Como cada domingo alterno, regresamos con otra entrega de esta serie de ensayos dedicada a la Casa Mormont, ya la cuarta edición. Se trata de una modalidad especial de ensayo que la leal @EvaJoelMortmont ha querido traernos para expresar de un modo diferente sus pensamientos e inquietudes sobre hechos que son cruciales en la historia de los Mormont o en los que han sido partícipes o testigos. De este modo, a través de la narración, dando voz y sentimientos a algunos personajes de la saga, nos revelará qué hay detrás de la política matrimonial de las casas norteñas y sus costumbres ancestrales, aquellas que Rickard pudo quebrantar con el matrimonio de Brandon.


El susurro al alba

— EvaJoel Mormont —


El gran salón era todo un festín; el compromiso de Lyanna se celebraba por todo lo alto. Los estandartes cubrían los muros de piedra gris, el huargo de los Stark y el venado coronado. En la gran mesa, desde su trono de piedra, padre agasajaba a Lord Baratheon. Lyanna estaba muy hermosa: para la ocasión había recogido su pelo con rosas azules. Los rumores de que su prometido no era hombre de una sola mujer ya le habían llegado y tuve que esforzarme para convencerla.
—Cambiará una vez seas su esposa, conseguirás templarlo— le mentí.
Sus mejillas estaban encendidas por el vino y parecía interpretar bien su papel. Cada vez que Robert le susurraba al oído ella sonreía. Él había quedado prendado al instante cuando la vio montada en su caballo. Y yo también.
Por la mañana, Brandon había organizado una partida de caza. Lyanna y Dacey se presentaron sin ser invitadas; vestían ropajes de hombre, con chalecos de piel endurecida, sus pieles de lobo y oso en un hombro; en el otro, un magnifico arco de arciano. Las dos demostraron ser espléndidas jinetes y su gran destreza, ante el asombro de nuestros invitados.
Mientras yo paseaba errático con mis pensamientos, mi mirada seguía con gran interés el baile en el centro del salón. Nobles de todo el Norte habían sido invitados. Muchos habían rehusado, pero enviaron a sus jóvenes herederos en un intento de recubrir su decepción ante mi padre. La ausencia más notable fue la de Lord Sanguijuela. Su pretensión hacia mi hermana jamás habría sido aceptada; mi padre no quería oír hablar de unir nuestra sangre con la de los descendientes de los Reyes rojos. Mientras paseaba, observaba quién bailaba con quién, quién susurraba con quién y quién se escondía en los rincones con besos robados bajo las sombras. El Lord comandante de la Guardia de la Noche también asistió. En el Norte seguía siendo un honor vestir el negro y la invitación era una oportunidad para reclutar nuevos hombres. Estaba sentado en una de las mesas, compartiendo una jarra de vino con Lord Mormont; mantenían una acalorada discusión.
—¡Ned! —Oí a mi espalda .
—¡Jorah! —me pasó el brazo sobre mi hombro—. La cacería fue esplendida ¿no crees? —sonreí burlón.
—Las chicas sí que lo hicieron bien –me dijo señalando a Dacey, que bailaba alegremente.
—Creo que Robert ya no tiene dudas sobre el carácter de nuestras mujeres –reímos los dos, mientras seguía los giros de Dacey me ofreció una copa.
—Puedo confiaros unas palabras —me susurró—. Confío en vuestra discreción —dijo con semblante serio.
—¿Tengo que preocuparme? —ya lo estaba.
—Vuestro padre me ha encomendado proteger personalmente a vuestra hermana en el gran torneo de Harrenhal —asentí con gran atención. ¿Creía padre que estaba en peligro?
—Mi padre os ha concedido un gran honor —dije sin mostrar preocupación; le ofrecí mi brazo, que él estrechó con fuerza —no podía estar mejor protegida con vos y Dacey —sonreí sin poder evitar volver a mirarla.
—Os veo distraído ésta noche —asentí—. ¡Pedidle un baile! Antes que el pequeño Jon Umber hable con mi padre —miré al suelo desconcertado—. Aunque podríais ir vos antes —me indicó con la mirada que el Lord Comandante se levantaba de la mesa— ¡Ahora! —me empujó, asentí, alejándome entre risas.
—Lord Mormont, ¿puedo acompañaros? —Me senté a su lado.
—¡Claro, hijo! —dijo alegremente.
—Hoy he mantenido una conversación con mi padre —su semblante cambió—. ¿Me otorgaríais vuestro permiso para contraer compromiso con vuestra sobrina? —Dije sin dilación, su rostro empezó a dibujar una gran sonrisa.
—Pues lamento deciros que no es mi deber tomar esa decisión —¿qué quería decir? ¿O era el vino quien hablaba?—. Aunque tenéis mi permiso para intentarlo. ¡Sería un honor teneros como sobrino! —Soltó una gran carcajada.
Ahora sí que estaba perdido, vio mi contrariedad y puso su mano sobre mi hombro.
—¿Conocéis a las mujeres Mormont? ¡Muchacho! ¡Son peligrosas! ¡Creedme! Sé bien de qué hablo. Por tradición, es ella quien decide si quiere esposarse —cogió aire y suspiró—. Tendréis que ser vos quien se lo proponga, no tenéis otra opción.
Le agradecí a Lord Mormont sus palabras y me retiré. ¡Estaba decidido! Mi padre había accedido; entendía bien el enfado de los Lores y yo le propuse tomar una esposa norteña, sin decir su nombre. Sólo me puso una condición: que esperase un tiempo, las bodas de mis hermanos eran ahora toda su atención. Pero no podía esperar si no quería perderla. Dejé el gran salón reflexionando y mis pasos me llevaron sin pensar al bosque de los Dioses. ¿Cuánto llevaba paseando? Miré al cielo, el alba empezaba apremiar a la noche, me acercaba hacia el Árbol Corazón cuando una figura me esperaba.
—¿Habéis solicitado un baile, mi señor? —tragué un suspiro de sorpresa. Dacey me esperaba; cubría su espalda y su pelo con una capa de piel de oso. Sonreí. Tendría que agradecérselo a Jorah.
—Así es —me armé de valor acercándome a ella—, pero aquí no tenemos música, mi señora.
—Claro que sí —miró al cielo cubierto de hojas rojas sobre nosotros—. Escuchad… las hojas susurran a sus invitados.
Me ofreció su mano y la uní con la mía. En un rápido movimiento, la sujetaba por su espalda; en un pestañeo, tenía su pecho contra el mío; nuestro aliento se entrelazaba en el frío amanecer; nuestra mirada penetraba uno en el otro y sonrió complacida.
—Decidme, mi señora “osa”. ¿Aceptaríais a un lobo “silencioso”?
Llevó sus labios a rozar mi cuello, acercó un suspiro en mi oído, en mi pelo, en mi mandíbula; me olía como animal sobre su presa. Cerré los ojos, mi cuerpo todo él se estremecía, había caído en sus garras desde el primer instante que cruzamos nuestras miradas. El cazador pretendiente había sido cazado.

 

He aquí una propuesta divertida para describir pensamientos y teorías. Una lectura ligera para dejar fluir la imaginación, para dar voz y sentimientos a aquellos que ya no están y dar respuestas a los acontecimientos que están por venir.

Así que abrid vuestro tercer ojo y sobre todo… disfrutad o reíros de los cuentos de ésta vieja osa.

La recia y canosa Maege Mormont, que vestía cota de malla como cualquier hombre, le dijo directamente que tenia edad para ser su nieto, y que no iba a darle órdenes… pero que ella tenía una nieta que podría casarse con él.

juego de tronos, bran vi

 

Sigo pensando que nieta es un pequeño error, ya que la nieta conocida de Maege tiene actualmente nueve años, hija de Alys. La única que podría tener una edad parecida a Robb sería su hija Jorelle, que tampoco conocemos su edad, a no ser que Dacey tenga alguna hija que todavía no sepamos.

Que los nobles norteños propusieran u obligaran a sus hijas cazar Starks es toda una tradición, como ir de caza mayor. Tenemos la inocencia de la pequeña Alys Karkstark, Lady Dustin perdiendo su virgo con Brandon… Incluso Lord Cerwyn pretende meter a su hija bajo las mantas de Robb. Así que las Mormont no se quedarían atrás tampoco en sus pretensiones en cazar a uno.

—¿No era una mujer? —Lord Janos lo miraba asombrado—. Lady Mormont. La que se acuesta con osos, ¿no?

choque de reyes, tyrion ii

—Entonces estáis casada.
—No. El padre de mis hijos es un oso. —Alysane sonrió. Tenía los dientes torcidos, pero su sonrisa buscaba en cierto modo congraciarse—. Las Mormont somos cambiapieles. Nos convertimos en osas y buscamos machos en el bosque. Lo sabe todo el mundo.

danza de dragones, el trofeo del rey

 

Alysane Mormont, por weakaside

Un escudo perfecto para no tener esposos, cambiapieles, una mentira para que no se hagan más preguntas o una verdad ante la incredulidad y las risas ante los ojos de los demás. Incluso en el sur parece que saben de ellas, pero nadie llama jamás a las osas bastardas. A no ser que se entienda que las costumbres tradicionales de la Isla del Oso sean algo diferentes y respetadas.

A diferencia de Dacey, que es alta, esbelta y agraciada, Alysane es baja, robusta, musculosa, con grandes muslos, grandes pechos y grandes manos callosas. “Y fiera y brusca al hablar”. Dos osas muy diferentes, una muy mayor sin hijos y otra que con quince ya tuvo al primero. La diferencia entre ellas es que son educadas de diferente manera… y, probablemente, de padres (osos) muy diferentes.

[…] Cuando la capturaron en el Paso Aullante, Serpiente de Piedra había dicho que era una «mujer del acero». No estaba casada y su arma predilecta era un arco corto y curvo de cuerno y madera de arciano, pero el nombre le iba como anillo al dedo. […]

tormenta de espadas, jon ii

 

Las costumbres de las mujeres de la Isla del Oso recuerdan mucho a las “Mujeres de las Lanzas”, mujeres guerreras, hábiles y fuertes, que podían estar casadas o no… libres e independientes del yugo de la jerarquía de los hombres. Mujeres que se sienten muy cómodas, Dacey ha sido educada para ello: es fuerte para entrar en batalla y una dama cuando se requiere. Recordad que era espada juramentada de Robb; luchó en todas las batallas y murió con él en la Boda Roja. Otro ejemplo del Mormont protector protegiendo a un Stark.

Cuando su alteza dejó caer que la complacería ayudar a concertar matrimonios para sus hijos con las hijas de grandes señores sureños, lord Stark rehusó bruscamente. «En el Norte seguimos adorando a los antiguos dioses. Cuando mis chicos tomen esposa, se casarán ante un árbol corazón, no ante algún septón meridional

fuego y sangre, jaehaerys y alysanne. sus triunfos y tragedias

 

Voy hacer un pequeño repaso de aquellas esposas sureñas que conocemos de los Stark y veremos por qué fueron buenas casas para ser admitidas en la nobleza norteña:

  • Lorra Royce de Piedras de la Runas en el valle de Arryn. Su emblema es una lluvia de piedras sobre campo de bronce con bordura de runas. Su lema «Nosotros Recordamos».
  • Alysanne – Melantha Blackwood de Árbol de los Cuervos de las Tierras de los Ríos. Su emblema es una bandada de cuervos de sable rodeando un escusón de sable con un Arciano muerto en campo de gules. Los Blackwood mantienen su fe en los Antiguos Dioses.

Alysanne fue una segunda esposa que tomó sus votos ante un árbol corazón, y tanto Lorra como Melantha fueron esposas del segundo heredero en la línea de sucesión. Sus matrimonios no sabemos si fueron antes o después de ser señoras de Invernalia, pero es un detalle importante a mencionar. Siendo Ned un segundo hijo, creo que tenía la opción de escoger esposa, pero también podría ser que lord Rickard le obligara a compensar el enfado de los nobles escogiendo una noble norteña… Barbrey Ryswell.

Ned Stark

Ned Stark, por Zesung

Todo primogénito Stark tomó sus votos ante los Antiguos Dioses con esposas de la misma fe, que se rompe bruscamente con el compromiso de Brandon. Parece que la tradición dicta tomar los votos en el hogar de la novia, menos en compromisos reales que se celebran en Desembarco. Sospecho que Robert iba a esposarse con Lyanna en Invernalia. Este matrimonio no sería tan mal visto ante los nobles norteños, pero no el de Brandon… si es ante la Fe de los Siete y siendo el heredero, se clava en el corazón de los nobles norteños. Lord Rickard no solo insultaba las antiguas costumbres, sino que desestabilizó la lealtad de muchos de ellos.

Me correspondía por ley.
[…]
Jaehaerys abolió el derecho de pernada
[…]
Pero allí donde mandan los antiguos dioses siguen vigentes las antiguas costumbres. Los Umber también conservan el privilegio, y a ver quien se atreve a negárselo. También los clanes de la montaña por su puesto, y en Skagos… […]

danza de dragones, hediondo iii

 

Roose Bolton lleva años ejerciendo sus propias leyes y no solo él; la casa Stark parece que lleva mucho tiempo mirando hacía otro lado en algunos asuntos, infracciones que también están penadas por ley con el mandoble del señor.

—Sus hijos convertirán en una nuestras dos antiguas casas —dijo— y pondrán fin a la larga enemistad de los Stark y los Bolton.

[…]

Seamos sinceros: lord Bolton no se conformará con ser un simple señor. ¿Por qué no rey del Norte?

danza de dragones, el príncipe de invernalia

 

Una venganza planeada silenciosamente durante años esperando una debilidad de los Stark para forjar un golpe de estado.

¿Creéis que Martín cometió una errata con nieta/hija a consecuencia de expandir las familias y los libros? ¿Pensáis que la tradición en la Isla del Oso se asemeja más al Pueblo Libre? ¿Confiaría Cat en una bastarda Mormont si lo sabía? ¿Era Ned libre de escoger esposa? ¿La ambición de Lord Rickard podría haber roto la unión de los nobles norteños?