Análisis del capítulo 1×04 de House of the Dragon.

Como cada semana, llega a nuestras pantallas la reseña de El Escriba Leal. Aprovechamos para recordar a aquellos que aún no hayan valorado el cuarto capítulo de House of the Dragon, que aún tienen oportunidad de hacerlo aquí. El leal que ha recibido la misión de analizar el capítulo titulado El Rey del mar Angosto, llegó a las costas de Braavos en los primeros 10.000 barcos. Recibió la llamada del Titan aquel 26 de Diciembre de 2016 y no dudó en unirse a esta Compañía ni un segundo. Seis años hace ya de eso y, aunque es habitual verlo participar en la caja de comentarios, el bastardo de Roca Casterly, @Tywin Colina, se estrena hoy compartiendo con nosotros su visión particular sobre el último capítulo emitido de House of the Dragon.

 


House of the Dragon

1×04: El Rey del Mar Angosto 

— Tywin Colina —


La historia comienza en Bastión de Tormentas, un año después del último capítulo, donde Rhaenyra, a quien su padre recientemente ha concedido licencia para elegir a su propio marido, está viviendo la experiencia de cualquier mujer en Tinder. El primer pretendiente es lo bastante mayor para haber conocido a su bisabuela y el segundo un preadolescente, pero todos tienen el mismo problema: ni sus ejércitos ni sus castillos bastan para asegurar su dominio en los Siete Reinos.

Aquí se produce un curioso enfrentamiento: un caballero Bracken se burla de la oferta del joven Blackwood con no poca hipocresía, ya que si el Bracken está allí se supone que es para hacer la misma oferta, y acaban batiéndose en duelo. A los que conocemos la historia de ambas Casas no nos sorprenderá el resultado. Me da que es la última vez que Rhaenyra apuesta por un Bracken.

Rhaenyra ha visto suficiente y vuelve a casa, desdeñando las normas feudales y el protocolo como ya haría en su elección de Guardia Real. De camino a Desembarco del Rey, su barco se encuentra con el príncipe Daemon, recién coronado como Rey del Mar Angosto tras su victoria en los Peldaños de Piedra.

¿Dónde te dieron el carnet? ¿En una tómbola?

En la corte, Daemon1, con una corona de madera más propia de los Hijos del Hierro que de un Targaryen, ofrece su conquista a su hermano en señal de sumisión para poner fin al distanciamiento entre ellos.

Daemon deja bien claro que su nuevo reino, por el que inició una guerra de tres años y estaba dispuesto a morir en el episodio anterior, le importa una mierda y confía meramente en su reputación para conservarlo. Pese a criticar a su hermano por dejar que Otto Hightower gobernara por él, Daemon da rienda suelta a la Serpiente Marina para que haga lo propio.

El festín que sigue sirve para limar asperezas. Viserys y Daemon rememoran los viejos tiempos y Rhaenyra, segura tras la promesa del rey de mantenerla como heredera, entabla conversación con su amiga de la infancia. Aunque Alicent agradece tener una amiga de verdad, se nota que envidia la libertad de Rhaenyra.

Pasamos al Consejo Privado, donde se discuten las alianzas que la Serpiente Marina está llevando a cabo. Temeroso del reciente compromiso de Laena Velaryon con el hijo del Señor del Mar de Braavos, Otto deja a un lado sus ansias de poder y propone un matrimonio real. Por las edades de los príncipes y la expresión de Rhaenyra, podemos entender que se refiere a la princesa.

Por la noche, Rhaenyra descubre una invitación de su tío para hacer una pequeña escapada, utilizando un pasadizo secreto en su habitación del que no sabía nada. Un pequeño regalo de Maegor el Cruel, que tras construir la Fortaleza Roja hizo ejecutar a los constructores para que no revelaran sus secretos. Se viste de paje y acompaña a su tío a la Corte de los Milagros desembarqueña, llena de malabaristas, tragafuegos y demás artistas callejeros2. Siguiendo la tradición de obras como El príncipe y el mendigo o Enrique V, la Targaryen consigue oír sin tapujos lo que el pueblo llano piensa realmente sobre ella: que es una advenediza usurpando lo que por derecho corresponde a su hermano. Sus patéticos intentos por abuchear a los actores caen en saco roto y se marcha desdeñándoles porque, después de todo, solo son plebeyos. Ese desprecio por las opiniones del vulgo le traerá problemas en el futuro.

Por el camino, Rhaneyra se topa con Harwin Strong, que la reconoce, pero accede a guardarle el secreto. Esa complicidad y admiración hacia la princesa darán mucho juego en los episodios venideros.

Y llegamos al lupanar. Como Meñique aún no ha construido el suyo, tenemos que irnos a un establecimiento más sórdido y menos exclusivo. Daemon intenta darle a su sobrina unas clases de educación sexual y cree fervientemente en eso de que una imagen vale más que mil palabras. El Príncipe Canalla la anima a que disfrute con plenitud de su sexualidad y la tiene a punto de caramelo cuando, en el último instante, se niega a consumar el acto. Pero el daño ya está hecho y, al salir, un chaval se marcha a informar a alguien.

Aquí hay controversia. En el Inside the Episode, Miguel Sapochnik atribuye su impotencia a un remordimiento por manipular a su sobrina, mientras que la directora del episodio, Clare Kilner, dice que es porque a Daemon no le gusta que Rhaneyra tome el control de la situación. Me inclino por la explicación de Sapochnik no solo porque es el showrunner, sino porque parece impropio de Daemon, quien, como ya vimos con Mysaria, no tiene miedo de las mujeres con iniciativa.

Mientras Rhaenyra está disfrutando de la excursión, su alteza la reina tiene que atender las necesidades maritales del rey. Y quien diga que Viserys buscaba complacer a todo el mundo no tuvo que acostarse con él. Podemos ver que la enfermedad no le abandonó al perder los dedos, con llagas en la espalda que no mejoran la situación para Alicent. Resignada, la joven carece de fuerzas para espantar siquiera a una rata que ha llegado hasta la mismísima cama del rey. Esa alimaña representa un mal presagio por dos motivos: por el cazador de ratas conocido como Queso y porque, dadas las fechas, esta es probablemente la noche en la que engendran a Aemond.

Mientras tanto, en otra parte del castillo la princesa Rhaenyra vuelve de su escapada nocturna para sorpresa de Criston Cole, que pensaba que estaba en su habitación todo el rato. Frustrada, la Delicia del Reino intenta seducirle y tras unos momentos de reticencia el caballero accede. Mientras se desvisten, se puede apreciar el conflicto en el rostro de Ser Criston. La capa blanca es un honor reservado a muy pocos y, para caballeros comunes como Criston, un sueño casi imposible, y lo único que te piden a cambio es que obedezcas al rey y guardes castidad.

He oído a muchos comentar que la relación no fue consentida y, aunque la dinámica de poder favorece a Rhaneyra, ha de destacarse que:
1. Las consecuencias de consumar la relación son mucho peores que no consumarla.
2. Los propios creadores dicen que Criston se enamoró de Rhaenyra hace tiempo.

En cuanto a la escena en sí, debo comentar que me ha llamado la atención las molestias que se han tomado para no mostrar ninguna parte íntima de los actores, en contraste con la serie madre. El resultado me resulta poco natural y rompe durante un instante la inmersión de este espectador.

Volviendo al castillo, vemos al niño entregando el mensaje a Otto Hightower y, sorpresa, sorpresa, es un espía del «Gusano Blanco».

¿Cómo? ¿Pero no era Mysaria la amante de Daemon? ¿A qué viene esa traición? ¿Se venga del príncipe por poner su vida en peligro y abandonarla durante cuatro años? ¿Es simplemente una mujer práctica que busca aliados en caso de que Daemon se canse de ella o muera prematuramente? Dejando a un lado sus razones, ¿desde cuándo ha estado trabajando para Otto? Los guardias reales parecen conocerla de sobra y Hightower dice que su fuente nunca le ha fallado. ¿Fue ella la que informó a Lord Otto sobre «el heredero por un día»?

La mano del rey se encuentra en la difícil situación de ser el portador de malas noticias y acude a Viserys con el testimonio del espía y los sirvientes del castillo. Viserys deja a un lado el fondo del asunto y acusa a Ser Otto de espiar a su hija para poner a su propia estirpe en el trono3.

«Buena idea, arranquémosle los ojos. Así se demostrará que miente.»

Oculta tras un biombo, la reina Alicent escucha su conversación. Otto y Viserys, o bien no se habían percatado de su presencia, o bien no le dieron importancia. Sea como sea, aprovechando la invisibilidad que le confiere su condición de mujer, Alicent decide informar a Rhaenyra de los rumores y le pregunta a bocajarro si son verdad. Rhaenyra intenta ceñirse a los hechos, como que nunca folló con Daemon, pero acaba teniendo que mentir para despejar las dudas de su amiga, jurando por su difunta madre que Daemon nunca la tocó. Lo importante es que Rhaenyra descubre que la mano del rey ha estado espiándola y que nunca podrá actuar con libertad mientras Otto Hightower siga en la capital.

Daemon se despierta con una cogorza del quince y es llevado literalmente a rastras hasta el Trono de Hierro. Allí el rey le acusa formalmente de mancillar a su hija y Daemon no se molesta en negarlo. ¿Está tan borracho que cree haber consumado la relación? ¿Acaso su plan desde el principio era ser descubierto? En este último caso, se abre la posibilidad de que Mysaria no sea una traidora, sino una agente doble, informando a Otto de lo que Daemon quiere que sepa.

 

Cabrón, Rhaenyra ya no podrá escribir para la Compañía de Braavos

Daemon intenta quitarle hierro al asunto: las normas sobre virginidad y matrimonios son para la gente común, no para la casa del dragón. Los dioses hicieron a los Targaryen diferentes de los demás mortales, empezando por los dragones. Intenta presionar a Viserys para que permita a Rhaenyra casarse con él, pero Viserys se niega porque Daemon ya está casado y la poligamia es un tema tabú desde Maegor. Pese a que la pena por mancillar a la heredera es la muerte, Viserys se contenta con arrearle un par de puntapiés y mandarlo con su odiada esposa en el Valle de Arryn.

Más tarde, Viserys y Rhaenyra tienen una conversación sobre la daga de Aegon. Por lo visto data incluso de la era de la Antigua Valyria y tras la muerte del Conquistador se grabó la profecía que da nombre a la saga: «De mi sangre nacerá el Príncipe que Fue Prometido y suya será la Canción de Hielo y Fuego». Palabras idénticas a las que pronunciará Rhaegar según las visiones de la Casa de los Eternos, de lo que podemos deducir que quizá fuera la daga el detonante para que Rhaegar descubriera la profecía, se fugase con Lyanna Stark para llevarla a cabo y diera forma, así, al mundo de Poniente que conocemos.

Viserys le revela a Rhaenyra que no está molesto por sus correrías, sino porque fue descubierta. No va a desheredarla, pero exige que se case con Laenor Velaryon para unir los recursos y dragones de la Serpiente Marina a los suyos. Rhaenyra sabe por las reuniones del Consejo Privado que su matrimonio con Laenor era cuestión de tiempo y, como a diferencia de los libros Laenor es más joven que ella, sus predilecciones no son vox populi. De forma que accede, pero con una concesión importante.

Desheredarte crearía demasiada división. Mejor será darte más hermanitos con armas de destrucción masiva.

Otto acude para una audiencia con el rey. Ahí se produce un cambio importante en la estructura del poder. Viserys ha acabado por darse cuenta de lo que los fans hemos sabido durante cuatro episodios: Hightower es un ave carroñera que lleva trepando en el escalafón desde la muerte prematura del príncipe Baelon, padre de Viserys. Probablemente la muerte por apendicitis de Baelon no fuera a causa de Otto, igual que no mató a la reina Aemma, pero siempre ha sabido hacer madera del árbol caído a costa de las necesidades del reino. Viserys ya no sabe si los consejos de Otto buscan lo mejor para el rey, la reina, o para sí mismo, así que debe poner fin a ese conflicto de interés. Estoy seguro de que muchos fans dieron saltitos de alegría.

Queda por ver cómo se lo tomará Alicent, quien tras ayudar a su amiga verá como ésta se lo recompensa aislándola aún más en el nido de víboras que es Desembarco.

Poniendo fin al episodio, el gran maestre lleva a Rhaenyra, de parte del rey, una pócima que los lectores de los libros conocemos como el té de la luna. Un recordatorio de que, aunque Rhaenyra sea la heredera al trono, con un dragón y una victoria aplastante contra su mayor rival, sigue estando sometida a un poder superior, sin más autonomía sobre su cuerpo que la que tenía su madre. Dado que Rhaenyra nunca ha manifestado deseos de ser madre, se puede deducir que lo que más le duele es que su padre haya tomado la decisión por su cuenta, sin consultarle siquiera.

Por lo menos Viserys ha ido de frente y no se lo ha echado en la bebida.

Gracias a la Compañía por esta oportunidad. Mostrad piedad en los comentarios que es mi primera vez, como Rhaenyra. Disfruté mucho con esta reseña y espero que en el futuro pueda hacer muchas más.

 

  1. Dando al traste, de paso, con mi teoría de que Daemon se iba a hacer una corona con la máscara del Benefactor de Cangrejos.
  2. He de resaltar el dragón escupefuego que aparece después de que la pitonisa le ofrezca a Rhaenyra predecir su muerte. Ejem.
  3. No jodas.