Regresamos una semana más con otra entrega de esta serie de ensayos dedicada a la Casa Mormont, la quinta edición. Se trata de una modalidad especial de ensayo que la leal @EvaJoelMortmont ha querido traernos para expresar de un modo diferente sus pensamientos e inquietudes sobre hechos que son cruciales en la historia de los Mormont o en los que han sido partícipes o testigos. De este modo, a través de la narración, dando voz y sentimientos a algunos personajes de la saga, nos explicará cómo llegaron las rosas de Invernalia al Torneo de Harrenhal y quién las pudo llevar.


La Rosa de Invernalia

— EvaJoel Mormont —


La invitación no tardó en llegar; Dacey fue la encargada de entregarme la carta con una sonrisa. Allí estaba yo decidida a representar mi papel lo mejor posible. Ordené a Lady Donella que nos acompañara, aunque no la conociera bien. La casa Manderly era norteña pero de procedencia sureña y mantenían ciertas costumbres que yo podía copiar.
—Recordad que ella ha de iniciar la conversación. Si os ofrece su mano, estrechadla con mucha suavidad y siempre con una sonrisa —parloteaba Donella mientras caminábamos—.También decidle unas palabras amables a su pronto alumbramiento, porque está en cinta de su segundo hijo y se sabe bien que la princesa Elia no goza de buena salud —seguía diciendo—. Y el reino espera que sea un varón.
—Bien, ¡está bien! Lo he entendido —resoplé.
—Saldrá bien, mi señora —dijo Dacey, que llevaba en sus manos el hermoso ramillete con siete rosas azules.
En la entrada al pabellón un guardia real con su capa blanca nos cortó el paso.
—Mis señoras, ¿a quién tengo el placer de anunciar?
—Lyanna Stark de Invernalia y sus acompañantes —dije muy seria.
Él inclinó la cabeza y nos acompañó hacia el interior. Después de anunciarnos, las tres entramos e hicimos la reverencia de rigor. Allí estaba la hermosa Elia sentada en una silla muy acolchada con enormes cojines; dos damas la acompañaban. Reconocí el broche de la torre con la llama Hightower, pero ¿cómo se llamaba la otra dama con pelo negro y ojos violetas? No recordaba su nombre. La noche anterior la había visto bailar; cuando la miré me evitó la mirada. El pabellón estaba decorado con bellas telas de seda blancas y color arena.
—Bienvenida seáis, Lady Stark. Perdonadme si no me levanto, los maestres insisten en que guarde el mayor reposo —sus manos abrazaron su vientre, me sonrió y me ofreció su mano. Me adelanté y con una sonrisa la estreché.
—No tenéis por qué disculparos. ¿Qué madre no hace sacrificios por sus hijos? Os he traído un presente para endulzar vuestra espera —Dacey se acercó y con una reverencia le acercó el ramillete. La dama Hightower quiso cogerlo con rapidez pero Elia levanto la mano.
—¡Mi Señora, podríais pincharos con la púas! —dijo enérgicamente.
—No tienen espinas, mi señora —contestó Dacey—. Yo personalmente he procurado quitarlas.
Elia cogió el ramo con sus dos manos y lo acercó a su rostro con gran asombro, las olió y con un gran suspiro sonrió dulcemente.
—Qué hermoso presente, jamás había visto nada igual —no podía dejar de mirarlas, sonreí—. Y su olor es dulce y tranquilizador. Sentaros a mi lado, Lyanna.
—Mientras todas las Rosas conocidas nacen en primavera, estas solo brotan en el frío invierno —le expliqué.
—¡Oh! Son realmente azules. ¡Magia! Como diría el gran Maestre —asentí y reímos las dos.
La tarde siguió alegremente. Nos sirvieron grandes bandejas con todo tipo de pastelitos, incluso mis preferidos, los de limón, acompañados de vinos muy dulces. Donella no paraba de hablar, se le daba muy bien conversar sobre temas que yo nunca había mostrado ningún interés.
—Tengo entendido que estáis prometida con Lord Robert Baratheon. ¿Lo amáis? —dijo Elia de pronto… y se hizo el silencio. La dama de ojos violetas frunció el ceño contrariada y volvió a girarme la mirada.
Dacey me golpeó el pie, pero no supe reaccionar ni qué decir; estaba helada.
—No os preocupéis, a veces el amor no llega al instante —respondía Elia—. Ha de fraguar como una buena espada —me sonrió.
De repente, entró él. Nos levantamos todas de nuestros asientos con rapidez y, en silencio, hicimos una reverencia. Se acercó a Elia, se arrodilló besando su vientre y luego a sus labios dulcemente. Todas suspiraron embobadas con una sonrisa. ¡Incluso Dacey! Yo no iba a permitírmelo.
—¿Como está mi príncipe hoy? —dijo él.
—¡Feliz! —sonrió Elia—. Muy feliz con tan grata compañía.
—¿Qué es éste olor tan dulce, querida? —preguntó él—
—Este hermoso presente de las tierras frías del Norte —señaló Elia al ramillete en el centro de la mesa. Él miró el ramo fijamente y alzó su mirada para encontrarse con la mía.
—Hermoso presente de inmenso valor. Tengo entendido que una sola Rosa azul provocó la desaparición de una hermosa hija del Rey del Norte en la antigüedad —sus ojos violetas me atravesaron con arrogancia.
—Un maldito bardo bastardo la raptó —dijo muy deprisa la altiva Alerie— para dejarla después con otro bastardo —sonrió despectivamente.
¡Nos estaba insultando! ¡Sentí a la loba! Tenía que controlarme. Él seguía mirándome. ¡No sabía qué hacer!
—No era un bardo, mi señora, sino un rey —dijo Dacey con toda tranquilidad.
—¿Eso es cierto, Lyanna? —preguntó Elia indicando que nos volviéramos a sentar.
—Así es —suspiré sonriendo.
Continué pausadamente relatando la historia, la verdadera historia del amor del Rey de más allá del Muro y la princesa Stark. Un amor que les llevó a esconderse en las criptas; amor que en la noche llevaron a presentar ante nuestros antiguos Dioses, que bendijeron la unión con un hijo, un Rey de dos reinos, el frío y el hielo. Todos me habían escuchado con gran atención; la Vieja Tata estaría orgullosa de mí. Había cambiado un poco la historia pero funcionó. Elia sonreía complacida y él seguía con sus ojos fijos en mí, pero estaban ausentes. ¿Qué debía estar pensando?
—Y esa es la historia —concluí—. Desde entonces, toda hija Stark es apodada Rosa de Invernalia.
Sonreí dándome por aludida. Todos aplaudieron y de pronto él tomó mi mano, la besó y todo mi cuerpo se estremeció.

 

He aquí una propuesta divertida para describir pensamientos y teorías. Una lectura ligera para dejar fluir la imaginación, para dar voz y sentimientos a aquellos que ya no están y dar respuestas a los acontecimientos que están por venir.

Así que abrid vuestro tercer ojo y sobre todo… disfrutad o reíros de los cuentos de ésta vieja osa.

Bajo el techo de Harren comió y bebió con los lobos, y también con muchas de sus espadas juramentadas: hombres del túmulo, del alce, del oso y del tritón.

tormenta de espadas, bran ii

 

Dustín, Hornwood, Mormont y Manderly. Estas son las familias que escogió cautelosamente lord Rickard para ser invitadas a acompañar a sus hijos, y a representar las tierras norteñas en su nombre en el gran torneo de Harrenhal. Un gran honor de favoritismo a aquellos que asistieron y una clara exclusión a aquellas casas que no eran de su confianza.

No hablaré de las intenciones de alguno nobles en convencer al príncipe Rhaegar para convocar un concilio para suceder al Rey Aerys. Ni tampoco de teorías de conspiración, ni de caballeros misteriosos, ni de quién bailó con quién, ni de amor… sino de las Rosas de Invernalia.

[…] A ella le encantaba el aroma de las rosas invernales.

juego de tronos, eddard xv

 

Las rosas azules son otra vez un recuerdo constante hacia Lyanna, y creo que ella sentía una verdadera pasión por las rosas. No parece nada extraño que una joven adolescente aprecie tanto algo tan hermoso, sobre todo si la Vieja Tata ha influido en ello, ni tampoco podemos considerar que la convierta en menos Loba Salvaje ni en una mujer débil.

Sansa trató de controlarse. Se sentía estúpida. Era una Stark de Invernalia, una dama de alta cuna…

juego de tronos, sansa i

 

Ante el gran torneo tenía una difícil tarea, un difícil papel a realizar, que era vestir sus mejores prendas y comportarse como se esperaba de ella ante las miradas de los demás. Lyanna no viajó sola, ni mucho menos; sirvientes, damas, hermanos, espadas juramentadas y rosas de Invernalia también acudieron. Sólo ella pudo pensar en llevarlas, para decorar su pelo, sus vestidos… algo tan excepcional en el sur que las otras damas envidiarían. Rosas que también pudo pensar en regalar.

Lo único que pido es una flor —dijo Bael—, la flor más hermosa de los jardines de Invernalia. Daba la casualidad de que las rosas invernales acababan de florecer, y no hay flor tan rara ni valiosa.

choque de reyes, jon vi

 

Podemos decir que las rosas invernales son tan valiosas y extrañas que su valor podría ser comparado con un kilo de nuestras hebras de azafrán, que, dependiendo de la calidad, pueden costar entre los 3.000 y 14.000 euros. Si Lyanna regaló rosas inocentemente sin saber su valor, aquí si que tenemos una razón de tremenda metedura de pata, y más en un torneo en el que se cocían y negociaban muchas lealtades.

A los ojos perturbados de un Rey enfermo de esquizofrenia, que se alimentaba de sus espías, de susurros, de desconfianzas, podría considerar las rosas como una muestra de pago de lealtad hacia Dorne, un claro apoyo de Rhaegar.

[…] para poner el laurel de la reina de la belleza en el regazo de Lyanna. Aún era capaz de visualizarlo: una corona de rosas invernales azules como la escarcha.

juego de tronos, eddard xv

 

Rhaegar-Torneo-de-Harrenhal

Rhaegar, Torneo de Harrenhal, por Paolo Puggioni

Lo más fascinante de las rosas azules en el torneo es pensar en cómo llegaron a las manos del príncipe… y si no fue Lyanna quien regaló esa rosas, ¿quién fue?

[…] bajo los pétalos azules había espinas escondidas. Sintió cómo se le clavaban en la piel, afiladas, despiadadas.

juego de tronos, eddard xv

 

Podemos pensar que Ned, en una muestra de amor hacia Ashara, pudo regalárselas y también fueron mal interpretadas. El lobo silencioso en su recuerdo se toma muy apecho la ofensa, es lógico… pero parece muy personal. Sentiría que ha sido estúpidamente traicionado por su dama y que ha provocado un terrible mal entendido.

Otra opción es que alguien pudo robarlas y preparar intencionadamente la corona de laurel para el ganador del torneo, por su gran estimado valor; pero Ser Barristan es muy sincero, no se dejó ganar; si hubiera ganado yo creo que las rosas serían de otro color.

Mi sensación es que todo fue una puesta en escena muy bien elaborada por Rhaegar, y muy meditada también.

Rhaegar solo tuvo que ganar para tener la oportunidad de dar una respuesta muy contundente a su decisión en público, delante de todos, para acallar todas esas voces de traición de un solo golpe. Algunos creen que lo hizo como aceptación de la alianza, pero podría haberlo hecho en el silencio de la intimidad, sin deshonrar el honor de la doncella lobo.

Si el príncipe entregaba las rosas azules a su esposa, todos creemos que no hubiera pasado nada. Yo creo que no. A los ojos del Rey era una muestra de aceptación de la alianza, que utilizaría contra su propio hijo, un motivo para desheredarlo, o provocar una nueva Danza de los Dragones, una guerra que el príncipe quería evitar a toda costa.

Lyanna Stark. por Elia Mervi

Las rosas de Invernalia son las rosas de los Stark. El mensaje es claro, es para los Stark. Insultando a su esposa y a los lobos dejó paralizados a todos, demostrando ser leal a la corona…probablemente quería ganar tiempo, ganarse al consejo ante el deterioro mental de su padre y, como sabemos, convocar al Gran Consejo. Un hecho que sus aliados podrían esperar también; de ahí que ninguna de las dos grandes familias insultadas tenga malas palabras (menos Robert) para un hombre que, con su acto, podía haber provocado una guerra en ese momento.

En todo movimiento de conspiración siempre nos encontramos aquellos que han de ser sacrificados y mi joven Lyanna fue uno se esos peones a sacrificar, y alguna dama más también.

Pero esto no calmaría los miedos del Rey, que seguiría escuchando susurros en la oscuridad, ni tampoco de aquellos que las alentaban. Susurros de la traición del poderoso Norte, con dos grandes alianzas en matrimonios ya pactados que a toda costa hay que boicotear.

A muchos las rosas azules os parecen solo un detalle floral, poco importante, insignificante, en el torneo de Harrenhal, con tantas intrigas… pero es el detalle de un jardinero, y a mí me gusta mucho la jardinería.

¿Las rosas llegaron al torneo desde las manos de Lyanna? ¿Cómo pensáis que Rhaegar obtuvo las rosas? ¿Ser Barristan es sincero, no se dejó ganar? ¿Creéis que los actos de Rhaegar fueron planificados? ¿Hubiera obrado así sin saber como podían reaccionar los Stark y los Martell?