Había algo peor que las sesiones interminables de clase magistral de Perestan y era cuando el viejo archimaestre se ponía creativo. Hoy era uno de esos días: en lugar de hablar sobre la historia de la gloriosa casa Hightower, los novicios visitaríamos Torrealta, su asentamiento en Isla Batalla, para presenciar de primera mano la grandeza de la familia protectora de la Ciudadela. “Esto suena a una clase patrocinada por el mismísimo Leyton Hightower. Dudo que aprendamos nada históricamente relevante; solo se nos hablará durante horas de sus virtudes”, pensé para mis adentros.  Antes de partir hacia Torrealta, decidí esconder bien el volumen de Fuego y Sangre al que tantas horas estaba dedicando. Aún tenía que leer el extenso reinado de Jaehaerys el Sabio. “Hay quien le llamó ‘Jae el Conciliador’. Alguien así debería ayudarme para conciliar con Hermyone”.

Llegamos a la base de la imponente fortificación. Para los oriundos de Antigua, el faro de los Hightower formaba parte de nuestra vida. Definía incluso las horas proyectando su sombra sobre la ciudad, así que albergaba pocas esperanzas en la visita. Los novicios de otras partes del reino, en cambio, no podían contener su emoción: unos repasaban para aquellos dispuestos a oírles las propiedades de la piedra con la que estaba construida la torre; otros comentaban cómo, dependiendo del color de la llama, los señores Hightower mandaban mensajes a sus banderizos; y los más chismosos comentaban entre susurros cómo hacía más de una década que Antigua no veía a su señor ni a su hija Malora, la bruja, que permanecían encerrados en lo más alto de la fortificación haciendo vete tú a saber qué tipo de encantamientos.

Perestan ya había empezado su tediosa explicación sobre el Rey Uthor, quien mandó construir la mastodóntica fortaleza, cuando reparé en una puerta de acero, escondida al fondo de un pasillo, justo debajo de la base de la inmensa torre. Estaba entreabierta y desde fuera podían advertirse unas escaleras que bajaban hasta niveles inferiores escarbados en la propia roca de Isla Batalla. “Ahí es donde se esconde la misteriosa base de Torrealta, la piedra negra que ya estaba aquí antes que nadie pisara esta isla”. Ya solo en el umbral de la misma advertí que, tras la puerta, la oscuridad era absoluta: apenas iluminada por antorchas que descendían por la escalinata, la roca de la pared parecía absorber toda la luz sumiendo en la oscuridad la estancia. Al tocar la pared con la mano, aprecié su suavidad y textura aceitosa. No se percibían fisuras ni defectos típicos de la construcción. “Es totalmente lisa y perfecta”.

Cuando ya me disponía a empezar mi descenso, alguien me cerró el paso: su cadena repleta de eslabones colocada alrededor del cuello le delataba como maestre, pero no fue hasta que la luz del exterior le acarició el rostro que reconocí al Archimaestre Slughorn, el encargado de la alquimia y brebajes medicinales de la Ciudadela. “Este no es lugar para ningún novicio —me dijo—, y menos uno que no está forjando su cadena en el noble arte de la alquimia. Esta piedra no es solo roca, chico, llevamos siglos estudiándola y aún ofrece más preguntas que respuestas”. Aún no había acabado de formular mi interés por la piedra cuando el maestre volvió a interrumpirme. “¿Acaso no has oído la historia del Maestre Donovan, chico? Antes de ser novicio se ganaba la vida saqueando enclaves históricos para venderlos a ricos mercaderes de las Ciudades Libres. Cuando se cansó de no saber si el precio que le pagaban era el adecuado, ingresó en la Ciudadela. En los libros descubrió la existencia de esta piedra y pasó la mayoría de sus días estudiándola. Dicen que descendió hasta lo más profundo de esta Isla intentando descubrir sus secretos. Nunca más supimos de él pero algunos dicen…” BRIAN, gritó alguien en la lejanía. “Mierda. Esa es la voz de Perestan”. El archimaestre llegó al trore con gran esfuerzo. “Por las barbas del maestre Merlyn, ¿se puede saber qué haces aquí abajo en vez de seguir con la visita como todos tus compañeros? Mira, ni te molestes en contestar. Vuelve de inmediato a la Ciudadela”. Dicho esto, se dio la vuelta y se fue dejándome con mil excusas luchando por salir de mis labios.

Cabizbajo, emprendí el camino de vuelta. Las campanas del Septo Estrellado indicaban que apenas hacía una hora habíamos abandonado la Ciudadela y yo ya estaba de vuelta. Entonces, inconscientemente, noté como mis pasos me acercaban al Septo en vez de a mi destino original. “Aún quedan horas de visita, Perestan nunca sabrá dónde fui primero”. La plaza que albergaba el Septo Estrellado era grande y bulliciosa, llena de pequeños mercaderes intentando vender a visitantes recuerdos de la ciudad. A los pies del Septo, se encontraban los predicadores que reclamaban la atención de los transeúntes proponiendo teorías sobre cómo encontrarían su fin los pecadores. “Un dia de estos me subo a uno de estos pedestales y haré que la gente siga como dios hasta a una calabaza”. Sentado en una esquina poco concurrida, a los pies de una estatua de algún Lord Hightower, saqué mi tomo de Fuego y Sangre y me dispuse a retomar mi lectura. “Puede que hoy no visite Torrealta, pero al menos no perderemos la mañana de estudio. Además, esto es aire puro, huele infinitamente mejor que las letrinas de la última vez”.

De príncipe a Rey

Jaehaerys comenzó su reinado con tan solo catorce años, una edad más que temprana para la tarea que tenía encomendada: reconstruir el reino, partiendo del lamentable estado en el que lo había encontrado tras la muerte de su tío, Maegor el Cruel. El reino estaba arruinado, devastado por las guerras civiles entre los Targaryen y la Fe, y reinaba la desconfianza entre todos. Jaehaerys había reclamado la corona con el apoyo de Lord Robar Baratheon, su Mano, así como el apoyo de su madre y regente, la reina viuda Alyssa Velaryon, y muchos se unieron a su causa; pero muchos otros continuaron apoyando a Maegor hasta su muerte y aún había quien decía que el trono correspondía a su hermana mayor, Rhaena. Raudo y decidido, Jaehaerys voló sobre su dragón, Vermithor, y aterrizó en el patio de la Fortaleza Roja. Los últimos fieles de Maegor se rindieron y pusieron sus espadas a los pies del joven rey, a lo que este contestó:

«Llegáis tarde al banquete —dicen que les comentó el príncipe Jaehaerys, aunque en tono distendido—, y esas mismas hojas ayudaron a asesinar a mi hermano Aegon en el Ojo de Dioses.»

fuego y sangre: historia de la dinastía targaryen

 

Jaehaerys, Rogar y sus fieles comenzaron a encarcelar a los fieles de Maegor, desde los más nobles a los más humildes: caballeros, criados, damas de alta cuna y prostitutas de baja estofa que habían servido al usurpador. Aunque la reina regente aconsejó ejecutar a todos los que ayudaron a Maegor en sus crueldades, la Mano aconsejó la clemencia, para así asegurar la lealtad de los nobles al reinado de Jaehaerys. El propio rey defendió con convicción que no quería comenzar su reinado con baños de sangre.

Jaehaerys liberó a los prisioneros y les devolvió tierras y títulos, aunque les obligó a enviar un rehén a su corte para garantizar su lealtad. En cambio, sí se condenó a todos aquellos que contribuyeron a los asesinatos y torturas de Tyanna de la Torre; especialmente,  la muerte de Ceryse Hightower y Viserys, hermano del rey, así como a la Guardia Real de Maegor, incluidos dos miembros que rompieron sus votos para apoyar la reclamación del joven rey. Estos fueron al Muro, aunque uno optó por un juicio por combate, en el que cayó derrotado por Ser Giles Morrigen, sobrino del famoso comandante de los Hijos del Guerrero Ser Damon. Ser Giles venció y fue nombrado Lord Comandante de la Guardia Real.

Jaehaerys logró con su misericordia reconciliar a la Corona con sus vasallos, pero no con la Fe de los Siete. La mayor amenaza era el Septón Luna, un enfervorecido septon, borracho, glotón y sobre todo lujurioso, que clamaba a gritos la necesidad de limpiar Poniente de las abominaciones de los Targaryen, insultando al “Lamebotas Supremo” por no enfrentarse a los dragones. Luna dirigía un gran ejército asentado en las Puertas de Antigua, apoyado por nobles del Dominio y sin que se oyera la oposición de Lord Hightower, al que no sin razón llamaban “Donnel el Demorador”. Luna llegó a propagar el rumor de que yacer con él daría hijos a cualquier mujer, lo que hizo que sus fieles llegasen a comerciar con ollas, garrotes, colgantes y varas con la forma de su miembro viril (varas que eran de tamaño mucho menor del que Luna, presumía). “¿Será Luna el origen del dicho popular “en boca de Hermana Silenciosa no entran moscas, pero sí vergas como roscas”?.

Coronación de Jaehaerys I en Antigua, por Doug Wheatley

Además, esparcidos por el reino, había aún muchos más seguidores, esperando órdenes para reanudar la lucha.  La Corona sabía que no sería posible lograr la paz con la Fe mientras el Septón Luna siguiera llamando a la rebelión. Parece que los dioses escucharon sus deseos, pues una mujer asesinó a Luna mientras yacía con él, aunque se dice que Luna la persiguió por medio campamento mientras se desangraba. Nunca llegó a encontrarse ni a saberse quién fue esta mujer. No fueron pocos los que sospecharon que se trataba de un agente de los Hombres sin Rostro de Braavos y se sospechaba que la idea había venido de Lord Rogar o de la regente Alyssa. Lo único seguro es que sin el Septón Luna, su ejército se disolvió tras un absurdo ataque a Antigua.

Una vez muerto Luna, Jaehaerys viajó a Antigua para recibir la bendición del Septón Supremo, lo que se celebró con grandes festejos. “Se ve que el rey empezó a preocuparse más tarde por la Hacienda. Lo primero es lo primero”.  Además, el rey no solo indultó a Ser Joffrey Dogget, conocido como “el Perro Loco de las Colinas”, sino que le concedió un puesto en su Guardia Real.

—Me alcé contra vuestro tío, al igual que vos —replicó el Perro Rojo de las Colinas, desafiante.
—Es cierto —asintió Jaehaerys—, y luchaste con valentía; nadie puede negarlo. Los Hijos del Guerrero ya no existen, y los juramentos que les prestaste ya no tienen valor, pero no es necesario que también finalice tu servicio. Tengo un lugar para ti.

fuego y sangre: historia de la dinastía targaryen

 

Tras el gesto del rey, muchos de los Clérigos Humildes y los Hijos del Guerrero imploraron su clemencia, lo que hizo que la Guardia de la Noche engrosase sus filas, pues en su voluntad no estaba perdonar a todos los que se rebelaron contra los Targaryen. Lo que es innegable es que “menos de una luna después de su coronación, el rey Jaehaerys había reconciliado al Trono de Hierro con la Fe y había puesto fin al baño de sangre que perturbó los reinados de su tío y su padre”, como bien escribió el maestre Bennifer.

El año de las Tres Novias

En el año 49 d.C, Poniente dejó atrás las guerras que lo habían asolado desde entonces y se adentró en una época de prosperidad y, sobre todo, de matrimonios. El primero de aquella época fue el que tuvo lugar en Isla Bella, donde de forma apresurada se celebró el enlace entre la princesa Rhaena Targaryen (el tercero ya) y Androw Farman, el hijo segundón que al parecer estaba perdidamente enoramorado de ella. Al enlace asistieron tanto señores de Occidente, con los Lannister a la cabeza, como las favoritas de Rhaena, entre las que destacaba Elissa Farman, la hermana del novio; pero nadie de la corte del rey acudió. No fue hasta días después de la consumación cuando un cuervo trajo la noticia, provocando un cisma en el seno de la familia. Si bien su madre Alyssa y Rogar Baratheon se ofendieron enormemente, Jaehaerys y Alysanne se alegraron al conocer la noticia del nuevo casamiento de su hermana, enviándole regalos y repicando las campanas de la Fortaleza Roja.

En Desembarco del Rey, Jaehaerys y su madre, la reina regente, nombraron nuevos consejeros bajo el principio rector de la conciliación que tanto faltó en los reinados de sus predecesores, a la cabeza de los cuales se encontraba la Mano del Rey. A pesar de la actitud proactiva de Jaehaerys para intervenir en las decisiones del consejo, durante la regencia el peso de las mismas recaía sobre su madre y la Mano: Lord Rogar Baratheon. Nieto de Lord Orys Baratheon, Rogar era el mayor de cinco hermanos cuyo mayor deseo era enfrentarse a Maegor en combate singular, pero decidió convertirse en hacedor de reyes en vez de matarreyes: proclamó al príncipe Jaehaerys Rey de los Siete Reinos. Si a partir de entonces se rumoreaba que Rogar sería quien realmente gobernaría, los rumores sobre su ambición se hicieron más sonoros cuando anunció su compromiso con la reina Alyssa. Según Barth, Jaehaerys no aprobaba el nuevo compromiso, pues veía en Rogar el deseo de obtener más poder; pero como no puso objeciones al matrimonio de su hermana Rhaena, no se veía legitimado a impedir el enlace de su madre, que tenía una segunda oportunidad de ser feliz.

Nunca Poniente había presenciado una boda tan espléndida como aquella, a la que asistieron señores de todo Poniente; pero no solo para festejar el nuevo matrimonio, sino también para evaluar al nuevo rey, que concedió audiencias a cuantos quisieron para que expusieran su punto de vista sobre cómo resolver los problemas del reino. Aunque la Mano no estuvo presente durante las audiencias, agasajó a sus invitados con cacerías y otras actividades, entre las que no podía faltar la dedicada a la bebida. Pero la más célebre de todas, según los rumores, fue aquella en la que los hermanos de Rogar trajeron de Lys siete vírgenes que cubrieran la ausencia de encamamiento, pues Alyssa ya había entregado su doncellez a Aenys muchos años atrás

La boda se celebró en la Colina de Rhaenys, en Pozodragón, donde miles de personas presenciaron el enlace entre Rogar y Alyssa, pero fue la llegada del rey Jaehaerys y Alysanne a lomos de sus dragones Vermithor y Ala de Plata lo que asombró y aterrorizó por igual a la multitud allí reunida. A la ceremonia siguieron siete días de torneo, donde se celebró “la guerra por las Capas Blancas” para cubrir las cinco vacantes que quedaban en la Guardia Real. Junto a ser Gyles Morrigen y Joffrey Dogget, otros cinco caballeros ocuparon su lugar en la Guardia Real de Jaehaerys, dando así por finalizadas las celebraciones de la que se conocería como la Boda Dorada.

Poniente llevaba ya medio siglo con los Targaryen como dinastía consolidada en el Trono de Hierro, pero éstos tenían sus propios problemas. Alertado que la mano y la regente planeaban casarle, el joven Rey hizo lo inaudito: voló a Rocadragón junto a su hermana Alysanne y allí se desposaron.

Boda de Rocadragón entre Jaehaerys y Alysanne, por Doug Wheatley

Sin embargo, en Desembarco del Rey, al enterarse de la noticia, la Mano del Rey decidió arreglar esta caótica situación. La relación con el joven rey, fría desde un primer momento, no pasaba por su mejor momento tras el matrimonio secreto de Jaehaerys y Alysanne, que habían humillado el orgullo de Lord Rogar al verse superado por un niño de quince años. El maestre Bennifer relató que la Mano y la Reina Regente llegaron a Rocadragón cuando conocieron la noticia de los esponsales de los dos príncipes, acompañados por una docena de caballeros y cuarenta hombres armados. Cuando la Mano trató de separar a la pareja, la Guardia Real intervino:

—No os acerquéis más —les advirtió ser Gyles Morrigen—. Cualquier hombre que ponga la mano encima a nuestro rey o a nuestra reina morirá hoy.
—Envainad vuestro acero y apartaos —ordenó lord Rogar, consternado—. ¿Olvidáis que soy la Mano del Rey?
—Lo sois —respondió el anciano Sam el Amargo—, pero nosotros somos la Guardia Real, no la Guardia de la Mano, y es al muchacho a quien corresponde el trono, no a vos.
—Vosotros sois siete —respondió Roger Baratheon, furioso por las palabras de ser Samgood—. Yo cuento con medio centenar de espadas. A una palabra mía, os cortarán en pedazos.
—Pueden matarnos —contestó el joven Pate la Perdiz, blandiendo su lanza—, pero vos seréis el primero en morir, mi señor; tenéis mi palabra

fuego y sangre: historia de la dinastía targaryen

 

El maestre Bennifer cuenta que el enfrentamiento pudo haber acabado en sangre si no fuera por la intervención de la reina regente Alyssa, quien ordenó que se depusieran las armas y que se guardara en secreto tanto el matrimonio como lo que allí había acontecido. “Menudo filón fue este encuentro para los bardos de la época. Solo si pudiera declamar con un poco más de gracia seguro que enamoraba a Hermyone”.

De vuelta a la capital y convencido por el Consejo Privado de que no era buena idea tomar Rocadragón por la fuerza, Rogar Baratheon tomó el control de Desembarco del Rey, despotricando contra un rey que había antepuesto sus deseos personales a los del reino y con su esposa marchitándose día a día a raíz de su distanciamiento con sus tres hijos. Rogar pretendía hallar el modo de separar a los recién casados mientras el matrimonio no fuese consumado, mientras que la reina Alysanne estaba dispuesta a evitar que la historia volviera a repetirse; pero también había un reino que gobernar.

Exceso de gobernantes

En Rocadragón, la regia pareja continuaba su matrimonio secreto, aunque aún no consumado por la edad de la reina, sin ninguna prisa en informar al resto del reino. Alysanne solía decir que allí tendría a Jaehaerys solo para ella, cosa que no ocurriría cuando el rey volviera a la corte. Entretanto, Jaehaerys recelaba sobre la posición de Lord Rogar, sus virtudes y defectos. “Ya tuve un padre, no necesito otro”, llegó a decir. Su retiro al hogar ancestral de los Targaryen tampoco fue improductivo. Allí Jaehaerys recibió la instrucción necesaria para convertirse en el rey que deseaba ser: mientras el maestre Culiper instruía a ambos hermanos-esposos en la historia de Poniente y la vida de su abuelo Aegon el Conquistador, la Guardia Real presente en la isla le ayudaba a entrenar todos los días entrenaba en el patio de la fortaleza. Jaehaerys aprendió lo que el reino esperaría de él y porqué su padre Aenys fue considerado débil por todos. Por ello necesitaba aprender de los mejores guerreros, sometiéndose a un entrenamiento diario y brutal para su edad

—¿Por qué os castigáis de esta manera, alteza? —preguntó—. El reino está en paz.
—El reino estaba en paz cuando murió mi abuelo —respondió el joven rey con una sonrisa—, pero mi padre no acababa de ascender al trono cuando se alzaron enemigos por doquier. Lo ponían a prueba para saber si era fuerte o débil, y a mí también me tantearán.

fuego y sangre: historia de la dinastía targaryen

 

Jaehaerys I entrenando, por Doug Wheatley

“Se ve que éste tenía madera de rey desde bien pronto. Ojalá el joven Tommen nos saliera igual”. Por otra parte, Alyssa envió a su hija Alysanne unas doncellas de alta cuna y sirvientes, con el objetivo de que contribuyeran a deshacer su matrimonio. Lord Rogar apoyó el plan, con la idea de tener sus propios ojos y oídos en Rocadragón. Si damos por cierto lo que se cuenta en el dudoso libro Advertencia para jovencitas, de Coryanne Wylde, conocido por su obscenidad y por ser de los pocos libros que pueden encontrarse en los burdeles, uno de los hermanos Baratheon (quizá el mismo Rogar) envió a Coryanne a Rocadragón, después de comprobar por sí mismo los encantos de la joven, con la esperanza de seducir a Jaehaerys y que éste decidiera separarse de la reina Alysanne, deshaciendo su matrimonio.

“Aaah, que gran libro. Qué ilustraciones más descriptivas. Qué versos tan incisivos. O eso es lo que me han contado, yo nunca… ¿tendrán en la biblioteca una copia?”. Hay muchos que opinan que esta historia es tan falsa como el oro de un bufón, que no es más que un intento de desprestigiar a Lord Rogar como Mano, a la Casa Baratheon o una simple historia de borrachos, aunque no deja de ser una probabilidad. Pero de lo que no hay duda, según los registros, es de que Coryanne Wylde embarcó junto con las septas que Alyssa envió a Rocadragón.

Lejos de ahí, otra corte se alzaba en Isla Bella. Su sorprendente matrimonio con el segundo hijo de Lord Farman habría hecho arquear más de una ceja, pero lo que nadie pudo negar es que Rhaena encontró en Occidente al amor de su vida: puede que no en su flamante nuevo esposo, sino en la hermana de este, Elissa Farman. A diferencia de su hermano, Elissa era una joven de ingenio y lengua afilados cuya gran pasión era navegar. Desde joven se había criado entre barcos y su sueño siempre fue navegar más allá del Ocaso para descubrir qué se escondía tras el horizonte. Junto a sus otras dos favoritas, Alayne Royce y Samantha Stokeworth, se podía ver a las cuatro jóvenes compartir confidencias y vuelos en Fuegosueño, actividades en las que Androw Farman rara vez o nunca era invitado.

La situación idílica pronto cambió: con su dragona cada vez más hambrienta y habiendo puesto una nidada en Torrelabella, el pueblo empezó a temer a los dragones. Además, el heredero de Lord Farman, Franklyn, no parecía haber caído rendido a los encantos de la princesa como el resto de sus hermanos y tampoco le había perdonado que su abuelo y el hijo mayor de este hubieran muerto en la Batalla Bajo el Ojo de Dioses sin que Rhaena le demostrara gratitud en ningún momento. La situación sólo empeoró cuando, al cabo de un año del matrimonio de Rhaena con Androw, Lord Farman murió y Franklyn se convirtió en el Señor de Isla Bella. De la noche a la mañana expulsó a Rhaena y su corte, exceptuando a su hermana, que debería quedarse en Torrelabella para contraer matrimonio.

El nuevo señor solo había llevado media docena de hombres para que lo acompañaran, y había menospreciado el cariño que sentía por su hermana la gente común, en especial los marineros, los armadores, los pescadores, los estibadores y otros vecinos de los distritos de los muelles que la conocían desde que era pequeña. Cuando lady Elissa se enfrentó a su hermano, le escupió desafiante y le exigió que se apartara de su camino, fue reuniéndose una multitud en torno a ellos, cada vez más acalorada. Lord Frankyln, sin darse cuenta de cómo estaban los ánimos, intentó retener a su hermana por la fuerza, pero los congregados se adelantaron y detuvieron a sus hombres antes de que pudieran desenfundar. A tres los empujaron al mar desde el muelle, y a lord Franklyn lo lanzaron a un barco lleno de bacalaos, la captura del día. Elissa Farman y el resto de los amigos de la reina embarcaron indemnes en el Capricho de la Doncella e izaron velas hacia Lannisport

fuego y sangre: historia de la dinastía targaryen

 

En Roca Casterly, Lord Lyman y Lady Jocasta les recibieron con los brazos abiertos y todo tipo de atenciones, tantas que hasta la princesa encontró sospechosa su devoción, ya que la cordialidad de los Lannister solo se podría pagar con un matrimonio o con dragones, y ninguno de los precios era del agrado de Rhaena. Así decidió partir del Occidente.

En la capital, la otra gran preocupación de la Mano era la falta de oro que padecía el reino. Las guerras de Maegor y los festejos de la Boda Dorada habían dejado las arcas vacías. El Consejero de la Moneda, Edwell Celtigar, decidió subir los impuestos y crear otros nuevos, por lo que pronto se ganó el odio de los plebeyos (pues para asegurar la fidelidad hacia Jaehaerys no se impusieron a los nobles), especialmente en Desembarco del Rey. Sin embargo, la situación económica no mejoró, sino que destruyó el consumo y, con él, la mayor fuente de ingresos. La Corona se quedó sin fondos para seguir construyendo Pozo Dragón. “Otros no andamos mejor. Que en la posada aún me recuerdan cada vez que entro que les debo seis mil peniques de sidra.”

Al mismo tiempo, en el sur, la Casa Baratheon se enfrentó a una invasión dorniense, mientras que en el Norte los Stark debieron enfrentarse a una rebelión en el Muro que promovieron Ser Raymund Mallery y Ser Olyver Bracken, que con el apoyo de antiguos Hijos del guerrero y Clérigos humildes pretendían establecer sus propios señoríos en los castillos de la Guardia de la Noche. Lord Walton Stark los persiguió más allá del Muro hasta que murió en una emboscada de gigantes. Fue sucedido por su hermano Alaric, que guardó un gran resentimiento hacia la Corona por enviar a los rebeldes al Muro.

En Rocadragón, Jaehaerys continuaba su duro entrenamiento mientras celebraba audiencias con las Casas nobles de las Tierras de la Corona. Entre ellas se encontraba la casa Velaryon, lo que enfrentó a Lord Rogar con el Lord Almirante, Lord Daemon Velaryon (hermano de la regente Alissa), que se negó a poner su flota a disposición de la Mano y asediar Rocadragón. Por su parte, Alysanne se resistía a escuchar a sus damas, que insistían en que el matrimonio con el rey era nulo, y pronto las “Mujeres Sabias” que envió la reina Alyssa pasaron a estar de parte de Alysanne. Ni nada ni nadie podría separarles, para exasperación de la Mano y la regente.

Los relatos cuentan distintas historias. En unas, Coryanne Wylde se lleva a Jaehaerys al lecho. En otras, el rey se acuesta con ella voluntariamente y luego termina acostándose con toda la Guardia Real. Otras cuentan que Coryanne cobró tal afecto hacia Alysanne que se dedicó a dar consejos a Jaehaerys para satisfacer a su esposa en el momento oportuno. Lo único seguro es que Coryanne escapó de Rocadragón con el hijo del capitán de la guarnición, rumbo a Essos. “Cualquier dia me llevo a Hermyone al primer barco que vea y hacemos la misma”.

Robar Baratheon tuvo que enfrentarse a una realidad: sus planes habían fallado y, lo que era peor aún, se extendieron los rumores del matrimonio de los reyes. Lleno tanto de furia como de resolución, habló ante el Consejo Privado y les expuso su plan: apartar a Jaehaerys del Trono de Hierro, enviarlo a la Ciudadela y coronar a Aerea, hija de Rhaena y nieta de Aenys.

—¿Quién ocupará el Trono de Hierro? —preguntó lord Celtigar.
—La princesa Aerea —respondió lord Rogar al instante—. Tiene el fuego que le falta a Jaehaerys. Es joven, pero yo puedo seguir como Mano, moldearla, guiarla y enseñarle todo lo que debe saber. Es quien tiene más derecho al trono: su madre y su padre fueron la primogénita y el segundo hijo del rey Aenys; Jaehaerys es el cuarto. —En ese momento pegó un golpetazo en la mesa, nos cuenta Benifer—. Su madre, la reina Rhaena, la apoyará. Y Rhaena sí que tiene un dragón.

fuego y sangre: historia de la dinastía targaryen

 

Sin embargo, la locura de Rogar no gustó a nadie. Presa de su furia, Alyssa despidió a su marido y le obligó a volver a Bastión de Tormentas, decisión que secundaron los regentes. La antigua Mano del rey regresó a Bastión de Tormentas junto con sus hermanos y la mitad de sus hombres. Uno de sus hermanos, Ser Ronnal, había tratado de hacerse con Aerea, pero Lord Corbray, Comandante de la Guardia de la Ciudad, la escondió por órdenes de Alyssa. Eso no detuvo a Lord Rogar, que envió a su otro hermano, Ser Orryn al Septo Estrellado, encargandole el secuestro de la hermana de Aerea, Rhaella, pensando en hacerla pasar por ella. La encargada de la puerta, la septa Karolyn, desconfió desde el primer momento e informó al Septón Supremo. Éste apresó a Ser Orryn y sus hombres, que terminaron en las mazmorras de Donnel Hightower, el Demorador. Al enterarse, Rogar montó en cólera, pero se dio cuenta de que estaba acabado. Siendo su única salida el Muro, hizo testamento, liberando en él a sus hermanos de cualquier responsabilidad por sus desmanes y afirmando que en todas sus acciones había actuado por el bien del reino.

Alyssa Velaryon nombró Mano del rey a su hermano, lord Daemon, y se recluyó del mundo, tras hundirse completamente con el fracaso de su tercer matrimonio y el alejamiento de sus hijos. Finalmente, el día vigésimo de la novena luna del 50 d. C., Jaehaerys Targaryen celebró su decimosexto día del nombre y se convirtió en adulto. Según las leyes de los Siete Reinos, ya tenía edad para gobernar en persona, sin necesidad de regentes, y todo el reino estaba ansioso de conocer qué clase de rey sería.

La lectura se me había hecho tan ligera que no advertí que ya estaba anocheciendo. El frío empezaba a calar mis huesos y la luz empezaba a desaparecer. “Y yo aquí a los pies de una estatua, como un idiota que no tuviera mejor sitio en el que estar”. Tenía más sed que un dorniense de la arena y mis tripas rugían como los dragones de antaño. “Ya va siendo hora de que me pase por alguna posada”. Allí encontraría calor, buenas velas y un asiento más cómodo para seguir con la lectura. Solo podía esperar que en ninguna recordaran lo que les debía. “Ahora los muy bastardos empiezan a acordarse de mi cara. Los muy desvergonzados…”

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