo de Robert Baratheon, Edric Tormenta. A sabiendas de que tomar Bastión por la fuerza es casi imposible, Stannis ordena a Davos escoltar a Melisandre en un bote hasta la fortaleza. En el trayecto la sacerdotisa le confiesa su intervención tanto en la muerte de Cressen como en la de Renly. Al llegar a una puerta desde un túnel bajo el castillo, Melisandre se descubre ante él completamente desnuda, comprobando Davos con estupor que está embarazada. La sacerdotisa da a luz a una sombra cuyos rasgos son fácilmente reconocibles.
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Davos III: La flota de Stannis surca la bahía del Aguasnegras para atacar Desembarco del Rey. Davos está en su barco en la segunda línea de formación que se dirige a Desembarco a través del Aguasnegras. Se alegra de que Stannis enviara a Rocadragón a Melisandre para que no le robara el protagonismo de la victoria. Mientras avanzan se percata de que hay una cadena inmóvil que va de lado a lado de la bahía. Se le está acercando una barcaza que no parece tener tripulación. Empieza la batalla, parece que la victoria se decanta para el bando de Stannis, hasta que la misteriosa barcaza explota. Un líquido verdoso en llamas que parece inextinguible hace estragos en la flota, ya que la cadena los tiene cercados. Davos intenta escapar a nado de aquella masacre.
La encuesta permanecerá abierta durante una semana, así que podéis tomaros vuestro tiempo para madurar la decisión. En catorce días sabremos qué capítulo ha sido el ganador y continuaremos con el torneo de Theon Greyjoy.
¿Qué opináis del capítulo ganador de Catelyn? ¿Creéis que hizo lo correcto liberando al Matarreyes o se dejó llevar por el dolor del momento? ¿Qué implicaciones tendrá el juramento de Jaime en un futuro? Y que no se nos olvide… ¿Tienes ya claro cuál es tu capítulo favorito de Davos Seaworth en Choque de Reyes?
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