Bienvenidos a una nueva edición de El Rincón del Cronista, en donde, como ya sabéis, alternamos entre personajes, sucesos, lugares e instituciones del mundo creado por George R. R. Martin con la idea de presentar un espacio de discusión y debate en el que la acción está en los comentarios. En esta ocasión,  vuelvo para hablaros de un castillo del que ya os había hablado en las dos anteriores entregas: Harrenhal. Mientras que en las anteriores os hablé de las circunstancias en las que se involucró Harrenhal durante el reinado de la dinastía Targaryen y Baratheon, y de cómo afectó a Harrenhal la Guerra de los Cinco Reyes, ahora ya vengo a rematar esta historia. 

La maldición de Harrenhal (III)

La Compañía Audaz

Tras la huida de Arya, Harrenhal continúa en manos de Roose Bolton, que, al igual que los Lannister, utiliza a la cruel Compañía Audaz. Ocurre algo que ya conocemos: aunque cambie de dueño, el horror seguirá presente en Harrenhal. 

Lo peor era que ni siquiera podía decirle que era mentira. La Compañía Audaz se encargaba de casi todo el avituallamiento necesario para Harrenhal, y Roose Bolton le había encomendado la misión de acabar con los leales a los Lannister. Vargo Hoat la había dividido en cuatro grupos para visitar tantas aldeas como fuera posible. Él iba al mando del más numeroso, y les encomendó los otros a sus mejores capitanes. Lo único que tenía que hacer era regresar a los lugares donde había estado antes bajo el estandarte de lord Tywin y apoderarse de los que lo habían ayudado entonces. A muchos los habían comprado con plata Lannister, de modo que no era inusual que los Titiriteros regresaran con sacas de monedas, además de con cestas de cabezas de los que lo habían ayudado entonces.

choque de reyes, arya x

 

Como ya sabéis, Arya huyó y con ella nuestros ojos dentro de las murallas del castillo maldito… por un tiempo. Porque en Tormenta de Espadas, Harrenhal tiene nuevos inquilinos: Jaime Lannister y Brienne de Tarth. Pero el Jaime Lannister que entra por las puertas de Harrenhal no es el que habíamos conocido hasta entonces, por culpa de la Compañía Audaz.

—Dezde luego —dijo Vargo Hoat—. Me entregará la mitad del oro de Roca Cazterly. Pero antez, tengo que hacerle llegar un menzaje.

Añadió algo en un idioma ceceante. Urswyck le dio a Jaime un empujón por la espalda, y un bufón con ropas verdes y rosas le dio una patada que lo hizo tropezar. Cuando cayó al suelo, uno de los arqueros le agarró la cadena de las muñecas y tiró con brusquedad para obligarlo a estirar los brazos. El dothraki gordo dejó a un lado el cuchillo para desenvainar un arakh, la cimitarra de filo mortífero que tanto les gustaba a los señores de los caballos.

«Pretenden asustarme» . El bufón saltó sobre la espalda de Jaime entre risitas, mientras el dothraki avanzaba lentamente hacia él. « La Cabra quiere que me mee en los calzones y le suplique piedad, pero no le daré ese placer» . Era un Lannister de Roca Casterly, lord comandante de la Guardia Real. Ningún mercenario lo oiría gritar.

La luz del sol arrancó un destello plateado del filo del arakh cuando descendió, casi demasiado deprisa para verlo. Y Jaime gritó.

tormenta de espadas, jaime iii

 

Jaime y Aerys II, por Michael Komarck

Así es. ¿Es casualidad que sea en los alrededores de Harrenhal donde Jaime pierda su mano derecha, la de la espada, por una tragedia? Quizá no. Pasan los años, y en Harrenhal siguen ocurriendo los horrores.

La pérdida de su mano convierte a Jaime en una persona totalmente distinta. Sin poder ser un caballero, que era lo que le había definido durante toda su vida, Jaime empieza a transformarse. Abandona la identidad que siempre había puesto él mismo de cara a la galería: el Matarreyes, y da a conocer ante Brienne qué ocurrió el día que Jaime Lannister se hizo famoso por matar al rey al que juró proteger.

… De manera que su alteza les ordenó a los alquimistas que escondieran fuego valyrio por todo Desembarco del Rey. Bajo el septo de Baelor y las chozas del Lecho de Pulgas, en establos y almacenes, en las siete puertas, hasta en las bodegas de la propia Fortaleza Roja.

[…]

» —Esos traidores quieren mi ciudad —le oí decirle a Rossart—, pero solo encontrarán cenizas. Que Robert reine sobre un montón de huesos chamuscados y carne calcinada.

[…]

…Aerys creía que el fuego lo transformaría… Que se alzaría de nuevo, renacido en forma de dragón, y que reduciría a cenizas a sus enemigos.

[…]

»Cuando encontré a Rossart, estaba disfrazado de soldado de a pie y corría hacia una poterna. Fue el primero al que maté. Luego maté a Aerys, antes de que encontrara a otro que les llevara su mensaje a los piromantes.Días después localicé a los otros, y también los maté. Belis me ofreció oro, y Garigus lloró y suplicó piedad. Bueno, la espada es más piadosa que el fuego, pero no creo que Garigus me agradeciera mi consideración.

[…]

Los caballeros de la Guardia Real juran guardar los secretos del rey. ¿Qué queríais? ¿Que violara el juramento? —Se echó a reír—. ¿Acaso pensáis que el noble señor de Invernalia habría dado crédito a mis endebles explicaciones? Él, un hombre tan honorable… Con una mirada le bastó para considerarme culpable. —Jaime se puso en pie con un esfuerzo; el agua fría le corrió por el pecho—. ¿Con qué derecho juzga el lobo al león? ¿Con qué derecho?

tormenta de espadas, jaime v

 

Al partir Ser Jaime de Harrenhal (pues Roose Bolton pretende ganarse así la amistad con Roca Casterly), tiene lugar otro momento que seguro que tendrá fatales consecuencias para su destino.

—El Tridente baja muy crecido —le dijo a Jaime—. Nos va a costar cruzarlo hasta por el Vado Rubí. ¿Me haréis el favor de transmitirle mis más respetuosos saludos a vuestro padre?

—Cómo no, siempre que le transmitáis los míos a Robb Stark.

—Así lo haré.

tormenta de espadas, jaime vi

Un hombre vestido con armadura oscura y capa color rosa claro se acercó a Robb.

—Jaime Lannister os envía recuerdos —dijo. Le clavó la espada en el corazón y la retorció.

tormenta de espadas, catelyn vii

 

¿Qué consecuencias tendrán estas palabras si Jaime llega a estar ante los temibles ojos de Lady Corazón de Piedra?

Jaime, el oso y la doncella (de Tarth), por E. Volvana

Tras una extraña pesadilla, Jaime vuelve sobre sus pasos para salvar a Brienne de las crueldades de la Compañía Audaz. Brienne seguía cautiva de Lord Vargo Hoat, y éste, después de que no quedase satisfecho por la oferta de Lord Selwyn Tarth para recuperar a su hija y por el rencor a la herida que le había causado en la oreja al intentar violarla, decide echarla al foso del oso del castillo para que la bestia la devore. Jaime, en un sorprendente gesto de caballería y heroísmo, se lanza al foso para salvarla, esperando que su escolta, Walton Patas de Acero, mate al oso para salvar a ambos. Por suerte para ellos, así ocurre.

Roose Bolton también abandona el castillo, dejando a Vargo Hoat a su cargo. Para su desgracia, Ser Gregor Clegane se dirige hacia Harrenhal, y un cocinero, harto de la insana crueldad de la Compañía Audaz, les abre una poterna, masacrando así a sus ocupantes. No obstante, Vargo no puede oponer demasiada resistencia.

—Ya no. —Lord Tywin apartó la vista, asqueado—. Ser Gregor ha tomado el castillo. Casi todos los mercenarios desertaron y abandonaron a su capitán, y algunos de los antiguos criados de lady Whent les abrieron una poterna. Clegane encontró a Hoat a solas, en la Sala de las Cien Chimeneas, medio enloquecido de dolor y fiebre por una herida que se le había infectado. Me dijeron que tenía una herida en la oreja.

Jaime no pudo contener una carcajada. « ¡La oreja! ¡Es increíble!» . Se moría de ganas de contárselo a Brienne, aunque seguro que a la moza no le haría ni la mitad de gracia que a él.

tormenta de espadas, jaime vii

 

La Montaña y la Víbora Roja, por Joshua Jacobs

De manera que el nuevo ocupante de Harrenhal es Gregor Clegane, pero por poco tiempo, pues Cersei Lannister le designará como campeón en el juicio por combate que decidirá la culpabilidad o inocencia de su hermano Tyrion en el asesinato del rey Joffrey. Gregor se enfrentará al campeón de Tyrion, Oberyn Martell, llamado la Víbora Roja por utilizar venenos en sus enfrentamientos. Pese a que Oberyn tenía la victoria asegurada, Gregor consigue derribarle y aplastarle el cráneo de un puñetazo monstruoso. Sin embargo, Gregor morirá al poco tiempo a causa del veneno impregnado en sus heridas. Un final que concuerda con todo aquel que osa quedarse en Harrenhal más de dos minutos.

—La carne se le pudre, y las heridas rezuman pus —le había dicho Pycelle al Consejo—. Ni siquiera los gusanos quieren acercarse a tal inmundicia. Sufre convulsiones tan violentas que lo he tenido que amordazar para que no se arranque la lengua de un mordisco. He cortado tanto tejido como he podido, y he tratado la podredumbre con vino hirviendo y moho de pan, pero no ha servido de nada. Las venas del brazo se le están volviendo negras. Cuando lo sangré, todas las sanguijuelas murieron. Mis señores, tengo que saber qué sustancia maligna puso en su lanza el príncipe Oberyn. Propongo que detengamos a los otros dornienses hasta que sean más sinceros.

tormenta de espadas, jaime ix

 

Antes de irse, Gregor dejó el castillo en las manos de uno de sus hombres: Polliver. El tal Polliver tiene la mala suerte de encontrarse en la «lista de muerte de Arya», que en ese momento está en el poder de Sandor Clegane, hermano de Gregor. Ambos se encuentran a Polliver en la Posada de la Encrucijada, pronto se desenvainan las espadas y es Arya personalmente quien acaba con Polliver, repitiendo las frases que él mismo repetía mientras torturaba. El nuevo ocupante de Harrenhal dura tan solo unas semanas.

—¿Dónde está escondido el oro de la aldea? —le gritó mientras le clavaba el puñal en la espalda—. ¿Plata, piedras preciosas? —Lo apuñaló dos veces más—. ¿Hay más comida? ¿Dónde está lord Beric Dondarrion? —Estaba encima de él y lo seguía apuñalando—. ¿Qué dirección tomó? ¿Cuántos hombres llevaba? ¿Cuántos caballeros, cuántos arqueros, cuántos hombres de a pie, cuántos, cuántos, cuántos, cuántos, cuántos? ¿Dónde está escondido el oro de la aldea?

Cuando Sandor consiguió apartarla, ya tenía las manos rojas y pegajosas.

tormenta de espadas, arya xiii

 

Tras la muerte de Polliver, los hombres de Gregor Clegane continúan en Harrenhal, sin un líder establecido. Mientras tanto, Tywin Lannister (que como recordareis, ocupó Harrenhal durante un tiempo), muere asesinado por su propio hijo Tyrion, tras haberle liberado Jaime. Cersei, que ahora gobierna en nombre del nuevo rey, su hijo Tommen, envía a Jaime de nuevo a ese castillo mil veces maldito, en el que no tardarán en recordarnos el horror al descubrir cual fue el destino de Vargo Hoat:

—Había un prisionero que no hacía más que suplicar comida —reconoció Rafford—, así que el ser dijo que le diéramos cabra asada. Lo malo es que al qohoriense no le quedaba mucha carne. El ser le había cortado las manos y los pies, y luego, los brazos y las piernas.

El maricón gordo se comió la mayor parte —aportó Bocasucia—, pero el ser se encargó de que la probaran todos los prisioneros. Y la Cabra también, a sí mismo. El muy gilipollas no paraba de babear mientras le dábamos de comer; la grasa le corría por la barba.

«Padre, tus dos perros se han vuelto locos», pensó Jaime. Recordó las historias que le habían contado de niño en Roca Casterly sobre Lady Lothston, que había enloquecido, se bañaba en sangre y organizaba banquetes de carne humana entre aquellos mismos muros.

[…]

«Demasiada cabra asada —reflexionó Jaime—. Dioses, cómo odio este puto castillo.» Harrenhal había presenciado más horrores en trescientos años que Roca Casterly en tres mil

festín de cuervos, jaime iii

 

Finalmente, Jaime Lannister abandona Harrenhal (y seguro que dará gracias a los dioses por ello), dejando la fortaleza en manos de Ser Bonifer Hasty. Una decisión algo sorprendente, pues Ser Bonifer no tiene nada que ver con los anteriores ocupantes de Harrenhal:

«O el Desconocido vendrá a buscaros a todos muy santamente.» Jaime no tenía manera de saber quién había convencido a su hermana para que nombrara a Ser Bonifer castellano de Harrenhal, pero aquello le olía a Orton Merryweather. Le parecía recordar que Hasty había servido al bisabuelo de Merryweather, y el justicia mayor pelirrojo era de la clase de tontos que supondrían que alguien al que llamaban el Bueno sería la pócima que necesitaban las tierras de los ríos para curar las heridas que habían dejado Roose Bolton, Vargo Hoat y Gregor Clegane.

«Pero puede que no se equivoque.» Hasty procedía de las tierras de la tormenta, así que no tenía amigos ni enemigos en el Tridente: ninguna disputa sangrienta, ninguna deuda pendiente, ningún deber para con nadie. Era sobrio, justo y obediente; sus Ochenta y Seis Santos eran soldados disciplinados, y era hermoso verlos desfilar en sus altos capones grises. La reputación de sus hombres era tan inmaculada que Meñique bromeaba diciendo que Ser Bonifer debía de haber castrado también a los jinetes.

festín de cuervos, jaime iii

 

Solo nos queda esperar que Jaime Lannister tenga razón y que Ser Bonifer consiga reparar algo del daño que han hecho los últimos que han pasado por el monstruoso castillo de Harren el Negro. Al menos el poco tiempo que dure.

Harrenhal, por Ted_Nasmith©

Ésta ha sido la historia de Harrenhal hasta ahora y la de todos sus ocupantes, y ahora es vuestro turno: ¿Qué creéis que le ocurrirá a Meñique como señor legítimo de Harrenhal? ¿Y a  Bonifer Hasty, como su actual ocupante? ¿Qué creéis que ocurrirá con Harrenhal en los próximos libros? ¿Terminará algún día «la maldición de Harrenhal?