Hola, leales. Sabemos que ha pasado mucho tiempo, pero es un día muy especial. Hoy se cumplen catorce años (14, lo ponemos en números para que se aprecie bien la cifra) de la publicación del último libro de Canción de Hielo y Fuego que pudimos leer, Danza de Dragones. Catorce años, dos veces siete, aunque ese número mágico de la saga no nos haya traído mucha suerte realmente, sino más bien todo lo contrario. Sin embargo, hemos decidido prender una vela, aunque sea más pequeña que la de Sansa, para reavivar un poco los rescoldos de la pequeña llama de esperanza que aún pervive en nuestra comunidad.
Así pues, para conmemorar estos catorce años de espera, os traemos este ensayo con mucha presencia de cenizas y del número siete. Se trata de la primera parte introductoria de una serie de ensayos sobre Refugio Estival y el misterioso desastre que allí tuvo lugar. El verdadero comienzo de esta historia y la clave de bóveda de muchos de los interrogantes que aún quedan por resolver. Sin nada más que añadir, os dejamos con él. ¡Leal con los leales!
Introducción
— Eduardo Baratheon —
Los Targaryen, los hijos de la sangre del dragón proveniente de la antigua Valyria, siempre han sentido una gran admiración por sus dragones. Estas mágicas y monstruosas criaturas fueron el símbolo de su casa y, sobre todo, la fuente de todo su poder; un poder que fue menguando a medida que los decenios transcurrían y los dragones nacían y morían cada vez más raquíticos y deformes, nada comparables con el grandioso dragón de Aegon el Conquistador, Balerion el Terror Negro.

La muerte de Balerion, por Hristo Chukov
Finalmente, en el año 153 d.C murió el «último dragón» durante el reinado del tercer Aegon, una pequeña hembra verde que sólo dejó una nidada de cinco huevos. Así comenzó la paulatina decadencia de la casa del dragón, cuando perdieron aquellas fantásticas bestias que años atrás asolaron medio mundo desde los inicios del Feudo Franco de Valyria. Desde entonces, muchos fueron los intentos de los Targaryen por que los dragones volvieran a surcar los cielos.
Aegon III Veneno de Dragón fue el primero en intentarlo, aunque la muerte del último dragón le valiera el apodo. Pese a sus razonables reticencias tras presenciar la cruenta muerte de su madre en las fauces de Fuegosol, sabía que los dragones le ayudarían a intimidar a quienes se le opusieran y, por sugerencia de su hermano Viserys –la mano del rey y luego el segundo de su nombre–, ordenó traer a nueve magos de Essos para que eclosionaran una nidada de huevos con sus hechizos, pero resultó ser un absoluto fracaso.
De igual modo, tampoco lo consiguió Baelor I el Santo cuando rezó con gran ahínco durante medio año para intentar eclosionar el huevo de dragón que le acompañó desde la cuna que lo arrulló.
Posteriormente, su primo, el rey Aegon IV, también lo intentó a su peculiar manera: con la mirada puesta en Dorne, recurrió a los piromantes del antiguo Gremio de Alquimistas para que construyeran siete dragones hechos de hierro y madera equipados con surtidores de fuego valyrio, aunque también acabó en desastre cuando una de las monstruosidades metálicas estalló en el Bosque Real.
Aunque de un modo particular, algo parecido vivió en sus propias carnes Aerion Targaryen cuando una noche, muy ebrio, se bebió una jarra de fuego valyrio tras decir a sus amigos que así se transformaría en dragón. A partir de entonces se le conocería como «El príncipe que se creía un dragón», uno de los cuentos más horripilantes de la Vieja Tata.

Aerion Targaryen, por Amok
Unas décadas más tarde también se adhirió a esta creencia su sobrino-nieto Aerys II, cuando en su momento final quiso quemar todo Desembarco del Rey con fuego valyrio para renacer como un dragón que reduciría sus enemigos a cenizas. Tras su cautiverio en el Valle Oscuro, el Rey Loco empezó a mostrar signos de una obsesión cada vez mayor por el fuegodragón, muy similar a la de sus antepasados. Pero pese a sus intentos por incubar huevos de dragón de las profundidades de Rocadragón, el resultado fue igual de infructuoso que en las anteriores ocasiones. De hecho, algunos huevos eran tan viejos que se habían convertido en piedra, por lo que recurrió al antiguo Gremio de Alquimistas y su inflamable sustancia verdosa para reavivar el último rescoldo de la magia valyria.

Aerys II, por Kahdiya Lynne
Sin embargo, ninguno de estos intentos puede compararse con el peor episodio de la locura Targaryen cuando, en su afán por revivir el poder de antaño, hicieron arder los salones de Refugio Estival. Sin duda, este suceso marcó la historia reciente de la casa del dragón, hasta el punto de dejarla prácticamente extinta, y supuso el principio del fin de su reinado en Poniente, que culminó con el derrocamiento de Aerys II en la Rebelión de Robert.
La Tragedia de Refugio Estival
Tras casi dos siglos de guerras y disputas, solo el talante negociador de Daeron II hizo posible lo que no lograron sus belicosos predecesores: la adhesión de Dorne al Reino. La unificación territorial vino de la mano de la unión matrimonial y dinástica de las casas Targaryen y Martell, a través del doble matrimonio del rey Daeron II con la princesa Myriah Martell, por un lado, y de la princesa Daenerys con el príncipe dorniense Maron Martell, por otro.

Daeron II y el Príncipe Maron Martell en la tumba del Rey Baelor, por Magaly Villeneuve
Para conmemorar la unificación del reino, el rey construyó en las Marcas un castillo llamado Refugio Estival, cerca del Camino Pedregoso –o Sendahueso, como es coloquialmente conocido– y al pie de las Montañas Rojas, un enclave simbólico donde convergen las conflictivas y disputadas fronteras de las Tierras de la Tormenta, el Dominio y Dorne.
Este nuevo asentamiento de la casa Targaryen era en realidad más palacio que castillo, estaba poco fortificado para acentuar su carácter pacífico y era la residencia de verano de la familia real. Pero con los achaques de la edad, el rey Daeron abandonaba la capital con menos frecuencia y, a partir de entonces, el palacio estival pasó a ser el asentamiento oficial de príncipes con título incluido –aunque sin menoscabar la prevalencia del principado de Rocadragón–, hasta que en el año 259 d.C. fue consumido por las llamas en un extraño y trágico suceso estrechamente vinculado con los sueños de dragón.
En pocas ocasiones vuelve a mencionarse este espinoso asunto en la saga de Canción, manteniendo el aura de misterio. No fue hasta la publicación de la enciclopedia El Mundo de Hielo y Fuego cuando surgieron a la luz algunos detalles más acerca de la Tragedia de Refugio Estival, como se conocería a partir de entonces.
El sueño de los dragones desembocó en una lamentable tragedia ocurrida en un momento dichoso. En el fatídico año 259 d.C., el rey convocó a sus vasallos más allegados en Refugio Estival, su castillo favorito, para celebrar el inminente nacimiento de su primer bisnieto, un bebé al que llamaron Rhaegar, primogénito de sus nietos Aerys y Rhaella, los hijos del príncipe Jaehaerys.
el mundo de hielo y fuego, aegon v
Según relatan estas fuentes, muchas vidas se consumieron en las llamas de Refugio Estival, donde la familia real recibió un durísimo golpe. Allí perecieron el rey Aegon V, nuestro Egg; su primogénito Duncan el Pequeño, conocido como el Príncipe de las Libélulas, y su eterno amigo Dunk, llamado ser Duncan el Alto y lord comandante de la Guardia Real, entre otros tantos asistentes cuyos nombres no han trascendido o se encuentran en paradero desconocido.
Aparte de los susodichos, puede afirmarse casi con total seguridad que, de entre los diversos invitados que acudieron a la celebración de un evento tan relevante, prácticamente toda la familia real estuvo presente allí junto a otros miembros de la corte:
- La reina Betha Blackwood, de la que nada más se supo, para ver nacer a su primer bisnieto y acompañar a su esposo el rey;
- El príncipe Jaehaerys, el heredero al trono, como el principal interesado en el nacimiento del primer vástago de la estirpe predestinada, su nieto;
- La princesa Shaera Targaryen, hermana-esposa de Jaehaerys y de cuya estirpe se profetizó el nacimiento del elegido;
- La princesa Rhaella, por supuesto, al ser la madre del bebé que estaba a punto de nacer;
- El príncipe Aerys Targaryen, como su progenitor y esposo de Rhaella, que fue obligado por su padre a casarse con su hermana a instancias de la bruja de los bosques que profetizó que el príncipe prometido nacería de su estirpe.
- Lady Jenny de Piedrasviejas, esposa del Príncipe Duncan y de la que existe una triste canción sobre cómo baila con sus fantasmas en salones de reyes que ya no están, muy probablemente en referencia a Refugio Estival.
- La bruja de los bosques que acompañaba a Jenny, la enana albina de ojos rojos que Barristan da por muerta en la Tragedia y que ahora mora en la colina de Alto Corazón como un fantasma, ahogándose en el dolor de Refugio Estival cada vez que escucha la canción de su Jenny como pago por sus sueños proféticos.
Aunque se desconoce qué pasó con algunos de estos personajes, como la reina Betha, o en qué circunstancias acabaron otros supervivientes, como Jenny, lo cierto es que el desastre dejó muy pocos testigos vivos y solo su silencio como única respuesta, a excepción de un llamativo testimonio…
… la sangre del dragón reunida en uno…
… siete huevos para honrar a los siete dioses, aunque el propio septón del rey advirtió…
… pirománticos…
… fuego valyrio…
… las llamas fuera de control… se elevaban… quemaban tanto…
… habrían muerto, de no haber sido por el valor del lord coman…
el mundo de hielo y fuego, aegon v

Refugio Estival, por Marc Simonetti
Esta información procede de una carta que escribió poco antes de morir un tal Corso, el último maestre de Refugio Estival antes de su destrucción1. A esta incógnita hay que añadirle, como sugiere la propia enciclopedia, la repentina y misteriosa muerte del maestre Corso tras escribir dicha carta, prácticamente ilegible desde que por “accidente” se derramara tinta encima.
Lo cierto es que la Tragedia de Refugio Estival pudo haber sido simplemente un accidente sin más, pero las múltiples incógnitas, los silencios cómplices y la ocultación de pistas hacen pensar exactamente lo contrario. ¿Quiénes fueron los responsables? ¿Por qué motivos lo hicieron? Para hallar la respuesta, si es que la encontramos, es preciso remontarse a los albores del reinado de Aegon V, el príncipe que fue un huevo.

Aegon el Improbable y sus hijos: Duncan, Jaehaerys y Daeron
Como sabéis, el rey Aegon V promovió muchas reformas a favor del pueblo llano al mismo tiempo que consecuentemente limitaba los privilegios de los nobles. En muchas ocasiones se vio obligado a ceder y hacerles concesiones que retrasaban sus pretensiones de cambiar el reino. Por ello, ante la férrea oposición de sus vasallos, el monarca afirmaba que de haber tenido dragones como el Conquistador habría podido reconstruir el reino como realmente deseaba.
[…] Cuanto más mayor se hacía, más soñaba con que los dragones volvían a sobrevolar los Siete Reinos de Poniente. A este respecto no se diferenció demasiado de sus predecesores, que habían pedido a los septones que rezaran por los últimos huevos, a los magos que pronunciaran hechizos para ellos y a los maestres que los estudiaran con atención. Aunque sus amigos y consejeros trataron de disuadirlo, el rey Aegon estaba cada vez más convencido de que solo los dragones le brindarían el poder suficiente para emprender las reformas que deseaba en el reino y obligar a los tercos y orgullosos señores a aceptar sus decretos.
el mundo de hielo y fuego, aegon v
Si Aegon pretendía hacer renacer a los dragones para imponerse a vasallos, parece lógico pensar en éstos últimos como los principales instigadores del desastre para precisamente evitar su regreso, más aún si aquel día tan especial Aegon convocó a algunos de ellos en Refugio Estival. ¿Quizá fue una traición? Sus problemáticos hijos díscolos y las polémicas reformas provocaron que el monarca se ganase no pocos enemigos entre los nobles, que verían con preocupación cómo los Targaryen podían recuperar el poder perdido a través de los dragones renacidos. Es más, el fuego se combate con fuego y seguramente algunos de los nobles descontentos miraron más allá del Mar Angosto en busca de los Fuegoscuro. Conviene recordar que ante la amenaza incipiente de Maelys el Monstruoso, Aegon decidió ignorarlo mirando hacia otro lado. Incluso es posible que la bastarda rama cadete de la casa del dragón tuviera algo que ver con la Tragedia, pues curiosamente los Reyes Nuevepeniques con los que estaban coaligados atacaron Poniente poco después del desastre acaecido, cuando la familia real se encontraba más débil y diezmada.

Ser Barristan Selmy derrotando a Maelys, por Marc Simonetti
Pero el círculo de sospechosos no solo se circunscribe a los nobles o al dragón negro, sino también a los grandes científicos de Poniente, los maestres de la Ciudadela. Según Marwyn, el Rebaño Gris fue quien mató a todos los dragones la última vez, sin especificar cuándo fue esa última vez ni a quiénes se refiere por «dragones». ¿Quizá hable de Refugio Estival? El caso es que, de ser así, los maestres tenían motivos para hacerlo, pues Marwyn afirma que no hay lugar para la magia ni para los dragones en el mundo que está construyendo la Ciudadela. Esta podría ser la respuesta a la repentina muerte del maestre Corso después de haber escrito la misteriosa carta. Además, otro hecho cuando menos curioso es que un joven Pycelle fue el último Gran Maestre en servir al rey Aegon V, por lo que quizá aquel fatídico día estuvo presente en Refugio Estival y, conociendo sus verdaderas lealtades, quién sabe con qué nefastas intenciones.
Tampoco se libran de las sospechas los feligreses de la Fe de los Siete, no al menos como cómplices del posterior silencio impuesto en torno al desastre. Desde que los dragones llegaron a Poniente, la convivencia de los Targaryen con las autoridades religiosas siempre fue complicada en algunos asuntos. Quizá fue demasiado que el ritual que originó el desastre estuviera amparado por los Siete Dioses, pues precisamente se reunieron siete huevos de dragón en su honor, como hizo en su momento Aegon II cuando se quedó sin montura después de la Danza de los Dragones. Recordemos que Corso admitió en su carta que el propio septon del rey profirió una advertencia antes del ritual, revelando una implicación directa en esta cuestión.

Hombre sin Rostro, por Lin Bo © Fantasy Flight Games
Por otro lado, con lo que está sucediendo en la actual trama de Antigua en Festín de Cuervos, hasta los Hombres Sin Rostro de la Casa de Blanco y Negro pueden estar relacionados de alguna manera con la Tragedia, ya sea directamente por sus propios intereses, con más motivo en asuntos relacionados con dragones, o indirectamente por haber sido contratados por alguno de los sospechosos anteriores.
Como vemos, el listado de los posibles culpables es bastante extenso y está abierto a un debate no exento de sobredosis especulativa dada la escasa información al respecto. Pero sin descartar la posible implicación tangencial de algunos de los sospechosos antes mencionados, a falta de más datos y viendo los derroteros que tomó Aegon V en las postrimerías de su reinado, parece evidente concluir que la Tragedia fue, principalmente, una consecuencia directa de la propia obsesión de los Targaryen por la profecía y el renacimiento de los dragones, que será lo que investigaremos en esta serie de ensayos. Si bien disponemos de muy pocos datos al respecto, gracias a las últimas palabras de Corso quizá podamos averiguar qué pudo acontecer realmente en los salones de Refugio Estival y sus consecuencias en la profecía del Príncipe que fue Prometido. Para ello, tomaremos como punto de referencia las escuetas e incompletas frases que el maestre escribió en su carta, que servirán de premisa para explicar, individualmente, cada uno los aspectos que se aprecian en uno de los grandes misterios de la saga y el verdadero comienzo de la historia de Canción de Hielo y Fuego.






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