Seguimos reinterpretando profecías con el ensayo de esta semana. Si en la última edición lo hicimos sobre una que parece guardar poca relación con el resto, hoy traemos material sobre Azor Ahai, el Último Héroe y el Príncipe que Fue Prometido

En Canción de Hielo y Fuego hay multitud de teorías sobre quién puede reencarnar a Azor Ahai. Cómo no, los sempiternos Daenerys Targaryen y Jon Nieve. Pero también están ahí Stannis, Davos, Victarion, el Perro o Jaime. Incluso, es posible plantear que siete de ellos a la vez representarán las diferentes facetas del héroe… Hoy, @Aerys II nos invita a pensar que los héroes persiguen a un personaje poco habitual en cuestiones proféticas. A pesar de su estrecha vinculación con la magia, no suele aparecer en las quinielas: se trata de Bran Stark.


Bran Stark como Azor Ahai

Indicios para un nuevo candidato

— Aerys II —


A las puertas de la gran batalla final, un esperado héroe parece cobrar una importancia crucial: Azor Ahai. Tan habitual es encontrarse este nombre en los foros como poco frecuente leer que Bran Stark pueda ser quien cumpla la profecía que lo anuncia. Desde nuestro punto de vista, su huida de las criptas de Invernalia y los indicios conservados en los arcanos y antiguos libros de Asshai guardan coincidencias y paralelismos sobre los cuales, como mínimo, es divertido pararse a pensar. También a partir de ese momento es posible advertir cierta correspondencia entre su trayectoria y los pasos del Último Héroe.

Antes de recopilar estos curiosos detalles, nos es necesario centrar la atención en dos aspectos. El primero, para tener en cuenta cómo entendemos nosotros el funcionamiento de las profecías. Este punto es importante para justificar la propuesta. No pretendemos demostrar que Bran Stark sea Azor Ahai, sino que en nuestra opinión es Martin quien nos lleva de forma intencionada a considerarlo un candidato. Sea o no finalmente el elegido, creemos que hay una intención por hacer de Bran una opción. Y, en segundo lugar, también es necesario hacer una breve recopilación sobre nuestro estado de conocimientos sobre las profecías. Porque, a pesar de todo lo que consideramos saber de ellas, las cosas no son ni tan claras ni tan sencillas como parecen.

1. Hipótesis proféticas

No es poca la información que tenemos sobre Azor Ahai, pero no es lo suficientemente clara para reconocer al personaje(s) que lo va a encarnar. Lo cierto es que ni siquiera podemos depositar por completo nuestra confianza en la bondad de su parusía. El motivo de esta sensación es que dicha información se encuentra desperdigada entre leyendas y profecías. Eso, sin embargo, no es óbice para que cuando George R. R. Martin se haya cansado de jugar con nosotros y nos desvele sus cartas, todos pensemos lo ciegos que fuimos al no ver quién estaba ahí y cuál era su verdadero propósito. Esta es una de las grandes señas de su escritura y, además, él es plenamente consciente de que es verdaderamente bueno manejando este tipo de recursos. Por eso Martin puede hacerle decir a Marwyn que:

Como escribió Gorghan del Antiguo Ghis, una profecía es como una mujer traicionera: te la chupa, gimes de placer, y piensas «qué bien, qué maravilla, cómo me gusta…». Y de repente aprieta los dientes, y los gemidos se transforman en gritos. Gorghan decía que esa era la naturaleza de las profecías: te arrancan la polla de un mordisco en cuanto te descuidas. —Siguió masticando—. Aun así…

Festín de Cuervos, Samwell V

 

Lo que queremos decir con esto es que, como todos sabemos, las profecías cumplen una doble función. Una se da dentro de la saga, pero otra al mismo tiempo lo hace fuera de ella. Podríamos decir que una es narrativa y otra metanarrativa. Ninguna faceta es más importante que otra y Martin hace que ambas se retroalimenten de una forma magistral. Veámoslas.

1.1. Funciones narrativas: quién será Azor Ahai

La obsesión de Cersei con el Valonqar es el ejemplo más claro para el primer caso. Evidencia que las profecías de Martin mantienen coherencia con el mundo creado y generan sus propias consecuencias. Si no existieran, la historia que nos cuenta la saga no sería como es. Parémonos a pensar un momento en un Poniente sin profecías. Puede que Cersei no hubiese acusado a Tyrion por la muerte de Joffrey a las primeras de cambio. Quizá Aerys y Rhaella no se hubiesen casado. Y, por supuesto, ¿podría haber sido el destino de Rhaegar totalmente diferente? ¿Habría tomado las mismas decisiones tras el Torneo de Harrenhal si no se hubiera dejado llevar por las profecías?

Por ello, son consistentes desde el punto de vista interno de la narración y además el escritor las gestiona brillantemente. Mientras que los grandes augurios de Canción de Hielo y Fuego ofrecen una visión hasta cierto punto determinista de la misma, los acontecimientos se precipitan de forma orgánica, ya por las decisiones que toman los personajes, ya por el impulso que reciben del propio contexto de la ficción. No es complicado ver aquí un paralelismo con cierta tradición religiosa que sostiene una visión providencialista de la Historia. Esta queda determinada por un dios y al mismo tiempo el libre albedrío garantiza la libertad en el acontecer ordinario.

Como decíamos, el caso de Cersei es especialmente relevante para ver esta grandeza de Martin, porque la vida que nosotros leemos desde que adquiere POV ha quedado marcada por un vaticinio. ¿Quiere decir eso que el personaje está determinado a creer en él? No, en absoluto, aunque nosotros creemos que sí está sentenciada por la profecía. Cersei en ningún momento ha sido obligada a calcular sus pasos sobre la predicción de Maggy la Rana, ni puede saber de antemano que tenga que cumplirse necesariamente. Ha sido ella la que libremente lo ha decidido así. Dado lo irónico de este fantástico mundo, esta obstinación puede ser la causa por la que el Valonqar, sea quien sea, acabe con ella. Por este mismo motivo, es probable que no sea Tyrion quien se manche las manos. La leona será la primera en sentir que las profecías se comportan como sostiene Marwyn.

Esta es la función que en Vientos de Invierno o Sueños de Primavera nos desvelará quién es verdaderamente Azor Ahai.

1.2. Funciones metanarrativas: quién puede ser Azor Ahai

No obstante, no podemos olvidar que una parte de la naturaleza de las profecías de Martin es metanarrativa. Por ello entendemos que uno de sus fines es invitar al lector a entablar a través de ellas una relación determinada con su obra. A todos nos resulta más o menos familiar releer sopesando cada palabra, buscando conexiones entre ellas a través de cientos de folios. Estos oráculos trascienden el papel, la narración estricta. Es por eso que todos los símbolos que los definen (como el humo y la sal en el caso de Azor Ahai) no se explicitan solo para que los personajes de ese mundo puedan tratar de reconocerlos correctamente —aunque obstinadamente lo intenten y aunque al hacerlo estén generando consecuencias impredecibles—, sino para que sea el lector quien los identifique o, mejor dicho, para que sea este el verdaderamente sorprendido por la habilidad de George al cumplirlos.

Los personajes pueden sorprenderse por la materialización de los oráculos, pero es más complicado que lo hagan sobre el cumplimiento de los prodigios que los caracterizan. Es posible que ni siquiera puedan llegar a presenciarlos, especialmente en los casos en los que los hados no se manifestaron a una persona en concreto —como sucede con Azor Ahai. De hecho, algún intérprete puede acertar quién va a materializar determinada profecía, pero no lo hará por haber deducido adecuadamente todos los símbolos, a pesar de la coherencia de sus deducciones. Pongamos el caso de Aemon. El viejo maestre cree que Daenerys es la princesa prometida (así que Jaime, prepárate a morir), pero le es imposible analizar si ha cumplido todos y cada uno de los requisitos que anuncian a esa figura, así como evaluar si lo ha hecho en mayor o menor grado que cualquier otro aspirante.

De este modo, son los lectores —y generalmente en una lectura concienzuda— los únicos que pueden llegar a localizar todos y cada uno de los símbolos dentro de otras tantas posibilidades. Esas posibilidades son la de Dany y la de Jon, la de Victarion y Davos, Jaime… o la de Bran. E incluso así, para nosotros decantarse por uno o por otro es como afirmar que el gato encerrado en la caja está vivo o muerto, olvidando que los indicios de Martin hacen que esté vivo y muerto a la vez. De ahí que la materialización de las profecías también nos deje con una sensación muy similar a la que describe Martin. Perdón, Marwyn. 

En definitiva, es el propio autor el que da pie al lector a buscar esas migajas de pan esparcidas a lo largo de miles de páginas. Esto es obvio porque es quien lee el único que puede estar detrás de todos los puntos de vista al mismo tiempo. Contemplar este juego con el lector, la invitación del autor a explotar posibilidades que solo aquel puede aprovechar o, en otras palabras, asumir que Martin fomenta en su propia saga una determinada forma de leerla es fundamental para entender lo que proponemos.

Esta es la función que nos permite encontrar varios candidatos para Azor Ahai, lo sean finalmente o no.

2. Profecías y más profecías

Cuando se habla de Azor Ahai vienen a colación dos figuras legendarias más. Una de ellas es la del Príncipe que Fue Prometido. De estar Rhaegar en lo cierto, él es el dueño de la canción de hielo y fuego. Este héroe y Azor Ahai, a raíz de los comentarios de Melisandre y Aemon, generalmente se asocian con bastante facilidad. Los dos hablan de uno y otro indistintamente, como podemos comprobar en el pasaje que exponemos a continuación. Este es interesante, además, porque, desde nuestro punto de vista, el autor nos da unas pinceladas (que pueden observarse en el subrayado) de cómo se podría interpretar la conocida profecía que aparece en Tormenta de Espadas.

[…] Se nos prometió un príncipe, no una princesa. En cambio, Rhaegar… El humo era por el fuego que consumió Refugio Estival el día en que nació; la sal, por las lágrimas derramadas por los muertos. Cuando era joven compartía mi creencia, pero más tarde se convenció de que la profecía se cumpliría en su hijo, porque el día en que concibieron a Aegon, un cometa pasó sobre Desembarco del Rey, y Rhaegar estaba seguro de que la estrella sangrante tenía que ser un cometa. ¡Qué estúpidos fuimos, nosotros que nos creíamos tan sabios! El error partió de la traducción. Los dragones no son machos ni hembras. Barth se dio cuenta; son lo uno y lo otro, tan mutables como las llamas. El idioma nos tuvo sobre una pista falsa durante un milenio. Daenerys es la enviada, nacida entre la sal y el humo. Los dragones lo demuestran. […]

[…]

—No —replicó el anciano—. Tendrás que ser tú. Háblales de ello. De la profecía… Del sueño de mi hermano… Lady Melisandre ha malinterpretado las señales. Stannis… Stannis tiene algo de sangre de dragón, sí. Igual que sus hermanos. […] Lo recordaba, así que me atreví a albergar la esperanza… Tal vez quisiera… Todos nos engañamos cuando queremos creer algo. Melisandre es la que más se engaña. Esa espada no es la espada; tiene que saberlo… Luz sin calor… Un hechizo vacío… No es la espada, y la falsa luz sólo nos lleva a adentrarnos más en la oscuridad, Sam. Nuestra esperanza es Daenerys.

Festín de Cuervos, Samwell IV

 

La otra figura es la del Último Héroe. La conocimos a través de un cuento que la Vieja Tata le contó precisamente a Bran. Leyenda o realidad, sobre el Último Héroe, a diferencia de Azor Ahai, no hay profecía alguna. Además, toda su trayectoria se conserva prácticamente a través de la historia oral, aunque el archimaestre Yandel expone su periplo en El Mundo de Hielo y Fuego.

No obstante, a la hora de relacionar estas figuras hay que aclarar dos puntos. Primero, que no sabemos si las leyendas de Azor Ahai y el Último Héroe se refieren a un mismo personaje. No es complicado entender ambas historias como las dos versiones de un mismo hecho transmitidas por culturas diferentes. Una de ellas enfatiza la magia en la sangre y el fuego. La otra hace hincapié en el poder de los Hijos del Bosque y la naturaleza. Una parece más propia de una tierra cálida y la otra nos remite a los arcianos y la nieve. Azor Ahai y el Último Héroe, el Último Héroe y Azor Ahai; no podemos asegurar nada. Podría tratarse de un saber ancestral común, pero no hay manera de saberlo. Al menos, por el momento. 

Segundo, que tampoco sabemos si la profecía sobre el Príncipe que Fue Prometido, asociada por algunos personajes con la de Azor Ahai, tiene alguna relación con esta última. Con la cita de Aemon en la mano, puede sostenerse que se trata de una traducción de la de Azor Ahai. Ahora bien, no puede asegurarse. Lo único que sabemos del Príncipe que Fue Prometido es que nacería del linaje de Jaehaerys II, según profetizó la bruja que acompañaba a Jenny de Piedrasviejas (posiblemente el Fantasma del Alto Corazón, siendo, en vez de una bruja, una hija del bosque). Esto desembocó en el infausto matrimonio entre Aerys y Rhaella Targaryen —más consecuencias dentro de la ficción. Y si bien Rhaegar y Aemon buscaban los mismos prodigios que los conservados en la profecía asshaíta para ver cumplida esta promesa, no tenemos forma de averiguar si al hacerlo estaban interpretando correctamente la revelación.

3. El Ultimo Héroe entre humo y sal

¿Cómo sostener, entonces, que es en un joven tullido en quien confluyen los hados? Aunque es cierto que Bran ya se ha revelado como un personaje clave en el destino de Poniente —solo hace falta tener en cuenta los poderes que intuimos que puede llegar a alcanzar—, no lo es menos que no tiene por qué encarnar a unas figuras que no sabemos cómo relacionar ni mucho menos parece ser necesario que converjan. Pero, ¿podemos rescatar algún indicio para hacer encajar a Bran con este destino?

La respuesta es , siempre y cuando tengamos en cuenta dos matices cruciales derivados de lo anterior:

  • el hecho de que en el texto encontremos algunos indicios que coincidan con esta visión de Bran Stark como Azor Ahai (o sobre cualquier otro personaje en este contexto profético) no quiere decir que estemos sobre la pista adecuada. Pueden ser desde señuelos metanarrativos para despistar al lector hasta semillas que nunca florezcan. En consecuencia, no hay ningún elemento que, como tal y de forma unívoca, apunte a Bran como el personaje elegido. Por el contrario, si aceptáramos que dicho personaje lo es, podríamos señalar algunas líneas del texto que quizá trataron de llevarnos en esa dirección.

  • En consonancia con las objecciones que hemos realizado a nuestro conocimiento sobre las profecías, debemos tener en cuenta que a pesar de que Bran es considerado continuamente como el Príncipe de Invernalia, que es precisamente en la renovación —ante él y como príncipe— del vasallaje por parte de los Reed donde nos encontramos un juramento por el hielo y por el fuego y que parece la figura idónea para cantar la canción homónima junto a los hijos del bosque, las miguitas a las que nos vamos a referir son recurrentes en torno al Último Héroe y Azor Ahai. Estas figuras sí cuentan con información explícita en la saga.

Azor Ahai y Nissa Nissa

Azor Ahai, por Charbelmaol

Lo que presentamos a continuación, por tanto, es una de esas posibilidades, articulada con una serie de conexiones que a priori creemos que pueden considerarse como indicios —de ahí el subtítulo del ensayo. En otras palabras, queremos traer a colación si estas señales están ahí de forma intencionada, aunque en realidad con ellas Martin trate de alejarnos del camino correcto. Por nuestra parte, creemos que sí.

3.1. Un trozo de pan: el Último Héroe

El primer indicio es fácilmente localizable. No se trata de unas cuantas migajas sueltas, sino que es directamente un trozo de pan. Es el paralelismo que observamos entre lo vivido por el Último Héroe y el camino (¿del héroe?) que sigue Bran:

Así que, mientras el frío y la muerte invadían la tierra, el último héroe quiso buscar a los hijos, con la esperanza de que su magia arcana pudiera recuperar lo que habían perdido los ejércitos de los hombres. Emprendió la marcha hacia las tierras muertas con una espada, un caballo, un perro y una docena de compañeros. Buscó y buscó durante años, hasta que desesperó de dar jamás con los hijos del bosque en sus ciudades secretas. Sus amigos fueron muriendo uno a uno, y también su caballo, y por último su perro, y hasta su espada se congeló, de tal manera que se rompió cuando quiso utilizarla. Y los Otros olieron la sangre caliente que le corría por las venas, y siguieron su rastro en silencio; lo persiguieron con manadas de arañas blancas, casi transparentes, grandes como sabuesos…

[…]

—¡Hodor! —anunció el mozo de cuadras, como tenía por costumbre, al tiempo que dedicaba a todos una amplia sonrisa.

Juego de Tronos, Bran IV

 

En bran vii de Choque de Reyes, Bran Stark comienza su periplo emulando al Último Héroe. Huye de Invernalia en su búsqueda del Cuervo de Tres Ojos y los hijos del Bosque. Además, lo hace partiendo con sus amigos, una especie de caballo —Hodor— y un perro —aunque técnicamente es un huargo—, así como algunas espadas (sobre las que volveremos más tarde). 

Esto no tendría mayor trascendencia si no se enfatizara tanto dentro de la saga el eterno retorno. En el mundo de Martin, los acontecimientos parecen estar abocados a suceder de nuevo. Hasta la profecía de  la segunda venida de Azor Ahai hace hincapié en este aspecto. El mundo debe extinguirse para volver a crearse.

—Lo puedes leer aquí. Es muy antiguo, muy frágil. —La miró con el ceño fruncido—. El archimaestre Rigney escribió que la historia es una rueda, que la naturaleza del hombre es inmutable en lo fundamental. Según él, lo que ya ha sucedido volverá a suceder, sin remedio. Siempre que pienso en Ojo de Cuervo me acuerdo de eso. El nombre de Euron Greyjoy se parece demasiado al del Urron Greyiron de aquellos tiempos. No voy a ir a Viejo Wyk. Y tú tampoco deberías.

Festín de Cuervos, La Hija del Kraken

 

—[…] ¿Has visto alguna vez el escudo de la Casa Toland de Colina Fantasma?
El caballero tuvo que pensar un instante.
—¿Un dragón que se muerde la cola?
El dragón es el tiempo. No tiene principio ni fin, así que todo transcurre en círculo.

Festín de Cuervos, El Caballero Manchado

 

—[…] Para los hombres, el tiempo es un río. Estamos atrapados en su corriente; nos precipitamos del pasado al presente, siempre en la misma dirección. Las vidas de los árboles son diferentes. Echan raíces, y crecen y mueren en el mismo sitio, y ese río no los arrastra. El roble es la bellota; la bellota es el roble. Y el arciano… […] Para ellos, las estaciones pasan como el revoloteo de las alas de una mariposa, y el pasado, el presente y el futuro son lo mismo.

Danza de Dragones, Bran III

 

En lo referente a esta opción y hasta que Sueño de Primavera nos saque de cualquier duda, solo podemos cuestionarnos si Bran Stark seguirá los pasos del Último Héroe y conseguirá salvar al mundo gracias a la ayuda de los hijos del Bosque. Bueno, también podemos hacernos otra pregunta. ¿Perderá él también a todos sus compañeros en el camino, incluso hasta a su huargo?

3.2. Unas cuantas migajas: Azor Ahai

La cosa cambia cuando nos referimos a Azor Ahai. El seguimiento de esta profecía es completamente diferente al de la leyenda del Último Héroe. En este caso la expresión tan habitual en Martin desde sus primeros agradecimientos en Juego de Tronos de que el diablo está en los detalles cobra todo su sentido. Y es que aquí sí debemos rastrear miguitas, aunque lo cierto es que prácticamente todas se localizan en un solo capítulo: bran vii de Choque de Reyes. Este es interesante desde diferentes puntos de vista. Por ejemplo, en él ya encontramos un indicio referente al futuro del Príncipe de Invernalia, pues nos pone sobre aviso de la relación entre este y la oscuridad a la que se refiere Brynden:

Bran se había dicho cien veces a sí mismo cuánto odiaba tener que esconderse allí abajo, en la oscuridad, cuánto deseaba volver a ver el sol, cabalgar entre el viento y la lluvia. Pero ahora, cuando había llegado ese momento, tenía miedo. Se había sentido seguro en la oscuridad; cuando uno no puede ni siquiera ver su mano delante de la cara, es fácil creer que ningún enemigo podrá encontrarlo. Y los señores de piedra le habían infundido coraje. Hasta cuando no podía verlos, había sabido que estaban allí.

Choque de Reyes, Bran VII

 

Nunca temas la oscuridad, Bran. —Cuando hablaba torcía un poco la cabeza y acompañaba las palabras con un débil susurro de madera y hojas—. Los árboles más fuertes crecen en los lugares más oscuros. La oscuridad será tu capa, tu escudo, tu leche materna. La oscuridad te hará fuerte.

Danza de Dragones, Bran III

 

También podemos encontrar en este mismo capítulo referencias relativas a las raíces de los árboles. E, incluso, una comparación entre el poder de la madera viva y el del fuego:

Los demás la siguieron, abriéndose camino entre el humo y las piedras caídas. El aire era más respirable bajo los árboles. Unos pocos pinos al borde del bosque se habían quemado, pero en el interior el terreno húmedo y la madera verde habían derrotado a las llamas.
La madera viva tiene poder —dijo Jojen Reed, como si estuviera enterado de lo que Bran pensaba—, un poder tan fuerte como el del fuego.

Choque de Reyes, Bran VII

 

El último héroe

The Last Hero, por Entaro

No es complicado observar este pasaje y pensar de nuevo en las dos vertientes de tradiciones mágicas, la de la naturaleza y la de la sangre y el fuego, la del Último Héroe y la de Azor Ahai. ¿Está Martin tratando de contraponer ambos poderes o por el contrario quiere hacernos pensar en una equivalencia? ¿Será casualidad que justo en este mismo capítulo se haga una referencia así?

Pero lo que interesa en este momento es comprobar si es posible sostener que en Bran Stark se cumplen los indicios para ser Azor Ahai. Para definirlos, nosotros nos serviremos de la primera versión de la profecía, aquella que se nos dice que está escrita:

También está escrito en la profecía. Cuando la estrella roja sangre y reine la oscuridad, Azor Ahai volverá a nacer entre el humo y la sal para despertar a los dragones de la piedra.

Tormenta de Espadas, Davos III

 

No ha muerto. Stannis es el elegido del Señor, destinado a encabezar la lucha contra la oscuridad. Lo he visto en los fuegos; lo he leído en una antigua profecía. Cuando sangre la estrella roja y reine la oscuridad, Azor Ahai volverá a nacer entre humo y sal para despertar a los dragones de piedra. El lugar del humo y la sal no es otro que Rocadragón.

Danza de Dragones, Jon X

 

De este modo, creemos que para localizar la reencarnación de Azor Ahai es más fidedigna esta versión que la propia leyenda sobre el personaje y la forja de Dueña de Luz. Entendemos que otros usuarios puedan tener una opinión distinta, pero consideramos que primero Azor Ahai renacerá y que, cuando sea necesario, sacará la espada del fuego —si es que acaso Dueña de Luz es una espada.

Además, no solo Melisandre hace hincapié en estos aspectos para localizar al nuevo Azor Ahai. Basta recordar el gran extracto que hemos rescatado sobre la conversación del maestre Aemon y Sam Tarly. En él, el anciano Targaryen rememora que buscaba humo y sal para ver cumplida la profecía en Rhaegar, así como el eterno príncipe recurría a la estrella sangrante (quizá la sal y el humo procedieran de Rocadragón) para considerar a su hijo como el héroe. El archimaestre Marwyn también se centra en estos elementos:

—Nacido de la sal y el humo, bajo una estrella sangrante. Ya conozco la profecía. —Marwyn giró la cabeza y escupió una flema roja—. No digo que me parezca fidedigna, claro […] —Siguió masticando—. Aun así…

Festín de Cuervos, Samwell V

 

Por otra parte, siguiendo nuestro criterio sobre las profecías, esta versión es la idónea para que Martin pueda jugar con nosotros, ya que es en ella donde hay suficientes elementos como para que merezca la pena emprender la búsqueda. Explotemos bran vii de Choque de Reyes para localizar un nuevo candidato que reencarne a este héroe. 

La Estrella Roja

El primer requisito indispensable para encontrar la verdadera identidad de Azor Ahai es localizar una estrella sangrante. La clave para ligar a Bran Stark con ella se da al principio del capítulo. En ese momento, el Príncipe de Invernalia está wargueando a Verano antes de escapar de las criptas:

Pero mientras un olor los llamaba, otros los hacían retroceder. Olfateó el humo que flotaba en el aire. «Hombres, muchos hombres, muchos caballos, y fuego, fuego, fuego.» No había un olor más peligroso, ni siquiera el frío olor del hierro, el material de las garras de los hombres y de la piel dura. El humo y las cenizas le nublaban los ojos, y vio en el cielo una enorme serpiente alada, cuyo rugido era un río de llamas. Enseñó los colmillos, pero la serpiente desapareció al instante. Detrás de los acantilados, altísimos incendios devoraban las estrellas.

Choque de Reyes, Bran VII

 

Lo que ve Bran a través de Verano es un dragón, sí, pero metafórico: desde nuestra interpretación, es el cometa estallando, desintegrándose en la atmósfera o perdiendo su misterioso halo. No sabemos exactamente qué es lo que sucede con él, pero creemos que lo que Verano ve está relacionado con la muerte —la desaparición— del cometa. Quizá sangra al perder su cola, de ahí el río de llamas y que despareciera al instante. Hasta el propio Martin parece conducirnos hasta aquí con esa alusión a los altísimos incendios que devoraban las estrellas, como si no fuera suficiente con una sola estrella roja: ¿son las mismas estrellas, enrojecidas por el fuego de Invernalia, o son consecuencia (meteoritos) de lo que pasara con el cometa? Sea lo que fuere, no mucho tiempo después podemos confirmar que el cometa ya no surca el firmamento:

La estrella sangrante llegó y se marchó, y Rocadragón es el lugar del humo y la sal.

Tormenta de Espadas, Davos III

 

Si recordamos la conversación del maestre Aemon y Samwell, podremos ver que coincidimos con Rhaegar en que la estrella sangrante tenía que ser un cometa. Todos sabemos que Melisandre, que considera que Stannis es Azor Ahai, es de la misma opinión. ¿Es posible que hayan localizado adecuadamente el símbolo pero erróneamente a quien hace referencia? Sobra decir que es posible que nosotros estemos haciendo lo mismo.

El Reinado de la Oscuridad

Azor Ahai también necesita oscuridad; un mundo oscuro. Sobre este punto encontramos un claro paralelismo en el lugar en el que se encuentra Bran desde su falsa huida de Invernalia: las lúgubres criptas donde se encuentran los antiguos reyes Stark, quienes reinan en la oscuridad con una espada sobre las rodillas desde sus tronos de piedra.

En ese momento, el sitio oscuro lo atraía hacia allí, hacia la casa de los susurros donde todos los hombres eran ciegos. Podía sentir sus dedos fríos sobre el cuerpo. Se resistió al tirón. No le gustaba la oscuridad. Era lobo. Era cazador, de los que acechan y matan, y su lugar estaba entre sus hermanos y hermanas en los bosques profundos, corriendo en libertad bajo un cielo estrellado. Se sentó sobre los cuartos traseros, levantó la cabeza y aulló.

[…]

Bran oyó dedos que rebuscaban algo en el cuero, seguido por el sonido del acero en el pedernal. Una vez más. Saltó una chispa y se mantuvo; Osha sopló con delicadeza. Una llama larga y pálida despertó, estirándose hacia lo alto como una chica de puntillas. El rostro de Osha flotaba encima. Tocó la llama con la punta de una antorcha. Bran tuvo que entrecerrar los ojos cuando el alquitrán comenzó a arder, bañando el mundo con un resplandor anaranjado.

[…]

Cuando las sombras se movieron, durante un instante pareció que los muertos se levantaban de sus tumbas. Lyanna, Brandon y el padre de ambos, Lord Rickard Stark; el padre de éste, Lord Edwyle; Lord Willam y su hermano, Artos el Implacable; Lord Donnor, Lord Beron y Lord Rodwell; el tuerto Lord Jonnel; Lord Barth, Lord Brandon y Lord Cregan, que había combatido contra el Caballero Dragón. Estaban en sus tronos de piedra, sentados con lobos de piedra a sus pies. Allí era adonde iban cuando el calor había huido de sus cuerpos; aquél era el oscuro salón de los muertos, que los vivos temían pisar.

[…]

El sonido de sus pasos retumbó en las criptas cavernosas. A su espalda, las sombras se tragaron a su padre, mientras las sombras que tenía por delante retrocedieron para desvelar otras estatuas que no eran de simples señores, sino de los antiguos Reyes en el Norte, con coronas de piedra caladas casi hasta las cejas.

Choque de Reyes, Bran VII

 

No hace falta retorcer las cosas en este aspecto para observar que el énfasis en la oscuridad del mundo es claro. Y también es continuo, pues el lector podrá encontrar muchas referencias más en el pasaje completo.

El Renacimiento de Azor Ahai

En la profecía se nos dice que Azor Ahai volverá a nacer y lo cierto es que para nosotros, los lectores, Bran sufre un proceso muy similar en tres niveles diferentes: físico, metanarrativo y narrativo. 

El primero de ellos, que hemos decidido denominar como nivel físico, podemos advertirlo cuando Bran yace inerte en las criptas al estar wargueando a Verano. Esta sensación se refuerza con la doble lectura que puede realizarse sobre las palabras que Meera le dedica para despertarlo, las cuales coinciden perfectamente con las dirigidas hacia alguien que ha cruzado al otro lado:

Pero incluso así, la oscuridad se espesó hasta cubrir sus ojos, llenar su nariz y taponar sus oídos, de manera que no podía ver, oler, oír ni correr, y los grandes riscos desaparecieron junto con el caballo muerto, y su hermano desapareció y todo se volvió negro, silencioso, negro y frío, negro y muerto, negro
—Bran. —Una voz susurraba muy queda—. Bran, regresa. Regresa ya. Bran. Bran…

Choque de Reyes, Bran VII

 

Bran Stark ha reposado ya en las criptas, en el lugar en el que por nacimiento le corresponde descansar eternamente. Ha estado allí como un muerto más, y no solo porque sea paralítico, es decir, como una estatua de piedra más. Su salida de las criptas, de la tumba, puede entenderse como la resurrección necesaria para ser Azor Ahai. Incluso a pesar de estar vivo, la metáfora se sostiene. Y la propia idea de cripta, de cueva, en la que además están todos sus ancestros, rememora a una salida del vientre materno. Solo que de un vientre poblado de muertos, pero Azor Ahai debe renacer de algún modo.

Esta sensación de vuelta a la vida se refuerza al observar que Bran comparte un rasgo con los difuntos, como bien puede verse a continuación si tenemos en cuenta que el Príncipe de Invernalia reconoce no tener miedo de la oscuridad de las criptas, sino todo lo contrario:

Allí era adonde iban cuando el calor había huido de sus cuerpos; aquél era el oscuro salón de los muertos, que los vivos temían pisar.

[…]

Bran se había dicho cien veces a sí mismo cuánto odiaba tener que esconderse allí abajo, en la oscuridad, cuánto deseaba volver a ver el sol, cabalgar entre el viento y la lluvia. Pero ahora, cuando había llegado ese momento, tenía miedo. Se había sentido seguro en la oscuridad; cuando uno no puede ni siquiera ver su mano delante de la cara, es fácil creer que ningún enemigo podrá encontrarlo. Y los señores de piedra le habían infundido coraje. Hasta cuando no podía verlos, había sabido que estaban allí.

Choque de Reyes, Bran VII

 

En otro nivel de lectura, el metanarrativo, es decir, en la relación entre lectura y lector, podemos encontrar la segunda forma de entender el renacimiento. Es cierto que a las alturas de este capítulo sabemos ya por los pensamientos de Theon que este no acabó con la vida de Bran, pero no volvemos a tener conocimiento sobre el paradero o el estado del Príncipe de Invernalia desde que el último vástago de Balon hiciera creer a los lugareños que los pequeños Stark habían sido asesinados. Bran pierde sus POVs mientras Jon Nieve sueña con él y aunque Martin ya nos dice aquí tanto el futuro del chiquillo como su presente (remitiendo a las criptas de Invernalia a través de la piedra, la muerte y la oscuridad), las expectativas del lector no son precisamente prometedoras para con el joven Stark:

Cuando cerró los ojos, soñó con lobos huargos.

[…]

—¿Jon?
La llamada le llegó desde sus espaldas, más suave que un susurro, pero fuerte a la vez. ¿Acaso un grito puede ser silencioso? Giró la cabeza en busca de su hermano, de un atisbo del esbelto cuerpo gris que se movía bajo los árboles, pero no había nada, sólo…
Un arciano.

[…]

El arciano tenía la cara de su hermano. Aunque, ¿cuándo había tenido su hermano tres ojos?
—Desde lo del cuervo —le dijo el grito silencioso.
Olfateó la corteza; olía a lobo, a árbol y a niño, pero por debajo había otros olores, el rico y castaño de la tierra tibia, el duro y gris de la piedra y otro más, el de algo espantoso. Supo que era la muerte. Percibía el olor de la muerte. Retrocedió acobardado, con el pelaje erizado, mostrando los colmillos.
—No tengas miedo, me gusta la oscuridad. Nadie te puede ver, y tú los ves a todos. Pero antes tienes que abrir el ojo. ¿Ves? Así. —Y el árbol se inclinó y lo tocó.

Choque de Reyes, Jon VII

 

Lo que queremos decir es que, para el lector, el Príncipe de Invernalia resucita en el propio capítulo, en bran vii de Choque de Reyes. Ahí es donde, por fin, puede relajarse al ver que el chico sigue verdaderamente vivo.

No obstante, la intención metanarrativa, es decir, todo aquello que el autor quiere expresar a través de la narración hacia el lector en vez de hacia el mundo creado, no acaba aquí. En realidad, nosotros hemos decidido centrar nuestra atención en las profecías, pero lo cierto es que esta intención atraviesa la saga y es también evidente en la concepción de cada libro. Nos referimos, en este sentido, al interés de Martin por el retorno (traer de vuelta, resucitar, hacer reaparecer) en los epílogos —o en su defecto en el último capítulo—, como si quisiera que en cada libro se cerrase el círculo del uróboros que, como ya hemos visto, se encuentra en el blasón de la Casa Toland. Los ejemplos más claros son:

  • Juego de Tronos: retornan los dragones, después de haber visto en su prólogo el regreso de unas criaturas mágicas que a efectos metanarrativos podemos considerar antagónicas: los Otros.

  • Tormenta de Espadas: lo hace Lady Corazón de Piedra, después de que a través de Chett advirtamos la llegada de los Otros y, posteriormente a través de los recuerdos de Sam, hayamos visto que lo que sucedió entonces fue fruto de otro tipo de necromancia.

  • Festín de Cuervos: el que fuera Jaqen H’ghar trae de vuelta a Pate, después de que el mismo lorathi acabara con él.

En Danza de Dragones, sin embargo parece romperse esta dinámica. El prólogo —en el que vemos la segunda vida de un cambiapieles como Varamyr— guarda más relación con el último POV —la muerte de Jon— que con el epílogo, si bien la proclamación de Varys da cierta oficialidad a una especie de segunda vida para Aegon, mientras el propio eunuco ha estado viviendo otra desde la huida de Tyrion y, al mismo tiempo, muestra por fin sus verdaderas cartas. Visto así, Martin nos está ofreciendo una pista más de que ese chico, aunque aparente ser quien dice ser, no lo es; del mismo modo que Hodor no es Hodor cuando Bran está dentro de él. De forma similar a lo que sucede con el libro anterior, el escritor nos está mostrando otra forma más de suplantar la identidad de alguien, la cual coincide además con un retorno.

Además, mientras el cuervo blanco vuelve a aparecer para anunciar un nuevo invierno, se produce un juego irónico sobre la doble vida de los dos personajes que son el hijo de Rhaegar: Jon Nieve, que lo es por el momento en las expectativas del lector, sin una confirmación del texto; y Griff el Joven, que sigue el proceso opuesto, pues aunque en el texto sí hay una confirmación interesada de que es hijo de Rhaegar, el lector cuestiona tal filiación. La vida del primero se acaba de esfumar mientras la del segundo se consolida con el asesinato de Kevan. El hijo de Rhaegar, que ya sea Jon, ya Aegon —o ya ninguno de los dos si Martin simplemente está jugando con nuestras expectativas—, está abocado a vivir, por tanto, también una segunda vida: ora en su lobo, ora en una farsa.

Ahora, en Choque de Reyes, con un inicio dedicado a la irrupción del cometa y un cierre que —desde nuestro punto de vista— contiene su desaparición, quien retorna es Bran Stark. ¿Quién lo hará en el último capítulo de Vientos de Invierno?

El tercer ojo de Bran Stark

Eye of Raven, Bran Stark, por Stanley Lau

Pero, además, como ya hemos señalado, las profecías deben ser coherentes con el propio mundo en el que se mueven los personajes y por ello el Príncipe de Invernalia resucita también en un tercer nivel, es decir, dentro de la narración. Y es que esta estancia en las profundidades tiene consecuencias notables para él: el Bran que sale de las criptas no es el mismo que entra, ya que abandona la oscuridad habiendo logrado abrir definitivamente su tercer ojo.

Allí, en la gélida y húmeda oscuridad de la tumba su tercer ojo se había abierto finalmente. Podía llegar a Verano siempre que quería, y en una ocasión había llegado a tocar a Fantasma y hablar con Jon.

Choque de Reyes, Bran VII

 

Todo esto suena muy poético, pero una lectura pausada de todo el pasaje invita a considerar que las licencias no son tan gratuitas como en un principio podrían parecer. Conviene recordar el cierre de Choque de Reyes, donde Martin, pudiendo establecer una comparación positiva entre la Invernalia rota y su Príncipe, prefiere que Bran Stark la realice con el castillo de forma negativa.

«La piedra es fuerte —se dijo Bran—, las raíces de los árboles se hunden muy profundas, y bajo la tierra, los Reyes del Invierno están sentados en sus tronos.» Mientras ellos estuvieran allí, Invernalia perduraría. No estaba muerta, sólo rota.
«Como yo —pensó—; yo tampoco estoy muerto

Choque de Reyes, Bran VII

El Humo

El humo es otro de los indicios esenciales para dar con Azor Ahai. Al igual que la oscuridad, es poco problemático: Invernalia arde. Este mismo paralelismo ya ha sido trazado dentro de la saga, como la estrella sangrante. Podemos observarlo en la conversación entre Aemon Targaryen y Sam. En ese caso, hacía referencia al incendio que se produjo durante la tragedia de Refugio Estival. De nuevo, creemos que han reconocido el símbolo, pero no lo han contextualizado correctamente. No hace falta detenerse más en este punto pero, por refrescar la memoria:

—Sacad de aquí a los Frey —gritaba el bastardo mientras las llamas se elevaban al cielo—, y quemad el resto. Quemadlo, quemadlo todo.

Choque de Reyes, Theon VI

La Sal

Como las mejores recetas, Azor Ahai también necesita sal. A diferencia de los indicios citados hasta el momento, este sí requiere tirar de la interpretación. No obstante, se comparta o no la licencia que proponemos, seguimos el mismo hilo de otra metáfora que ya ha sido establecida en la propia saga. De hecho, no solo comparte el mismo ambiguo lenguaje de las profecías, sino que además se refiere al mismo concepto. Debemos volver hasta una de las visiones de Jojen para encontrarla:

—¿Mi príncipe me cree ahora? ¿Darás crédito a mis palabras, por extrañas que suenen a tus oídos? —Bran asintió—. Lo que viene es el mar.
—¿El mar?
—Soñé que el mar rodeaba Invernalia y lamía sus muros. Vi olas negras que se estrellaban contra las puertas y las torres, y luego, el agua salada entraba y lo inundaba todo. En el patio flotaban hombres ahogados. Cuando tuve el sueño por primera vez, en Aguasgrises, no conocía sus rostros, pero ahora sí. Ese Barrigón, el guardia que nos presentó cuando llegamos al banquete, es uno de ellos. Tu septon es otro. Y tu herrero.

[…]

—En lo más oscuro de la noche —dijo Jojen—, el mar salado correrá entre estas paredes. Contemplé los cadáveres hinchados de los ahogados.

Choque de Reyes, Bran V

 

Del mismo modo que los Hijos del Hierro son el mar salado, el azote que Jojen ve que va a caer sobre Invernalia, estos son también la sal de la profecía, cuando los hombres de Fuerte Terror han acabado con sus vidas. Un mar muerto, un mar colmatado de sal, un mar humeante. Eso es lo que queda toda vez que el fuego ha asolado Invernalia. Y, de nuevo, encontramos cierta relación con la palabras de Aemon Targaryen. En esta ocasión, la sal no se encuentra en las lágrimas derramadas por los muertos. Los mismos muertos son la sal.

Despertar a los Dragones de la Piedra

Y aquí, al fin, llegamos al punto muerto del análisis. Azor Ahai debe renacer, entre otras cosas, para despertar a los dragones de la piedra. Si hasta ahora todo el texto se ha movido dentro de la conjetura, en este momento entramos en la especulación. No obstante, en nuestra opinión que esta clave no tenga todavía una solución satisfactoria no invalida las anteriores. Tampoco podemos asegurar que no pueda tenerla.

Así, es posible que Bran todavía no haya despertado al dragón, pero pueda hacerlo en un futuro. En este sentido, puede que el Príncipe de Invernalia intervenga en la resurrección de un Jon con sangre Targaryen. Stannis habla de piedra muerta cuando se refiere a esos dragones y si Jon resucita en su cuerpo, es posible que este esté como un carámbano. También es posible que Bran lo haga en un futuro, pero que ya hayamos visto sus consecuencias. Nos referimos, adoptando una visión realmente mágica de la historia, a que fuera Bran Stark quien enviara a Daenerys el propio sueño con el que se convence de despertar a sus dragones de los huevos petrificados que le regaló Illyrio el día de su boda.

Incluso cabría preguntarse, en relación a esa piedra muerta y al pasaje en el que Bran reflexiona sobre la piedra, qué es lo que despertaron, de ser cierta la leyenda que rodea a las criptas de Invernalia, cuando él y sus amigos decidieron llevarse las espadas de los regazos de las estatuas de sus antepasados. Espadas que, lato sensu, también podemos considerar que han sido sacadas del fuego; punto sobre el que pronto incidiremos.

No obstante, quizá nos estemos equivocando de pleno con la interpretación de despertar a los dragones de la piedra. Quizá ya han sido despertados al inicio mismo del cumplimiento de la profecía, del mismo modo que el tiempo en la saga parece ser antes una rueda que nunca deja de girar que una línea recta. ¿Y si la propia estrella roja o lo que sea que sucediera con ella, si su sangrado, fuera ese despertar? Por ejemplo, podríamos pensar en que la pérdida del halo rojo, la separación del fuego del cometa, sea el despertar a los dragones de la piedra. En cualquier caso, encontrar indicios que relacionen ambos elementos nos permitiría cerrar el círculo de la profecía, tal y como el dragón de la Casa Toland que se come su cola representa el eterno retorno.

Lo paradójico es que no es necesario perder mucho tiempo buscando este tipo de metáforas que relacionen cuerpos celestes y dragones. De entrada, el propio cometa es una de ellas. Pero ya en Juego de Tronos hay una interesante referencia para sostener esta idea, la cual muchos ya habréis reconocido: aquella leyenda qarthiense por la cual una luna se resquebrajó como un huevo y de su interior salieron dragones. En otras palabras, un cuerpo celeste estalló y miles de meteoritos ardientes cayeron sobre la tierra. Esos meteoritos son, en esencia, fuego en el aire, como los dragones.

—Una vez, un mercader de Qarth me dijo que los dragones venían de la luna —comentó la rubia Doreah mientras calentaba una toalla ante el fuego.

[…]

—Me dijo que la luna era un huevokhaleesi —asintió la joven lysena—. Antes había dos lunas en el cielo, pero una se acercó demasiado al sol, y con el calor se cascó. De ella salieron mil millares de dragones, y bebieron el fuego del sol. Por eso los dragones respiran llamas. Algún día la otra luna también besará el sol, se romperá, y volverán los dragones.
Las dos chicas dothrakis se echaron a reír.

Juego de Tronos, Daenerys III

 

Estáis en vuestro derecho de reíros como dothrakis junto a Irri y Jhiqui. No obstante, Verano a fin de cuentas ve un fuego en el aire que se extingue al momento. Mientras tanto, el texto nos ofrece algunas claves para relacionar a Bran con esta parte de la profecía. En efecto, no consiguió despertar a los dragones de la piedra, como debe hacer Azor Ahai, durante su huida. Pero si hubiese habido dragones, quizá sí lo hubiese hecho:

—Hemos hecho suficiente ruido para despertar a un dragón —dijo Osha—, pero no ha venido nadie. El castillo está muerto y quemado, como lo soñó Bran, pero lo mejor será que…

Choque de Reyes, Bran VII

 

3.3. Todavía falta pan (y una espada mágica)

A estas alturas, lo importante no es si Bran Stark es Azor Ahai o confluyen en él las profecías. Casi todo lo que hemos comentado —si bien en un nivel mucho menos profundo— podría hacerse extensivo a cualquier otro de sus acompañantes, incluso Hodor. De hecho, es inevitable pensar con ese no ha venido nadie de Osha que estamos ante una pista falsa; aunque por ahora, sin embargo, no podemos reconocer la ironía que pueden esconder esas palabras. Y, además, todavía sigue habiendo una ausencia llamativa que ya hemos apuntado. Se trata de Dueña de Luz, la espada roja de los héroes. De ella, por el momento, no sabemos si está consignada en los antiguos libros de Asshai. Tampoco podemos poner la mano en el fuego por que tenga que ser por imperativo una espada.

En cualquier caso, ¿tiene Bran esta legendaria espada? A priori, no. No obstante, recordemos que Bran y sus acompañantes se llevaron algunas espadas de las criptas de Invernalia. Ninguna tiene por qué ser Dueña de Luz. Sin embargo, sí es interesante pararse a pensar un momento sobre una de ellas. En concreto en la de Hodor, porque es verdaderamente extraña: es muy antigua y está aparentemente corroída por el óxido. A pesar de ello, el gigante de Invernalia se divierte partiendo árboles a tajo limpio. Conviene no olvidar, para los que busquen ver cumplidas también las palabras sobre Dueña de Luz, que aunque no fue Bran quien la sacó de una Invernalia en llamas —del fuego—, el joven Stark ya la ha esgrimido a través de Hodor, y quizá pueda volver a hacerlo en un futuro. Ya sabemos qué tipo de «monstruos» tiene de su lado.

Bran extrajo la espada larga del cinturón de Hodor. Por dentro aún oía los quejidos del pobre gigante, pero por fuera se había convertido en tres varas de furia armadas con hierro. Alzó la espada y la hizo descender sobre el muerto con un gruñido. La hoja atravesó lana mojada, malla oxidada y cuero podrido, y se hundió hasta lo más profundo de los huesos y la carne.

Danza de Dragones, Bran II

 

Pero hemos dicho que esta espada es verdaderamente extraña y por ello nos remitimos a @Zagel. Martin parece querernos decir que la espada se comporta del mismo modo que lo hacen las de los Otros:

[…] El Otro era ligero como la nieve llevada por el viento. Esquivó con fluidez el hachazo de Paul, su armadura siempre ondulante, describió un arco con la espada de cristal y la clavó entre los aros de hierro de la cota de mallas del hombre, atravesando el cuero, la lana, la carne y el hueso.

Tormenta de Espadas, Samwell I

 

Dueña de Luz, la espada llameante de Azor Ahai

Azor Ahai Sword Main

¿Podría esta espada, una vez se realizase el sacrificio pertinente, convertirse en Dueña de Luz? La posibilidad es verdaderamente remota y no sabemos hasta qué punto podría ser de utilidad para Bran Stark. Es verdad que soñaba con ser Arthur Dayne. Incluso podría servirse de Hodor o de Manosfrías… y qué mejores manos para empuñar una espada de fuego. Pero es paralítico y tiene todas las papeletas para no salir nunca de la cueva de Brynden Ríos.

No obstante, si Dueña de Luz no fuera una espada, las cosas serían bastante más favorables. Sea como fuere, resulta paradójico que no parezca tan difícil que —en las manos de Bran— lo que los dioses antiguos y nuevos quieran que sea Dueña de Luz pudiera llegar a ser algo más que luz sin calor… Un hechizo vacío… como el maestre Aemon le dice a Samwell. Y no parece tan difícil porque, al fin y al cabo, Bran Stark podría servirse del calor del verano para lograrlo. Sería una gran pérdida para el Príncipe de Invernalia, pero hasta el Último Héroe se quedó sin perro.

 

Aunque recomendamos una lectura de bran vii de Choque de Reyes para digerir la propuesta, ¿qué os parece el ensayo? ¿Creéis que la reflexión, acertada o no, surge de las migajas que Martin ha ido dejando conscientemente por el camino? ¿O pensáis que la posibilidad de ligar a Bran Stark con Azor Ahai se debe a la casualidad? ¿Somos nosotros los que forzamos ver algo donde no lo hay? ¿Quiénes pensáis vosotros que pueden ser Azor Ahai?

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